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Primera Corintios capítulo seis del verso doce al veinte. Voy a leer para ustedes hermanos. Ustedes siguen con su vista. Y después de esta lectura vamos a venir en oración al Señor. Dice así la palabra de Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen. Todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas, pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera es un cuerpo con ella? Porque dice, los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, más el que fornica contra su propio cuerpo peca. O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio. Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. Amén. Vamos a orar al Señor, hermanos. Padre nuestro que estás en el cielo, te damos gracias Señor, que nos permites llegar hasta esta hora Señor, donde hemos de escuchar tu palabra. Señor, te ruego que prepares nuestros corazones Señor, que tu precioso Espíritu esté obrando en nosotros, para que podamos recibir este mensaje Señor. Me abandono en tus preciosas manos Señor, úsame, que dé el mensaje Señor, que tú quieres que tus hijos escuchen en este día. Te lo suplico, Padre, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador amado. Amén. Glorificad a Dios en vuestro cuerpo. Es el título de esta predicación. En estos últimos años, hermanos, se han multiplicado los casos de inmoralidad dentro de la iglesia. Cada vez es más común escuchar de casos de fornicación y de adulterio. El mundo tiene cada vez más influencia sobre los cristianos, ya no sólo en la forma de vestir y hablar, sino también en esta clase de pecados. En años pasados era muy extraño escuchar sobre el adulterio dentro de la iglesia. Era muy difícil que hermanos pensaran en el divorcio. Ya ni hablar de algún pastor. Si se llegaba a dar esto en su matrimonio, era el fin de su ministerio. Y esa mancha en su vida cristiana la tendría por siempre. Pero ahora ya es algo aceptable. No hablo a la ligera, hermanos. Somos conscientes de que hoy somos muy atacados por diferentes frentes para llevarnos a pecar. Y si no estamos anclados en el Señor, caeremos fácilmente como tantos han caído en estos días. El primer sermón de esta carta, hermanos, lo titulé Una Carta para Nosotros, porque no hay mucha diferencia del contexto pecaminoso de Corinto al que nosotros estamos viviendo ahora. Así como había inmoralidad en aquellos días, la sigue habiendo el día de hoy. La fornicación, el adulterio y sus derivados siguen siendo iguales. Se han facilitado las formas de acceder a ello gracias a los medios digitales, pero el pecado sigue siendo el mismo. Esta tarde aprenderemos con la ayuda de Dios que debido a que nuestros cuerpos pertenecen a Dios, son parte del cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo, debemos huir de toda inmoralidad sexual para que así el nombre de nuestro Dios sea glorificado en nuestros cuerpos. Pablo les ha recordado a los cristianos de Corinto de dónde los había sacado el Señor, y les ha hecho ver que ahora eran una nueva creación en Cristo, puesto que ya habían sido lavados, santificados y justificados. Ahora pasa el apóstol a un tema igual de serio por el cual estaba pasando la iglesia, y era que la inmoralidad de Corinto había llegado a la congregación. Esto lo vimos en sermones pasados cuando uno de ellos vivía con la mujer de su padre. Ahora vemos que hermanos de la iglesia se estaban relacionando con prostitutas. También en predicaciones pasadas hemos mencionado que el templo a la diosa Afrodita albergaba a mil prostitutas rituales que eran visitadas por los corintios, por los turistas y en este caso por los hermanos de la iglesia. Qué fuerte se escucha esto, ¿verdad? El verso 12 comienza con una frase, todas las cosas me son lícitas. Esta frase hermanos aparece cuatro veces en esta carta y vuelve a aparecer dos veces más en el capítulo 10 verso 23. No se sabe hermanos cuál es el origen de esta frase. Algunos creen que fue Pablo el que se las enseñó refiriéndose a la libertad que ahora tenemos en Cristo, pero que ellos la habían mal interpretado. Otros creen que era un refrán aprendido de los filósofos griegos. No sabemos, hermanos. Lo importante es que algunos de la iglesia de Corinto la habían tomado como excusa para cambiar el concepto de libertad cristiana. Ahora era más bien libertinaje. Y en ese todas las cosas entraban todas, hermanos, incluyendo la inmoralidad sexual. Esto ya no era portarse como un cristiano. ¿Qué los diferenciaba ya de los de afuera? Se portaban igual. El cristiano, hermanos, ciertamente es libre. Ya no está bajo el dominio de la ley. Todo su pecado encuentra perdón en Cristo. Pero esto no es una licencia para pecar. Las consecuencias de nuestros actos siguen estando y es un precio elevado a veces el que tenemos que pagar como consecuencia. Por eso Pablo responde a continuación, pero no todas convienen. Todas las cosas son lícitas, pero no todas convienen. No todas me son provechosas, porque el pecado siempre nos traerá pérdida, retroceso y vergüenza. Todo pecado, hermanos, es destructivo, pero el pecado sexual lo es de una manera especial. Destruye más hogares que el alcoholismo, que la drogadicción. Al participar de él involucras muchos más pecados. Cuando David pecó con Bethsabé, no solo cometió adulterio, mintió, deshonró y al final asesinó. Y sólo por este pecado, hermanos, fue advertido por el profeta Natán que el hijo que esperaba Betsabé moriría, que la espada nunca se apartaría de su casa y de ahí el mal se levantaría sobre él. Para los que conocen la historia sabrán que todo esto se cumplió. Aún estando él bajo la ley, hermanos, fue libre de cometer adulterio. Nadie lo amarró para que no lo hiciera. Vemos que después de esto hermanos, David se arrepintió y el Señor en su amor y en su misericordia lo perdonó, escribió para testimonio el Salmo 32 y el Salmo 51, pero hermanos el Señor no lo libró de las consecuencias de su pecado, sufrió cada una de ellas. Por el pecado de fornicación dice el capítulo 10 verso 8 de esta primera carta que en un día cayeron 23 mil. Lea en su casa números 25. Si en verdad somos libres en Cristo hermanos debemos pensar primeramente en nuestra edificación. Ahora somos libres para hacer las cosas buenas que antes no podíamos hacer por estar esclavizados por el pecado. Debo pensar también cómo puedo usar esa libertad para hacer más por mi Dios y su reino. Debemos considerar lo que es provechoso para nuestros hermanos, no pensar solamente en lo que me conviene, en mi beneficio o en lo que me traiga algún provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar de ninguna. Pablo expresa que tiene una autoridad sobre todo, pero que nada podrá ejercer autoridad sobre él. Hermano, como el apóstol, eres libre de hacer lo que te gusta, eres libre de hacer lo que te agrada, siempre y cuando no ofendas a otros y no rebases la ley moral de Dios. Puedes disfrutar de la comida y bebidas sin caer en glotonerías y borracheras. Puedes disfrutar de actividades recreativas sin que se conviertan en vicio. Puedes disfrutar de relaciones íntimas siempre en el marco del matrimonio. Pero cuidado de que esto te domine. El Señor nos ha salvado, hermanos, de la esclavitud del pecado. ¿Por qué nos entregaríamos nuevamente a esa esclavitud? Y nada esclaviza más, hermanos, que el pecado sexual. Ve a Salomón, dice que sus mujeres le inclinaron el corazón para ir tras dioses ajenos. Números 25 comienza así. Y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses. Y el pueblo comió y se inclinó a sus dioses. Estos hombres fueron esclavizados por el pecado sexual al grado de darle la espalda a Dios. Pablo menciona otro dicho hermanos, dice las viandas para el vientre y el vientre para las viandas, pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Algunos piensan que este también era un dicho popular en Corinto y trataba de dar la idea de que el sexo no es diferente de la comida. El estómago fue hecho para la comida y el cuerpo fue hecho para las relaciones sexuales. Por tanto, hay que satisfacer todos estos deseos. Por una parte, es cierto hermanos, que el alimento y el estómago se relacionan. Pero esta relación es temporal. Un día cuando el tiempo se cumpla, dejarán de funcionar, dejarán de existir. Este proceso biológico que ahora ocurre en nuestros cuerpos no tiene razón de ser en el estado eterno. Es temporal. Pero el cuerpo, hermanos, que es la parte visible de todo lo que es el hombre, no está hecho para desaparecer, sino para estar unido a Cristo. Y aún cuando mueras físicamente está la promesa que resucitarás como Cristo resucitó. El cuerpo físico hermanos es valioso para el Señor. Los griegos consideraban al cuerpo humano como algo sin valor. Para ellos el alma era lo más importante y esto había sido tomado también por los hermanos de la iglesia. Y al igual que ellos veían el cuerpo como algo menor que no iba a trascender de este mundo, esto se verá más adelante en el capítulo 15 donde Pablo les habla a aquellos hermanos que no creían en la resurrección. Por eso Pablo responde a este dicho diciendo que el cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. Y vamos a ver tres formas en que esto es así hermanos. Primeramente veremos que el cuerpo es parte del cuerpo de Cristo. Pablo les hace tres preguntas retóricas. Esto quiere decir que la respuesta es obvia, pero más que esperar una respuesta, se trata de invitar a la reflexión. Pablo les dice, ¿no sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Jesucristo, hermanos, nos compró por un precio y ahora nuestro cuerpo le pertenece a Él. Nuestro cuerpo es utilizado por Dios para el crecimiento de su reino. Con el cuerpo hermanos anunciamos el evangelio, con él mostramos el amor de Dios y con él tenemos compañerismo con los hermanos. Recibimos órdenes de él que es nuestra cabeza y nosotros obedecemos como miembros de ese cuerpo. ¿De dónde viene la orden para que usted mueva una mano o mueva un pie? Pues de la cabeza. Igual pasa con nosotros. Obedecemos lo que Cristo ordena. Si en verdad somos parte del Cuerpo de Cristo, dice Pablo, quitaré pues los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera. Esto sería, hermanos, como usar parte del Cuerpo de Cristo y usarlo en un acto de fornicación o adulterio. Esto debería ser impensable, hermanos. Pablo espera que la respuesta de los lecorintos sea un rotundo no, jamás, de ninguna manera o de ningún modo, como dice nuestro texto. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera es un cuerpo con ella? los de la iglesia de Corinto no veían mal visitar este tipo de mujeres, probablemente pensaban todo me es lícito, el cuerpo no es tan importante como guardar el alma, que de malo puede haber en que yo me llegue a una mujer así. Pero el unirse con una mujer fuera del matrimonio se refiere a algo más que la unión física, esto conlleva hermanos una unión espiritual, No podemos pertenecer a dos cuerpos. Cuando un hombre se llega a una ramera llega a ser un solo cuerpo con ella. Y de esa manera arranca un miembro del cuerpo de Cristo y lo involucra en una unión que conlleva una maldición. Pablo pone de ejemplo lo que dijo Moisés sobre el matrimonio en Génesis 2.24. Esta promesa, hermanos, de ser una sola carne es una bendición porque está dentro del mandato del Señor. Pero fuera del matrimonio, hermanos, no hay bendición, solamente maldición. Continúa diciendo Pablo, pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Si eres un solo espíritu con el Señor y caes en inmoralidad sexual, entonces estás involucrando al Señor en ese pecado. El pastor MacArthur dice, o ejemplifica esto, si Cristo estuviera aquí físicamente con nosotros, es como si le dijeras, Señor Jesús, acompáñame, voy a cometer fornicación o adulterio y quiero que me acompañes, quiero que estés conmigo. ¿Qué crees que te diría el Señor? Esto es blasfemo, esto es una abominación si quiera pensarlo Pues esto es lo que hace todo aquel Hijo de Dios que está en pecado de inmoralidad sexual Está arrastrando al Señor Jesucristo a ese pecado Cuando se cae en pecado de fornicación y adulterio, profanas a Cristo porque eres uno con Él, eres inseparable. No puedes decir, Señor, por un momento dejo de ser un solo espíritu contigo en lo que cometo este pecado. No se puede, hermanos, simplemente no se puede. Comenta Keith Smaker sobre esto. Es notable el contraste que hay entre quien se allega a una prostituta y quien se allega a Cristo. La relación entre un hombre y una prostituta es momentánea, sin amor, carente de responsabilidad, mutuamente destructiva, decididamente egocéntrica y vergonzosamente inmoral. Por el contrario, la relación que el creyente tiene con Cristo es permanente, amorosa, confiable, edificante, obediente y pura. ¿Cuál es el consejo de Pablo para no caer en pecado de inmoralidad, hermanos? Lo dice a continuación, huir de la fornicación. Aquí no está siendo metafórico el apóstol, es algo real, huye. La mejor forma de protegerte de un incendio es estar lo más lejos posible de él. Ora siempre para no caer en tentación. Pero cuando esa tentación llegue, huye. Usa tus pies, tus manos para abrir puertas y huir para no caer en pecado. No es un reto espiritual a enfrentar, sino una trampa de la que hay que escapar. Tenemos la historia de José en Génesis 39. La esposa de Potifar trató de seducirlo por mucho tiempo para que durmiera con ella. Y cuando al fin pensó que lo lograría, José salió huyendo, dejando sus ropas en manos de esta mujer perversa. José en ese momento no se puso a orar, no se puso a repetir sus textos. ¿Qué hizo en ese momento, hermanos? Huyó, salió corriendo, literalmente. Y para tener la fuerza hermanos, para tener el valor de huir de una tentación así, necesitas mucha oración, necesitas mucha Biblia, mucha comunión con el Señor, de lo contrario vas a caer. Continúa Pablo diciendo, cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, más el que fornica contra su propio cuerpo peca. Pablo no explica hermanos claramente a lo que se refiere en este texto, pero deducimos que es cierto que hay muchos pecados que deshonran el cuerpo. Una mano queda contaminada por el robo o el asesinato, la lengua por las malas palabras y la mentira. ¿Qué decir del alcoholismo y la embriaguez? Pero la contaminación que se adquiere por la fornicación, contamina el cuerpo como no es contaminado por otros pecados. Como dije hace un momento, es más que una simple relación sexual como lo hace ver el mundo, conlleva algo más profundo. El fornicario usa de una manera horrenda su cuerpo para ir contra el Señor, el mismo Dios que lo salvó, que le dio vida, el mismo Dios que lo amó antes de todos los tiempos. Por eso José, hermano, siendo consciente de esto, le respondió a la esposa de Potifar cuando lo quería llevar a cometer adulterio, ¿cómo pues haría yo este gran mal y pecaría contra Dios? ¿Qué diferencia, hermanos, cuando estas relaciones se dan dentro del matrimonio? No hay pecado, no hay temor, no hay culpa. Por el contrario, es una bendición. Se demuestra el amor que se tiene el uno para con el otro. Y este amor es fortalecido y trae bendición a la familia, a los hijos, a la iglesia y a la sociedad. Punto número dos. El cuerpo es templo del Espíritu Santo. Pablo hace otra pregunta retórica. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Es obvio que ellos sabían la respuesta a esto. Sabían que su cuerpo es templo del Espíritu Santo. Qué triste, hermano, es cuando tienes conocimiento de las cosas santas, pero careces de sabiduría para poder aplicarlas. Pablo les recuerda que sus cuerpos son santos. Y si el Espíritu Santo ahora habita en ellos, esto convierte a su cuerpo en un templo. Esto lo hemos escuchado muchas veces, hermanos. Pero medite un poco en esto. El Espíritu Santo de Dios habita en usted. El Espíritu de Dios habita en ti. ¡Qué privilegio! ¡Qué honor! ¡Qué orgullo, hermanos! Es darte cuenta de esto. Era en el templo, hermanos, donde estaba el lugar santo y el lugar santísimo. Para el judío, era ahí donde Dios moraba entre su pueblo. Hasta hoy tienen el deseo de volver a reconstruir ese templo. Pero para el cristiano, el lugar donde el Espíritu Santo habita no es un lugar hecho de piedra. No es un templo que esté ubicado en algún lugar geográfico. Este templo está en el creyente. decía Juan Calvino es un gran honor que Dios nos confiere cuando desea morar en nosotros por tanto debemos temer más no sea que sea parte de nosotros ofendido por nuestros actos sacrílegos. Muchas veces hermanos tenemos cierto celo y reverencia por este lugar por este templo donde adoramos a Dios y en parte esa ese celo esa reverencia es buena sería indignante e impensable cometer un acto inmoral dentro de este lugar pero si entendemos que el Espíritu Santo habita en nosotros hermanos Esa misma indignación debería estar si cometemos un acto inmoral en cualquier otro lugar. ¿Por qué? Porque somos el templo de Dios. No solamente es este lugar. Nosotros somos templo y morada del Espíritu Santo. Cada acto de fornicación, cada acto de adulterio realizado por cristianos, cada pecado en general se lleva a cabo dentro del templo de Dios que son sus propios cuerpos. Te pregunto hermano, ¿vas a seguir pecando de la misma manera a sabiendas de esto? ¿O de aquí en adelante vas a tener cuidado de lo que haces, de lo que ves, de lo que oyes y de lo que piensas? Punto número tres, el cuerpo pertenece a Dios y es para su gloria. La última parte del verso 19 nos vuelve a decir que nuestros cuerpos no son nuestros, ya no nos pertenecemos a nosotros mismos. Continúa el verso 20 diciendo, porque habéis sido comprados por precio. Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. hemos sido comprados por precio y esto nos recuerda hermanos el mercado de esclavos de la antigüedad la gente iba y escogía un esclavo se le pagaba su amo y ahora ese esclavo tenía un nuevo amo esa era nuestra condición hermanos esclavos vendidos al pecado Primera de Pedro 1, 18-19 dice, Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. El pago para librarnos de la esclavitud del pecado fue la preciosa sangre de Cristo. Así que primeramente pertenecemos a Dios porque es nuestro creador. Aún los malos que rechazan a Dios, les guste o no, le pertenecen a Dios porque todo es del Señor. Ahora nosotros doblemente le pertenecemos a Dios porque ahora nos ha salvado por medio del sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Ahora hermanos, teniendo esto en mente, No podemos hacer lo que queramos, simplemente porque no nos pertenecemos a nosotros mismos. Le pertenecemos a Dios y debemos hacer todo lo que Él demanda en Su Palabra porque para eso fuimos comprados. Los corintios se sentían libres en las cosas externas, dando lugar a la inmoralidad. Pablo les ha mostrado hermanos que su cuerpo debe estar sujeto a Dios no menos que lo están sus almas así que no sólo nuestras almas son templo del Espíritu Santo sino también nuestro cuerpo ahora un templo es para la adoración nuestro cuerpo o templo del Espíritu Santo es pues para adorar a Dios para glorificar a Dios hermanos con esto termino Que honremos a Dios con nuestra vida. Que toda nuestra actividad sea una alabanza constante a nuestro Dios. Que todo lo que hagamos sea pequeño o grande, sea para que nuestro Dios sea glorificado. Echemos fuera de este templo toda inmoralidad, toda fornicación, todo adulterio. No manches la reputación del Señor involucrándolo en pecados sexuales. La primer pregunta del Catecismo Menor de Westminster dice ¿Cuál es el fin principal del hombre? Glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Glorifiquemos pues a nuestro Dios con este cuerpo que Él nos ha dado. Que así sea hermanos, vamos a hablar al Señor. Padre nuestro que estás en el cielo, te damos gracias Señor por esta palabra. Gracias Señor porque ciertamente Señor teníamos la mente el pensamiento de los de Corinto teníamos más preocupación por nuestras almas Señor y hemos descuidado nuestro cuerpo Señor se nos ha olvidado que es parte del cuerpo de Cristo se nos ha olvidado que es templo y morada del Espíritu Santo se nos ha olvidado que no nos pertenece que le pertenece a Dios Señor, te ruego que nos perdones por hacer mal uso de nuestro cuerpo, Señor. Que de aquí en adelante, Señor, podamos glorificarte, Señor, con nuestro cuerpo, que lo cuidemos, Padre Celestial. Gracias, Señor, por esta palabra, que la podamos aplicar, Señor, a nuestra vida. Te lo pedimos, Señor, te lo rogamos en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador amado. Amén y amén.
Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
Series 1 Corintios
Debido a que nuestros cuerpos pertenecen a Dios, son parte del cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo; debemos huir de toda inmoralidad sexual para que así el nombre de nuestro Dios sea glorificado en nuestros cuerpos.
Sermon ID | 10322256301130 |
Duration | 27:57 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Corinthians 6:12-20 |
Language | Spanish |
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