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Santiago capítulo 4, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo 1 hasta el versículo 3. Santiago capítulo 4, desde el versículo 1 hasta el versículo 3. Vive de acuerdo a la sabiduría celestial sometiendo tus pasiones a Dios. vive de acuerdo a la sabiduría celestial sometiendo tus pasiones a Dios. Aquí en Santiago capítulo 4, vemos como Santiago inspirado por Dios continúa con el tema del fruto de la sabiduría. ¿Qué clase de fruto das? O sea, ¿qué clase de sabiduría reflejas? porque ha terminado el capítulo 3 resaltando que la sabiduría genuina, la sabiduría que viene de Dios, trae paz, trae orden. Y si notáis aquí en versículo 17 dice, pero la sabiduría que es de lo alto, esto es Santiago 3, 17, pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, Después, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. O sea, eso es Santiago 3, del 17 al 18. O sea, la sabiduría verdadera se conoce, se demuestra y se cultiva en paz. Y esa sección anterior a nuestro texto, ahí en Santiago 3, del 13 al 18, nos preparan para el reproche de Santiago contra las peleas que están ocurriendo en la Iglesia. O sea, Santiago ha subrayado la importancia de esa paz, ¿no?, que refleja la sabiduría genuina, la importancia de los pacificadores. Y es que las guerras en la comunidad de la iglesia están fuera de lugar. No pintan nada. No deben de ocurrir. Debemos de reflejar la paz de Cristo, el amor de Cristo. Debemos de reflejar el carácter de nuestro Dios. Por eso nos dice Santiago 1.20, Santiago 1.20 dice, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Entonces, no puedes hacerlo recto delante de Dios si estás reflejando una ira malévola. La ira del hombre, esa ira que tiene su origen en el hombre, en los deseos pecaminosos, no obra la rectitud, no obra la justicia de Dios. Eso es lo que nos dice Santiago capítulo 1, versículo 20. Y es que en contraste a la paz, ahora Santiago, inspirado por Dios, habla de luchas por el poder, de murmuraciones, de alborotos, de deseos aún homicidas, que no pintan nada entre los seguidores de Jesús. No se deben de ver en la iglesia Pero eso es lo que está ocurriendo. Y aquí Santiago lo menciona. Y es algo que tenemos que tener presente aún hoy en día. Porque hoy en día te puedes encontrar con pleitos en la iglesia. Puedes escuchar de problemas en una congregación. Y cuando reflejan pleitos y deseos egoístas y toda clase de maldad. O sea, si no reflejan la pureza de Cristo, si no reflejan la paz de Cristo, si no reflejan su amor, su bondad, lo que están mostrando es sabiduría falsa. Es que realmente no están llevando a cabo la justicia de Dios. Y es que aquí Santiago, aquí nuestro texto de Santiago 4, del 1 al 3, eh... Santiago realmente no detalla problemas específicos, aunque lo que sí menciona son guerras, pleitos, codicias, aún homicidios. O por lo menos dice, eh... matáis. Allí en... en versículo 3, en versículo 2, ¿no? Menciona toda clase de maldad que está ocurriendo dentro de la congregación y eso no debe ser el caso. No están sometiéndose al Espíritu, no están reflejando el fruto del Espíritu, sino que están reflejando que son amigos del mundo, lo cual justamente en el versículo 4 dice, o almas adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios. Entonces, si reflejas el carácter del mundo estás mostrando que eres amigo del mundo y enemigo de Dios. Si reflejas el carácter de Dios, su pureza, su paz, su amor, etcétera, entonces está reflejando el carácter de Dios y está reflejando que tu amistad con Dios y que le estás sirviendo a Él y no a tus propios deseos. Y es que Santiago, aquí en versículo del 4 al 3, vemos que está indicando diferentes clases de maldad, incluso violencia. Y posiblemente esté indicando violencia real entre los miembros de la comunidad. El contexto anterior, en el capítulo 3, vemos desde el versículo... en el capítulo 3, del 1 al 12, ha mencionado el mal uso de las palabras. Y como sabéis, los pleitos verbales, bueno, cuando hay pleitos verbales, muchas veces las palabras se salen de lo que es recto. O sea, no están defendiendo la verdad, no están... no lo están haciendo con la actitud correcta, no están usando las palabras correctas, lo que reflejan es la sabiduría del mundo. Entonces, por eso hay esos pleitos, esas maldades. Luego, en capítulo 4, versículo 11 al 12, resaltará una vez más los problemas de la lengua cuando dice, hermanos, no murmuréis los unos de los otros. Entonces, viendo ahí como el mal uso de las palabras tienen un impacto negativo, entonces aquí cuando menciona estas guerras, estos pleitos, bueno, pueden referirse, sí, a conflictos armados, pero también a pleitos verbales. Y es que los problemas de la comunidad se ajustan a los temas que ha estado desarrollando. Ha estado desarrollando el problema del mal uso de la lengua y si realmente estuvieran teniendo conflictos armados, matándose unos a otros, Santiago tomaría más tiempo para reprocharles. Pero aquí vemos como él lo menciona diciendo que no debe ser el caso. Entonces estos pleitos, lo más probable es que se refieran a estos pleitos verbales, que si no los frenan, pueden llevar a problemas muy graves, incluso al homicidio. Y es que los pleitos verbales suelen ir acompañados de palabras duras, de críticas, de calumnias, las querellas y los desacuerdos con frecuencia, han dañado a la Iglesia y no debe ser el caso. Los creyentes deben de reflejar el fruto del Espíritu. ¿Cuál es el fruto del Espíritu? En Gratas 5, del 22 al 23, dice más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templaza, contra tales cosas no hay ley. Esos Gálatas 5 del 22 al 23. Entonces, ese es el fruto del Espíritu. Si no reflejas el fruto del Espíritu, entonces estás reflejando una sabiduría del mundo. Estás reflejando otra clase de fruto que no viene de Dios. Y es que el fruto del Espíritu es lo opuesto a los pleitos. Y por ello aquí Santiago está diciendo, mira, ¿de dónde vienen esas guerras? O sea, ¿de dónde vienen esos deseos? ¿De dónde vienen esos problemas? No, vienen dentro de vosotros. Aquí el texto dice, ¿de dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? Entonces Santiago 4, versículo 1, ¿no es de vuestras pasiones las cuales combaten en vuestros miembros codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites. Aquí vemos estas malas actitudes, estos malos deseos que dejan que les gobiernen. Es que la sabiduría de Dios busca la paz. Por ello, las guerras están fuera de lugar entre los creyentes. La sabiduría egoísta del mundo es inapropiada en la iglesia. Pero es triste. Es triste porque aunque hay algunos que profesan la fe genuina, muchas veces no reflejan el fruto del Espíritu en sus vidas, lo cual demuestran exactamente lo contrario, porque si no reflejas el fruto del Espíritu es porque no tienes el Espíritu Santo que mora dentro de ti, y no te estás sometiendo al Espíritu. Y por ello Santiago ha resaltado tanto aquí en esta en esta carta, la importancia de demostrar la fe genuina. Es que la sabiduría egoísta del mundo es inapropiada en la Iglesia. Lo Santiago anota, aunque no anota cuestiones específicas, demuestra que tiene más interés, no tanto en los detalles de esas cuestiones específicas, sino de dónde vienen. En el egoísmo, la amargura de los pleitos y lo que está ocurriendo dentro del corazón. Es que Santiago destaca que las guerras y los pleitos vienen de dentro. Por eso, aquí, empieza con una pregunta diciendo, ¿de dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? Especialmente porque anteriormente, en Santiago 3, versículo 13, dice, ¿quién es sabio y entendido entre vosotros? Entonces, hay personas que quieren aparentar ser sabios, quieren ser maestros, y por ello, en versículo 1, ha dicho, hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros sabiendo que recibiremos mayor condenación. Entonces, hay personas que quieren aparentar ser sabios, quieren ser sabios, quieren que les respeten, quieren ser maestros, pero, vale, realmente eres sabio, pues vamos a evaluar, vamos a determinar si eres sabio o no, si reflejas el carácter de Dios o no, el fruto del Espíritu de Dios o no. Y entonces, queriendo ser maestros, queriendo aparentar sabiduría, dice, bueno, si sois sabios, si eres sabio, ¿de dónde vienen los pleitos y las guerras? Eso es exactamente lo opuesto a la sabiduría celestial. Es exactamente lo opuesto a la verdad de Dios, al Evangelio. Por eso, en Santiago 3, versículo 17, describe la sabiduría que viene de lo alto. Dices, primeramente, pura. No refleja pureza en toda área de la vida. Hay pureza. Si no hay pureza, entonces no es sabiduría divina. No es sabiduría que viene de Dios. No es sabiduría que viene de lo alto, sino es pura. Por eso dice, es primeramente pura, después pacífica. Si no hay paz, si no refleja la paz, si no mantiene la paz, si no habla con palabras de paz, pues entonces no es sabiduría que viene de lo alto. Dice amable, debe ser amable. Es la misma idea, debe demostrar amabilidad o aún benignidad, bondad. Aún llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. O sea, hay que reflejar estas cualidades y entonces es como se demuestra que realmente la sabiduría es divina, viene de Dios. Pero vemos la paz, es esencial. Y por ello, si se demuestran guerras y pleitos, entonces, ¿de dónde vienen? ¿De dónde vienen esos pleitos? Y eso es lo que Santiago responde, cuando dice aquí en Santiago 4, versículo 1, ¿de dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones las cuales combaten en vuestros miembros? Ahora ese término ahí traducido pasiones, en este contexto se refiere a los deseos malvados. Los apetitos de la carne. Son pasiones desordenadas. Y si notáis, usa términos de combate, de guerra. Porque menciona guerras, menciona pleitos, eh... menciona combates, ¿no? Combaten y Bueno, el primero, guerra, se refiere a conflicto armado, batalla, pero también, como mencioné antes, podría referirse en este contexto a guerras verbales. Menciona aquí pleitos, que otra vez es combate físico, pero también puede referirse a peleas o disputas. Combaten es la idea de ir a la guerra o causar conflicto. Lo cual, todos estos reflejan un carácter opuesto al... de Dios. Y por ello no deben de... eh... estar dentro de la iglesia. ¿De dónde vienen? Dicen, no es de vuestras pasiones. O sea, esos malos deseos, esos apetitos de la carne. Esas pasiones desordenadas. Dicen, las cuales combaten en vuestros miembros. Ahora aquí, cuando menciona miembros, hay diferentes opiniones. Algunos piensan que está hablando de miembros de la iglesia, o sea, los diferentes miembros, diferentes personas, pero es más probable, especialmente aquí en Santiago, que se esté refiriendo a los miembros del cuerpo mismo, del creyente. Especialmente porque aquí, como en Santiago capítulo 1, versículo 14, hablando de la tentación, dice en Santiago 1.14, sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces, en ese texto está diciendo, mira, no puedes culpar a nadie más por tu pecado. Tú eres el problema. Sí, las tentaciones vienen de diferentes lugares, pero tú eres el problema. Si tú caes en pecado, es tu culpa, no es la culpa de nadie más. No puedes culpar a otra persona por tu propio pecado. Eres tú quien has pecado. Viene de tus propias pasiones. Y por eso Santiago 1 13 dice, cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tenta a nadie, sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces, al someternos a nuestros deseos malvados, entonces pecamos. Entonces, ahí está hablando de lo que está dentro de la persona, ¿no? Esos deseos pecaminosos, o sea, dentro de los miembros mismos del cuerpo. En primera de Pedro 2.11 dice, Amados, yo os ruego como extranjeros y peregrinos que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. Entonces, está reflejando una batalla espiritual dentro y estos deseos batallan Estos deseos carnales, dice, que batallan contra el alma, ¿no? Son los miembros mismos de nuestro cuerpo que batallan. Es una batalla espiritual dentro de nosotros. En Gálatas 5.17, porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí para que no hagáis lo que quisieréis. Eso es Gálatas 5.17. Y lo tenemos en Romanos 7, del 21 al 23, donde el apóstol Pablo está diciendo, mira, dentro de mí, dentro de mi cuerpo, tengo una batalla espiritual. Porque tengo mi naturaleza pecaminosa, la carne, que está constantemente batallando con el espíritu, ¿no? El deseo de poner en práctica la ley de Dios, el agradar a Dios en mi vida. Y tengo un pleito dentro de mí, dentro de mis miembros, dentro de mi cuerpo. Nos dice Romano 7, 21 al 23, Así que queriendo yo hacer el bien, hayo en esta ley, que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios. Pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. Los Romanos 7, del 21 al 23. Y en ese texto, el apóstol Pablo, inspirado por Dios, dice, ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y luego da gracias a Dios, por Jesucristo, quien le ha rescatado y cuando se ha glorificado, cuando él pase la eternidad, puede gozar de esa victoria, de ese deleite. Lo cual cada uno de nosotros anhelamos, como luego en Romanos 8 dice, anhelamos el estar en la presencia del Señor e incluso la creación jime deseando la redención de nuestro cuerpo entonces cuando volviendo aquí a Santiago 4 versículo versículo 1 cuando menciona que Las pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros, se está hablando de los miembros del cuerpo, dentro del cuerpo nuestras pasiones están batallando con nuestro espíritu, ¿no? Es una batalla espiritual. Y es que las guerras y los preitos demuestran lo que está en el corazón. El espíritu de guerra viene de las pasiones malvadas. Entonces, si un creyente genuino refleja una actitud, palabras, acciones que son opuestas al fruto del Espíritu, lo que está haciendo es se está sometiendo a sus deseos, a sus placeres. No está sometiéndose al Espíritu Santo. Y por eso no está reflejando el fruto del Espíritu. Ahora, si hay una persona que dice ser creyente y nunca refleja el fruto del espíritu, es que su profesión es falsa. Y su creencia es como la de los demonios. Como nos dice Santiago 2, 19. Tú crees que Dios es uno, bien haces. También los demonios creen y tiemblan. O sea, tú puedes tener la fe de un demonio y eso no te salva. Tú puedes creer que Dios existe. Bien hecho. Pero eso no te salva. Tienes que creer en Jesús como Señor y Salvador. Debe ser una fe genuina. Y si es una fe genuina, el Espíritu Santo mora dentro de ti y produce el fruto del Espíritu. Y entonces vas a reflejar ese fruto de espíritu. Sí, puedes pecar contra Dios. Puedes someterte a tus deseos. Puedes deshonrar a Dios con tus palabras. Puedes no reflejar la paz, no reflejar el amor, no reflejar el gozo. Puedes no ser humilde, no reflejar bondad, etc. Pero va a ser durante un corto tiempo. ¿Por qué? vas a decir la convicción del Espíritu Santo, te vas a dar cuenta de tu pecado y te vas a arrepentir. Un creyente genuino se arrepiente de su pecado y entonces va a volver a reflejar el fruto del Espíritu. Una vez que confiesa sus pecados, se arrepiente y vuelve al camino y continúa caminando en rectitud, sometiéndose a Dios. Y entonces, aquí, vemos como Santiago está diciendo, mira, los pleitos, las guerras, ¿de dónde vienen? Vienen de vuestras pasiones. Entonces, arremetíos de vuestros pecados, ¿no? Y arreglad las cosas. Esta no es la sabiduría que viene de Dios. La sabiduría divina no viene por intelecto, o por estudio, o simplemente por tener los mejores argumentos, o simplemente por tener un montón de la palabra de Dios memorizada. No, es la obra de Dios, viene de Dios, la sabiduría divina viene de Dios, y por ello en Santiago 1.5 dice, si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le será dada. Tenemos que mantener nuestra relación con Dios, tenemos que... que constantemente clamar a Dios pidiendo que Él nos dé sabiduría. Y es que las acciones malvadas revelan las motivaciones malvadas del corazón. Las guerras... las guerras y los pleitos no son problemas superficiales. Vienen del corazón. Y es que las guerras y los pleitos no son reflejo del carácter de Dios. El creyente debe de reflejar la sabiduría celestial. que es caracterizada por la paz, por la pureza. Si no reflejas el carácter de Dios, es que no estás viviendo en la Sabiduría Celestial. Es que seguir las pasiones pecaminosas no es vivir en piedad, no es vivir en disciplina espiritual. Y por ello aquí, en versículo 2, Vemos como en la primera parte de Santiago 4, versículo 2, la primera parte describe la naturaleza de los deseos pecaminosos que están creando estragos en la comunidad de la iglesia. Donde dice, codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís. El versículo 3 dice, pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites. Ahora aquí, en Santiago 4, versículo 2, en el lenguaje original la gramática es un poquito confusa, entonces hay diferentes opiniones en cuanto a la estructura, en la estructura de esa primera parte del versículo 2. Aquí podéis notar, aquí en esta traducción, la Reina Valera 60, veis que lo ponen en tres oraciones. O tres frases donde dice, codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar, combatís y lucháis. Entonces, viendo aquí como lo ponen en tres frases, en tres oraciones, y lo que describe es el deseo frustrado en las primeras dos oraciones, donde codiciáis y no tenéis. matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar y luego en la tercera la tercera frase indica el resultado no combatís y lucháis pero no tenéis lo que deseáis entonces viendo como... en este caso, Santiago estaría enfatizando que su violencia no ha logrado su propósito, sino que ha intensificado la violencia y la ha hecho continua. Entonces, muchas veces cuando la gente se aira y empieza un pleito, piensan que cuando termine ese pleito, van a lograr lo que querían. Lo que Santiago está diciendo es que, mira, todos esos pleitos lo único que hacen es empeorar las cosas. Todos esos combates, todas esas batallas, todas esas malas palabras no han arreglado las cosas. Sino que continúan. Continúan e intensifican la violencia al punto que pueden llegar a que matéis a alguien. Porque no estáis frenando vuestras pasiones. Entonces, esa es una opción, en estructurarlo con tres oraciones. Pero lo más probable es que realmente sea en dos, en dos frases, o en dos oraciones, porque vemos un paralelismo que ocurre, y la traducción, la Biblia de las Américas lo pone de esta manera. Dice, codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener y por eso combatís y hacéis guerra. ¿No? Entonces, en estructurarlo en dos. En dos en vez de en tres. Y entonces, lo que encontramos es un paralelismo. Porque, dice, codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. ¿No? Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. Entonces, el paralelismo en el resultado. Y de todas formas también se ajusta mejor al contexto, ¿no? Porque Santiago estaría señalando que su codicia y su envidia, por lo que no pueden conseguir, están produciendo luchas. ¿No? Están empeorando las cosas. Porque, dice, codiciáis y no tenéis. O sea, codician, pero su codicia se frustra. Y no tienen, y por ello están dispuestos a matar. O a cometer un homicidio. ¡Son envidiosos! ¡Ardéis de envidia! Son envidiosos y no podéis obtener. O sea, no logran. O sea, todos esos deseos malévolos que estén llevando a cabo, no tienen ningún fruto. Están frustrados. Y porque se frustran sus planes, combaten y luchan. Entonces vemos ese paralelismo. Y lo que hace es resaltar las consecuencias de las acciones y los deseos. De tal forma Santiago ya ha estado ya ha estado mostrando que los telos y la actitud egoísta han creado desorden y la maldad en la comunidad. Eso es lo que hemos visto ahí en Santiago 3, el 13 y 14. Dice, ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabidamente de hombre. Pero, si tenéis telos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad. Entonces, lo más probable es que la estructura del versículo 2 sea en dos oraciones, ¿no?, o en dos frases, donde se leería, "...codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio". "...sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra". Lo que está mostrando es que está mostrando el deseo frustrado. Y... El deseo frustrado es lo que está creando conflictos. Codician, pero no tienen. Lo quieren obtener, pero no lo tienen. Y por ello están dispuestos a dañar a otros para obtenerlo. Y aun cuando no lo pueden conseguir, envidian. Entonces, ardéis de envidia y no podéis alcanzar. Entonces, ¿qué es lo que hacen? Crear pleitos. Combatir. Dice combatís y lucháis. Es que codician lo que no tienen y tienen envidia de lo que no pueden conseguir. Y lo que muestra es la frustración del que da rienda suelta a sus deseos malvados. Quiere obtener, da rienda suelta a sus deseos, solo pincha en sí mismo, una actitud egoísta y no le va bien. No consigue lo que quiere. Todos sus deseos son frustrados. Y lo que resalta es que incluso hacer algo, aunque sea bueno, pero si tienes los motivos incorrectos, es malo. Ahora aquí, realmente hay un debate entre los comentaristas de qué es lo que significa matáis. Porque literalmente sería quitarle la vida a alguien. Cuando dice aquí codiciáis, y no tenéis, matáis. y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís, ¿no? Esa idea de matáis, ¿qué significa? Hay que entender que aquí en el texto Santiago está dejando claro que estos conflictos que menciona están ocurriendo dentro de la comunidad de creyentes. Por eso en versículo 1 dice, ¿de dónde vienen las guerras y los pleitos? ¡Entre vosotros! ¿Vale? Entonces, están ocurriendo dentro de la comunidad de la iglesia. Entonces, lo que aquí Santiago menciona, matar. Ahora, si realmente fuera homicidio, literal, que le han quitado la vida a alguien, pensaríamos O sea, sería normal que Santiago lo reprochase y tomase mucho tiempo diciendo, ¡Oye! Esto no debe ser así. No debéis de quitarle la vida a nadie. Hay algunas personas que piensan que literalmente están matando a personas. Pero hay que recordar que Santiago quizás está pensando en la enseñanza de Jesús. Cuando en Mateo 5, del 21 al 22, Jesús enseñó diciendo, oísteis que fue dicho en los antiguos, no matarás, y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio. Y cualquiera que diga necio a su hermano será culpable ante el concilio. Y cualquiera que le diga fatuo quedará expuesto al infierno de fuego. Eso es Mateo 5, del 21 al 22. Donde ahí Jesús mismo dice, mira, el matar a alguien no solamente es físicamente, sino es odiarle, pensar mal de él, incluso insultarle. ¿Por qué? Porque está lejos a la imagen de Dios. Entonces, ni siquiera debes de enojarte contra tu hermano. Si te enojas contra tu hermano, realmente le estás matando en tu corazón. Entonces, puede que Santiago esté usando este término de matar, de esa manera. Aún también, Juan, en 1ª de Juan 3, 15, dice, "...todo aquel que aborrece a su hermano es homicida". Y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. Ahí también está hablando del enojo, cuando menciona el que aborrece. "...todo aquel que aborrece a su hermano es homicida". Entonces posiblemente Santiago esté hablando de esa manera aquí cuando dice matáis. Quizás Santiago está mencionando la posibilidad de homicidio real. si no frenan sus deseos malvados, ¿no? Lo cual realmente es lo más probable, o sea, está combinando esa enseñanza de Jesús diciendo, mira, si odiáis, realmente le estáis matando, pero si no frenáis vuestros deseos malvados, si no disciplináis vuestros deseos, puede llegar al punto que por vuestra codicia, vuestra envidia, lleguéis al punto de matar a una persona. Entonces, quizás Santiago está mencionando la posibilidad de homicidio porque la envidia suele llevar al homicidio. No, Santiago les está alertando que sus deseos pecaminosos les pueden llevar a matar a alguien si no las resisten. Entonces, quizás aún no se están matando pero los pleitos pueden producir violencia real y llegar a ese punto. Entonces, por ello Santiago está diciendo, mira, esta actitud que estáis reflejando es totalmente incorrecta. Y entonces, viendo aquí estos pleitos, estos pleitos verbales, los conflictos, las violencias, todo se puede rastrear a los deseos pecaminosos porque desean más de lo que tenemos. Y entonces la última frase del versículo 2 dice, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís. Realmente va con el, esa última frase va con el versículo 3, porque dice, versículo 3, pedís y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Y es que aquí Santiago explica la razón por la que sus lectores no han tenido éxito en sus peticiones. Primero, no piden. Y luego, cuando piden, no piden correctamente. Y es que la oración, cuando oramos a Dios, eso evita los deseos malignos. Evita los malos deseos y sus acciones. Y es que Santiago no detalla lo que los lectores desean tener, pero el contexto da a entender que desean sabiduría que les da reconocimiento. Quieren ser líderes en la comunidad de creyentes, pero no están reflejando la sabiduría correcta. Y es que Santiago ya les ha reprochado, ya les ha reprochado por su deseo de ser maestros, cuando incluso en Santiago 3.1 dice, hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. y aún les ha reprochado por su egoísmo, por enorgullecerse en Santiago 3.13. Dice, ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Entonces, demuestra. A ver, si realmente tienes sabiduría genuina, demuéstralo y que esa sabiduría refleje lo que es la sabiduría que viene de lo alto. Y por ello lo describen en el siglo XVII, ¿no? Que primeramente es pura, Y luego refleja la paz, ¿no?, etc. Pero por ello, aunque, bueno, tenemos en Mateo 7, cuando Jesús dice, pedid y se os dará. No, hay que pedir. Si no pides, no esperes una respuesta a tu oración. No esperes recibir si no pides. Por eso Mateo 7, del 7 al 8, dice, pedid y se os dará. Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá. Y entonces, ahí está diciendo que debemos de pedir. Hay que pedir. Pero su fracaso, aquí, no están pidiendo. O sea, ¿quieren sabiduría? ¿Qué es lo que deben hacer? Pedir sabiduría de Dios. Por eso en Santiago 1.5 dice, si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídela a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Lo que pasa es que no van a Dios en oración, porque sus deseos son contrarios a los deseos de Dios. Tienen diferentes deseos de lo que Dios desea. sus deseos no agradan a Dios, y por ello no van a orar pidiendo algo que Dios no desea. Es que el soberbio no recibe nada de lo que quiere obtener porque se revela contra Dios. Incluso aquí en versículo 6, Santiago 4, 6, dice, Él da mayor gracia porque, por eso dice, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. O sea, aquellos que no piden porque nos humillan, porque no se dan cuenta de su necesidad, porque no quieren ayuda y por eso no piden. Pero aquí nos dice en Santiago 4.6 que Dios resiste a los soberbios, los orgullosos, los que piensan que pueden solos, que no necesitan ayuda. Y entonces por ello el soberbio no recibe lo que quiere porque se rebela contra Dios. Pero entonces continúa aquí el texto en Santiago 4, Santiago 4, la última frase del versículo 2 dice que no piden. No, no tenéis lo que deseáis porque no pedís. Pero luego en el versículo 3, resalta que aun cuando sí piden, tienen una actitud completamente errónea. Oran con sus malos deseos. Y dice, pedís y no recibís porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Entonces, aquí vemos cómo la oración para ellos es una ocurrencia tardía, ¿no? Piensan en orar después de tiempo. No oran, pero una vez que oran, pues, al no aferrarse a Dios, al no buscar a Dios, al no orar correctamente, pues no reciben su petición. Y esta clase de oración refleja que se piensa en Dios como una máquina dispensadora, ¿no? Vas a una máquina dispensadora y metes una moneda y pulsas el botón y te sale una Coca-Cola, o una chocolatina, o una bolsa de algo, ¿no? O quizás un café, ¿no? Metes una moneda, pulsas el botón, y te sale lo que has pedido. Muchas personas piensan que así es con Dios. Horas, cumples, pulsas el botón y te sale lo que quieres. Pero no es el caso. Es que tal idea de Dios refleja una actitud que ama al mundo más que a Dios. Por ello el versículo 4, por eso les llama almas adulteras. ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios. O sea, Dios no contesta la oración cuando se duda. Por eso Santiago 1.6 dice, pero pida con fe no dudando nada. Porque el que duda semejante a la onda del mar que es arrastrado por el viento y echado de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga que recibirá cosa alguna del Señor. Eso es Santiago 1.6-7. O sea, Dios no contesta la oración si se duda. Dios no contesta la oración cuando no se pide, ¿no? Ahí lo hemos visto en versículo 2, en Santiago 4.2, dice, no tenéis lo que deseáis porque no pedís, si no pides no recibes. Y aquí en versículo 3, nos dice que Dios no contesta la oración cuando tu motivación es incorrecta. Cuando pides con motivación incorrecta. Y es que la motivación incorrecta no te permite orar conforme a la voluntad de Dios. Si estás orando conforme a tus propios deseos, conforme a lo que tú quieres conseguir, a tu ambición propia, entonces no vas a recibir la respuesta a tu oración. en primera de Juan 5 del 14 al 15 dice esta es la confianza que tenemos en él que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad él nos oye si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho eso es primera de Juan 5 del 14 al 15 o sea hay que orar conforme a su voluntad ¿Cómo sabemos cuál es su voluntad? Al acercarnos a él, al pasar tiempo en su palabra. Y entonces conocemos su voluntad, y oramos conforme a su voluntad, y cuando oramos conforme a su voluntad, él nos oye. Y él responde. Tenemos esa certeza de que él va a actuar y responder y darnos las peticiones que le hayamos hecho. Eso nos dice 1 Juan 5 del 14 al 15. Pero hay que recordar también que nuestra desobediencia también estorba la oración. Porque en primera de Juan 3, del 21 al 22, dice, amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. No está hablando de esa conciencia, nuestro corazón que nos reprende. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios y cualquiera cosa que pidiéramos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él. Eso es 1 Juan 3, del 21 al 22. O sea, la razón por la que el corazón no nos reprende es porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él. O sea, al serle obedientes, entonces nuestro corazón no nos reprende, ¿no? Nuestra conciencia no nos reprende. Y por ello, realmente, al orar en obediencia, pues entonces recibimos lo que hemos pedido. Y aún también hay que recordar que hay que persistir en la oración. Como incluso la parábola de la viuda persistente ante el juez injusto, ahí en Lucas 18.1, Jesús dice, bueno, empieza ese texto en Lucas 18.1, dice, también le refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar. O sea, hay que continuar orando. Pero entonces aquí nos menciona, volviendo aquí a Santiago 4, versículo 3, pedís y no recibís. ¿Por qué? Porque pedís mal. O sea, la actitud es egoísta, la oración es egoísta, las peticiones son reflejando las codicias, reflejando la envidia, reflejando los malos deseos, reflejando la injusticia y por eso Dios no va a responder. dice, pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites. Entonces, es como que oran, están orando para que Dios les dé, para que ellos puedan gastar en sus deleites, alimentar sus deseos malévolos. Entonces, la motivación es completamente opuesta a la que deben de tener. Y por ello Dios no les da. no reciben, porque están pidiendo mal. Y entonces, viendo que el malvado puede pedir, pero no va a recibir, porque pide mal. Incluso en Proverbios 28, versículo 9, dice, el que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable. Eso es Proverbios 28, 9. Y ahí describe una persona, que cierra sus oídos a la ley de Dios. No quiere escuchar la palabra de Dios. Y porque cierra sus oídos a la palabra de Dios, Dios dice, yo tampoco te voy a escuchar. Si tú no me escuchas a mí, yo tampoco te voy a escuchar. Puedes orar lo que quieras, pero tú has cerrado tus oídos a mi palabra y yo cierro mis oídos a tus oraciones. ¿No? Esos proverbios 28.9. El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable. Esos proverbios 28.9. Eso es lo que está ocurriendo aquí. O sea, pedís y no recibís. Esto es Santiago 4.3. Pedís y no recibís porque pedís mal. Para gastar en vuestros deleites. Y es que dar rienda suelta a los deseos no te edifica. Por ello, debes de pedir buscando la voluntad de Dios. Pedir obedeciéndole. Pedir conforme a su voluntad. Pedir para su gloria. Hay que pedir buscando su voluntad. Y es que la sabiduría de Dios te enseña cómo pedir. Porque te acercas a Dios Porque el temor de Jehová y el principio de la sabiduría van juntos. Por eso en Proverbios 9, versículo 10, dice, el temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Eso es Proverbios 9, 10. Entonces, mientras más te acercas a Dios, más le conoces, más le temes, más creces en sabiduría. Y más sabes qué pedir. Más... más... más sabes cómo pedir. Y Él responde Porque le pides conforme a su voluntad. Le pides reflejando un corazón obediente. Porque te acercas a Él. Porque te aferras a Él. Porque vas a Él en humildad. Es que si no tienes sabiduría, no vas a saber cómo pedir. Y no puedes tener sabiduría si no temes a Dios. Por eso ese es el primer paso a tomar. Hay que tener un conocimiento de Dios para poder temer a Dios, obtener sabiduría y entonces saber pedir para que Él responda a las oraciones. Aquí vemos cómo Santiago nos está exhortando a vivir de acuerdo a la sabiduría celestial. Pero para poder hacerlo tenemos que someter nuestras pasiones, nuestros deseos pecaminosos en esta batalla espiritual en la que nos encontramos. No someternos al diablo incluso en santiago 4 pero en el siglo 7 dice someteos pues a dios resistir al diablo y huirá de vosotros eso es exactamente lo que debemos hacer someternos a dios someter nuestras pasiones a dios obedecer a dios y rechazar lo que el mundo ofrece rechazar la presión de Satanás, la presión de este mundo, y someter nuestras pasiones a Dios. Disciplinarnos espiritualmente, buscando la voluntad de Dios. Por ello, vive de acuerdo a la sabiduría celestial, sometiendo tus pasiones a Dios. Vamos a terminar en oración.
Vive de acuerdo a la sabiduría celestial sometiendo tus pasiones a Dios
Series Santiago
Sermon ID | 1029231623462053 |
Duration | 50:31 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | James 4:1-3 |
Language | Spanish |
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