
00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Para comenzar hermanos quiero invitarles para que vayamos al Evangelio de Lucas capítulo 13. Evangelio según San Lucas capítulo 13. Y vamos a leer desde los versículos 10 al versículo 17. Permítame leer desde la versión Reina Valera. Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo y había allí una mujer que desde hacía 18 años tenía espíritu de enfermedad y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo, mujer, eres libre de tu enfermedad. y puso las manos sobre ella, y ella se enderezó luego y glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente, seis días hay en que se debe trabajar, en estos pues, venid itse sanados y no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo, Hipócrita, ¿cada uno de vosotros no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? ¿Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al decir estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios. pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él. Amén. Nuestro Dios y Padre Celestial, te damos gracias por tu bendita palabra, Señor. Gracias, Señor, por Cristo, nuestro gran y poderoso Salvador. Gracias por su obra, por nosotros, viniendo de las cortes celestiales a este mundo caído, Señor, para representarnos, para ser como nosotros, Él, el Dios Hijo hecho hombre, sin pecado, para redimir y salvar a criaturas perdidas como estábamos nosotros y como aún hay, Señor, por salvar, según Tu plan y Tu propósito eterno en Cristo. Y aquí estamos, Señor. Permítenos a través de este milagro ver la hermosura, la gloria, la gracia, la misericordia de Cristo para nosotros en la salvación de pecadores. Y al mismo tiempo, Señor, anímanos para que en gratitud nosotros podamos servirte con gozo, con amor, devoción y entrega, Señor. Te lo pedimos en Cristo. Amén. Hace algún tiempo escuché a alguien decir que debía predicar el evangelio porque el pecador lo necesita y al santo le encanta escucharlo. Y cuando vemos el apóstol Pablo, a veces el creyente piensa, se imagina que él no necesita el evangelio porque ya es creyente. Pero si nos detenemos a pensar un poco en lo que el apóstol Pablo dice a la iglesia de Roma, En su primer capítulo, versículo 15, Pablo dice, en cuanto a mí estoy pronto a ir a vosotros para predicarles también del evangelio. Y es interesante porque Pablo está escribiendo una iglesia de Cristo y él dice, estoy presto, estoy preparado para ir a predicarles el evangelio que ustedes, ellos obviamente ya conocían. Así pues, ya sea usted un creyente o permanezca aún en su incredulidad, este mensaje es para usted y es para mí hoy, para que reflexionemos en la obra de Cristo a nuestro favor. Y mi tema en esta oportunidad es las limitaciones de un alma o, de otra manera, las limitaciones de la vida sin Dios. Y lo intentaremos ver a través de esta la sanidad de esta mujer encorvada. Este es un milagro que nuestro Señor Jesús realizó y que solo Lucas lo menciona. Y en este milagro se nos describe la maravillosa sanidad que Cristo hizo a una mujer encorvada, la cual fue desde luego un acto de compasión y de misericordia del Señor y una demostración asombrosa de su poder divino. Sin embargo, hermanos, también fue una ilustración de la admirable liberación de la esclavitud espiritual que Cristo puede hacer en cualquier persona. Y traigo una pregunta para nosotros, o mejor dos. ¿Hablan de la salvación las parábolas y los milagros del Señor o son principalmente mensajes morales y éticos? ¿Presentan todas las parábolas y los milagros que Cristo hizo en alguna forma al mensaje del Evangelio o nos dan primordialmente mensajes morales? Bueno, hay muchos que afirman que es especialmente lo último. Pero debemos saber, y yo sé que ustedes lo saben, que los milagros del Señor no fueron simples milagros para mostrarnos solamente que Él puede sanarlos hoy de nuestras enfermedades. Hay quienes se apoyan simplemente y afirman estas cosas de manera muy limitada. Por supuesto, ninguno de nosotros duda del poder de nuestro gran Dios para sanar. cómo y cuándo él lo desea hacer en respuesta a las oraciones de su amado pueblo. Y él lo ha hecho entre nosotros, yo sé. Él ha sanado a muchos conforme a su propósito y en respuesta a esas oraciones de su amada iglesia, él ha venido con sanidad, con liberación. Pero debemos saber que los milagros de Cristo, hermanos, en la Biblia implican algo mucho más profundo. Son una ilustración, una analogía Cada curación y milagro de sanidad que el Señor hizo, el dar vista a los ciegos, el sanar a los leprosos, el levantar a los paralíticos, etc., etc., nos muestran y apuntan a lo que Cristo hace por las almas internamente. Es una ilustración de la conversión de un alma a Dios, de la curación del espíritu, de la salvación de nuestras almas. Y así es en este caso aquí también. Y brevemente, es importante que demostremos esto que estoy diciendo mediante las escrituras, que los milagros del Señor Y también las parábolas, aunque no mencionaré nada de ellas en esta ocasión, son ilustraciones de la gracia siendo ejercida, proveyendo a los predicadores de numerosos y poderosos argumentos para llegar a toda clase de gente perdida y con distintas circunstancias. Los milagros de Cristo son sermones en acción, podríamos afirmar, diseñados para mostrar cómo trata el Señor con la gente espiritualmente enferma y moribunda. Podemos mencionar muchas referencias, pero déjeme citar solo dos. Y la primera, ustedes la saben muy bien, si quieren ir conmigo por un instante, al Evangelio según San Juan, capítulo 20, versículo 30 al 31, Cuando el apóstol Juan, describiendo los milagros de Cristo como señales que significaban o ilustraban algo también, apuntaban a algo. Ese es el punto. Dice Juan 20, versículos 30 y 31. Y muchas otras señales o muchos otros milagros hizo también Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro, pero estas se han escrito, estas señales, estos milagros, dice Juan, se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, y para que al creer tengáis vida en su nombre. Así que nos damos cuenta que apuntaban los milagros de Cristo las señales a la Deidad de Cristo porque nos dice que para que creáis que Jesús es el Cristo. Pero claramente es algo más también porque son muy elaborados y precisos los milagros y están investidos con palabras explicativas como fe, O creer, dice, y para que al creer fe tengáis vida, salvación, tener vida en su nombre. El segundo pasaje que quiero traer en esta oportunidad es Lucas capítulo 5, versículo 18 al 26, que es el caso muy conocido de la sanación del paralítico que fue bajado por cuatro amigos por el tejado de una casa. Y el Señor le dijo a este hombre que estaba tendido en esta camilla. Hombre, tus pecados te son perdonados. Versículo 18 al 26. Usted encuentra allí toda la historia. Todo el relato del milagro del Señor. Hombre, tus pecados te son perdonados. Fue lo primero que hizo Cristo con este hombre que descendió por el techo o que fue descendido por el techo por sus cuatro amigos. Y los escribas y los fariseos se enojaron mucho ante su supuesta blasfemia. Pero el Salvador procedió a preguntarles, ¿qué es más fácil decir? ¿Tus pecados te son perdonados? O decir, levántate y anda. Relacionando así la sanación física con la espiritual e inmediatamente pronunció las palabras pues para que sepáis que el hijo del hombre versículo 24 tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados dijo al paralítico que ya le había dicho tus pecados te son perdonados le dice al paralítico A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y al instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que había estado acostado y se fue a su casa glorificando a Dios. Es indudable evitar ver, hermanos, que el Señor a veces mezcla un milagro de sanación con un mensaje de salvación. Y esto es lo que vemos aquí con esta mujer. El Señor proveyó así una interpretación virtual del milagro que la sanación física ilustraba una nueva vida espiritual a través del perdón y de su gracia. Entonces los milagros del Señor por lo general contienen una aplicación personal para las almas perdidas e ilustran los temas de la gracia y la salvación y sus milagros tienen la intención de mostrar la obra de la sanación espiritual que es mucho mayor. Diríamos que estas son las mayores obras que Cristo dijo que sus discípulos harían en su nombre. Y esto es lo que ocurre aquí con la sanidad de esta mujer encorvada. Es una comparación de lo que Cristo puede hacer con almas que están limitadas y encorvadas por el pecado. Tenemos que verlo de esta forma, hermanos. Y tenemos que derivar lecciones con esto en mente. Aquí se muestran las cosas que nos limitan en la vida. las limitaciones de una vida sin Dios, las cuales sólo el Salvador puede quitar. Entonces, es un cuadro hermoso de la compasión del Señor Jesucristo para liberar a las almas en necesidad de perdón y paz con Dios. Y el día que este Miguelaro ocurrió fue un día de reposo. En el Antiguo Testamento, ustedes saben, y hasta que el Señor cambiara el orden de las cosas, después de su primera venida era el sábado. Y el lugar donde ocurrió este milagro fue una sinagoga, volviendo a Lucas capítulo 13. Un lugar donde el pueblo judío se reunía para aprender las escrituras. Usted sabe que las sinagogas se originaron después del cautiverio de Babilonia y de la destrucción del templo de Jerusalén. En el año 586, como no tenían templo, las sinagogas se fueron originando, se fueron estableciendo para tener ese espacio de adoración a Dios. Las sinagogas sirvieron como lugares de culto e instrucción. Y como vemos en diferentes partes de los evangelios, el Señor Jesús a menudo enseñaba a las sinagogas y los apóstoles también. Y Él estaba enseñando la palabra de Dios allí. Y entre todos los presentes aquel día había una mujer con una enfermedad humanamente incurable. Y se nos dice que esta mujer estaba presente en la sinagoga un día de reposo. Así que pareciera que esta mujer tenía un cierto amor por Dios o por lo menos un deseo por Dios de buscarle. Y seguro el Señor la había movido a ir hasta allí. A pesar de su condición física, ella estaba en la sinagoga el día sábado, el día de la adoración a Dios en la antigua dispensación. Y aquí quizás podemos tener una lección para nosotros. En palabras de Yisrael, la enfermedad no le sirvió a esta mujer de pretexto para ausentarse de la casa de Dios, a pesar de sus sufrimientos concurría al lugar donde la palabra y el día del Señor eran venerados y donde el pueblo de Dios acostumbraba a reunirse. y por supuesto que ella fue bendecida grandemente por el Señor. Acudió a la sinagoga oprimida de tristeza y regresó a su casa llena de gozo. Y Matthew Henry añade a esto, aún las enfermedades corporales, a menos que sean muy graves, no deben impedirnos de ir al culto público de adoración los días de reposo, porque Dios puede ayudarnos más allá de nuestra expectativa. Y se nos dice que esta mujer en ninguna manera podía enderezarse. Y que su encorvadura, hermanos, era tal que el término que usa Lucas en el griego es como si su pecho y sus piernas estuvieran casi juntas. No es una pequeña joroba como la que yo puedo tener, por ejemplo, o cualquiera de nosotros. Es como si su pecho y sus piernas estuvieran casi juntas, casi pegadas, agachadas completamente, lo cual describe la condición terrible en la cual esta mujer se encontraba. Su enfermedad debía haber sido muy dolorosa para esta mujer, como ocurre generalmente con las afecciones a la columna vertebral. Así que con esto en mente, permítame considerar rápidamente tres verdades que vemos en nuestro pasaje y que hablan a nosotros y de nosotros. La primera, hermanos y amigos, es la condición de la mujer, la cual describe la condición espiritual del hombre. Versículo 11. Y había allí una mujer que desde hacía 18 años tenía espíritu de enfermedad y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. Se nos dice que ella estaba afligida por un espíritu de enfermedad y que tal vez tenía posesión demoníaca. Versículo 16, dice algo más, y esta hija de Abraham, que Satanás había atado 18 años, no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo. El versículo 16 la describe como atada por Satanás, y quizás lo que esas palabras significan, ya que el Señor no hace nada para tratar con una posesión de demonio, en el caso de esta mujer, es que quizás Satanás había tomado ventaja de la condición física de esta mujer tan deplorable, y la atormentó, y en su mente le añadió mucha miseria, sin poder saber cómo ser libre, y estaba sin ninguna esperanza de alivio. Pero sin importar lo que fuera, esta mujer estaba en una condición terrible, y así había estado durante 18 años. Esta mujer tenía una enfermedad que ciertamente la hizo sufrir mucho y que le causó muchos impedimentos. Luca nos dice que no podía hacer nada para enderezarse y mantenerse erguida. Y muy probablemente, tal como hacemos nosotros cuando enfermamos, ella intentó muchas veces aliviar su condición de muchas maneras, Y tal vez intentó muchos remedios que otras personas le sugirieron, pero no había nada disponible para aliviar a esta mujer. Parecía entonces una condición permanente. Es increíble. Llevaba sufriendo 18 años. Apenas podía caminar hasta la sinagoga y no había nada ni nadie que pudiera ayudarla. Pero había uno que sí podía, el Señor Jesús. Aunque ella no podía en modo alguno levantarse, Cristo podía levantarle, capacitarla para levantarse por sí misma. Y él sana por su palabra, versículo 12, cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo, Mujer, eres libre de tu enfermedad. La que había estado torcida fue inmediatamente enderezada, imagínese usted ese cuadro. Y se cumplió la escritura del Salmo 146, 8. El Señor abre los ojos a los ciegos. El Señor levanta o endereza a los caídos. Y la palabra que también se puede usar allí a los encorvados. Y Luca nos dice entonces que inmediatamente fue diferente. Versículo 13. Y puso las manos sobre ella y ella se enderezó luego y glorificaba a Dios. Y esto, hermanos y amigos, nos habla del estado lamentable del hombre sin Dios. Si no somos creyentes en Cristo, la condición de esta mujer es una ilustración del horrible estado espiritual en el que nos encontramos antes de conocer al Salvador y ser salvos por él. Y si ya somos creyentes, hermanos amados, cuán agradecidos deberíamos estar con el Señor, nuestro gran Libertador, quien nos encontró en un estado similar espiritualmente, Y como aquella mujer nos libró y nos hizo sus hijos y nos hizo diferentes para su honor y gloria. Sin poder hacer nada por nosotros mismos espiritualmente y que nadie más pudiera ayudarnos pero él lo hizo para su honor y gloria. Entonces este es el razonamiento subyacente que se nos presenta en este gran milagro. Nuestro estado inconverso. de incredulidad, es descrito aquí como atado, ilimitado, como algo de lo que debemos ser liberados. Sin embargo, las personas en general tienen la tendencia a pensar de otra manera. ¿Cómo piensa un hombre, una mujer sin Dios? Oh no, son los religiosos los que están limitados, porque tienen muchas reglas que obedecer, muchas cosas que no se les permiten hacer. Yo no soy religioso, dicen muchos. Entonces soy libre. Puedo hacer y comportarme como me plazca. Si tan solo pudiera librarme de la idea de Dios en mi mente, que es lo único que me molesta, porque Dios ha dejado un testigo en cada uno de nosotros, la conciencia. Sería completamente libre, dicen muchos. ¿Acaso no pensábamos de esta manera antes de conocer al Señor? Y es la manera como algunos siguen pensando hoy. Pero el Señor nos dice con ternura, no amigos míos, es cuando nos alejamos de esta idea falsa de libertad, de incredulidad en Dios y de esta resistencia a su palabra, de este ateísmo teórico o práctico, cuando seremos verdaderamente libres. Porque sin Él estás atado. Y este era el caso de esta mujer. Recuerda las palabras de nuestro Señor que advirtió, todo el que comete pecado, esclavo es del pecado, esclavos de malos deseos, de pensamientos impuros, del orgullo y la arrogancia, esclavos del mundo, de los deseos de nuestra carne, etcétera, etcétera. Pero si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Y por favor, Pensemos por un momento en las cosas que esta mujer no podía hacer. Las limitaciones que quizás ella tenía y las cosas que no podía disfrutar, ni lograr tampoco. Por ejemplo, ella no podía caminar erguida, por supuesto. Para esta mujer todo se veía mal. Póngase usted en este cuadro, totalmente encorvado, mirando todo el tiempo para el suelo. Todo se veía mal. No tenía perspectiva. Ella miraba solo para abajo y no podía levantar su cabeza, no podía mirar para arriba, ni podía distinguir bien las cosas. Su visión estaba limitada severamente. No podía seguramente tener hijos. Y si los tuviera, no podía disfrutarlos con normalidad. Quizás estaba limitada en las cosas que podía comer. y disfrutar, quizás no podría tener un buen descanso, un buen dormir, estaría fatigada todo el tiempo. Y podríamos añadir Descripción tras descripción del estado miserable de esta mujer. Y entonces de la misma manera, piensa en las limitaciones de nosotros si es que nunca hemos venido a Cristo o creído en Él. No tienes vida espiritual en ti. Por ejemplo, eres solamente un ser físico, nada más. Tu alma no está funcionando en el sentido más importante de la vida para con Dios, tu Creador. Tú no puedes orar, tal vez dices de vez en cuando unas cuantas palabras, cuando te desesperas y tienes grandes problemas, pero en realidad no puedes orar a Dios de la manera que Él puede recibir tus oraciones, ni puedes orar a Dios ni estar seguro de que Él está escuchando y respondiendo a tus oraciones. No estás vivo espiritualmente. no estás cumpliendo el propósito para el cual fuiste creado, creada por Dios. Y aunque tú evites hacer cosas malas, como el matar a alguien, o hacer cosas extremas como esas, pues gracias a Dios todavía queda alguna habilidad o algún destello de la imagen de Dios en nosotros. Tú sabes que estás limitado y atado. Tú no puedes dejar de pecar por ti mismo. No puedes dejar de ser celoso o celosa, por ejemplo, que acerca del orgullo en tu corazón, del mal temperamento, de tu ira, del egoísmo, la envidia, la avaricia, el amor por las cosas de este mundo, la incredulidad a la palabra de Dios. Y estas cosas están en nosotros y dentro de nuestro ser y nos dominan. Así que moralmente y espiritualmente hablando eres limitado debido a que tú estás espiritualmente deformado como esta pobre mujer que estaba encorvada. Entonces, esta mujer no se podía curar a sí misma, ni tampoco a nosotros. Necesitamos la intervención de Cristo, necesitamos que lo haga, y esto nos lleva a nuestra segunda verdad, la compasión y el poder de Cristo para salvar al pecador, versículo 12. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo, mujer, eres libre de tu enfermedad. Y noten que el Señor la llama y le dice ven y esto amigos ilustra lo que es la conversión. Él nos llama a cada uno de nosotros y nos dice venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Cristo en su Evangelio llama e invita a quienes sufren enfermedades espirituales a venir a él para ser sanados. Y si nos llama, sin duda nos ayudará cuando vayamos a él. Y este es el llamado que Cristo hace a nosotros. Y amigo, jóvenes, niños, Si tú empiezas a darte cuenta que tú eres un pecador que has ofendido al Dios único y verdadero que es santo y que tú estás bajo la condenación de Dios por tus pecados y tú comienzas a estar preocupado de esto y comienzas a ver tu necesidad del Señor Jesús y empiezas a reconocer con sinceridad en tu corazón estas cosas Entonces Cristo dice, ven a mí y yo te daré paz y te libraré. Si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Así como él llamó a la mujer y ella vino y fue libre. Lo cual nos habla de nuestro deber para con Dios arrepentirnos y creer en el evangelio. Ella ejerció fe al llamado de Cristo. Ella respondió a su llamado y vino a él. Y eso es tan necesario. Ella vino a él porque confió en él, lo cual nos habla de un aspecto importante de la conversión, la fe, a saber, confiar y creer en el Salvador, arrojarse a los brazos del Salvador por la fe para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Y luego el Señor Jesucristo anunció su liberación y le dice, mujer, tú estás libre de tu enfermedad. Es una palabra maravillosa. ¿No les parece que es una palabra hermosa? Y es así con nosotros. Venimos a Jesucristo por la fe. Creemos que Él sufrió y murió en la cruz del Calvario. Que Él soportó el castigo de los pecados que los pecadores merecían y que creerían en Él. Y estoy seguro que tú entiendes esto. Que Dios no puede perdonar tus pecados así nada más. Él no va a barrer tus pecados debajo de la alfombra como pueden hacer algunos con la basura de su casa. Dios es perfecto, Dios es santo y no puede obviar tu pecado. Pero en su bondad maravillosa, la segunda persona de la Santa Trinidad, Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo y se hizo hombre, aunque sin pecado, para voluntariamente permitir que fuera colgado en la cruz del Calvario, desde donde él diría a su padre, padre castígame a mí en lugar de a ellos. En lugar de aquellos redimidos que serían salvados a lo largo de la historia del mundo, Él tomaría el castigo. Y le diría al Padre invisiblemente, castígame y yo lo voy a soportar por los que me diste. Y es así como Dios nos perdona. Jesucristo soportó el castigo. Y si tú vienes a Cristo creyendo en Él, Y tú escuchas su llamado, ven a mí, entonces corre y dile Señor vengo, perdona mi pecado, dame vida. Dame vida Señor, restáurame y Él lo va a hacer. El que a mí viene, yo no le echo fuera dice Cristo. Y lo hará si tú eres una persona sincera y si tú realmente se lo pides con todo tu corazón. Él te va a escuchar, te va a restaurar y te va a dar una nueva vida. Él te va a escuchar, Él nos dice y me buscaréis y me hallaréis porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y saben, hermanos y amigos, la restauración y la curación de esta mujer es una ilustración para nosotros. Ahora ella se pudo enderezar y andar erguida. Ella estuvo 18 años inhabilitada, encorvada. Y te pregunto, ¿cuántos años tú has estado sin ser salvo, sin ser salva? ¿Diez años? 15, 20 años, 30, 40, tienes 60 años sin ser salvo, 70, vienes a esta iglesia hace cuánto tiempo, pero como aquella mujer sigues aún atado a tu pecado sin Dios, sin arrepentimiento y sin fe en Cristo, la vida ha sido una pérdida, una vida de incredulidad en contra de Dios. Pero cuando vienes a Él por la fe y con arrepentimiento sincero, tú eres transformado por el poder de Cristo, sin importar cuánto tiempo hayas estado en tu necedad y vida sin Dios. Esta mujer estuvo 18 años en esta condición, pero el Señor la transformó en un instante. Tu alma deformada es hecha nueva. No podríamos hacer esto por nosotros mismos. Los sacerdotes del templo o de la sinagoga no pudieron hacerlo con esta mujer. Ni los médicos, ni los familiares, ni sus vecinos, ni sus mejores amigos pudieron ayudarle. Y nadie puede hacerlo hoy contigo, solo Cristo puede si tú te lo pides, si tú se lo pides de todo corazón. Amigos, los actos ceremoniales no pueden hacerlo. No te pueden salvar. Esta mujer, nos dice un antiguo predicador, esta mujer no recibió ningún bien por el mero hecho de ir a la sinagoga, iba allí doblada en dos y regresaba doblada en dos a su casa, por más que había ido durante aquellos 18 años, como me atrevería a decir que lo hizo, no pudo enderezarse en ese largo tiempo. Las buenas obras no te pueden salvar. Ningún acto ceremonial, porque estas cosas no pueden lograr nada de valor para tu eternidad. Ningún doctor puede curar tu alma. Ningún profesor de escuela, ningún psicólogo, ningún psiquiatra, ni darte vida eterna, ninguna facultad de universidad puede hacerlo. Sólo Cristo. Esta pobre mujer no fue sanada sino hasta que se encontró con el Señor Jesucristo. Sólo Cristo, a través de lo que Él hizo en la cruz del Calvario, al soportar el castigo de sus pecados, de tus pecados, si crees en Él y le confiesas tus pecados y le entregas tu vida a Él para amarle y servirle de ahora en adelante. Y usted puede ver que ahora esta pobre mujer, cuando ella fue curada, ella tuvo un nuevo propósito y un nuevo futuro. una nueva perspectiva de la vida y una nueva felicidad. Y fue tan feliz que ella tenía una nueva hermosura ahora. Ella en sí misma se veía mejor, reluciente, pues ya no estaba deformada ni encorvada con su espalda y sus piernas casi juntas. Ya su rostro no estaba más con dolor. Ella y los otros podían ver algo distinto en esta mujer, diferente. Y ahora ella podía alabar a Dios con libertad. Y esto, amigos, nos habla de la tercera verdad que vemos en nuestro pasaje. Los resultados de la conversión, versículo 13. Y ella se enderezó luego y glorificaba a Dios. Y es lo mismo con nosotros cuando Cristo nos salva. Tenemos un nuevo entendimiento, hermanos y hermanas. ¿No es así? Cristo ha venido, dice el apóstol Juan, y nos ha dado entendimiento. Tenemos un nuevo entendimiento de Dios, por supuesto. de su palabra, de sus propósitos, de su obra, de su reino cuando Cristo nos salva. Pero también tenemos un nuevo entendimiento de nosotros mismos, de la vida también. Tenemos un nuevo corazón, con una nueva naturaleza, una nueva vida espiritual, una unión con Dios por medio de su Hijo Jesucristo. Recibimos el amor de Cristo en nosotros. Tenemos un amigo celestial que oye nuestras oraciones ahora sí. Y un guía seguro en la vida, como esta mañana nos explicaba el pastor Ariel. Fíjate de Jehová, él te guía en la vida, nos da dirección en la vida. Un futuro prometedor y eterno con el Señor Jesucristo. Una nueva perspectiva, una nueva forma de ver las cosas, un nuevo poder sobre nuestros pecados también incluso. Aunque pecarás aún, pero el pecado pierde mucho de su poder sobre tu alma y el pecado se vuelve tu enemigo. Y en vez de tu amigo ya tú lo aborreces y empiezas a caminar en santidad con la ayuda y el poder de Cristo. Y Dios te da el poder de resistir el pecado y al mundo y nos da nuevas metas cuando creemos en Jesucristo. Y Él puede hacer que miremos al cielo y contemplemos el reino de Dios con esperanza. y que ahora podamos buscar con anhelo las cosas de arriba y no las de la tierra. Nada es demasiado difícil para el Señor. Te pregunto, ¿tú pagaste por esto? Por supuesto que no. Ni podrás hacerlo. No hay precio que se pueda poner a la curación como esta. Ni tampoco nosotros podemos pagar al Señor por nuestra conversión, por nuestro perdón. ¿Entiendes la gracia? Tienes que entenderlo, que esto es hecho por gracia, es decir, sin precio de nuestra parte. Pero Él, Cristo, pagó el precio. Para nosotros es gratuito, para Él no. Él pagó. El castigo de nuestra paz fue sobre Él y por sus llagas fuimos nosotros curados. Este es un llamado a cada uno de nosotros. ¿Cuánto le necesitamos a Él? Sin Cristo tú perecerás eternamente. Sin Él tú sufrirás eternamente. Sin Él tú estarás sin consuelo real en la vida. Sin Él, sin importar cuántas cosas poseas de este mundo, o cuán buena gente seas, cuán simpático o simpática seas, cuán joven seas, pero espiritualmente eres un ser deformado. Tú no eres lo que se intencionó que fueras, por lo cual se te creó. Así que reflexiona en estas cosas, ven a Cristo por la fe, ámale, depende de Él, búscale, entrégate a Él y Él tratará contigo como lo hizo con esta mujer hace tantos años atrás. Ella vino a la sinagoga enferma y oprimida de tristeza y regresó a su hogar libre y llena de júbilo y alabando al Señor, y tú puedes recibir hoy la misma bendición en tu alma. Y si ya somos creyentes, amados hermanos, si ya hemos sido enderezados por el poder de Cristo, Mira de dónde te ha sacado el Señor y cuántas cosas maravillosas Él ha hecho contigo de pura gracia y que esto nos mueva a alabarle y a servirle con todo nuestro corazón por tan grande obra de gracia que Él ha obrado en cada uno de nosotros y por habernos hecho libres para amarle y servirle todos los días de nuestra vida. Y quiero terminar con un pasaje de Lucas capítulo 1 Versículos 73 y 75. Lucas 1, capítulo 1, versículo 73. En la profecía de Zacarías, hablando de Cristo, versículo 73, del juramento que hizo a nuestros padres. Vamos a leer el 68. Bendito el Señor Dios de Israel que ha visitado y redimido a su pueblo y nos levantó un poderoso salvador en la casa de David su siervo. Reciclo. 71, salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecieron para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo pacto del juramento que hizo Abraham, nuestro padre, que nos había de conceder que librados de nuestros enemigos, como esta mujer, sin temor les serviríamos en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días. Cantábamos hace un instante en el himno 18, nadie merece cual Jesucristo nuestra alabanza y nuestro amor. Esta mujer nos dice Lucas, y puso las manos sobre ella y ella se enderezó. y luego glorificaba a Dios los resultados, los efectos de la salvación en nuestros corazones que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Que el Señor nos permita reflexionar en este milagro y en la obra de Cristo por nosotros a nuestro favor. Oh, nuestro Padre Celestial, te damos gracias por Cristo, ese poderoso Salvador. Sólo Él pudo hacer, Señor, y le adoramos porque sólo él pudo hacer lo que nadie más podía. Bendito sea tu nombre, Señor. Danos un corazón agradecido, Señor. Conscientes de nuestra deuda de gratitud, Señor. Nuestra deuda de amor que tenemos por ti, por la obra tuya a nuestro favor. Y que librados, como dice Y como leíamos hace un instante en este pasaje de Lucas, librados de nuestros pecados, sin temor te sirvamos todos los días de nuestra vida, Señor. Bendice a tu pueblo, bendice esta amada iglesia tuya, Señor. y rogamos por aquellos que aún, como esta mujer, se encuentran espiritualmente en este estado. Señor, ven sobre ellos. Trae luz, trae salvación, trae liberación, Señor. Mujer, eres libre de tu enfermedad. Ven, Señor, con poder, conforme a tu gran misericordia y tu buen propósito con cada uno de nosotros aquí. Nuestros hijos, Señor. Mira, Señor, Oramos por ellos para que sus ojos sean abiertos a la luz del evangelio. Oramos, Señor, y ayúdanos, Señor, como el pastor ha venido a lo largo del día exponiendo. Ayúdanos, Señor, a ser un pueblo que comparte las buenas nuevas, las buenas nuevas de salvación a través de las cuales tú traes, Señor, salvación a los perdidos. Oramos. Por estas cosas, en el nombre de Cristo nuestro Señor. Amén.
Las limitaciones de la vida sin Dios
Sermon ID | 1023241538314636 |
Duration | 43:37 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Language | Spanish |
© Copyright
2025 SermonAudio.