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Estamos entonces mirando a Romanos capítulo 4. Estamos mirando con este final de Romanos 3 y Romanos 4 a una doctrina que es esencial, clave, la base de nuestra fe. Y es la doctrina de la imputación de la justicia de Cristo. que es la base de nuestra justificación por gracia a través de la fe. Hemos estado mirando a esta doctrina de la imputación de justicia. Y decíamos que esta imputación de justicia está basada en la persona y en la obra de Cristo. Que Dios no echa a un lado su justicia. Algunos que oyen hablar a los protestantes, a los evangélicos, que conocen el evangelio, hablamos de la gracia y de la fe, creen que de alguna manera echamos a un lado la justicia de Dios. Porque hay otra concepción de la fe. que es a través de un proceso de transformación en justicia que se da en la persona. Y de esa manera somos justificados. Y cuando nosotros decimos que somos justificados por gracia, solo por gracia, solo por la fe, solo en Cristo Jesús, de alguna manera dice, bueno, ¿y qué hay con la justicia? ¿Verdad? Y es verdad que hay que tratar con el concepto de la justicia de Dios. Y lo que nosotros mantenemos y vemos con este pasaje es que la justicia de Dios es satisfecha, vindicada, propiciada por la persona y la obra de Cristo. Eso lo vimos en el versículo 25 de Romanos 3. a quien Dios puso como propiciación a Cristo Jesús, como propiciación, como satisfacción, ¿verdad?, satisfacción de la justicia divina. ¿Cómo es que esta satisfacción de la justicia de Dios en Cristo nos llega, nos alcanza? Por medio de la fe en su sangre. Por medio de la fe en su sacrificio. Y esto, este mecanismo de Cristo satisfaciendo la justicia de Dios, para nosotros recibirla a través de la fe, manifiesta la justicia. Vean lo que dice, para manifestar su justicia, pone de relieve, demuestra la justicia de Dios, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto en su paciencia los pecados pasados. Con la mira de manifestar en este tiempo, en el tiempo del cumplimiento, en el tiempo del sacrificio de Cristo, de la satisfacción de justicia, de sellar la justicia divina que Dios demandaba con su obra, con su sangre, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús. So, en nuestra concepción protestante evangélica y reformada, debemos añadir, nosotros creemos que Cristo es el justo por razón y virtud de su obediencia. Él es el que tiene derechos personales reales en su persona y en su obra a la satisfacción de justicia. Por eso es que el Señor dice yo no he venido para rogar la ley sino para cumplirla. Es necesario que se cumpla decía el Señor toda justicia porque nadie más la ha podido cumplir. So, en nuestra concepción, que creemos que es la concepción bíblica de la fe cristiana, Cristo es aquel justo que Dios pone, que Dios provee, para que a través de la fe en su sangre, la justicia quede manifestada, quede vindicada, quede exaltada que justicia la de Dios en Cristo Jesús y que a través de esa justicia nosotros los pecadores somos justificados. Cristo el justo por derecho propio de obediencia, de satisfacción en su persona perfecta, completa, perpetua y personal. Nosotros justos por la justificación de la fe, por la declaración de Dios, el veredicto de Dios, de que somos justos porque confiamos en el justo. No porque nosotros seamos justos en nosotros mismos por derechos propios de obra, de obediencia, de justicia, de mérito. Y eso es, hermanos, lo que está en la base del verdadero evangelio. Es la esencia del verdadero evangelio. Es lo que quita las actancias, como ya vimos, satisface la justicia de Dios. Versículo 28 de Romanos 3, concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley. Cristo el justo, nosotros justificados. Cristo el justo por sus obras, nosotros justificados por la fe en él que obró la justicia de Dios. Ese es el evangelio, esa es la base, la esencia de lo que Dios había prometido. Y esto es buena noticia no solo para los judíos, sino también para los gentiles. Venimos entonces a un caso que Dios va a resaltar como paradigmático. de esta dinámica, ¿verdad?, de este mecanismo de justificación, que es la manera en que el pecador puede pararse delante de Dios en justicia, puede pararse delante de Dios justificado, puede ser aceptado por Dios. ¿De qué manera? Abraham nos es dado como un ejemplo. Leamos versículo 1 de Romanos 4. Que pues diremos que halló Abraham nuestro padre según la carne. Según la carne quiere decir en su persona, en sus obras. Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. En otras palabras, el que se justifica en sus obras tiene de qué exclamar y decir, yo he cumplido las obras, yo he hecho la voluntad de Dios, yo he vindicado la justicia divina. ¿Verdad? Puede, el que verdaderamente lo hace puede gloriarse, pero Abraham no puede gloriarse Porque él no lo hizo, no lo puede hacer en su persona. Si él fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Esto es, si él reclamar alguna justificación por sus obras, puede hacerlo con respecto a la carne, pero no delante de Dios. No delante de Dios. ¿Por qué? Porque Abraham no cumplió con todos los requisitos de la justicia divina. Por lo tanto, el que quiere reclamar alguna gloria de obras con respecto a la carne, sin haber cumplido los requisitos de la justicia divina, lo podrá hacer, pero no para con Dios. ¿Por qué está diciendo Pablo esto? Porque esto es lo que los judíos contemporáneos de él, que habían rechazado al Mesías, estaban haciendo. estaban, verdad, justificándose delante de Dios, los que se justificaban delante de Dios a través de las obras, estaban reclamando que ellos cumplían el pacto que ellos eran los hijos de Abraham. Y aquí, de una manera, verdad, directo e indirecta, Pablo le está diciendo, ustedes podrán darse en el pecho y decir que tienen algo que gloriarse en la carne, pero delante de Dios no se registra en lo absoluto para nada. Ejemplo, Abraham. Por obras, Abraham no puede registrar nada delante de Dios. Abraham es para los judíos hoy, para los judíos ortodoxos, es como el mediador. Y bueno, ciertamente es para ellos alguien de gran importancia, tanto que se le imputa la justicia de Abraham al pueblo y el pueblo recibe bendiciones por causa de la obediencia. de ese patriarca, lo hacen de una manera federal, corporativa, hasta cierta medida, que es lo que Cristo, en realidad, es el único que hace. Y el que cumple, el que verdaderamente es corporativo y federal, es decir, el que puede representar a un pueblo, como vamos a ver en el próximo capítulo. ¿Quién es el único que puede gloriarse para con Dios? El que cumpla todos los requisitos de la justicia divina. Y es lo que hace Cristo. Se gloría, pero se gloría en el buen sentido piadoso. ¿Verdad? Del Hijo de Dios, del Obediente. Padre, he acabado la obra que me distes que hiciera. Si fija, ahí hay un verdadero gloriarse, pero un gloriarse sano, legítimo, verdadero. He acabado la obra que me distes que hiciera. Las obras de mi Padre yo hago. ¿Quién me convence a mí de pecado? En la casa de mi Padre debo estar. Cuerpo me preparaste. He aquí yo vengo para hacer tu voluntad. El Señor está diciendo delante de Dios, yo soy el que cumplo los requisitos de la justicia divina. Yo recibo y debo recibir la misma gloria del Padre. ¿Verdad? Glorifícame con la gloria que tuve contigo antes de la fundación del mundo. Pero Abraham no puede decir esto. Y por extensión, los judíos y la circuncisión tampoco lo puede decir. Porque ¿qué dice la escritura? ¿De qué manera? Veamos el caso de Abraham. Entendamos cómo es que Abraham es aceptado, recibido, justificado por Dios. creyó Abraham a Dios y le fue contado por justicia. Ahí está. ¿Recuerdan la palabra? Le fue contado, logizomai en el griego, que quiere decir esa imputación, ese poner a la cuenta de alguien, ese considerar a alguien de una manera particular. So, cuando Abraham cree a Dios, después vamos a ver qué es lo que cree, Dios le pone a su cuenta, le atribuye a su cuenta, le carga a su cuenta justicia. en otras palabras, lo recibe y lo acepta como justo. No por nada que ha hecho, sino porque Abraham cree la promesa de Dios y la promesa que Abraham cree es la promesa de la simiente, es la promesa de Cristo. Por lo tanto, Abraham cree en Cristo. Que en Cristo vendrá liberación, reconciliación, Justicia. So Abraham pone la fe en el justo. Él lo hace mirando desde anterior a la cruz, mirando adelante, se cumple lo mismo que se cumple para nosotros. Por eso él es el padre de la fe. Abraham mira el justo, mira la promesa del justo y es justificado a través de esa fe en aquella promesa. Es declarado justo a través de esta imputación de justicia que vamos a ver ahora. Hay una declaración, ¿verdad? Que es lo que es la justificación, es un veredicto legal. La palabra es forensica, que se utiliza en el término teológico. Es un veredicto que tiene que ver con corte, con la legalidad de un asunto. Que Dios, al que pone su fe en el justo, Dios pasa un veredicto forénsico, legal, de corte, y dice, ahora yo te declaro justo, inocente, no culpable. No hay cargos contra ti. Tú eres libre, eres justo. ¿Verdad? Ese es el veredicto de la justificación. Contrario a esto, versículo 4 dice, pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda. Por lo tanto, Abraham recibe esta bendición de la imputación de justicia y sobre esa base la justificación, el veredicto de la justificación como gracia. Esto es la gracia que predicamos. Se puede hablar de gracia todos los días. Pero si no es esta gracia, ¿qué gracia? Tiene un contenido, tiene una substancia. La gracia evangélica es que el pecador es justificado por la fe, declarado, recibido, aceptado como justo delante de Dios por la fe sola, parte de la sobra. Y esto está basado, en la persona y la obra del justo que es Cristo, lo cual se le atribuye al que cree en él de tal manera que ahora la justicia de Dios es vindicada en el justo y en la justificación del que pone su fe en él. Esa es la gracia de Dios. La gracia del evangelio involucra las doctrinas de la justificación y la imputación de la justicia. La justificación por gracia está basada en la imputación, la atribución de justicia al pecador a través de la fe en Jesús. Esta es la esencia del evangelio. El que no tenga esto, No tiene el evangelio. Es decir, en el mejor de los casos, tiene una concepción de la fe cristiana deformada, carente, en falta, ¿verdad? Y esto tiene implicaciones. So, al que obra, no se le cuenta el salario como gracia. So, si usted de alguna manera en su concepción, de la justificación. La justificación es el poder pararse en la corte suprema de Dios y recibir el veredicto de él de justo, de no culpable, de inocente. de tal manera que a través de ese veredicto eres reconciliado con Dios, eres aceptado por Dios ¿verdad? Entonces se fija el veredicto de la justificación está basado No es una, como dicen algunos, ¿verdad? En crítica, ah, eso es algo, el forénsico es algo no existente, no real. No, no, está basado en lo forénsico, en lo legal de la obra de Cristo. Cristo cumple la ley. Cristo cumple la justicia de Dios. Él es el único justo. Y el que justifica, al que es de la fe en Jesús, y nosotros así somos justificados porque se imputa, se atribuye a nosotros la justicia de Cristo, aparte de nuestras obras. El que quiera añadir a O, eso es gracia, eso es gracia. Esa es la gracia que predicamos. Esa es la gracia de Dios. El que no tenga, el que quiera añadir de alguna manera o en su mente, esté creyendo que puede pararse delante de Dios en el tribunal de la corte de Dios a través de sus obras, puede hablar de gracia todo el día, pero dice la Biblia aquí que no califica como gracia. Dice, pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda. Te estás parando delante del Tribunal Supremo de Dios a decir, yo estoy aquí a recibir la recompensa de lo que he ganado. A demandar lo que merezco. Tenemos que entender eso. ¿Verdad? Entender, hay una distinción aquí muy importante. Y eso es, ¿creemos que hay cristianos en todas partes, en diferentes iglesias? Sí. Todo aquel que de alguna manera, a pesar de lo contrario de la doctrina donde se puede encontrar, que tenga en su corazón la fe de Cristo. Que tenga en su corazón la fe. Por eso es que nosotros decimos que hay cristianos entre los católicos, que hay cristianos entre este grupo, en aquel grupo. si tiene en su corazón la confianza y la convicción de que sólo en Cristo encuentra la justicia para pararse en el día del juicio. Ahora, si la persona va delante de la presencia de Dios, esperando recibir una recompensa por lo que ha hecho, dice esta palabra que no se le cuenta como gracia. En otra palabra, no va a ser tratado en gracia, sino va a ser tratado con justicia, con justicia. ¿No va a ser tratado injustamente? No, no, no, no, no. ¿Va a ser tratado en un intercambio de qué? OK, de justicia. Ah, OK, tú sobras. Vamos a ver, vamos a examinarla. Ese es el problema. Es decir, para eso se escribió el libro de Gálatas. Es decir, esto es el caer de la gracia, el querer ser justificado añadiendole algo a la justicia de Cristo a través de la fe y añadir nuestras obras. Dice el libro de Gálatas que es caer de la gracia. y es entonces quedar anatema separado de Cristo. Aquí hay una distinción y una línea divisoria muy grande. Por eso es que nosotros cuando Pareciera que criticáramos a los católicos o a otros grupos, ¿verdad? En este caso, la denominación ortodoxa griega, que ahora hay una onda con moverse hacia ese grupo, o cualquier grupo judaizante que también existe, ¿verdad? Por eso es que nosotros somos con esto tan radicales. Porque creemos que hay algo en juego. Creemos que donde uno pone su corazón y su mente, allí o ahí, la verdad, la luz y la libertad de Dios, o se establece una fortaleza de Satanás, que es lo que comenzamos a tratar el domingo. Se establece en la mente un argumento contrario a la obediencia de Cristo y contrario a la fe. que puede llevar a la condenación. Ahí está en juego grandes cosas, está en juego ese anatema sea separado de Cristo, dice Pablo, a los gálatas. Interesantemente estos grupos han pronunciado sus anatemas. La iglesia católica romana en el concilio de Trento pronuncia anatema sobre aquel que crea que solo por gracia, solo por la fe, solo a través de Cristo puede ser justificado por una declaración jurídica de Dios, sea anatema. Y la iglesia ortodoxa griega tienen su liturgia todos los años, declaran anatema sobre todo aquellos que no estén en el seno de esta iglesia. Entonces, fíjense, aquí está sucediendo algo. Y lo mismo sucede con los mormones o con los testigos de Jehová, con todo grupo que no depende de qué, de la imputación de justicia basada en la obra de Cristo para ser justificado. En otras palabras, para nosotros la línea divisoria y la puerta es Cristo, y Cristo solo. La puerta es Cristo y Cristo solo. Pero para todos estos grupos, a Cristo se le tiene que unir algo más. Algo más se le tiene que unir. Y esa es la puerta y la línea final divisoria. ¿Se fijan? So, nosotros decimos que en cualquier lugar, en cualquier iglesia, no importa el nombre, bautista, previteriana, metodista, lo que sea, que se encuentre alguien que crea y confiese y descanse en la obra suficiente de Cristo para su salvación, ahí está la iglesia. Ahí está el pueblo de Dios. Entonces, nosotros, el evangelio provee el verdadero catolicismo de la fe, que quiere decir el verdadero sentido universal de la fe. El verdadero sentido universal de la fe es que la puerta es Cristo, Y todo el que entra por ella, por él, encuentra la vida eterna. Y todo el que se congrega sobre la base de él es el pueblo de Dios y la iglesia verdadera, universal, donde quiera que se encuentre. Ah, pues tiene muchos sabores, tiene muchas diferencias, hay muchas denominaciones. Pero para mí esto es un testimonio de la universalidad y del catolicismo de nuestra fe. Para otros es lo contrario. Tiene que ser una sola orma y tiene que ser a través de esta iglesia, que es la iglesia verdadera, donde se encuentra la verdadera iglesia universal y la verdadera iglesia. Y fuera de esta iglesia no hay salvación. No fuera de Cristo no hay salvación. y fuera de la iglesia de Cristo universal no hay salvación. ¿Se fijan? Estas son las distinciones que nosotros hacemos y lo que queremos que oiga el mundo. Sabemos que decimos esto y hay personas a veces que cancanean en esto porque tenemos amistades o familia. etcétera, y vemos a veces vidas por fuera piadosas, etcétera, de obediencia, de aparentes frutos, la pregunta clave es a esos familiares y a esos amigos, delante del tribunal supremo de la corte de Dios, ¿te vas a parar descansando solo en la obediencia, en la justicia de Cristo a tu favor? Si es así, OK, está bien. Pero si no, ahí está, hay peligro, ¿verdad? Y hay arenas movedizas. So al que no obra, se le cuenta el salario no como gracia, sino como deuda. Versículo 5, más al que no obra, si no cree en aquel que justifica limpio, su fe le es contada por justicia. ¿Se fijan? Al que no obra. En este sentido, para ser justificado delante de Dios, en el tribunal de la corte suprema de la justicia divina, se requiere que tú abandones tus obras. ¿Qué quiere decir? ¿Qué queremos decir con esto? Que no pongas ninguna confianza en ellas. Al que no obra, sino cree en aquel que justifica limpio. ¿A quién justifica? Al impío. Al impío, al malo. Dios justifica al impío, al malo que pone su fe en Cristo Jesús. Y hay personas que no les gusta esto. Entonces, en el cielo nos vamos a encontrar con fulano y fulano. Si pusieron su fe verdaderamente, ¿quién sabe? No sabemos el corazón de nadie. Y el momento En un momento el ladrón en la cruz puso su fe en el justo y fue justificado. Gloria a Dios por esos momentos que Dios tiene y esas citas divinas que puede tener para ciertas personas. A veces una persona que está en prisión, una persona, un criminal que ha cometido crímenes horrendos. En la concepción de muchas personas, esas personas no pueden ser salvos. porque son malos, pero Dios justifica al malo, al impío, que se humilla, reconoce sus pecados, su maldad y pone su fe en el justo, reconociendo su injusticia y que en Cristo tiene justicia y tiene el reino eterno. en aquel que justifica al impío. ¿Por qué? Al poner su fe le es contada por justicia, es justificado porque se le atribuye, se le imputa, se le cuenta a su favor la justicia del justo. Esa es la base de este intercambio, de la justificación. Y ahora nos da otro ejemplo, el ejemplo de David, que habla de esta bienaventuranza, de esta alegría, de esta felicidad. Dice, como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras. ¿Se fijan? La bienaventuranza quiere decir la alegría, la felicidad. Porque el evangelio verdadero te hace feliz. Alegre el alma. En el corazón del verdadero creyente hay una alegría y una felicidad que viene de la paz, de la justificación. Eso es lo que va a decir en Romano 5. Justificado pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. El cristiano recibe una alegría, una felicidad en el corazón de la paz de Dios. Hay una alegría. Esta alegría y esta paz Es la apropiación de Cristo en nuestras vidas, de la justicia de Dios en Cristo Jesús. Es una convicción profunda que ahora ancla al Hijo de Dios para toda su vida. Podemos pasar por pruebas, tribulaciones, altas y bajas, pecados, caídas, grandes cosas en nuestra vida, pero esa alegría interna, esa felicidad de la paz con Dios rescata, levanta, restaura siempre al que ha sido justificado en la fe de Cristo. Es indestructible esa ancla. Porque ahí sale la regeneración. Es la persona que ha sido regenerada a través de la fe. Es la persona que ha quedado unida a Cristo. Y en términos personales, la apropiación de esta fe es esta paz. Esta alegría, esta felicidad. Otra manera en que lo han puesto nuestros antepasados es este consuelo. Hay un consuelo en el alma. Hay una paz en el alma. Hay una alegría en el alma. Esa paz, ese consuelo, esa alegría. Es la motivación, la fuerza para lanzar al creyente al mundo en su vocación de buenas obras, en su vocación de servicio. Porque ahora sale sin temor. Ahora sale libre y sale alegre. El cristiano sale a servir sin temor, libre y alegre. El que no tiene esto como base en su corazón sirve con temor, sirve sin alegría, ¿verdad? Y sirve en zozobra, sin paz. Aunque aparezca por toda la superficie que está en casa. Es la parábola del hijo pródigo y el otro y el hijo mayor. El hijo mayor estaba en casa y estaba trabajando y estaba obrando y estaba como insatisfecho con el padre. Insatisfecho, no tenía paz, no tenía contentamiento, no estaba alegre. ¿Dónde es que desborda esta realidad de su corazón? Cuando el pródigo entra por gracia a través de la fe y les da todos los derechos de hijo. es restituido, es restaurado, es reconciliado, se le hace fiesta, alegría, gozo. Se le pone el anillo, se le viste con las vestiduras de familia reales. Y el otro dice, ¿pero cómo es posible? Yo que tanto tiempo estoy aquí obrando, trabajando, y a mí no se me ha hecho fiesta, a mí no se me ha dado aquello, a mí no se me ha reconocido. ¿Te fijas? El que tiene esta alegría, paz y libertad en el corazón está anclado en Cristo para toda su vida. El que no tiene esta alegría, paz, alegría, paz y libertad en el corazón, en algún momento va a recurrir a la carne. En algún momento va a tener que agarrarse, porque está buscando alegría, está buscando paz, está buscando libertad y no nadie. Está preso. Y va a tener que recurrir a alguna manera externa para quietar su conciencia, para quietar, para buscar paz, para de alguna manera alegrarse y vindicarse a sí mismo, para venir a la realización espiritual, pudiéramos decir. El cristiano encuentra la realización espiritual en la alegría, la paz, el gozo y la libertad de Cristo. Y eso lo ancla, le motiva, le impulsa. El amor de Cristo nos constriñe. Esto nos renueva, nos restaura, nos disciplina, nos informa, nos ancla, nos da luz. Es la verdad. Nos libra de fortalezas en la mente. Nos ayuda a luchar. ¿Verdad? Nos da claridad. Es decir, es el todo. De ahí sale todo. Los beneficios de nuestra vida espiritual. El que no va a tener que correr y recurrir a otras fuentes. A otras fuentes que son de la carne. Soque bienaventuranza, como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obra. ¿Se fijan? Atribuye, le imputa, le carga la cuenta. Justicia. ¿La justicia de quién? ¿De dónde viene esta justicia? Del justo, de Cristo. Y de esta manera somos justificados. En la otra concepción, que no es evangélica, el hombre para ser salvo tiene que recibir una infusión de justicia en su vida, en su corazón. Tiene que él convertirse en justo. Porque Dios justifica al que está siendo justificado. Dios justifica al que ha pasado del estado de impiedad, del estado, ¿verdad?, de ser malo, ahora de alguna manera por los medios de la iglesia, por los sacramentos, por las indulgencias o por las penitencias, por cualquier manera de visualizar esto, ha pasado de ser impío a ser bueno. Dios le ha infundido una cualidad en su corazón y ahora se encuentra en el estado de gracia para poder finalmente ser justificado. Nosotros nos encontramos en el estado de gracia por la fe que nos une a Cristo. y ya estamos justificados. Y somos malos e impíos en nosotros mismos, porque si Dios nos juzga conforme a nuestras obras, encuentra en nuestras obras deficiencia, maldad, pecado. No podemos reclamar que somos justos por causa de nuestras obras, somos justos por causa de la justicia de Cristo. y la imputación de esta justicia, porque hemos puesto nuestra fe en el justo. Ahora de esa unión a Cristo sale también otro beneficio, que es el beneficio de la transformación de la santificación, porque estamos unidos a él, ya somos justos por declaración, por veredicto, por aceptación legal de Dios. Y ahora que somos justos en Cristo, unidos a él, porque ahora somos alegres, tenemos paz, somos libres, podemos entregarnos como fruto a la obediencia que agrada a Dios. es la obediencia de la fe, a través de la fe. Ahora obedecemos porque somos libres, obedecemos porque somos justos, obedecemos porque somos santos, obedecemos porque ya estamos completos en Cristo Jesús, obedecemos porque ya poseemos, porque ya tenemos. ¿Se fijan? Obedecemos porque tenemos paz. gozo, alegría, damos alegremente. Dios ama al dador, alegre. Esa es la parte doctrinal de esta verdad. Por gracia damos lo que por gracia recibimos. Nos entregamos en servicio a Dios y al prójimo como resultado de ese imposible que no lo hagamos. ¿Por qué es imposible que no lo hagamos? Porque esta doctrina del evangelio, de la justificación, de la imputación de la justicia, tiene una implicación real, personal, de apropiación, donde importa, psicológica, emocional. y de alma, de corazón, de hombre interior, que es precisamente lo que hemos hablado. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Cuál es la motivación ahora? ¿Esto no es un pie in the sky, una doctrina ahí que no tiene implicaciones reales, verdaderas? Sí. Las implicaciones reales y verdaderas que es la única doctrina que trae paz, alegría, gozo y descanso al alma. El que encuentra en Cristo encuentra eso y lo apropia de esta manera. Es apropiado en descanso, en paz, en alegría. Y ahora esto te impulsa a obrar, te renueva para amar. te motiva para decir, ¿qué hago? Estoy alegre. ¿Quién es el que trabaja? El que trabaja alegre. ¿Quién es el que obra? El que está libre. ¿Quién es el que quiere obedecer? El que le nace, el que necesita ocuparse. Porque tiene un llamado, porque el llamado te mueve, te impulsa. Estás alegre, estás contento. ¿Verdad? Esto es lo que mueve al creyente. a trabajar y a servir. Se cita el ejemplo de David a propósito. ¿David qué es? Abraham antes de la ley y David ya del tiempo de la ley. El Salmo 32, él está hablando en este Salmo, bienaventurado, versículo 7. Bienaventurados, gozosos, alegres, felices aquellos cuyas iniquidades son perdonadas. y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. ¿Se fijan? Ahora, continuamos. ¿Es pues esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, para los judíos? ¿No? ¿O también para los de la incircuncisión, es decir, para los gentiles? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo pues le fue contado? Ahora Pablo va a seguir tratando con los judíos, ¿verdad? ¿Estando en la circuncisión o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. En los gálatas allá, los que vinieron de allá de Jerusalén, querían insistir en la circuncisión como este rito de entrada a la salvación, a la fe. Es la manera, Dios nos dijo que teníamos que circuncidarnos, hay que obedecer a Dios. Esto es parte de la ley. Hay que obedecer la ley, aparte de creer en Cristo. No estaba circuncidado y no estaba dada la ley tampoco. No existían los judíos en realidad. Y recibió ahora, ¿qué cosa es la circuncisión? Miren aquí el significado. Y recibió la circuncisión como señal. Señal es un símbolo o un sacramento. Por eso nosotros decimos que los sacramentos son símbolos y sellos de nuestra fe. Fíjense, es señal y sello. La señal testifica de algo y el sello confirma algo. Eso es lo que Dios le da a este rito para, por un lado, testificarle a Abraham de algo, y también a la misma vez que le testifica asegurarlo o confirmarlo en ese sello. Dice y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia, de la fe que tuvo estando aún en circunciso. El sello. Cuando él miraba su prepucio circuncidado, ¿verdad? Piensen en esa intervención, ¿no? Yo me acuerdo cuando circuncidamos a Isaac porque la mamá quería y yo fui en contra de todas mis mejores, ¿cómo se llama? argumento y cuando lo oía gritar allá en la habitación, quería entrar y reclamarle a un médico, me puse bravísimo ese día. Porque mi niño estaba sufriendo algo que... Pero bueno, es la señal de la justicia de la fe. En otras palabras, es la señal de que Dios ha prometido. Vamos a trasladarnos a Abraham. Mi simiente, mi semilla, mi semen, lo que sale de mí como hombre, está contaminado de raíz. ¿Qué se necesita? ¿Cuál es la promesa? Una nueva simiente, una nueva semilla, que a propósito en el original es una nueva, un nuevo acido, una nueva semilla, una nueva esperma. una no contaminada, libre de pecado, como le dice la palabra que el hombre se apartó de Dios desde la. Matriz. Desde la concepción somos concebido en pecado, lo que se necesita es alguien, una simiente, una esperma, una una concepción virginal. del espíritu, porque no puede haber una en el mundo que sea, que no venga de esta simiente corrompida. Y eso es precisamente la promesa de Génesis 3.15, la simiente de la mujer. La mujer va a quedar impregnada por obra del Espíritu Santo, con una simiente divina. con una semilla implantada en ella divina, encarnada, va a tomar carne, pero va a ser una carne sin pecado. El Hijo de Dios unido a la humanidad, a nuestra naturaleza humana, tomando la naturaleza humana para hacer entonces y obrar entonces lo que ninguno de la descendencia de Adán ha podido lograr, que es la justicia de Dios. Por eso nace debajo de la ley, para cumplir la ley, a favor nuestro, ¿se fijan? A favor nuestro. La circuncisión era la señal de promesa. Viene la simiente. Pero la antigua está tuya, Abraham, ¿sabes para qué es buena tu simiente y tu carne? Para ser cortada y desechada. para morir, para ser condenado. La simiente tuya, Abraham, tu carne, tiene que ser condenada, maldecida. Tiene que ser muerta. ¿Se fija, hermano? ¿Se fija el Evangelio, lo que comunica? Es la señal de la justicia de la fe, porque ahora Abraham va a mirar y a esperar, ya no más en sí mismo ni en su sobra. sino va a mirar aquella simiente que viene, aquella semilla, aquel Mesías prometido, y va a poner su fe en él como el justo, que lo va a justificar a él, que lo va a declarar a través de la fe en él y unido a la simiente que Dios va a aceptar, este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia, en él. yo me complazco y de todo aquel que quede unido a él por la fe es justificado porque ahora quedamos unidos a la simiente nueva que por eso se le llama el retoño de branch en inglés el retoño la simiente verdad el retoño la simiente la vid la vid La vid es Cristo, el retoño, es el retoño nuevo, es la simiente nueva. Dios prometió y le prometió a Abraham primero y después al pueblo de Israel, le prometió esa simiente, esa vid. A la cual ellos por naturaleza, por promesa, por ser pueblo llamado por Dios, eran llamados a mirar a esa simiente para ser salvo. No era por ser israelitas externos que tenían la bendición. Al principio, la simiente corría en promesa. La bendición del pueblo de Israel estaba en que ellos recibieron la promesa, los pactos que tenían que ver con Cristo. No es por nada intrínseco en ellos. Dios no ama a nadie por nada intrínseco en ti mismo. La circuncisión muestra que si Dios te va a tratar en tu carne, lo que tiene que hacer es cortarte, desecharte. ¿Por qué es que Dios les ama? Por gracia, por Cristo, por la vid, por la simiente de donde ellos nacen, a quienes les hecha la promesa, a ellos les hecha la promesa. Pero a ellos después de Abraham. Aquel punto es muy importante y muy necesario. Para ver que la promesa les da Abraham antes del pueblo, antes de la circuncisión, antes de la ley. Y Abraham es el modelo paradigmático del pueblo de Dios. Del verdadero judío. De la verdadera simiente de los verdaderos hijos. Los judíos tenían que rechazar, entender, que tenían que crucificar su carne. Esto es maldecirla. Para mirar a la carne de aquel, ¿cómo es que podían hacer esto? ¿Cómo es que pueden crucificar y maldecir su carne? Porque la nueva simiente va a tomar la maldición a favor de ellos. La simiente prometida, precisamente lo que va a ser, lo que tiene que hacer parte de ese trabajo es, por un lado, ser la simiente nueva, perfecta de justicia, pero venir a finalmente cumplir la maldición, ejecutar la sentencia, traer la circuncisión, echar fuera el cuerpo de muerte. ¿Pasaje? ¿Cuál es el pasaje que estoy aquí citando del Nuevo Testamento? que nos habla de esta circuncisión y su significado, Colosenses capítulo 2. Colosenses capítulo 2. ¿Qué tenemos allí? Colosenses capítulo 2 nos dice, comenzando en el 11, en él, esto es en Cristo, Colosenses 2.11, en él, en Cristo, también fuisteis circuncidados. Con circuncisión no hecha mano, que es la que cuenta, porque aquella era señal. So, la señal siempre tiene una realidad. El sacramento es una señal, símbolo y sello de una realidad espiritual, ¿verdad? ¿Cuál es la realidad? espiritual a la cual la circuncisión apuntaba. En él también fuiste circuncidado con circuncisión no hecha mano al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo. La muerte de Cristo en la cruz es nuestra circuncisión. nuestro cuerpo maldito de muerte. Cristo lo toma a nuestro favor y allí él es circuncidado, él es cortado, él es condenado, él es crucificado, él es maldito. Se cumple la circuncisión. So, la circuncisión era la señal dada a Abraham como esa señal que nos hablaba de la promesa. Después corre a través de la ley también, porque la ley en muchos de los ritos y los sacrificios estaba dando testimonio, ciertamente, ¿de qué? De Cristo, del Mesías, de la simiente prometida, ¿verdad? Y ahora se cumple finalmente en Cristo Jesús, se cumple el sacrificio. Todas, todas Todas las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento y de los judíos se cumplen en Cristo Jesús. Cristo es nuestro sacrificio. Cristo es nuestra Pascua. Cristo es nuestra circuncisión. Cristo es nuestro templo. Cristo es nuestro sacerdote. Cristo es el Cordero. Cristo es nuestra fiesta. Cristo es nuestro sábado. Cristo es nuestro descanso. Cristo es nuestro holocausto. Cristo es nuestra ofrenda. Aquellos que no están contentos, satisfechos, alegres con Cristo, ¿vuelven a dónde? A las sombras. A los tipos. ¿Pero en qué? Por eso es que Pablo aquí en Colosenses, después de poner esto, va a decir que nadie juzgue ni en comida, ni en bebida, ni en día. Porque esto no tiene ningún valor contra la indulgencia de la carne. Que nadie afecte vuestro premio en Cristo Jesús, ¿verdad? So, Cristo es nuestra situación. Ahora, interesantemente, una vez que termina el tiempo de promesa y se cumple la promesa, la señal cambia. a una señal más apropiada ahora. La señal en el Antiguo Testamento era continuamente el derramamiento de sangre, ¿verdad? Derramamiento de sangre, y es algo importante. Pero la señal se profundiza en que ese derramamiento de sangre o muerte o sacrificio sería seguido por la resurrección. ¿Sí o no? por la resurrección de ese siervo, de esa simiente, que la muerte, él iba a vencer la muerte a través de su sacrificio, iba a resucitar, la muerte no podía atraparlo por su vida justa, santa y perfecta y por ser el hijo de Dios. Entonces, versículo 12, sepultados con él en el bautismo, en su muerte, En la circuncisión, allí el hombre antiguo sepultado, ¿se fijan? Una señal ahora que cambia. Somos sepultados con él en su muerte. Él es nuestra circuncisión y somos bautizados en esa muerte. En el cual fuisteis también. resucitados con él. Porque el bautismo no solo es, ¿verdad? No solo simboliza la muerte, sino también la resurrección. Por eso es que creemos que la inmersión es la mejor figura del bautismo. Desciendes al agua y te levantas del agua. Eso es como una tumba, sales limpio, resucitado, una nueva vida. Y ahora no solo cambia la señal, ahora no solo es para los varones, ni es para el pueblo y la entidad nacional, sino es para los verdaderos, para los creyentes. No verdaderos, no sabemos, Dios es el que sabe, pero se le da a los que profesan esta fe. sobre la profesión. Si crees en Cristo, bien puedes ser bautizado. Todo el que creyera y fuera bautizado será salvo. Recibimos ahora la señal, el sello. El bautismo es una señal, un símbolo, un sacramento y una ordenanza de nuestro Señor. Porque testifica a nosotros de la realidad espiritual, de nuestra unión a Cristo, su muerte y su resurrección, y por ende, nuestra reconciliación, nuestra santificación, nuestra nueva vida en Él, el perdón de nuestros pecados. y nuestro estatus de justificados con él bautismo es la señal de estas cosas mediante la fe en el poder de dios que levantó de los muertos volviendo a romanos 4 Está comunicando aquí Pablo todas estas cosas, todas estas cosas van a ser importantes. Pablo quiere moverlos a los judíos de su confianza en la carne, a la confianza en Cristo, de la circuncisión al bautismo, de la comunidad hebrea a la comunidad hebrea gentil cristiana. de confiar en su propia carne y en su propia gloria, ¿verdad? A venir a ser todos judíos y gentiles un solo pueblo y ser entonces la identidad de los hijos de Abraham. ¿Qué pensamos? ¿Nosotros somos los hijos de Abraham? No, ustedes son los hijos del diablo. A los judíos del primer siglo, ustedes son los hijos del diablo. Todo aquel que no está en Cristo son hijos del diablo. incluyendo los judíos de hoy. Son hijos del diablo, están en esclavitud. Si están separados de Cristo, necesitan al Salvador para unirse a la vid, a la verdadera vid del pueblo de Israel, de las simientes. Vamos a Gálatas un momentico. Escuchamos ahí en Gálatas capítulo 3. Gálatas capítulo 3, 26 al 29. Gálatas 3, comenzando en el 26. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que habéis sido circuncidados en Cristo, no, bautizados en Cristo. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos de su muerte y de su resurrección. Ya no hay judío Ni griegos, ya no hay. Ya no hay judío ni griego. Gálatas 3, 28. Ya no hay judío ni griego. No hay esclavo ni libre. No hay varón ni mujer. Porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. ¿Por qué? ¿Por qué Pablo hace estas distinciones? Porque en el Antiguo Testamento, los judíos estaban separados de los gentiles. Y parte de la ley mosaica es que si ibas a, no podías, por supuesto, comer la comida de un gentil porque te volvía inmundo. No podías pernotar estar en casa de un gentil porque te volvía inmundo. Todo tenía que ver con las leyes de purificación. ¿Quién es nuestra purificación? Cristo Jesús. Y por eso es que en un momento a Pedro, el judío, Dios le dice, mata y come. No he comido nunca nada inmundo. No llames tú inmundo a lo que yo he limpiado. Los gentiles a los que te he enviado no son inmundos. Yo los limpio en la sangre de Cristo y son tus hermanos. Ve, come, pernocta, comparte, vive con ellos. Son pueblo de Dios. No hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer. Separación, recuerda, la corte de los hombres, la corte de la mujer. Una igualdad a todos. Delante de Cristo Jesús todos somos iguales en términos de nuestra herencia, en términos de nuestra identidad. No es una igualdad de humanidad, es una igualdad de redención. Es una igualdad de redención. Porque fíjense, dice, porque todos, y una unidad, una vez más, una catolicidad, una universalidad. Porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente el linaje de Abraham sois y herederos según la promesa. So, estas cosas les tienen que estar volando la cabeza a los judíos y alegrando a los gentiles porque se ven, ah nosotros somos, no somos segunda categoría, nosotros somos pueblo de Dios, somos el pueblo de Dios, junto con los judíos somos iguales. Dice entonces para terminar, a fin a y recibió la circuncisión como señal como sello versículo 11 de la justicia de la fe que tuvo estando aún circunciso para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados a fin de que también a ellos la fe les sea contada a ellos se fijan no sólo a Abraham sino también a ellos la fe les sea contada por justicia la imputación, ¿eh? Y padre de la circuncisión. Para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también, es decir, no solamente para los que llaman una circuncisión externa, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado. Los que son de la fe entre los judíos. Porque no por la ley fue dada Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero de Canaán. Del mundo. Del mundo. Eso es muy importante. ¿Por qué? Porque algunas personas creen que Dios tiene que cumplirle a Israel el darle ese pedacito de tierra en el Medio Oriente. Eso no es lo que dice aquí. Pero no es lo que dice. Un momentico, un momentico. Ya eso Dios se los dio ya. Ya lo hizo. Dios lo cumplió ya. Y ve, ese es el punto, ya Dios lo cumplió. ¿Por qué quieres llevarnos atrás? ¡Claro! El pueblo que está deslegado por el mundo son pueblo de Dios, no por ser judíos. Y Dios los bendice, no por congregarlos en Canaán. Dios no tiene que traer a ningún judío de ninguna nación a Israel para bendecirlos. Pero es que ese es el problema. Los va a traer, los va. Bueno, en el antiguo, en el Antiguo Testamento, y ve, y ve, en el Antiguo Testamento lo dice. En el Antiguo Testamento, interpretamos el Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento. Y el Nuevo Testamento, tú te quedas en Canaán. Nosotros, con la Biblia, creemos que los judíos van a heredar el mundo. La promesa es la promesa Abraham, antes de que existiera judío. Abraham existe antes de judíos. La bendición de Dios es para los hijos de Abraham, no como judíos, sino como creyentes en el justo. Los judíos es un transcurso temporal importante que reconocemos en la historia de la redención, donde Dios los va a poner en una tierra que tiene un carácter provisional y temporal. ¿Por qué? Porque en esa tierra Dios los va a preservar para traer al Mesías. Y así lo dice el Antiguo Testamento, ni una promesa de lo que Dios le dijo a Moisés faltó y Dios le cumplió a Josué todas las promesas que Dios le había hecho. De ahí en adelante, la historia que sigue de Israel es la historia del quebrantamiento del pacto. ¿Qué hizo los judíos? Quebrantaron el pacto mosaico e invalidaron el pacto. ¿Cuál era la sentencia de invalidar el pacto? El ser, la muerte, el ser conquistados por enemigos. Vamos a seguir con la historia biblia. El cautiverio, el ser conquistado por enemigos, etcétera. El castigo. Por toda la desobediencia. Por toda la desobediencia. Pero es importante, esto tiene un carácter redentor. Y para poder entender la Biblia, para poder entenderla tenemos que entender lo siguiente. El pacto mosaico tenía un carácter pedagógico, la ley. ¿Qué quiere decir? Para llevar a ese pueblo a donde Dios los quería llevar. ¿A dónde es que Dios quería llevar a ese pueblo, finalmente? a Cristo Jesús, a la simiente. Y va a utilizar el hecho de que ellos quebrantan el pacto y son desterrados, son sacados, son conquistados para enseñarles. Se fijan, ustedes a través de las obras, ni por ser israelitas, son israelitas, eso es Biblia, eso es Nuevo Testamento. ni por obras ustedes son llamados hijos de abraham sino por la promesa es el creer en la promesa lo que los hace ustedes y les da el estatus de ser llamados hijos de dios y bendecido los profetas hablaban de que dios los iba a reunir en uno y los iba a reunir en la tierra ¿verdad? Y que esa reunión se iba a dar, esa consolidación, reunión, la reunión está conectada a otra cosa. La reunión del pueblo, las promesas a los judíos, que no seamos los judíos porque son nuestras también, las promesas de reunión, era reunión en el Mesía y no solo era reunión de pueblo, sino era reedificación de nación, que involucra la reedificación del templo. Todas esas cosas están conectadas y unidas. Los profetas hablan que esta reunificación y reedificación se iba a dar cuando ellos creyeran en el Mesía y Dios limpiare y echare sobre ellos el agua de purificación. So, la condición para esa reunificación en uno, en un pueblo, y redificación de nación y templo se da cuando ellos se convierten a Jesús. Esa es la promesa. Si vamos un momentico, vamos a citar en Jeremías allí. Jeremías 31. Podemos ver cuándo son las condiciones de esa reunificación, que a propósito es la profecía del nuevo pacto. Es la profecía del nuevo pacto. Jeremías 31. Comenzando en el 31. Fácil de recordar la cita. Jeremías 31, 31. He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. no como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto, porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. ¿Se fijan? Quebrantaron el pacto, yo fui un marido para ellos, ellos no me tuvieron en cuenta, quebrantaron y anularon el pacto, las consecuencias y las maldiciones de ese pacto cayeron sobre ellos. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días. Dice Jehová, daré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón. Y yo seré a ellos por Dios y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo, conoce a Jehová, porque todos me conocerán. Mi vida, eso es Hebreos. Eso es Hebreos 10. Eso se cumplió. Claro, claro. Te entiendo. Mira, mira. Escúchame, escúchame. Esto es muy fácil. Mira, mira. La razón por la que Dios cumple esa palabra de romanos es porque ya esto se cumplió en Cristo Jesús. Lo que se está dando es el proceso de recogerlos. ¿Por qué Dios está cumpliendo esa promesa a ese pueblo? Porque se cumplió en Cristo Jesús. ¿Cómo sabemos eso? Vayamos a Hebreos. Esta cita, esta cita no está por cumplirse. Vayamos a Hebreos 10. Hebreos 10. Pero bueno, Hebreos 10 la cita textualmente. Hebreos 10 la cita textualmente. Hebreos 8 y Hebreos 10 la repite. Vayamos a Hebreos 8. Dice, comenzando en el 7. Comenzando en el 6 de Hebreos 8. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, el de Cristo, comparando con el ministerio de Moisés, del antiguo pacto. Cuanto es mediador de un mejor pacto establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndoles, dice, Eremías 31, 31. Y aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto. Es el nuevo pacto en la sangre de Cristo. El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto porque ellos no permanecieron en mi pacto y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual este es el pacto que haré con la casa de Israel. Sí, ya lo leí, el 9 lo leí, sí. Por lo cual este es el pacto 10 que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor, sigue citando, verdad, al profeta, pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su corazón las escribiré y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo y ninguno enseñará a su prójimo ni ninguno a su hermano diciendo conoce al Señor porque todos me conocerán desde el menor hasta el mayor de ellos porque seré propicio a sus injusticias y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Al decir nuevo pacto, en lo que se ha referido, ha dado por viejo al primero. Y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. Ya lo están aceptando. Sí, sí, claro. No, no. Déjame explicarte por qué. Vamos a seguir pensando, vamos a seguir pensando. Esa palabra de Jeremía se cita como la base para que Dios lo trajo a la tierra de Israel en 1947, 48. Pero no puede ser, porque ellos no vinieron convertidos. Y ¿sabes qué? Sí, sí, no, pero dice que va a ser, los va a traer cuando se conviertan. Y ¿sabes qué interesante? Los judíos ortodoxos, por eso no aceptan a la nación de Israel, porque creen que es ilegítima. Porque ellos, aunque no creen en el Mesías, literalmente leen ese pasaje y dicen. Pero viven ahí. Claro, pero yo vivo en los Estados Unidos, no vivo en Cuba. Vaya, eso. Sí. Sí, claro. O allá, o tú sabes dónde más también. ¿Tú sabes dónde más también viven? ¿Tú sabes dónde más también viven? Espérate, ellos no solo viven allí. ¿Tú sabes dónde viven más también? En Nueva York. Y en Miami Beach. Y aquí. Pero mira, se van para Cuba. Se van para eso. Bueno, pero el punto, el punto es, el punto es esto, Ivete, el punto es esto, es muy importante, es muy importante porque está delante de nuestros ojos y lo podemos ver y recibir. Las promesas de Dios para el pueblo de Israel se cumplen en Cristo Jesús. Y en Cristo Jesús se cumplen para ellos y para nosotros. Ok, entonces con eso en mente la tierra de Canaán ya quedó atrás en el sentido de que la promesa se abre al cumplimiento de Abraham en toda su extensión y es el mundo que ahora ellos y nosotros estamos esperando recibir la herencia del mundo. y eso lo estamos recibiendo que Dios está sacando de todos, está sacando a los judíos, eso lo va a decir romano, va a continuar salvando y lo dicen romanos 10 dicen no es que la promesa de Dios haya fallado sino que Dios está salvando a quienes a un remanente. Dios está salvando a un remanente escogido por gracia desde Cristo, desde Pablo que es un judío. Se está cumpliendo la promesa en el primer siglo a Pablo, a Pedro, a todos los discípulos, a todos los que recibieron y después a la nación como tal no recibir en su mayoría se vuelve a los gentiles y va a decir Pablo en romano para ahora provocarlos a ellos a celos y entonces El asunto de la salvación es uno y el asunto de la tierra es otro. Estás equivocado ahí. ¿Tú sabes por qué estás equivocado? Porque todas las promesas de Dios para su pueblo es a través de Cristo, a través de la salvación. Dios no le puede dar nada a nadie. Estoy hablando de la tierra, no estoy hablando de la promesa de Dios. Pero la tierra. Estoy hablando de que es el lugar. Pero mi vida. Pero mi vida, la tierra, ¿qué quieren hacer ellos? Sí, y se lo cumplió. Dios, a pesar de que él, de que tú, en tu autoestima, lo ves, de toda la tragedia que ha pasado, esa raza, vamos a llamarla así, esa raza, Dios la ha preservado. Eso no ha pasado en la historia de la humanidad con ninguna, con ninguna etnia, con ninguna etnia. Dos o tres siglos han desaparecido y esas etnias se han mantenido así. Y es por una razón, por una razón, porque Dios los quiere ahí. No es que Dios los quiera ahí. Dios los quiere donde quiera que ellos estén. Dios los tiene que tenerlo ahí. Ese es el punto. Yo no estoy en contra. No sé si me voy a decir que estoy diciendo con los judíos. Lo que estoy diciendo es que la tierra de Canaán no es la promesa extensiva que Dios le hizo a ellos. es el mundo en Cristo Jesús y no tenía que traerlos ahí para cumplirle las promesas, se cumplen dondequiera que estén. por la fe en Cristo Jesús, van a recibir el mundo. Y el hecho, la evidencia fundamental es que el texto clave que utilizan para decir, los va a traer a la tierra, de Jeremías, no es el cumplimiento de la promesa, como se cita. Está claro que se cumple en quién? En Cristo Jesús. Entonces, el punto mío con esto, hermanos, es que no podemos separar, y vemos aquí la, no podemos separar ninguna promesa de Israel ni de Cristo, ni de los gentiles o la iglesia. No podemos separarlos, están unidas, estamos unidos, heredamos juntos. No hay nada que Dios haga con los judíos, aparte de nosotros, aparte de nosotros. Claro, porque está. Y se conforman con poco, con carácter. No, porque sabemos eso. No, porque ellos no tienen. Bueno, están los sionistas. Los sionistas tienen que luchar. Es decir, lo que los mueve los sionistas es una visión terrenal. Es la visión terrenal de que saben que están bajo amenaza. Todos nosotros hiciéramos igual. Si nos están amenazando, el terrorismo, nos quieren destruir, tú sabes. Ahí tienen que estar fajados. Fajados por eso. Pero lo interesante de la doctrina de los ortodoxos es que no reconocen el sionismo. Porque ellos están esperando al Mesías. Es el Mesías. Los ortodoxos. Es el Mesías el que le entrega la tierra. el que forma la nación. Para ellos esa formación es ilegítima, para los judíos mismos bíblicos esa formación es ilegítima. ¿Por qué? Porque está obvio, no es bíblico, está obvio que no se conforma a las condiciones de la formación de la nación bíblicamente hablando y por eso es que ellos las rechazan con todo su derecho Lo único que le falta es entender que es en Cristo Jesús a los ortodoxos. Sí, a los ortodoxos. Pero como yo le digo seriosamente, porque yo estoy bien famosa de todo eso, ellos tienen que vivir ahí porque ya no caben en ninguna parte. No, todos son que quieren participar del servicio militar, pero todos ellos los defienden. Claro, claro. Son jóvenes que han subido ahí. Sí, sí. Esas son razones políticas. Está bien. Esas razones no caben en ninguna parte. Sí, seguro, seguro. Eso no es un antisemitismo. Sí, sí, sí. Eso lo apoyamos, pero bueno, estamos hablando aquí teología y Biblia, por eso no te das cuenta. Para que se cumplan las promesas. Gloria a Dios, amén, amén. Eso es lo que necesitamos. Eso es lo que queremos. Y eso, cuando sucede eso, ¿en qué nación entran? Porque Cristo dijo que se unirían a un pueblo, a una nación. El pueblo de la fe. Ah, claro, el pueblo de la fe se cumple. Y eso se está cumpliendo desde cuándo? Entra a la nación de Israel. Sí, a la nación de Israel, al verdadero Israel. Pero el punto es, ahí es donde está el punto, que eso se está cumpliendo desde cuándo? Desde el primer siglo. Desde el primer siglo. Por eso es que te digo. Claro, claro. Ese es el punto. Por eso es que siglo XX, formación de la nación de Israel allí, no es el cumplimiento de las promesas. Las promesas se cumplen en Cristo Jesús. Ese es el punto. Para ellos en una porción. Para ellos no están mirando bíblicamente. Porque para los bíblicos no lo es. ¿Se fijan? Para los bíblicos no lo es. Después edita toda esta parte.
La bendición de la imputación
Series Bible Study (Spanish)
Sermon ID | 11025214654169 |
Duration | 1:22:07 |
Date | |
Category | Bible Study |
Language | Spanish |
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