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Proverbios 6 y Reciclo 16. Seis cosas abhorrece Jehová y aun siete abomina su alma. Los ojos altivos, la lengua mentidosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inícuos, los pies presurosos para correr el mal, el testigo falso que habla mentiras y el que siembra discordia entre hermanos. Tus pecados te molestan, te preocupan, los aborreces, ¿O te has acostumbrado tanto a ellos que los aceptas? ¿Te encuentras defendiendo tu pecado como normal, como válido, en vez de sintiendo asco por lo que has hecho en contra de Dios? Piénsalo. Piensa. Piensa esas preguntas por un momento. Piensa en lo que es tu relación con tus pecados. Por eso son preguntas muy importantes, especialmente para el Hijo de Dios, porque tenemos la tendencia de poco a poco perder el impacto de cuán malos son nuestros pecados. Puede ser que al principio de nuestras vidas cristianas, cada pecado nos cortó como un cuchillo. Nos dimos cuenta de la blasfemia de cada uno de nuestros pecados en contra de Dios. Y ahora, no. Hemos perdido el impacto de la grandeza y la maldad de nuestros pecados. Pero nunca, nunca deberíamos olvidar que Dios aborrece el pecado. Absolutamente lo aborrece, lo odia. Lo que dice el versículo 16, ¿no? Seis cosas aborrece Jehová. En nuestro mundo de hoy, hablan de un Dios que no aborrece a nadie. Dios es puro amor, no aborrece a nadie, ni a nadie. Mentira. Dios aborrece con todo su ser cada pecado. Él no hace ni acepta excusas por ningún pecado. El pecado no es justificable ante su vista. No hay ningún momento cuando Dios ve un pecado o Dios ve a una persona y dice no te preocupes, no pasó nada. Eso no es tan malo. Nunca. Nosotros sí, así pensamos nosotros. Hacemos excusas para nuestros pecados, los justificamos. Pensamos a veces que no somos tan malos, pero Dios nunca. Cada pecado es una abominación y una blasfemia ante su vista. Dios aborrece los pecados porque él es santo, porque su ley es perfecta, porque él no acepta ningún pecado. Nosotros tenemos que tener la misma actitud para con el pecado que tiene Dios. Aborrecerlo en vez de minimizar su maldad. Es lo que hacemos, ¿verdad? Minimizamos nuestros pecados. No son tan malos. Otras personas hacen pecados peores. pero estamos aborrecerlos y no aceptarlos. Y no deberíamos solamente aborrecer el pecado de otros. Eso es fácil, sino aborrecer nuestros propios pecados. Es mucho más difícil porque nosotros podemos fácilmente aborrecer los pecados de otra persona. A veces aborrecemos a la persona por sus pecados. No tenemos ningún problema en aborrecer el pecado de otros, pero nuestros propios pecados? Es más difícil ver cuán malos son nuestros pecados en contra de un Dios Santo. Aquí en Proverbios 6, Salomón nos da una lista de algunos pecados que Dios especialmente aborrece. En el versículo 16, 6 cosas aborrece Jehová y aún 7 abomina su alma. Y por favor no pierdan el impacto o la fuerza de los dos verbos que se usan aquí. Esas cosas aborrece Jehová, su alma los abomina. Son términos fuertes. No es difícil saber cuál es la actitud de Dios para con el pecado. Él no quiere nada que ver con él. Está completamente en contra de cada pecado. Una abominación es algo por lo cual uno tiene una aversión fuerte, un odio. No tiene nada que ver con la cosa. Así es el pecado entre los ojos de Dios. Y así deberíamos sentir también nosotros en cuanto al pecado en nuestras propias vidas. Obviamente los pecados enlistados aquí en este pasaje no son los únicos pecados que Dios aborrece, puesto que Él es santo, Dios aborrece cada pecado. Pero parece que estos pecados son especialmente abominables por ser enlistados aquí de manera tan específica. Entonces podemos usar esta lista para recordarnos de cuánto Dios aborrece el pecado y después ver esos pecados específicamente y estar seguros que estamos luchando en contra de ellos y no justificándolos en nuestras vidas porque son pecados abominables ante los ojos de Dios. Vamos a estudiar estos siete pecados. En primer lugar vemos que Dios aborrece el orgullo. Dios aborrece el orgullo. El pecado aquí se describe como los ojos altivos, hablando de la soberbia del corazón, el orgullo en la vida. Parece que la imagen aquí de los ojos se usa porque un rey, por ejemplo, una persona en una posición superior, muchas veces ni se dignaría al ver a su siervo en los ojos. No miraba arriba de él para no contaminarse por ver los ojos de esa escoria. Está hablando arriba de él en vez de ver en sus ojos. Esa es la imagen. Ojos altivos que dan la idea del orgullo, el pecado de la soberbia y el orgullo. Y tal vez nosotros no hacemos eso exactamente con nuestros ojos. O tal vez sí. Pero la idea es la misma. Tenemos ojos altivos en el sentido de que tenemos mucho, mucho orgullo en cada parte de la vida. Y es un pecado con el cual todos nosotros luchamos, absolutamente todos, sin excepción. Y si tú piensas que no, si tú piensas que tú no luchas con el orgullo, probablemente tu orgullo es mucho más grande de lo que tú puedes comprender. porque sí es un problema en tu vida, como es en la mía. El orgullo es tener un más alto concepto de ti mismo, y tu valor, y tus pensamientos, y tu trabajo, que es lo que deberías tener. Ese es el orgullo. Y somos mandados en Romanos 12, 3, a no tener más alto concepto de nosotros mismos de lo que deberíamos tener. Que honestamente es muy difícil. Porque cada persona tiene un más alto concepto de sí mismo de lo que debería tener. Todos. Tal vez no pensamos en esas palabras exactas, pero se ve en la manera en la cual hablamos de otros, en la manera en la cual pensamos de otros, en la manera en la cual llegamos tarde a una cita, o lo que sea. Todo esto y mucho más demuestra sin lugar para duda alguna que tenemos un más alto concepto de nosotros de lo que deberíamos tener. Todos nosotros. Y Dios está en contra de toda soberbia y todo orgullo. Este libro de los proverbios habla muchas veces de cómo Dios responde a este pecado. Por ejemplo, escuchen, en Proverbios 8, 13. El temor de Jehová es aborrecer el mal. La soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa aborrezco. Proverbios 16, 5. abominaciones a Jehová, todo altivo de corazón. Proverbios 21.4 Es muy claro que si el orgullo es un pecado, altivez de ojos y orgullo de corazón y pensamiento de impíos son pecado. Y en otro pasaje, como hemos visto en otros, Dios aborrece este pecado de orgullo. Lo odia. Es una abominación ante Él. Tú no puedes pasar por alto esta verdad. No podemos minimizar este pecado que todos nosotros tenemos. Tu orgullo no es solamente un pequeño problema en tu vida. Tu orgullo es una abominación ante los ojos de Dios. Y Él lo aborrece. Es interesante, en esta lista de pecados que Dios especialmente adorece, que el orgullo es el primer pecado enlistado. Probablemente porque el orgullo es la base de mucho otro pecado. El orgullo es la causa de casi cualquier otro pecado. Por ejemplo, en Proverbios 13, 10, leemos que ciertamente la soberbia concebirá contienda. El orgullo, la soberbia, el egoísmo, todas esas cosas están relacionadas. Todos ponen el enfoque de la vida en ti y tus problemas y tus deseos, y por eso es un pecado que nos lleva a cometer muchos otros pecados. Pero cuidado, Porque la Biblia dice que su fin es la destrucción. Proverbios 16, 18. Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída, la altivez del espíritu. Entonces piensa. ¿Cómo demuestras tu orgullo en la vida diaria? ¿Cómo tratas a otras personas? Como personas ¿Como las personas más importantes del mundo? ¿O como personas que te deberían servir y hacer lo que tú pides? ¿Cómo tratas a la gente? Filipenses 2.3 dice que deberíamos estimar a los demás como superiores a nosotros mismos. Filipenses 2.3, para que ustedes puedan apuntarlo y ver que no estoy inventando el reciclo. tratar a otros como superiores a nosotros mismos. Está completamente opuesto a lo que el mundo de hoy dice. Verdad? Entonces piénsalo. Tú lo haces. Tú estimas a tu esposo como superior a ti. Tú estimas a tu esposa como superior a ti. ¿estimas a tus hijos como superiores a ti? ¿estimas a tus hermanos, perdón, a tus padres, primero, para no olvidar a los niños y jóvenes? ¿estimen ustedes a sus padres más que a ustedes mismos? ¿estimamos a nuestros hermanos y hermanas en esta iglesia como superiores a nosotros mismos? Recuerda, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Humillate pues bajo la poderosa mano de Dios para que Él te exalte a su debido tiempo. Es decir, el vestirnos con la humildad es la única solución a nuestro pecado de orgullo. El ser como Cristo, quien no estimó ser igual a Dios, como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres, y estando en condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obedientes a la muerte y muerte de cruz. Tenemos que humillarnos como Cristo se humilló a sí mismo por nosotros. Si quieres ser como Cristo, tienes que ser humilde y manso. Esta palabra a muchas personas no les gusta, porque es manso, ¿no? O dice manso, pero no menso. Es muy mundano, ¿verdad? Vamos a ver esto. Es muy mundano pensar así. Cristo se humilló hasta la muerte. Entonces, no me digas que tú puedes humillarte hasta cierto punto y ya no puedo más. No me digas eso. si eres Hijo de Dios. Tenemos que ser humildes y mansos, tenemos que sacrificar lo que a nosotros nos gusta, para el bien de otros. Y solamente así vamos a empezar a quitar este orgullo de nuestras vidas. Lo vas a hacer, o vas a continuar en tu pecado del orgullo que Dios aborrece. En segundo lugar, en este pasaje vemos que Dios aborrece la mentira. Dios aborrece la mentira. Habla en el versículo 17 de la lengua mentirosa, la boca que dice mentiras. Así como el pecado del orgullo, este pecado de la mentira también describe a todos nosotros. Decimos palabras falsas, lastimamos a otros con nuestras lenguas, torcemos la verdad, mentimos para evitar problemas, ¿verdad? Mentimos para hacernos a nosotros parecer mejor, para escondernos sus pecados, pero Dios aborrece este pecado y la mentira, es una abominación a Él. Es un pecado que vemos desde el principio. Cuando Satanás tentó a Eva y le hizo dudar la palabra de Dios, Satanás le mintió. Y sabemos que el diablo es padre de las mentiras, lo que Cristo dijo en Juan 8, 44. Y por eso es una cosa que pertenece al amigo, a la carne, al viejo hombre. La mentira es una característica del incrédulo. y no debería tener ninguna parte en el Hijo de Dios. Eso no es para decir que el cristiano no puede caer en la mentira, que el cristiano nunca miente, porque por supuesto si mentimos. Debemos estar conscientes de lo que estamos diciendo y evitar la mentira y no vivir una vida caracterizada de la mentira constante. Porque si vives así, piensa y examínate mucho para ver si eres hijo de Dios o no. Porque la mentira es bien del diablo. Él espada las mentiras. Y si tu vives caracterizada constantemente por mentira, tras mentira, tras mentira, tras mentira, examínate. Piensa en cómo mientes en la vida diaria. ¿Cómo mientes en la vida diaria? ¿Te das cuenta de cuánto mientes? Es muy común, por ejemplo, en las vidas de los niños. Un niño hace algo indebido, y su padre o madre le confronta con su pecado, pero miente. No lo hice. No lo hice. ¿Verdad? ¿Sus hijos han dicho eso? No lo hice. Y a veces es un poquito chistoso porque ellos niegan aun cuando hay evidencia obvia del niño que dice que no comió el dulce cuando tiene chocolate en su boca. No lo hice, no lo comí. Pero desafortunadamente este pecado de la mentira no desaparece cuando crecemos y maduramos. La única diferencia es que mejoramos nuestra capacidad de mentir. mejoramos nuestra capacidad de esconder la verdad de otras personas. No mentimos menos como adultos, mentimos mejor. Si me entienden. Podemos burlar a los niños porque con el chocolate dicen que no lo hicieron, pero nosotros mentimos tanto y probablemente más, pero hemos aprendido cómo esconderlo y cómo mentir mejor. No solamente los niños, todos nosotros mentimos. y mentimos de muchas diferentes maneras. Eso estudiamos hace algunos meses. Tenemos que reconocer todas nuestras mentiras y reconocer cuán grande es ese pecado en contra de Dios. No tienes derecho de mentir. La solución a la mentira se encuentra en Efesios 4, 25, que dice, Por lo cual, desechando la mentira, habla verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. Tienes que reconocer tus mentiras y desecharlas. Comprometerte a decir la verdad en cada situación, no importa los resultados, no importa si te da vergüenza, no importa si, con la verdad, vas a sufrir. Habla la verdad en cada momento. Tenemos que seguir el ejemplo de Cristo, de quien la Biblia dice, no se halló engaño en su boca. Y hay buenos resultados cuando dejamos de mentir, y cuando empezamos a decir toda la verdad. Porque dicen en el Salmo 34, 12 y 13, ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver bien? Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño. ¿Quieres una vida de bendición? ¿Quieres una vida llena de los beneficios que Dios da a sus hijos? ¡Habla la verdad! En cada momento, en cada situación, aun si significa que vas a ser castigado después, o vas a sufrir una mala consecuencia después, ¡di la verdad en todo momento! lucha en contra de tu tendencia en mentir. En tercer lugar, en este pasaje aprendemos que Dios aborrece el homicidio. la imagen que sigo aquí es las manos derramadoras de sangre inocente no estamos hablando aquí de un accidente no estamos hablando de homicidio en voluntario, estas personas aquí matan a propósito están culpables de la acción de derramar sangre inocente eso es pecado que probablemente parece obvio a todos nosotros aquí entonces tú dices ¡Qué alivio! Es un pecado que nunca he cometido. Es un pecado con lo cual no lucho. ¿Seguro? ¿Seguro? Aun si no has matado a nadie con tus propias manos, hay dos maneras en las cuales este pecado se puede aplicar a ti. En primer lugar, este tipo de matanza nos habla de una persona que tiene problemas con la ira. Es una persona que no puede controlarse, que no puede controlar su enojo y su ira. ¿Tú tienes problemas con la ira? ¿Tienes el problema de enfurecerte de otras personas? Entonces, has tomado los primeros pasos al homicidio. Has tomado los primeros pasos al homicidio. Tal vez dices que, no, yo nunca mataría a nadie. Pero si no aprendes cómo controlar tu enojo y tu ira, es una posibilidad. Un día vas a enfurecerte tanto que vas a hacer cosas que nunca imaginaste que podías hacer. ¡Cállame! La ira es el primer paso al homicidio. La otra aplicación aquí, en la cual podemos pensar, es lo que Cristo dijo en Mateo 5, 21 a 22. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados, no matarás. Y cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte. Pero yo les digo, Cristo dice, que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte. Eso es fuerte. Nos vamos a enfocar nada más en esta primera parte del reciclo, que Cristo dijo que el mandamiento, no matarás, también incluye el enojo y la ira, incluye el aborrecimiento de un hermano. Tú tal vez puedes decir que nunca has cometido homicidio con tus manos, pero seguro que lo has hecho con tu lengua o en tu mente. Todos nosotros aquí somos homicidas. Todos. Tal vez no con las manos, pero con la lengua y con la mente hemos matado. Leemos en Juan 8, 44 que el diablo era homicida desde el principio. Entonces, actuamos como el diablo, no como Dios, cuando respondemos a otros en ira y enojo. Actuamos como el diablo cuando aborrecemos a alguien en nuestro corazón. Y sí, por supuesto, si llegamos al punto de la violencia física en contra de la persona porque estamos enojados, esto también es pecado. Entonces te pregunto, ¿cómo matas tú en tu vida diaria? ¿Cómo matas? en tu vida diaria. ¿A cuáles personas estás matando constantemente con tu lengua, en tu mente? ¿Tu esposo? ¿Tu esposa? ¿Tus hijos? ¿Tus padres? ¿Cómo hablas a ellos? ¿Cómo piensas de ellos? ¿Cómo reacciones cuando ellos hacen algo que no es como tú quieres? O piensa en tu trabajo, en tu escuela. Jóvenes, piensen. ¿Cómo hablan ustedes acerca de otros en su escuela? ¿Desatacan con sus palabras? ¿Se burlan de otros? ¿Cómo se visten? ¿Cómo hablan? ¿Lo que comen? Piensen todos en esta iglesia. ¿Tú has matado a alguien aquí en esta iglesia? La única solución es el amor, el amor verdadero y bíblico, el amor que sacrifica para otros en vez de reaccionar en ira y enojo cuando las cosas no suceden como queremos. El amor es el opuesto de aborrecer a alguien. Porque el amor verdadero sana en vez de lastimar. El amor edifica en vez de destruir. Sabemos esto porque hemos recibido el amor de Cristo, el amor perfecto, y eso nos ha sanado, nos ha edificado, nos ha salvado. Hermanos, tenemos que estudiar y memorizar y meditar y vivir 1 Corintios 13. y decidir amar a otros en vez de matarles con nuestras bocas y nuestras mentes. En siguiente lugar vemos que Dios aborrece el corazón maquinador. El corazón maquinador. La siguiente imagen que encontramos de este proverbio es el corazón que maquina pensamientos inícuos. El corazón en este contexto, y en muchas otras partes de la Biblia, no se refiere al órgano que hace circular la sangre en el cuerpo. Está hablando del centro de la persona, el centro de su ser, el centro de toda actividad mental y espiritual. Es el corazón, entonces, que planea, que maquina, como dice aquí. Se refiere a los planes que hacemos, a los pensamientos que planean lo que vamos a hacer. Lo que Dios favorece no es una persona que planea, sino una persona que planea para hacer mal. Como dice aquí, el corazón que maquina pensamientos iniquos. Una persona que usa su corazón, que usa su mente, que usa sus pensamientos para mal. Es una persona que usa lo que Dios le ha dado para fines malos en vez de glorificarle a Él. Entonces aquí vemos dos puntos de énfasis. Primero, esta persona maquina, hace estratagemas para desobedecer a Dios sin estar sorprendido en el pecado. Desafortunadamente somos muy buenos en hacer esto, en planear un pecado para que nadie nos vea, para que nadie se entere. Maquinamos. Pero Dios pues ve, Dios sabe todo, Dios ve todo, no puedes esconder nada de Él. Para esta persona no importa cómo su pecado afecta a otros, no importa cómo su pecado lastima a otros, esta persona es orgullosa, como vimos antes, es engañador, como también vimos antes, y planea todo para que pueda disfrutar su pecado sin estar sorprendido por nadie. Después aquí tenemos que ver la enfatía en los pensamientos, porque dice, el corazón que maquina pensamientos inícuos. Esta descripción nos enseña claramente que los pecados no son solamente acciones externas, sino también pensamientos inícuos, planes impíos, motivos pecaminosos. El mundo no entiende eso. Ni muchos cristianos. Yo nunca cometí adulterio, pero has pensado inapropiadamente una persona en tu mente, o has cometido adulterio. Nunca he matado a nadie, pero has aborrecido a alguien, le has matado. La vida es muy clara. El pecado no es solamente lo que vemos, lo que hacemos, lo que decimos. El pecado es también lo que pensamos. No, pero yo no puedo controlar mis pensamientos. Sí, lo puedes. No puedo controlar mi actitud, no puedo controlar mis motivos. Si lo puedes, porque motivos, actitudes, pensamientos, también son pecados. No puedes pensar que solamente porque yo no realicé lo que estaba pensando, que no era pecado. Si era pecado. Los pensamientos, y Nico, ¿cómo piensas tú en tu vida diaria? ¿Tus pensamientos son impuros? pensando en lo que puedes hacer para cumplir tus deseos? Tus pensamientos están maquinando para que todo salga bien, no importe las consecuencias para otros? Tus pensamientos están planeando en cómo pecar, sin estar sorprendido por sus papás? Niños, jóvenes, así es como funciona tu mente? Puedes decir eso, eso, eso, voy a decir a mi papá que voy allá, mientras realmente voy por allá, para que pueda hacer este pecado con esta persona? ¿Estás planeando tus pecados? ¿Tu corazón está maquinando pensamientos inícubos? Todo eso es pecado. Dios lo aborrece. Tenemos que tener la mente de Cristo, como vemos en Filipenses 2. Pensar como Él. Planear a obedecer al Padre, en vez de planear cómo desobedecerle. Podemos usar nuestro tiempo de manera mucho mejor, hermanos. Todo el tiempo que planeamos cómo cometer ese pecado sin estar sorprendido, podemos usar, planear cómo obedecer a Dios más, cómo venir a la iglesia, cómo leer más la Biblia, cómo orar más, cómo hablar más con mis hermanos. Tus pensamientos necesitan planear, pero para bien, no para mal. Necesitamos ceñir los lomos de nuestro entendimiento, como dice la Biblia, y ser sobrios. Necesitamos, y escúchame bien, necesitamos disciplinar nuestros pensamientos. A veces decimos, uff, ¿de dónde llegó este pensamiento? ¿De tu corazón inícuo? ¿De tu corazón pecaminoso? No, este, él nunca iba a pensar eso, eso fue ataque de Satanás. No, no, tus pensamientos también pueden ser pecaminosos. Y Dios aborrece estos pensamientos inícuos. En quinto lugar, vemos también que Dios aborrece la atracción al pecado. Habla en el versículo 18 de los pies presurosos para correr al mal, o los pies que corren rápidamente hacia el mal. Estas son personas que son rápidas a cumplir sus deseos carnales, rápidas para cometer un pecado, pero muy lentas en ofrecer a Dios. Esas son personas que tienen muchas ganas de hacer lo que ellos quieren hacer, que tienen muchas ganas de recibir placer, pero muy pocas ganas de dejar el pecado y obedecer la ley de Dios. Aquí el énfasis está mucho en los motivos, en las ganas, en los deseos. Vemos eso mucho en la vida diaria. Por ejemplo, si tú dices a tu hijo o hija que van al parque, o van al zoológico, o van a comer un helado, Ellos pueden prepararse en dos segundos y literalmente estar corriendo por la puerta antes de que tú puedas terminar lo que estás diciendo. Vamos. Pero diles que van a la dentista, o a la escuela, o tal vez a la iglesia, y nunca has visto niños más lentos en tu vida. ¿Verdad? Sí. Esa es la idea aquí. Habla de una atracción al pecado. Habla de una rapidez de seguir los deseos de la carne y los deseos del mundo, y así tener pies presurosos para hacer el mal, rápidos a caer en pecado, pero muy lentos de esforzarse a obedecer a Dios cuando es algo difícil. No debemos burlarnos de nuestros hijos. Hacemos lo mismo nosotros, de manera espiritual. no deberíamos tener pies así pies que corren hacia el mal sino citamos pies hermosos pies hermosos? que es eso? romanos 10.15 cita el profeta Isaías y dice cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz de los que anuncian buenas nuevas hermanos, en vez de tener pies que corren hacia el mal Necesitamos usar nuestros pies y nuestras fuerzas para obedecer a Dios. Necesitamos usar nuestros pies para compartir el Evangelio en vez de cometer el pecado. debemos estar ansiosos de hacer el bien en vez del mal. ¿Qué quiere decir? Que necesitamos tener más ganas para hacerlo correcto, y no tantas ganas para desobedecer a Dios. Debemos usar nuestras fuerzas para buscar cómo obedecer a Dios más, no cómo desobedecerle. Otra vez, hablando mucho con los niños y jóvenes aquí, a veces ustedes tienen pies que corren rápidamente para desobedecer a sus padres. Tú corres rápido para salir de la casa e ir con amigos con quienes no deberías estar. Vas rápido para ver una película inapropiada. Vas rápido a ir a una fiesta llena de tentación. Pero tú no corres a tu cuarto para pasar tiempo con Dios en la palabra y en oración. No corres hacia la iglesia los domingos y los miércoles y los miércoles. para aprender más de Dios y estar en Su Palabra, y estar con Su Pueblo. Y es el mismo problema para los adultos también, para nosotros. Tú corres rápido al trabajo, aún enfermo, aún si no tienes ganas, vas a tu trabajo, tengo que ir. Pero con la gripa más ligera, con la más ligera congestión, te quedas en la casa y no sales a la iglesia. Con el primer toque de frío y las primeras gotas de lluvia, tus pies se quedan en su cama muy cómoda. Tú corres a una fiesta, tú corres a las vacaciones, tú corres a hacer cosas que tú quieres hacer, pero eres muy, muy, muy lento a ir a los lugares en donde Dios quiere que estés. Te esfuerzas muy poco para obedecer a Dios cuando es difícil, no tienes tantas ganas. Es un problema. ¿Cómo son tus pies espiritualmente? ¿Cómo los usas? ¿Para hacer lo que tú quieres? ¿Para cumplir tus deseos? ¿Para cumplir tus metas? ¿Para cumplir tus sueños? ¿O para obedecer a Dios? Siguiente lugar, vemos que Dios aborrece al testigo falso. Versículo 18, perdón, versículo 19, empieza hablando del testigo falso que habla mentiras. Y tú dices, pero ¿no hablemos ya de la mentira? Sí. ¿Por qué la vamos a mencionar otra vez? Porque es el siguiente pecado en la lista. Y si Dios quiere enfatizarlo otra vez, tenemos que darnos cuenta de su importancia. Aquí el énfasis es más en la persona, la persona quien miente, una persona que da falso testimonio en contra de otra persona. Este tipo de mentira va completamente en contra de los dos grandes mandamientos de Dios. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todo tu alma y con todo tu mente. Ese es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Entonces, es una ofensa. Es una ofensa en contra de Dios jurar que algo es cierto cuando lo es. Y es una ofensa en contra de la persona no decir la verdad de él o ella. El testigo falso demuestra una falta de amor para con Dios, y una falta de amor para con otros, cuando no dice la verdad. Y cuando estudiamos este pecado, no podemos evitar la conclusión que Dios especialmente aborrece la mentira. Porque aquí en lista, siete cosas que Él aborrece. Y la mentira es mencionada dos veces. ¿Qué te dice? Me dice a mí que es algo importante, muy importante ante los ojos de Dios. Pues piensa en ti mismo otra vez. ¿Cómo das falso testimonio en la vida diaria? No solamente las mentiras, sino las mentiras específicamente en contra de otras personas. Por ejemplo, piensen conmigo, niños y jóvenes. piensa, piensa en lo que dices cuando tú encuentres tus hermanos y hermanas o otros familiares. ¿Qué es lo que dicen ustedes? Él lo hizo, ella lo hizo, yo no. ¿Qué es eso? Mentira. Específicamente, falso testimonio en contra de otra persona. O tal vez no tienes hermanos y hermanas, piensas en la escuela, o tal vez que tus amigos Es muy importante no dar testimonio falso. Es muy importante no mentir en cuanto a lo que otra persona ha hecho o no ha hecho. Si algo es la verdad, niños, jóvenes, si algo es la verdad, dilo, dilo, aunque aún si duele. Pero si no es la verdad y tú sabes que no es la verdad, pero das falso testimonio para protegerte a ti mismo o para lastimar a otra persona, para que se meten problemas. Esto es algo que Dios aborrece. Si lo has hecho, pide perdón de Dios, confiésalo a tus padres. Otra vez, eso no es solamente para niños y jóvenes. Nosotros los adultos necesitamos también darnos cuenta de este pecado en nuestras vidas. y dejar de dar falsos testimonios solamente para protegernos a nosotros mismos o lastimar a otra persona. Si lo has hecho, pide perdón de Dios y pide perdón de la persona. Dile la verdad siempre y confía que Dios va a protegerte cuando le obedeces. Y finalmente en este pasaje vemos que Dios aborrece a la persona divisa. La descripción final del pecado que Dios aborrece nos habla de Él que siembra discordia entre hermanos, la persona que causa conflictos entre otras personas. Y vemos aquí que este pecado es activo. Eso no es una persona que siempre está en el lugar equivocado y causa problemas sin querer. No. Esa persona dice, está sembrando, está activo, sembrando la semilla de la discordia, de la división entre las personas en su alrededor. Lo hace por medio de lo que dice y por medio de lo que no dice. Lo hace por medio de lo que hace y por medio de lo que no hace. Y puesto que Él está sembrando una semilla, tal vez no se ve al principio. Nomás hasta adelante vemos la cosecha. Pero aún en este momento, cuando está sembrando la semilla, eso es pecado en contra de Dios, aun si no parece obvio a nosotros. Este pecado obviamente se puede ver en cualquier situación, en cualquier relación. Pero es interesante que en este versículo habla de aquel que dice, siembre discordia entre hermanos, entre familiares. Así que el conflicto y la discordia en la familia de sangre es aborrecible a Dios. Dios lo aborrece. El conflicto constante entre esposo y esposa, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, es una abominación a Dios. y especialmente Dios aborrece a la persona que está causando esos conflictos. Dios aborrece al que siembra discordia. Pero no solamente la discordia entre familiares de la sangre que Dios aborrece, sino también el conflicto y la discordia en la familia de Dios. Eso también es una abominación ante sus ojos. Dios odia, odia el conflicto pecaminoso en la iglesia. Dios lo odia. Por eso tenemos que tener muchísimo cuidado, hermanos, muchísimo más que normal, que no causamos conflictos innecesarios. Que nuestro orgullo y nuestras opiniones nos siembren la semilla de discordia en la Iglesia de Dios. Entonces, piensa en ti mismo. ¿Cómo es que tú entras en conflictos y contienes en tu vida diaria? Piensa en tu casa, piensa en tu matrimonio, piensa en tu trabajo, piensa en tu iglesia. Hermano, tienes que reconocer tus propios pecados y no siempre echar la culpa a otras personas. Si te encuentras en conflictos constantes en cada área de la vida, me temo decirte, tú eres el problema, no los demás. Tú eres el problema, no los demás. No seas una persona que siembra discordia entre los hermanos. La solución es obedecer lo que Dios nos ha dicho en Efesios 4.3, Solicitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Eso debe ser el versículo o lema de esta iglesia. Solicitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Solicitos, dice. Esta palabra habla de trabajo. Habla de esforzarnos conscientemente para guardar la unidad y la paz y no permitir que haya divisiones pecaminosas en la Iglesia de Dios. ¿Tienes algunos de esos pecados en tu vida? Sé honesto. Tienes que admitirte que sí. Y lo más probable, más que uno. ¿Qué vas a hacer? ¿Qué vas a hacer? Si yo lucho con sus pecados, ¿qué puedo hacer? Nada. Si eres un incrédulo y eso te desanima, recuerda que hay salvación para aún los pecadores peores. Hay salvación para aquellos que son muy orgullosos, para personas que mienten, para personas que cometen todos estos pecados. Sí hay salvación. La única solución a todos estos pecados es la salvación en Cristo, el perdón de estos pecados por su sangre, la capacidad en la salvación por el poder del Espíritu Santo de no vivir más como esclavos a estos pecados, sino poder vencerlos. Si tú no puedes vencer esos pecados, necesitas ser salvo. Es la única manera para encontrar el poder que necesitas. Hay salvación para ti, aún de esos pecados. Pero fíjate, es salvación de esos pecados, no salvación para continuar viviendo en tus pecados. Y es una salvación para dejar atrás esos pecados y no servirlos más, y no ser esclavos más, y servir, y creer, y confiar solamente en Dios. Pero si eres cristiano y estás viviendo en algunos de esos pecados, o estás luchando en contra de esos pecados, tú ves la importancia de cambiar. No es suficiente sentarte aquí y decir, sí, estoy mal. Esos pecados son abominaciones a Dios. Los aborrece, los odia. Tu orgullo y tus mentiras y tu vida y todo lo que hemos visto son pecados abominables a tu Dios. Y este entendimiento debería impulsarte a arrepentirte y buscar las fuerzas en Dios para no continuar más en ellos. Examina tu vida a la luz de la palabra de Dios. Desecha esos pecados que Dios aborrece. Sigue el ejemplo de Jesucristo y vive por él con todas tus fuerzas. Porque si hay perdón en Cristo. Si eres hijo de Dios, Cristo te ha lavado de tus pecados y Él sigue limpiándote cuando confiesas tus pecados. La victoria es tuya en Cristo. si tienes que reconocer sus pecados, si tienes que entender su maldad, pero después recuerda decir, hijo de Dios, hay perdón en Cristo. Hay victoria en Cristo. Puesto debido a lo que él ha hecho y lo que él sigue haciendo, tú puedes vencer esos pecados en tu vida. No tú solo. Tú en Cristo, con el Espíritu Santo, aborrece sus pecados, aborrécelos. Vestirte con Cristo para tener la victoria diaria. Vamos a orar. Padre, tenemos gracias por enseñarnos otra vez la maldad de nuestros pecados. Y especialmente, ¿cuánto tú aborreces a estos siete pecados que hemos estudiado? Señor, ayúdanos a reconocer esos pecados en nuestras vidas. Señor, te pedimos que nadie salga de aquí pensando que no está luchando con ninguno de esos pecados. Señor, si una persona está pensando así, por favor, quebrante a esta persona con el primer pecado que vivimos, que es el orgullo. Sí, señor, luchamos con todos esos pecados, con cada uno. Ayúdnos a recordar cada día cuánto tú aborreces esos pecados. Ayúdnos a vestirte con Cristo y con su amadura. Buscar en tu palabra por las fuerzas y vencer esas tentaciones. Convéncernos de nuestros pecados primero, Señor. Y después darnos las fuerzas en Cristo para poder vencerlos, para poder tener la victoria. Señor, usa tu palabra, te pedimos en esta semana, te pedimos que nosotros seamos hacedores de esta palabra y no solamente oyedores. Ayúdnos a aborrecer más nuestros pecados. Le pedimos en nombre de Cristo. Amén.
Pecados abominables
Tenemos que entender cuánto Dios aborrece el pecado, y reconocer a estos 7 pecados enlistados aquí como especialmente abominables.
I. Dios aborrece el orgullo
II. Dios aborrece la mentira
III. Dios aborrece el homicidio
IV. Dios aborrece el corazón maquinador
V. Dios aborrece la atracción al pecado
VI. Dios aborrece al testigo falso
VII. Dios aborrece a la persona divisa
Sermon ID | 1030162020216 |
Duration | 50:38 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Proverbs 6:16-19 |
Language | Spanish |
© Copyright
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