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El título del sermón es Dios, la causa de la evangelización. Escritura Romano 10, 14, 15. Nuestra serie es la gracia salvadora de Dios. Esta es la palabra de Dios. ¿Cómo, pues, invocarán aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo irán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados, tal como está escrito? ¡Cuán hermoso! son los pies de los que anuncian el evangelio del bien. Amén. Padre, te damos gracia por tu palabra. Es bendita, es perfecta y grandemente necesitada. Enséñenos, Padre, nuestro lugar en la evangelización, nuestro deber en la evangelización, nuestro anhelo para evangelizar. Padre, pedimos que nos llene de un celo perfecto, un celo amoroso por las almas que están perdidas, que podamos identificarnos con Pablo cuando él dice que es una cosa que Cristo vino al mundo para salvar a pecadores. Y ahora que nosotros estamos en Cristo, somos salvos, que tengamos el mismo anhelo que tuvo Pablo para predicar a aquellos que no eran. Si hay, padre, una actitud mala, si hay un pensamiento incorrecto, si hay un miedo que no sea bíblico, si hay, padre, un espíritu perezoso en esta área de la evangelización. Pedimos, Padre, que tú quites, tú limpies, tú reafirmes y reprendas, Padre, cualquier cosa en nosotros que nos impida, Padre, de la gran comisión. Es el corazón nuestro esta mañana en el nombre de Jesús y para tu causa, oh Dios. Amén y amén. Bueno, amados, es apropiado que el capítulo 10 siga el capítulo 9 porque el capítulo 10 aborda una de las objeciones más comunes planteadas por las personas sobre la doctrina de la elección. La objeción del mundo y tristemente de muchos adentro de la iglesia es la siguiente. Si la doctrina de la elección es verdadera, ¿por qué deberíamos entonces participar en la evangelización? En otra palabra, si aquellos que Dios ha elegido para creer van a venir y si lo van a venir, ¿por qué predicar las buenas nuevas? Van a venir si predico o no. Y esa pregunta se ha hecho ya por muchos siglos y aún se usa como una acusación contra nosotros los que creemos las doctrinas de la gracia. Ustedes no creen en la evangelización. Usted cree que los que vayan a ser salvos son salvos, así que ni se preocupan de los pobrecitos pecadores en el mundo. Bueno, ¿qué diríamos a estas cosas? Primero, podemos mirar la historia de la iglesia, mirar que eso es simplemente falso. Son los reformadores de los antiguos tiempos que predicaron a Cristo. Fueron los reformadores que empezaron hospitales para las personas pobres, orfanatorios. Fueron los reformadores que mandaron misioneros por todo el mundo. Fueron los reformadores que creían grandemente en la evangelización. Era porque Dioses soberanos, que ellos creían que Dios iba a usarlos a ellos, una grande manera para abrir el mundo al Evangelio de Jesucristo. Entonces, la historia prueba que esa acusación que se nivela contra nosotros es plenamente falsa, no es correcto, es mal caracterización de nosotros y realmente nos seña amor. como aquellos que han brazado entonces la doctrina, la gracia, nosotros debemos responder no con la historia, sino con la Biblia. Y hoy quiero compartir tres razones bíblicas para que, por qué, por lo cual nosotros participamos en la evangelización. Hay más de tres, pero solo quiero compartir tres con ustedes. La primera razón, porque nosotros creemos en la evangelización, es la razón de la obediencia. Jesús nos ordenó a evangelizar. Podemos leer esto en Marco 16, 15 al 16 donde dice y el les dijo vayan por todo el mundo y que prediquen prediquen el evangelio a quien? a toda criatura el que crea y sea bautizado será salvo pero el que no crea será que? condenado pero vayan quien? los discípulos a donde? al mundo para que? para predicar el evangelio es obediencia nosotros tenemos que obedecer al que nos manda Y primera Corintios 9, 16 al 17, dice lo siguiente, porque si yo, dice Pablo, predico el Evangelio, no tengo nada por qué gloriarme, pues estoy bajo el deber de que hacerlo, tengo que hacerlo. ¿Por qué? Porque es un mandamiento, es una cuestión de obediencia, dice Pablo. Pues hay de mí, si no predico el Evangelio, hay de mí si falto en mi deber que Dios me dio, sería un gran pecado, dice Pablo. Porque si hago esto voluntariamente, tengo recompensa porque es un privilegio. Pero si lo hago en contra de mi voluntad, un encargo se me ha confiado. Tengo que hacerlo porque fui encargado para hacerlo. Me gusta o no, tengo que predicar el Evangelio porque es una causa de obediencia, dice el apóstol. Amado, nosotros hemos sido mandados a predicar el Evangelio, a evangelizar a este mundo. Si usted está en Cristo, este no es una opción para usted, no es una preferencia, es un mandamiento. Vaya usted y predique el Evangelio, es lo que dice Cristo. A sus discípulos, ¿cuál somos nosotros? Así que como siervos del Señor tenemos que obedecer todas sus directivas. La segunda razón es que la evangelización es un gran privilegio, no solamente es cosa de obediencia, pero es un gran privilegio. Dios podría haber predicado su palabra, el evangelio, desde las nubes sin ninguna participación humana, pero eligió la predicación como el método, el medio de gracia para llevar a cabo su gran plan. Es un privilegio ser usado por el Señor. Y de esto tenemos una idea en I Corintios 1.21 donde dice el apóstol Pablo, pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios mediante la necedad de la predicación salvar a los que creen. Es necedad, es incomprensible que Dios me use a mí, que gran privilegio un hombre con mis faltas y mis debilidades, que el Señor me use a mí y la necesidad de predicación para atraer la gloria de Dios es un gran privilegio. Somos vasos casi corrompidos y corruptos, dice él, pero tenemos la gloria de Dios adentro y predicamos a Cristo y es la necesidad de que un hombre predica a Cristo es algo increíble, se me hace, dice Pablo, es un gran privilegio. La tercera razón es que Dios ha ordenado la salvación de los elegidos mediante el uso de medios humanos para proclamar el Evangelio. Esto es lo que nuestro texto nos enseñó y que Dios nos usa a nosotros. Como hemos dicho, Dios no necesitaba usar a ninguna. Él podía predicar su misión. Está bien, mejor que nosotros lo podemos predicar, pero Dios ha ordenado en su sabiduría y su soberanía de que él iba a usar a los que son salvos para predicar el mensaje ¿de qué? de la salvación. Entonces podemos mirar esto en el libro de los hechos donde tenemos al hombre esperando y orando y buscando y Dios le dice ve y busca ¿quién? a Pedro que él te predique. Viene un ángel y le dice a él Cornelios Dios te ha escuchado, pero sabes que te vas a quedar en tu pecado unos días más. Yo no te puedo predicar el Evangelio. Tengo tu atención y si te lo predico, sé que lo vas a creer. Pero Dios ha elegido a quien? A Pedro. Ve y busca a quien? A otro hombre que te venga y te predique el Evangelio. Y cuando viene Pedro y lo predica, miramos que Cornelio cree y es salvado. Dios usa métodos humanos, herramientas como usted y yo para predicar el Evangelio. Qué gran privilegio. Y sin embargo, sabemos que ningún predicador es indispensable y sabemos que Dios no necesita predicadores para cumplir su propósito de redención. Dios en el Antiguo Testamento no necesitó a Isaías ni a Jeremías y en el Nuevo Testamento no necesitaba a Pablo y hoy en día no nos necesita a usted y a mí. Y sin embargo, Dios ha dado a los hombres la responsabilidad más sagrada posible de cargar el mensaje de la gloria a las naciones. realmente abrumador, que él use una herramienta como yo, como usted. Primera de Corintios nos dice esta verdad. A todos me he hecho todo para que por todos los medios salve a algunos. Yo salve. Él no está diciendo que él puede salvar, sino que el Señor lo usa a él para que trae la salvación. Él es el medio de la salvación. Y todo lo hago por amor del Evangelio para ser partícipe de él. Y en Marcos 16, 19, un versículo realmente que por años me ha estorbado en mi mente por la grandeza de la teología que se encuentra aquí. Dice lo siguiente, entonces el Señor Jesús después de hablar con ellos fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos salieron y ¿qué? Predicaron. Hicieron lo que Dios le había mandado a hacer, predicaron por todas partes. Pero escuchen lo siguiente, colaborando el Señor con ellos. Que cosa más increíble. El Dios que no los necesita, decide colaborar con nosotros y ayudarnos en la evangelización. No los necesita, pero participa con nosotros. Eso es lo que me estorba a mí. Esa idea que Dios que no me necesite, me usa y colabora conmigo para que el mensaje vaya hacia adelante. dice el Señor, colaborando el Señor con ellos y confirmando la palabra por medio de señales que les seguían. Algo increíble considerar, que si usted participa en evangelización como debe hacerlo, como es mandado a ser, el Señor está colaborando con ustedes. Algo increíble. El Señor está usando sus bocas, su pensamiento, su mente, sus manos, su cuerpo para comunicar el mensaje de la salvación a aquellos alrededor de ustedes. Algo increíble. Bueno, sabiendo todo eso, entonces pongamos nuestra atención a los versículos 14 y 15, donde aquí vamos a explorar la cadena de la fe, la cadena de la fe. Dice Pablo en los versículos 14 y 15. ¿Cómo invocarán a aquellos a quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel que no han oído? ¿Cómo no irán sin haber quien les predique? ¿Cómo predicarán si no son enviados tal como está escrito? ¿Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio del Bien o las Buenas Nuevas? Nuestra primera pregunta a la interpretada de este pasaje debe ser ¿A quién se está refiriendo Pablo en este pasaje? Y cuando observamos las palabras de Pablo, la respuesta típica es que está hablando a Israel. Y esto sí es cierto, pero no es el panorama completo de la verdad de lo que usted está presentando aquí. La intención de Pablo va más allá de Israel. Está invitando a cada uno de nosotros, los que decimos que somos creyentes, a considerar las preguntas formuladas, a considerar cómo Dios trae su mensaje a un pueblo descariado. ¿Cómo es que el mensaje va a ellos? ¿Cómo es que viene el Evangelio a un mundo perdido? ¿Qué es la forma designada y quién ha designado esta forma? Ese es el pensar aquí de Pablo. Así que Pablo nos guía a través de esta cadena de la fe en un formato de preguntas. Él hace preguntas para que nosotros consideremos. Pablo muestra cómo el mensaje de Dios, el Evangelio llega a las personas. Pero hay algo aquí muy interesante y ojalá que puedan captar esto ustedes aquí en sus mentes. Pablo comienza con el último paso, invocando a Cristo para la salvación. Como sabemos, en realidad ese es el último paso en el proceso de la salvación. Él empieza en el final y va a una orden en reversa. ¿Qué es lo último que tiene que hacer un hombre? Pedir a Dios que lo salve mediante Cristo Señor. Sálvame. Ese es el último paso. Pablo empieza con el último paso de la cadena y va a una orden en reversa. ¿Por qué? ¿Por qué? Bueno, En otras palabras, Pablo presenta la cadena de la fe en orden inverso, y este orden inverso nos ayuda a ver cómo cada eslabón procede de los que vienen anteriormente, fluyen realmente de él. Al seguir esta cadena en orden reversa a su origen, llegamos a la causa primaria de la evangelización, quien es Dios mismo. Este es el proceso. Pablo empieza en el último paso, pidiéndole a Dios que lo salve. Pero entonces dice, ¿pero cómo va a pedir que Dios te salve sin fe? Tiene primero que creer. ¿Pero cómo va a tener fe si no hay alguien que qué? Si no hay la predicación de la palabra. ¿Y cómo va a haber la predicación de la palabra si no hay un qué? Predicador. ¿Y cómo va a haber un predicador si no hay alguien que lo envíe? ¿Quién es el que envía a los predicadores? Dios. ¿Vio lo que hizo Pablo? Empezó la orden reversa para regresar al punto de que toda la salvación, todo el evangelio procede de quien? De Dios. Si el hombre tiene que responder. Si el hombre tiene que poner su fe. Si el hombre tiene que pedirle a Dios que lo salve. Y esa es una de las acusaciones que usted no cree que la persona tiene que clamarle a Dios para la salvación. Claramente sí. Pero por qué? Porque ha creído. ¿Por qué? ¿Por qué se le ha traído el mensaje? ¿Por qué? ¿Por qué ha habido un predicador? ¿Por qué? Porque Dios mandó el predicador. ¿Por qué? Porque Dios intentó salvar a esa persona. Amén. Entonces, la causa, la fuente de la salvación y la fuente de la evangelización. Y es muy importante que usted ponga atención a esto hoy. La fuente de la evangelización, su participación en la evangelización, viene de quién? De Dios, que lo ha mandado a usted a estas almas perdidas. Es algo que tenemos que poner atención. Así que vamos a estudiar esta cadena. Y vamos a estudiarla tal como Pablo nos la dio en la orden reversa. Dice, la fe requiere un llamado a Cristo. Esta fe creyente. ¿Cómo pues invocarán a aquel en quien no han creído? Este versículo enseña que invocar a Jesús surge de una fe genuina. Y las personas no pueden invocar a Cristo. No pueden pedir perdón de sus pecados a menos que primero crean en Cristo. La fe no es mero conocimiento, sino confianza en la persona y la obra de Cristo. Y esta confianza obliga a los elegidos a invocar a Jesús como su Salvador. Por lo tanto, invocar a Jesús es un acto necesario de la fe que demuestra confianza en Cristo para la salvación. Así que sí, nosotros creemos que el pecador tiene que arrepentirse. Sí, nosotros creemos que el predicador tiene que pedirle a Dios que lo salve. pero solo puede hacer eso si cree, cree en quien? en Cristo Jesús, que el es su única justificación pero entonces Pablo va al paso anterior y dice pero para creer se tiene que escuchar las buenas nuevas, el evangelio, escuchen lo que el dice y como creerán en aquel de quien no han que oído Tiene que pedirle a Dios que lo salve, pero para pedirle a Dios que lo salve primero tiene que ¿qué? Creer, pero para creer tiene que haber ¿qué? El mensaje del Evangelio predicado. ¿Pueden ver lo que está diciendo Pablo aquí? Es algo increíble. La fe en Cristo no puede suceder a menos que una persona primero escuche el mensaje acerca de Jesús. Amados, millones de personas nunca han escuchado el Evangelio actual o han escuchado una versión del mensaje, pero el mensaje actual muchas de la gente no lo ha escuchado. Cuando yo hablo con gente a veces y presento el Evangelio, ellos me dicen muy claramente, he escuchado esto, nunca lo había considerado de esa manera. ¿Y por qué no? La iglesia debe estar predicando el Evangelio tal y como se lo dio Jesucristo. No pueden invocar a Jesús porque no conocen al verdadero Cristo. La fe salvadora requiere información, pero tiene que ser la información correcta. Y por eso, se le ordena a la iglesia que vaya a todas las rincones del mundo y prediquen el mensaje a todas las personas. Hermano, eso es parte de la Gran Comisión. En Mateo 28, versículo 18 al 20, dice la Palabra de Dios acercando a Jesús, le dijo, toda autoridad se me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan. Eso no es una sugerencia de Cristo, una preferencia de nosotros. Es un mandamiento. ¿Y con quién está hablando Cristo? Con sus discípulos. ¿Y qué somos nosotros? Los discípulos de Cristo. Así que, tal como le habló a Pedro y tal como le habló a Juan y tal como le habló a todos estos discípulos, está hablando con usted y conmigo. ¿Y qué nos dice Cristo? Vayan. No si quieren ir ven, no si prefieren ir vayan, sino que que vayan, esto es una orden del capitán de nuestra fe, Jesucristo. Y Él dice aquí con todo y es la autoridad que yo tengo y por esa autoridad los comisionos y le digo que que tienen que ir vayan, dice vayan. pues y hagan discípulos de todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado y recuerden yo estoy con ustedes en sus esfuerzos de evangelización todos los días hasta el fin del mundo ese es el concepto aquí yo estoy con ustedes en su que evangelización colaborando como dice Marco con ustedes Así que, amados, pongan atención, por favor, esto es muy importante. Si no estamos evangelizando, estamos desobediendo, desobedeciendo al Señor. Si no tenemos amor, afecto para el perdido, estamos en desobediencia al Señor. Si estamos contentos de vivir nuestra fe, vivir los domingos y solo nosotros amamos a Dios, estamos desobedeciendo al Señor. Vayan, prediquen. sean salvos, discípulen a esas personas. Y recuerde que en sus esfuerzos evangelísticos yo estaré con ustedes hasta los fines del mundo. Este es el, este es ¿qué? El mandato de Dios. Así que somos mandados por el Señor, comisionados por el Señor, por la autoridad de Cristo a ir a un mundo que necesita el Evangelio y predicar el Evangelio. Predicar no de un púlpito, sino de compartir el Evangelio con el mundo. Así que usted tiene que hacerlo, no es opción, no es preferencia, no es si puede o si tiene tiempo, sino es un mandato. Y si lo vamos a hacer solo por obediencia a la gloria de Dios, pero también es un privilegio y somos los métodos que Dios usa para atraer al mundo erante bajo la sombría de su soberanidad. Amén. Así que amados hermanos, necesitamos, entonces tenemos que predicar el Evangelio, entonces es importante que sepamos. Entonces, si Dios te dice tienes que predicar el Evangelio, entonces usted debe saber los puntos esenciales del Evangelio. Y usted puede tardar tres, cinco, siete meses hablando a una persona, enseñándole el Evangelio y lo que significa venir a Cristo. O puede ser una conversación de un minuto, dos minutos, y en esos uno o dos minutos usted puede presentar el Evangelio. El Evangelio a veces podemos tomar largo tiempo o corto tiempo, depende de lo que Dios da para presentar el Evangelio. Pero usted como cristiano tiene que saber los puntos necesarios para compartir con un qué? Incrédulo, la Palabra de Dios. Y si no lo sabe, está en desobediencia porque no puede cumplir lo que Dios ha hecho, ha dicho que nosotros hagamos. Entonces, ¿cuáles son esos puntos esenciales, cruciales que nosotros sepamos? Es tan fácil como decirle a un pecador lo siguiente, Nosotros nacemos en pecado. Durante nuestra vida aumentamos a nuestro pecado. Hemos quebrantado la ley de Dios y podemos compartir esa ley con ellos y enseñarle porque somos pecadores. No hay ninguna manera que nos podamos ayudar con Dios. En otra palabra nadie es una buena persona. Decirle al pecador que si estamos en una condición tan terrible que si Dios viene vamos a ir al infierno. Pero Dios en su gracia y misericordia hizo algo espectacular. Mandó a su Hijo que hizo uno de nosotros y vivió la vida perfecta que nosotros no podemos vivir. Él mantenió la ley, cumplió la ley para nosotros y fue a la cruz como substituto. Así que si creemos en Él, Él paga por nuestros pecados y su justicia, su cumplimiento se hace en nosotros. Podemos ser adoptados. Eso tardó no más de 30 segundos. Pero ese es el mensaje que tenemos. Ahora, si usted lo quiere alargar y añadirle unos versículos, lo puede hacer. Pero esos son los esenciales de la fe, ¿verdad que sí? Somos pecadores, no los podemos ayudar. Cristo Dios se hizo uno de nosotros. Cumplió la ley que nosotros hemos quebrantado. Fue a la cruz como sustituto. El que cree en Él, sus pecados son pagados. Y la gracia de Cristo, la justicia de Cristo, es puesta en su cuenta, puede ser adoptado. Oh pecador, ¿corre a quién? A Cristo Jesús. El Evangelio no es difícil, lo hemos estudiado anteriormente, ¿verdad que sí? Dice Pablo, el Evangelio no es difícil. Lo difícil es que la gente quiera dejar su pecado, su idea de que es una buena persona. Pero el Evangelio es fácil. Y cada uno de ustedes debe saber los puntos bien claro, tenerlos memorizados y listos para compartir. ¿Por qué? Porque vayan a todas partes del mundo y predican el Evangelio. Y si usted puede compartir esos puntos, temblando a lo mejor, yo sé que a algunos les dan nervios, las rodillas empiezan a tocarse unas a las otras, verdad, las manos empiezan a sudar, el sudor empieza a correr por la frente, la voz a veces se oye un poquito temblorosa, tenemos miedo a veces de compartir, nos da algo de preocupación, pero si podemos compartir esos puntos con una voz temblorosa, gloria a Dios. Porque ese es el que el Evangelio Dios no dice ve si no tienes miedo, ve si no te tembla la boca o los labios o tu voz, ve si no te temblan las rodillas. Él dice que vayan. ¿A quién? A todos. Si no todos vamos a predicar de un púlpito aquí y algunos te dicen gloria a Dios porque creo que me muero si me levanto en el púlpito. Gloria a Dios. No todos somos comisionados para estar tras un púlpito, yo entiendo eso. Pero todos hemos sido comisionados ¿a qué? A evangelizar. hablar con los vecinos. Y es posible que el hermano, el Señor no lo vaya a mandar a África o a Asia o Europa para predicar, pero todos hemos convencionado a hablar a las personas alrededor de nosotros. Pueden verlo, amados. Entonces, lo que quiero traerle a ustedes, que tenemos que hacerlo y que usted tiene que saber el Evangelio, memorizar el Evangelio, esos puntos esenciales para compartir. En 30 segundos como lo compartí yo, o en una hora, o dos días, como sea que el Señor le dé a usted para compartir. Pero comparta la verdad con aquellas personas alrededor de ustedes. Entonces dice Pablo, ¿Cómo van a acudir a salvación si no pueden creer porque no tienen el mensaje? El mensaje Es lo que trae la fe, y la fe trae a la que? A pedirle a Dios que lo perdone. Pero Pablo ahora va al paso anterior y dice, para escuchar, dice Pablo, se tiene que haber un predicador, un evangelista. ¿Y cómo irán sin haber quien les predique? Ese es el próximo paso hacia atrás. El alma tiene que pedirle a Dios que lo salve, pero para hacer eso tiene que creer, pero para creer tiene que tener el que? el mensaje, pero para tener el mensaje tiene que tener un mensajero, un predicador, alguien que le traiga la verdad. ¿Y cómo irán sin haber quien les predique? La respuesta a la pregunta de Pablo es que nunca jamás podrán oír a menos que alguien se lo proclame, sea por palabra, sea por tratado, sea por libro, sea por canción, pero la palabra de Dios se tiene que proclamar de un predicador. Dios ha dispuesto que la proclamación del evangelio debe venir de bocas humanas. Nadie creerá en un evangelio que nunca ha oído y sin un predicador nunca lo oirán. Considere lo siguiente en Mateo. Mateo 9, 37 al 38 dice lo siguiente. Este es incorrecto. Ahí estamos. Entonces dijo a sus discípulos la cosecha Es mucha, pero los obreros qué, pocos. Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Eso se me hace muy extraño ese versículo, no sé usted que hayan tanta cosecha, pero poco obrero, cuando todo cristiano tiene que ser un qué, obrero. Eso tiene que estar hablando de desobediencia, ¿no? Porque si todos los cristianos Estuviéramos consumido con un celo, un fervor por la evangelización, no creo que habrían pocos obradores, habría muchos obradores. Entonces, tenemos que orar al Señor, enviar obradores y como Isaías, aquí estoy yo. Lo que nos está enseñando esto, que ahí tiene que haber un predicador y que tenemos que pedir que el Señor levante predicadores y que admitir que nosotros somos esos predicadores que el Señor tiene que enviar. Lo que el Señor está ordenando, no que usted comparte el evangelio con una persona diciendo este es el evangelio, ven a mi iglesia, escucha a mi pastor. Creo que a veces pensamos que ese es el evangelio, invitar a la gente a la iglesia. Y es bueno que invitemos a la gente a la iglesia y si van a oír el evangelio cuando vengan aquí. Y no falten de invitar a la gente a la iglesia, pero primero asegúrense de hablarle de su necesidad de quien? De Cristo. Ese es el deber suyo y el mío. No pedir solo que el Señor levante obradores, pero decirle como Isaías, aquí estoy yo, Dios mándame a mí. Y después que compartas el Evangelio, invítalo a la iglesia. Gloria a Dios, para que lo oigan otra vez. Pero el deber es suyo. La ansiedad por esa alma debe ser suya. La preocupación por el estado espiritual de esa alma debe ser ¿qué? Suya. Y aquí déjenme hacerle una pregunta, ¿cuántos de ustedes, y no levanten las manos, pero cuántos de ustedes tienen que sea una persona en su vida, ustedes dicen, quieren y desean y oran al Señor que sea salva? Estoy seguro que cada uno de nosotros conocemos un incrédulo. Es completamente imposible decir, oh no hay nadie en mi vida que no tenga a Cristo. Están en nuestras propias casas, nuestros hijos, nuestra familia. No saben de Cristo. Nosotros para hacer paz no hicimos nada. Para no perder relación no hicimos nada. Para no ofender no hicimos nada. Y el mandato es vayan al mundo y prediquen a Cristo. Que se ofendan, que las relaciones terminen. Porque usted lo ama tanto a esa persona que tiene que traerle la verdad. Es algo que tenemos que considerar. Bueno, ¿qué dice Pablo? Tiene que la persona aclamar a Dios, pero para aclamar a Dios tiene que creer, pero para creer tiene que tener el mensaje, pero para tener el mensaje tiene que tener un ¿qué? predicador. Y ahora va el último paso, pero para predicar tiene que haber un oficial que envíe al predicador. ¿Y quién es ese oficial, amados? Dios. ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Enviados. Un heraldo solo puede proclamar lo que el rey lo ha enviado a proclamar. Ese es el trabajo del heraldo, ir por todo donde lo mande el rey proclamar el mensaje tal y como lo ha recibido de quien? Del rey, no le puede añadir, no le puede quitar el mensaje, tiene que dar el mensaje tal como el rey se lo dio. Usted tiene el mensaje, Cristo vino, Cristo murió, Cristo fue sustituido, no somos buenos, somos pecadores. Tenemos ese mensaje para compartir, tal como Dios nos dio a nosotros, tenemos que dar ese mismo mensaje, no le añadimos, no le quitamos, no le añadimos para hacerlo más severo, no le quitamos para hacerlo más cómodo, predicamos la verdad de Dios. Ese es el trabajo del heraldo. Ir donde lo manda el rey y decir solo las palabras de quién, del rey. Hable Él abre el libro oficial y lee exactamente lo que el Rey le dijo que leyera. Amados, esos son los que somos nosotros. Somos la persona que el Señor usa. La palabra latín para enviar, como pueden ellos ir sin que alguien los envíe, es misia. Misia. De donde proviene la palabra misión y donde proviene la palabra misionero. Enviados. Misia, eso es lo que es un misionero, es enviado. Y otra vez, no creo que el Señor va a enviar alguno de ustedes a África o a Papua New Guinea o a diferentes lugares como así, pero creo que y sé que la Gran Comisión lo manda a su círculo de influencia, amén. A aquellas personas en el colegio, en la escuela, en el trabajo, en la casa en que vaya a trabajar, con los directores, con los maestros, Con la persona en la tienda, la persona con quien usted está atrás, a casco, que le hace una pregunta y empieza a hablar con usted. Misia, enviados. Nosotros somos los misioneros, los enviados de Dios. Oh, que ese deber se apodere de nuestros corazones. A lo largo de la Escritura vemos que Dios ungió a los profetas y los envió a Israel Dios envió a sus apóstoles para hacer la obra, pero sabemos que la Gran Comisión nos envía a cada uno de nosotros hacia aquellos en nuestro círculo de influencia. En otras palabras, el verdadero emesor, embajador del predicador, el que manda al predicador es ¿quién? Dios mismo. Dios es la causa de nuestra evangelización. Nuestros versículos nos recuerdan que todo en la evangelización regresa la fuente a Dios, el que envía a sus embajadores con el evangelio de la salvación, con sus buenas nuevas. Y prácticamente, ¿qué significa todo esto para nosotros a quien envía hoy? Bueno, significa que tanto el predicador como la audiencia son responsables ante de Dios, el Rey. El predicador debe predicar con fidelidad lo que Dios le dio a predicar, nada más, nada menos. Hay de él, si no predica, lo que Dios le ha dado. Y la audiencia debe recibir el mensaje con corazones abiertos. En última instancia, toda presentación genuina del Evangelio apunta a Cristo y somos llamados a responder con fe positiva. Hay de ellos y rechazan. Amén. Hay del predicador si no predica, hay del predicador si no predica correctamente, si le añade el mensaje o le quita el mensaje, hay del predicador. del herrado que no hace su trabajo como lo debe hacer. Pero hay de la audiencia, si cuando se le predica con voz temblorosa, con manos temblando, con las rodillas tocándose una, con el sudor, con el miedo del corazón, la persona predica, pero predica lo correcto, trae el mensaje correcto y la persona lo rechaza. Hay de la persona que rechace ese evangelio. ¿Por qué? Aprendemos que cuando alguien rechaza el mensaje de un predicador, que proclama fielmente la palabra de Dios. No está rechazando al predicador, sino a Dios quien lo envió. Y este es un grave, gravísimo pecado. Amén. ¿Cuál es el temor que hay en este grupo? ¿Cuál es el temor suyo en evangelizar a los del mundo? Estoy seguro que El gran temor en nuestras vidas es el rechazo. A nadie le gusta ser rechazado. Creo que eso es algo común. No quiero perder mi hijo. Si le sigo hablando de Cristo, está tan enfadado que dice que ya no me va a hablar. No quiero perder mi relación con mi hijo, no quiero perder mi relación con mi hija, con mi nieto, con mi nieta. con mi amigo. Hemos sido amigos por tanto tiempo y él no quiero ir. Si sigo hablando se va a enojar y lo vamos a perder. Prefiero entonces que mire que estoy viviendo el Evangelio por mi vida. Esa es una excusa y no legítima para no predicar el Evangelio. Sí deben ver el Evangelio vivido en sus vidas, pero cómo van a escuchar sin un predicador. Y si no escuchan no pueden creer. Y si no pueden creer, no pueden pedirle a Dios que lo que salve. Amén. Fe viene por oír, va a decir en unos versículos, y oír por la palabra de quien? De Dios. Si, que el mundo vea en su vida que usted vive el Evangelio. Pero he oído de muchas personas decir, yo no tengo que predicar el Evangelio, solo lo tengo que vivir. Oye, tan santo, tan perfecto, tan humilde ese dicho, hasta que miramos que es tan falso. Si debemos vivir el Evangelio de tal manera que el mundo lo nota y dice wow mira el Evangelio vive en ellos, correcto. Pero nunca jamás nuestra vida pueden reemplazar el deber de abrir nuestras bocas y hablar el Evangelio de Cristo, tal y como fuimos mandados a hacer. Amén. Entonces no es que yo viva el Evangelio, es que yo viva el Evangelio y lo proclame con mi boca porque es lo que Dios manda. Amén. Aprendemos entonces que rechazar es algo muy grave. Y miramos esto en Lucas 10, 16. El que a ustedes escucha, no lo está escuchando a usted, ¿me escucha a quién? A mí. Pongan atención a este versículo, sé que lo han leído varias veces anteriormente en sus vidas, pero pónganle, mírenlo con ojos nuevos, mírenlo que dice Dios aquí, lo que dice Dios Cristo. El que a ustedes escucha, ¿me escucha a quién? a mí, no lo está escuchando usted, porque el mensaje no es suyo. ¿Es quién? Es mío, dice Cristo. ¿Usted solo es el qué? El heraldo, poniéndole atención al heraldo. que proclame el mensaje del Rey, estamos escuchando aquí en al Rey. Así que yo no me acuerdo, cuando alguien viene a Cristo y hemos tenido varias personas que han venido en el grupo y han escuchado el Evangelio y se han convertido, le puedo enumerar personas que están asistiendo el primer servicio y aún el segundo servicio que han venido en fe en Cristo, reina genuina por haber escuchado el mensaje y me han dicho es porque usted predicó, porque usted me dio la verdad que yo vine a Cristo, pero yo tengo que recordar que no fui yo. Porque el mensaje no es que, mío. El mensaje es de quien? De Dios, el que la escucha. Usted no lo está escuchando a usted, me está escuchando a mí, dice Cristo. Y al que a ustedes rechaza, no lo están rechazando a usted, me están rechazando a quien? a mí. Si podemos apoderarnos de esta verdad en nuestras mentes y corazón, la evangelización se hace mucho más fácil. Porque el miedo, el terror que tenemos es el rechazado, perder relaciones, perder amistades. Pero el que te rechaza a ti, no te está rechazando a ti. ¿Te está rechazando a quién? A Dios, a Cristo. Sí te rechaza a ti, pero ¿han oído ese refrán, matar el mensajero? Está matando al mensajero porque no le gusta el mensaje, pero el mensaje no es suyo. Realmente quiere matar a quien? A Dios. Así que rechazarlo usted no es nada. ¿Qué me importa si me rechazan a mí? ¿Quién soy yo? Una herramienta en las manos del Señor. Pero por la misma vez vienen a Cristo. No va a estar yo sacado aquí con el pecho sacado. Mira lo que yo hice. El mensaje nunca fue mío, el mensaje siempre ha sido de Dios. El que crea, gloria a Dios. El que no crea, gloria a Dios. Para algunos somos el perfume de vida que llega a vida, y para algunos somos el olor, la peste de la muerte. ¿Quién es suficiente para todas estas cosas? Dice Pablo, no yo. Así que el mensaje que salga para algunos es perfume de vida, algunos peste de muerte, gloria sea a Dios. Pero nunca, amados, yo nunca he sido rechazado, y yo nunca he sido aceptado. Porque el mensaje siempre es de ¿quién? de Cristo. O aceptan o rechazan a quien? A Cristo Jesús. Y mira lo que él dice. Y el que me rechace a mí, rechazándolo ustedes, rechazando a Cristo, y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió. ¿Quién envió a Cristo igual que nos envía a nosotros? ¿Quién es el que envía en la evangelización? Dios el Padre. Así que, rechazar al predicado rechazar a Cristo, rechazar al que envió a Cristo, rechazar al Padre. Y para esa persona, si muere en ese pecado, no hay perdón. ¿Qué vamos a perder? ¿Amistades? ¿Relaciones? ¿Pero qué importa más, su relación, su amistad aquí en la tierra o esa alma? ¿Queremos que las almas se vayan al infierno para mantener nuestras relaciones? Queremos verlas pidiéndole a Dios la salvación. ¿Cuál es el deseo de nuestras vidas? ¿Tener relaciones terrenales o tener hermanos celestiales? Es una buena pregunta para hacer. Entonces, Él dice, la fuente de toda evangelización es Dios. El que rechaza al predicador rechaza a Cristo. Así que miremos esta orden otra vez. Tienen que pedirle perdón a Dios. Pero solo pueden hacer eso si creen. Y solo pueden creer si está el Evangelio. Y solo pueden tener el Evangelio si hay un predicador. Y solo puede haber un predicador si Dios lo manda. Porque Dios es el autor de la salvación. Amén. Pueden ver la orden reversa que presenta Pablo. Y ahora él termina con esta cita del libro de Isaías que leyó nuestro querido hermano. Finalmente, Pablo cita a Isaías. Cuán hermosos son los pies. de los que anuncian el Evangelio del Bien o las Buenas Nuevas. La cita completa del Antiguo Testamento se encuentra en Isaías 52, 7 que dice lo siguiente. Que hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación y dice así, oh tu Dios reina, gloria a Dios. Miremos el contexto de Isaías 52. Nuestro hermano habló un poquito de él. Israel estaba cautivo, desesperados, miserables, sin esperanza. Su pecado lo había tirado lo más lejos de Israel posible, de la tierra. Habían perdido la tierra, el templo, el reino davídico, habían perdido todo. y ahora son cautivos, esclavos en una tierra ajena, con costumbres ajenas, con dioses ajenos, sus almas están agobiadas, los llantos por 70 años han corrido y están en un desesperamiento. Querían regresar a Israel, pero no había esperanza para ellos. De momento miran hacia las montañas, viene un hombre corriendo. Sabemos que el que corre trae ¿qué? Noticias. Usualmente de un general o de un rey. Aquí viene este hombre corriendo y viene representando al Rey Dios. Está corriendo y el corazón de ellos se cae. traerá buenas noticias, traerá que malas noticias que cuál es el mensaje pero él empieza a levantar las manos con un sonrisa traigo buenas nuevas, traigo buenas nuevas el corazón se empieza a palpatear la sangre empieza a correr las lágrimas empiezan a caer hay buenas noticias del rey nosotros no hemos sido olvidado estamos en aflicción somos cautivos somos esclavos a nuestro pecado y a una nación y viene el mensajero corriendo en esos pies con razón, que dice que hermosos son sus pies. No está hablando de los pies físicos, porque sé que algunos de nuestros pies no son tan lindos, con los callos y cosas que tenemos. Pero los pies que llevan al embajador, los pies que traen la emisoria de Dios, los pies que trae el predicador, que hermosos son, este hombre corriendo con toda su fuerza, con todo su ánimo, y viene gritando, hay buenas nuevas, hay buenas nuevas, y llega al medio del pueblo y dice, este es el mensaje de Dios que le dio nuestro hermano. El Señor se ha recordado de ustedes, el Señor perdona sus pecados, el Señor reina El Señor dice que ustedes regresarán a casa a Israel. Amén. ¡Qué llanto! ¡Qué alegría! ¡Qué agradecimiento! ¡Qué emoción! ¿Pueden? ¿La sienten un poco? Dios nos ha olvidado de los pecadores, Israel. Dios perdonará sus pecados. Dios los regresará a casa. Un ejemplo de que? De la salvación. Un vistazo de Cristo que trae las buenas nuevas como dijo nuestro hermano. Que lindos son los pies de ese hombre. Que corrió con todo su ánimo, todo su esfuerzo, toda su fuerza para traer el mensaje. Día y noche traspasó tierra y subió montes dice y corrió por piedras y corrió con todo, sin comer y todo para traer que? el mensaje del perdón de Dios a un pueblo descarriado. Y Pablo mira ese ejemplo en Isaías y dice es igual que nosotros, nosotros tenemos hermosos pies, nosotros podemos venir y traer el mensaje que lindo que hermosos son los pies de aquello que trae las buenas nuevas él dice el evangelio de dios el que proclama quien a cristo jesús que perdona pecado y que promete traerte para atrás a casa que cosa más linda pablo mira esa y así dice lo que dios hizo con israel lo que dios promete que hará en cristo lo ha cumplido y ahora nosotros somos los que corren y traemos el mensaje con entusiasmo, con nuestras fuerzas, con determinación, con motivación, con deseo, con alegría. Hay esperanza para ustedes que están en el pecado. Dios ha mandado a Cristo Jesús. El que cree en Él, sus pecados serán perdonados y un día regresará a su nuevo hogar, a la casa, a estar en presencia con Dios. Este pasaje describe el gozo de los exiliados al recibir la noticia de su próxima liberación del cautivario. Esta noticia fue extraordinaria para ellos, ya que significaba que podían regresar a su tierra natal, lo que indicaba que el favor de Dios aún estaba sobre ellos. Dios no se ha olvidado de nosotros. Les recordaba que no eran los poderes terrenales que traen esta libertad, sino el Dios que gobierna sobre el universo había abierto las puertas para ellos. ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio! Al acercarse los mensajeros sobre las montañas con sus buenas noticias, sus pies debían estar polvorientos, sudorosos, malolientes y sucios. Imagínense correrle en sandalias pobre tierra y polvo y zacate y las cosas de los animales y esos pies no eran lindos y no olían buenos, pero qué hermosos son los pies de los que corren con las buenas noticias. Qué hermosos eran esos pies. Eran los pies de quien traían la tan esperada y maravillosa noticia de la libertad y la esperanza, la libertad del pecado y la esperanza de una nueva vida. Amado, nosotros somos igualmente heraldos del Gran Rey. Traemos sus buenas nuevas de liberación por medio de Jesucristo. Nada es más hermoso que los pies suyos y los pies míos de los embajadores de Cristo que corren con todo fervor para proclamar el Evangelio de la salvación. Miren sus pies y vean que lindos son si proclamamos el Evangelio, si corremos a todas partes de nuestras vidas con esta verdad, con este tesoro que tenemos. Si hablamos de Cristo con mi hermana, con mi hermano, con los perdidos en mi vida, con la tía, con el tío, con la persona que dice ya no quiero ir más de Cristo, pero no puedo evitar hablar de él. Qué hermosos son los pies. Y si me rechazan, no están rechazando a mí, rechazan a aquel que me envió. Y debe de sentirme terrible porque me rechazaron, me siento más terrible que rechazen al Rey. Segunda de Corintios enseña algo de correr con entusiasmo, con dedicación, con motivación, con amor. Mire lo que dice Pablo de él mismo. Por tanto, somos embajadores de Cristo. ¿Qué somos? Embajadores. ¿Qué significa embajadores? El mensaje no es que nuestro traemos la noticia de otro, el que nos envió. Un embajador es que enviado con un mensaje a una nación extraña acerca de esta otra nación que lo envía. Somos embajadores de Cristo. Como si Dios rogara por medio de nosotros. Como que si fuera auténticamente Dios hablando, no nosotros. El mensaje no es de nosotros, es de quien? De Él. Él está hablando por medio de nosotros. ¿Cuál es el mensaje? En nombre de Cristo yo Pablo y los que están conmigo les rogamos con toda auténtica amor les rogamos reconcílense con Cristo antes que sea muy tarde reconcílense con Dios Y mire como él empieza a presentar el Evangelio. Al que no conoció pecado, él era perfecto, lo hizo pecado por nosotros, sustitutó para que fuéramos hechos, si creemos en él, justicia de Dios. Ahí está. Pueden ver en el Evangelio. Pablo dice te ruego, soy embajador enviado por Cristo, él mismo está hablando tras mí, este no es mi mensaje es de él. Y cuál es el mensaje? Te ruego que vengas a Cristo, que vengas a Dios, vengas a Dios por medio de Cristo que vino, vivió la vida perfecta, murió por usted y si usted cree tu pecado son perdonados, él los carga la cruz. Este es el Evangelio. Pablo creía en el Evangelio, como sabemos se dedicó toda su vida a él. Así que, amados, ¿qué tipo de embajador es usted? ¿Qué tipo de evangelista es usted? ¿Cómo están sus pies? ¿Son lindos porque usted los usa para correr y hablar del Evangelio? ¿Están feos porque nunca se usan para las cosas de Dios? He tratado con toda mi energía y todo mi amor y cariño por ustedes, como pastor y hermano, de presentarle una verdad. Creo que en la Iglesia moderna no tenemos preocupación por las almas perdidas. El Evangelio, el Evangelio, oh, hablé con esta persona casi 3, 4, 5, 6, 7 meses atrás y eso es suficiente. O tenemos tanto temor de perder relación o personas en nuestra vida que amamos que preferemos vivir en paz y no decir nada. No queremos ofender. Ellos tienen su creencia, nosotros la de nosotros. Oraremos en silencio por ello. Que el Señor reprenda tal actitud de nosotros. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí. Eso elimina cualquier otra cosa. Es que yo no sé. Vaya usted al mundo y predique. Es que no sé el Evangelio. Treinta segundos le enseñé los esenciales del Evangelio. No hay excusa para nosotros no amar a las almas perdidas. Que el Señor le dé un nuevo fervor a cada uno de ustedes para el Evangelio de Cristo. Amén. Padre, te damos gracias. Queremos ir en obediencia al mandato de predicar las buenas nuevas. Queremos ser heraldos del Rey porque es un gran privilegio. Y queremos ser los medios de la gracia por lo cual tú traes tus elegidos a casa. Así que no podemos orar como Isaías, aquí estoy, envíame a mí, ya somos enviados. Podemos decir, aquí estoy, úsame a mí hoy. En las vidas de aquellas personas que amo, los vecinos, en el trabajo, en las tiendas, para hablar del Cristo. Para hablar las nuevas nuevas de un Dios que liberta del pecado. y nos promete un nuevo hogar. Pedimos, Dios, que esto se haga realidad en nuestras vidas, en el nombre de Jesús y para Tu gloria. Amén.
Dios, la causa de la evangelización
Series La Gracia Salvador de Dios
Nuestro sermón enseña sobre el mandato y la importancia de la evangelización. Nos alientan los hermosos pies de quienes traen el Evangelio de Jesucristo.
Sermon ID | 1027242117157087 |
Duration | 52:55 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Romans 10:14-15 |
Language | Spanish |
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