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Muy bien, estoy emocionado porque después de ya casi un año en Lucas, hoy vamos a escuchar el primer mensaje de Jesús. Empezamos en febrero y apenas vamos a escuchar el primer mensaje y la cosa es de que hoy vamos a mirar el sermón más corto de Jesús. Es el más corto que Jesús jamás dio, que tenemos registrado en las Escrituras y viene siendo no solamente el primero, pero también uno de los más importantes. Pero mire, vaya conmigo a Lucas 24. Vamos a leer primero Lucas 24 y luego después vamos a leer Lucas 4, del 14 al 21. Pero mire, este viene siendo el primer sermón el que vamos a mirar hoy. Vamos a leer el último sermón de aquí del Evangelio de Lucas. Entonces si de San Lucas veinticuatro del veinticinco al veintisiete dice así Entonces Jesús les dijo o insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho no era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrar en su gloria y comenzando por Moisés y continuando con los todos los profetas les explicó lo referente a él en todas las escrituras ese viene siendo el último mensaje ahora volteé conmigo a Lucas 4 y ahora vamos a mirar ahora sí el primero porque el primero también da mucho que ver hacia el último Ahora lo que tenemos aquí es el más corto pero uno también de los más importantes porque Jesús va a decir hoy se cumple esto Jesús resucita en gloria y él todavía sigue diciendo de que todo esto era como en el plan de Dios y todo era para ser cumplido por medio de él. Él siempre tenía la vista de venir a cumplir muchas de las cosas que estaban escritas referente a él. Entonces, mire, le voy a invitar que se ponga sobre sus pies. Este mensaje que Jesús va a decir aquí en Lucas 4, del 14 al 21, es uno de los más importantes porque revela su persona, revela su misión que él iba a alcanzar. Él es el Mesías prometido y mire lo que él dice en Lucas 4 del 14 al 21. Esta es palabra del Señor Dios y lea así empezando en el 14. Jesús regresó a Galilea en el poder y el espíritu Regresó a Galilea en el poder del espíritu y las nuevas acerca de él se divulgaron por toda aquella comarca y enseñaba en sus sinagogas siendo alabado por todos. Llegó a Nazaret donde se había criado y según su costumbre entró en la sinagoga en el día de reposo y se levantó a leer. le dieron el libro del profeta Isaías y abriéndolo el libro halló el lugar donde estaba escrito el espíritu del señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar el evangelio de los pobres me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos y recuperación de vista a los ciegos para poner en libertad a los oprimidos para proclamar el año favorable del señor cerrando el libro lo devolvió a las asistente, se sentó, y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él, y él comenzó a decirles, hoy se ha cumplido esta escritura que habéis oído. Amén. Esa es la palabra del Señor Dios puede tomar su lugar. Yo diría que este sermón es el tema principal de todo el Evangelio. Por eso en sus hojitas siempre lo he puesto aquí en cuanto a la serie de Lucas. Pienso que aquí es lo que encierra el tema principal que Lucas nos quiere comunicar. Ahora, como les dije la semana pasada, muchos tienen la idea de que Jesús vino a ser un trabajador de milagros. un profeta que siempre andaba haciendo por todos lados milagros y esa era su vocación, andar sanando gente, andando echando fuera demonios, debatiendo con los líderes religiosos, pero no es así. Jesús vino principalmente para predicar. Por eso lo vamos a mirar de que él entra bastante veces a sinagogas y enseña en ellas. El ministerio de Jesús era uno de un predicador, de un maestro. Por eso Lucas no empieza a relatarnos la historia de su ministerio sin primero poner al principio su mensaje. Ya después de eso, daba ocasión para sacar demonios, daba ocasión para ministrar en enfermedades y ministrar en otras áreas, pero principalmente Jesús fue un hombre predicador. Fue un hombre que oraba, pero también era un hombre que su misión era era predicar. Entonces ahí en Lucas 4 14 dice Jesús regresó a Galilea en el poder del espíritu y las nuevas acerca de él se divulgaron por toda aquella comarca y enseñaban sus sinagogas. siendo alabado por todos. Entonces, eso era su fama. Esa era su reputación. Hacía milagros, sí. Hacía ciertas cosas, sí. Pero su enfoque siempre fue predicar la palabra de Dios. Ahora, Mírenlo como Lucas lo pone en el 16. Llegó a Nazaret donde había sido criado y según su costumbre entró en la sinagoga en el día de reposo y se levantó él a leer. Imagínense. Ya había hecho Jesús unos milagros que Lucas no nos dice. Ya había tenido casi un año de ministerio que Lucas no nos dice. Pero mire, ya tenía acumulada fama por toda esa región de Judea y por la región norte de Galilea. Entonces ya mucha gente ya había escuchado acerca de Jesús y su fama se había extendido. Y finalmente el chico de casa Llega a la ciudad donde él había sido creado, donde él había vivido por casi 30 años. Por eso se llama Jesús el Nazareno. Por eso le decían Jesús el Nazareno. ¿Por qué? Porque él venía de una pequeña aldea llamada Nazaret. ahí creció después de que salió de Egipto ya se acuerdan cuando miramos la narración de su nacimiento fue a Belén de Belén ahí se quedó un rato después fue su vuelo a Egipto y después de ahí regresó y José y María vivieron en una pequeña aldea de Nazaret por por todo el tiempo desde que Jesús nació hasta este tiempo que aquí Lucas nos está mostrando a los 30 años de edad y Él llega a casa, llega con toda la fama que Él ya trae y quizás Nazaret hubiera sido una pequeña aldea de no más de 10,000 habitantes, sería una pequeña aldea, un pequeño pueblito aquí como Monroz. Quizás Jesús era conocido por la gente ahí. Quizás todos los chavos de su edad lo conocían como el raro, como el perfecto, porque siempre era correcto en todo su andar, era perfecto en todo lo que Dios pedía. Era una persona completamente sin pecado y quizás era conocido ahí en esa aldea. Ahora, Nunca había hecho ningún milagro en Nazaret, nunca había enseñado en Nazaret, solamente él se dedicó esos 30 años en proveer por la familia, porque ya no encontramos a José vivo para este tiempo, ya no se menciona a José. Entonces Jesús, él tomaría el oficio de estar encabezado, encabezando su familia, tomaría el oficio de carpintero y él fue el que sustentaría a su mamá y a sus hermanos ahí en esa pequeña aldea de Nazaret. Y nadie sabía que él era el Mesías. Nadie sabía que él era Dios hecho carne, que vivió con ellos por 30 años. Y ahora se está empezando a darse a conocer lo que él está empezando a hacer, su predicación, sus sanidades, sus milagros. Y ahora está acumulando fama y ahora llega a su homecoming, llega a su casa, a la sinagoga donde él hubiera estado ahí por muchas veces, por tantos años, Jesús hubiera estado sentado en esa sinagoga que era su iglesia de aquel entonces, donde él quizás ayudaba, donde él siempre estaba ocupado en las cosas, aunque no había enseñado nada. Pero ahora Jesús ya ahora sí listo para lanzarse en su ministerio. Ahora empieza Jesús, su ministerio, Nazaret. Acuérdese, después de que Jesús se fue de Nazaret, se fue al río Jordán para ser bautizado por por por Juan el Bautista después de ahí Lucas mira lo más importante después de su bautismo cuando fue ungido como Mesías y luego después de ser tentado por 40 días por Satanás como nuestro último Adán. Lo que le sigue a eso más importante, no importan las otras cosas que pasaron en esos años que Lucas no nos muestra. Lo más importante después de esos dos eventos de su bautismo y su tentación por Satanás, el más importante es este que Lucas nos pone aquí en su aldea, en su ciudad de Nazaret. Ahí es donde Lucas nos quiere enfocar, de que Jesús viene a cumplir algo. de que Jesús viene a hacer algo, ya que Satanás fue derrotado, ya que Jesús ya es introducido al ministerio a los 30 años por medio de su bautismo, es ungido, sacerdote, profeta, rey, ahora está listo para empezar, y Lucas piensa de que esto es lo más importante después de esos dos eventos. Y mire, vamos a leerlo ahí en el 17, y aquí Jesús llega a su sinagoga, miramos la sinagoga la semana pasada, aquí está Jesús llegando a la que es de él. De ahí él era miembro de esa sinagoga, y mire, como él ya tenía ya mucha popularidad, pues dijeron, no, pues, viene Jesús, está aquí, le vamos a dar a él cierto lugar para que él nos minice, para que él nos enseñe, y miren, lo que dice en el diecisiete, le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito. Ahora, El libro de Isaías hubiera estado en un pergamino grande, hubiera estado escrito por enfrente y por atrás. Y aquí lo que Jesús hace es de que Él elige su propio texto y Él pudiera haber elegido otros textos en Isaías, como por ejemplo, Isaías 11.1 dice, Y brotará un retoño del tronco de Isaí, un vástago de sus raíces dará fruto, y reposará sobre él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría, de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y temor de Yahvé. Pero Jesús no le elige ese. Podría también haber elegido Isaías 42, 1. Otro pasaje mesiánico acerca del Mesías, de cómo él es ungido. Míralo como dice Isaías 42, 1. He aquí mi siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, a quien mi alma se complace. He puesto mi espíritu sobre él. Él traerá justicia a las naciones. Jesús tampoco elige ese. También estáis ahí a 48 del 16 al 17, y Jesús tampoco elige este que dice, acordaos, acercaos a mí, escuchad esto, desde el principio no he hablado en secreto, desde el momento que sucedió, ahí estaba yo, y ahora me ha enviado Yavé, Dios, y su Espíritu, así dice Yavé, tu Redentor, el Santo de Israel. Yo soy el Señor, tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el camino de que debes andar. Jesús tampoco elige ese. Jesús elige Isaías 61 del 1 al 5. Vaya conmigo a Isaías 61 del 1 al 5. Después de que pudiera haber elegido todos estos que les acabo de leer. Ese es el que Jesús busca, mira, lo encuentra y lo lee. para que todos ahí en esa sinagoga escucharan la palabra de Dios leída. No más que ahora está el verbo de Dios leyendo la palabra de Dios y diciendo aquí enfrente de ustedes se ha cumplido lo que ustedes tanto estaban esperando. Lo se materializó frente a sus ojos. Mire lo que dice Isaías 61. El Espíritu del Señor Dios está sobre mí porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos, me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros, para proclamar el año favorable del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios para consolar a todos los que lloran. Eso es lo que Jesús Eligió leer hasta esa mañana, ese sábado, en esa sinagoga de Nazaret. Los judíos estaban esperando esto. Siempre sabían de que el Mesías algún día iba a venir, de que el Mesías iba a ser ungido por el Espíritu de Dios, iba a ser apartado para algo especial. ¿Por qué cree que Lucas se adelanta tanto en su evangelio para llegar precisamente a este lugar? Pues porque después del bautismo de Jesús, Jesús es ungido en el desierto, es aprobado como el verdadero Hijo de Dios, el verdadero Israel, el verdadero Adán, el verdadero Substituto, el verdadero Cordero ahí en el Jordán. Pues ahora ya está listo y ahora Lucas dice todo lo demás no les quiero comunicar. Les quiero comunicar cuando Jesús se paró en su propia sinagoga, abrió el pergamino, buscó en Isaías. En aquel entonces no había capítulos ni versículos. Era solamente escrito desde el lado derecho a la izquierda y estuviera lleno en los renglones de las columnas de donde hubiera estado escrito el texto de las Sagradas Escrituras y Jesús viene y busca esto porque Jesús va a decir algo sumamente importante ahí en esa sinagoga. Ahora mire, Jesús elige un versículo que habla acerca de su misión, lo que Él va a alcanzar por ti y por mí. Pero también este versículo relata algo acerca de los que viene a salvar. Él no solamente viene a salvar por salvar. Él viene y en este pasaje de Isaías hay cuatro grupos de personas. por los cuales el Mesías ungido por el Espíritu Santo viene a hacerle algo a este cuatro tipo de personas, prisioneros, pobres, ciegos y oprimidos. viene a traer buenas noticias a los pobres, viene a traer libertad a los cautivos, viene a traer vista a los ciegos y viene a liberar a los oprimidos. Estas son las cuatro trágicas condiciones que el Mesías viene a cambiar en su obra redentora. Eso es lo que viene a ser, ese es su propósito, esa es su misión, y en realidad, la realidad viene siendo esta, que si tú te identificas con una, si tú te identificas con una de estas cuatro condiciones que les acabo de leer, que están ahí en Isaías 61, y aquí Lucas también nos lo pone, si tú te identificas con una, ¿sabes qué? automáticamente te identificas con todas. Entonces, estas cuatro condiciones que aquí Jesús viene y dice que Él viene a anunciar Evangelio y a este tipo de persona viene a salvar con ese Evangelio como Él su Mesías. Estas cuatro tipos de personas, si tú te identificas con uno, te identificas con todos. ¿Sabes por qué? Porque estas condiciones son simplemente símbolos espirituales, no tanto físicos, pero símbolos espirituales de cómo está nuestra alma. Naturalmente. Así está nuestra alma. Nacemos y nacemos dentro de estas cuatro esferas de perdición, de estas cuatro condiciones. No son físicas. Ahora déjame le digo una cosa antes de seguir adelante, porque esto va a ser sumamente importante. Usted puede leer los evangelios. Usted puede leer los cuatro evangelios y usted puede decir, ay, qué bonito Jesús venía y sanaba gente. Ok. Así no se leen los evangelios. Los evangelios se leen porque qué es lo que nos está tratando de comunicar Lucas y Lucas no tanto se enfoca en lo físico que Jesús hacía. Todos los milagros que Jesús sana. Déjeme le digo todos los milagros que Jesús sana son enfermedades que limitaban al pueblo de acercarse a la presencia de Dios en el antiguo pacto. Todas No hay ninguna de las enfermedades de las situaciones en las que se encontraban que no limitaban a esa persona de acercarse al templo mostrando los evangelistas. Jesús está haciendo algo más allá de simplemente levantar un paralítico. ¿Qué significa eso de que está en un estado de paralítico? Pues los evangelistas lo miran como algo entero. Israel está paralítico. Israel tiene la mano torcida. No se puede acercar delante la presencia de Dios. Israel está sufriendo de lepra. No tiene acceso delante de Dios. Hay algo más simbólico detrás de todos los milagros de Jesús. No es simplemente hay un hombre tenía lepra y Jesús le dijo, oye, ¿sabes qué? Veas todo lo que se te pide de ti y luego después vienes. Ay, qué bonito Dios sana lepra. No, es un símbolo del estado de cómo estaba Israel, de lo que Jesús iba a venir a solucionar. Había lepra, había separación de Dios. Jesús quita la separación. Jesús quita la contaminación. Jesús te quita la corrupción dentro de tu alma para que ahora sí te acerques a Dios. Los milagros son mucho más allá en fondo de simplemente Jesús andando haciendo milagros bonitos. Ok, pues aquí también estas personas, estas condiciones, cuatro condiciones de salvar a los mendigos, de redimir a los esclavizados, de encontrar a los perdidos, de perdonar a los condenados. No es simplemente, ay, yo estaba, yo andaba perdido. No, tú hubieras estado en rumbo al infierno perdido. Jesús se sacó de ahí. Oh no, pues es que yo estaba oprimido, tenía una depresión. No, tú estabas deprimido porque no tenías acceso delante de Dios y tu pecado te aislaba de la presencia de Dios y levantaba la ira de Dios en contra de tu pecado. Por eso estabas deprimido. Es algo espiritual lo que los evangelios hacen. Yo he escuchado, he leído, he estado leyendo comentarios de diferentes comentaristas en los evangelios. Y ellos, ay no, pues mira qué bonito Jesús. Jesús hizo este milagro. Cómo lo haría? Cuál fue la cosa física que cambió? No se trata tanto de lo físico. Lo físico apunta a algo más profundo en la alma y en el corazón de cada uno de los de Israel y de cada uno aquí en este mundo, en esta tierra. Entonces, aparte de la salvación en Cristo Jesús, todos venimos siendo pobres, todos venimos siendo presos, todos estamos ciegos, todos estamos oprimidos. Esta es la condición desesperada de cada pecador. Con todas estas descripciones nos muestra nuestra bancarrota espiritual de lo que realmente hay dentro de aquí, fuera de Cristo. Eso es lo que realmente está tratando de comunicarnos. Lo que hay adentro, adentro estamos pobres, adentro estamos presos, adentro estamos ciegos y adentro estamos oprimidos. Esa es la condición en la que tú naciste. Naciste en Adán. Así heredaste tú la naturaleza de Adán a través de tus padres. Así naciste espiritualmente. Cuando Dios le dijo a Adán que iba a morir, vaya que murió espiritualmente y todos sus hijos después de él por eso el pecado de Adán es nuestro pecado también mire lo que dice en el 18 el espíritu del Señor está sobre mí eso es lo más importante El Espíritu del Señor está sobre él. Este es el ungido, el especial, el Dios hecho hombre. Y él ahora aquí está proclamando una profecía vieja del Antiguo Testamento. Y él está diciendo el Espíritu del Señor está sobre mí. Lo miramos en su bautismo. lo miramos en su tentación y ahora Lucas dice lo más importante después de eso es lo que Jesús viene un año después y habla en la sinagoga de Nazaret el espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar el evangelio las buenas nuevas a los pobres ahora nosotros miramos la palabra pobre Y decimos, ay, un pobre es que no puede pagar la renta. O batalla para comprar un iPhone. Es un pobre. O batallo para ponerle rinde nuevo a mi camioneta. Ay, ando muy pobre. No, la palabra pobre en la escritura, más bien las traducciones deberían traducirla como mendigo. Ahora, no tanto un mendigo que anda en una calle, un mendigo que no tiene con qué cubrirse, que tuvo una posición especial, pero cayó a tal bajeza que se hizo un mendigo. Y ese mendigo no solamente anda triste porque quedó pobre, no. Este mendigo es un mendigo que tiene una vergüenza enfrente. Es un mendigo que pide, pero agacha la cabeza para que no le mires la cara. Esa clase de mendigo está hablando aquí. Es un mendigo que pone la mano, pero esconde el rostro. Esa es la clase de mendigo que Jesús viene a proclamar el Evangelio. Ahora, espiritualmente, todos nosotros somos así. Todos nosotros. Extendemos la mano para ver si Dios nos muestra misericordia, pero a la misma vez volteamos el rostro porque sabemos que realmente somos. Esa clase de mendigo, un mendigo agachado, y déjame se lo pinto de otra manera, un mendigo jorobado, un mendigo que si él tuviera todo, nunca saldría de mendigo. Está en una condición, una condición donde su cuerpo mira, se mira lo mendigo que está. Su cuerpo muestra y proyecta una condición de bajeza tan fea que si aún tuviera millones de dólares, estuviera en una situación que no puede salir de ella. Es pobre completamente en todo aspecto. Esa clase de pobre, Jesús dice, yo vengo y el Espíritu del Señor está sobre mí para proclamar el Evangelio a los pobres, para anunciarles a la gente de esta condición las buenas nuevas. La buena noticia no es de que te vas a hacer rico. Ok el evangelio no es de que Dios te va a bendecir del evangelio no es ahí le va a tengo dos sobres el primero que me dé la ofrenda más grande Dios le va le va a responder y le va a dar a 100 veces más de la ofrenda que usted viene eso no es eso no es No es prosperidad económica estas buenas nuevas que solucionan esta condición de mendigo, de pobre. No te va a sacar de ser pobre a ser una persona de clase media o una persona de clase rica. No, no tiene que ver nada con eso. La buena noticia en el Evangelio son riquezas espirituales. Riquezas en Cristo de que ahora tú eres Hijo de Dios y tienes entrada libre al trono de Dios Padre y pedir lo que tú quieres. espiritualmente hablando, de que tienes acceso a Dios, de que ya no tienes el temor de andar pidiendo porque tienes la justicia de Cristo acreditada a tu cuenta. Es esa clase de pobre que el Evangelio viene a solucionar. Esta clase de mendigos espirituales que en sí ellos están. Nosotros estamos destituidos de todo lo santo, de todo lo justo, de todo lo bueno. Somos pobres de justicia, somos pobres en rectitud. Somos pobres en moralidad divina de lo que Dios pide. En eso estamos pobres. Y todo pecador está moralmente en bancarrota. Todo pecador es un pobre. Todo. No hay nadie en que no diga espiritualmente yo soy pobre y necesito de gracia. ¿Por qué? Porque mis mejores obras son como trapo de inmundicia. Las mejores. ¿Y cuántas mejores hacemos cada día? Hacemos muy poquitas. Nuestras otras obras son Pura, como Pablo dice en Filipenses 3, que son, con lo que vas y haces al baño, eso es lo que son sus mejores obras. El Antiguo Testamento lo toma como trapos de inmundicia, que son trapos de mujeres. Cuando entraban en su época, en su semana de inmundicia, que no se podían acercar al templo, ¿cómo se mira el hombre? Así es como Jesús dice que Él viene a salvar a esa clase de persona. Pero cómo se mira el hombre? El hombre naturalmente se mira como abundante en buenas obras, como abundante en buena persona, como merecedor del amor de Dios. Así nos miramos nosotros. Dios no nos mira de esa manera. Dios nos mira como un Pobre, como un mendigo moral, como un mendigo que necesitas gracia, como un mendigo que puedes sacar la mano, pero escondes el rostro mientras que sacas la mano. Así nos mira Dios. Así nacemos nosotros. Pero el Evangelio de Cristo Jesús cambia eso. Si venimos delante de Dios en Cristo a través de Cristo Jesús, ya no somos mendigos, ya somos hijos adoptados en su familia. Ya no andamos allá mendigando. Tenemos la justicia de Cristo y todo lo que es de Cristo es ahora mío. Tenemos la completa misericordia y gracia de Dios sobre nuestros rostros. Cuando antes escondíamos el rostro, pero sacábamos la mano para que se nos diese algo, pues en Cristo Jesús se nos da lo mejor, se nos da lo más allá de lo que nosotros queremos, lo que nosotros necesitamos. Pues el Evangelio de Cristo Jesús destruye cualquier concepción que nosotros tenemos. ¿Y sabes qué es lo que te dice el Evangelio de Cristo? Las únicas personas que el Mesías podrá salvar son aquellas que reconocen su miseria espiritual y que necesitan de Él y que ruegan por misericordia y reciben gratuitamente la gracia salvadora en este que es ungido para proclamar este Evangelio. Solamente así Dios recibe a esa clase de pobres, de mendigos. Por eso Jesús dice en Mateo 5 3 Bienaventurados los pobres de espíritu, pues he de ellos es el reino de los cielos. Entonces esta buena noticia. Qué es para? para aceptarlo a Él. No es tanto para escuchar un método de cómo salirte de tu miseria, no. Esta noticia es para que lo aceptes a Él, de que Él es ungido para proclamar el Evangelio a los pobres. Si tú eres pobre y te miras pobre, entonces es para ti. El problema es de que mucha gente no se mira pobre. Y si tú no te miras pobre, el Evangelio no es para ti. Si tú no miras tu condición en la que tú estás delante de Dios y cómo Dios te ve a ti, el evangelio no es para ti. Tú llega. Trata de llegar al cielo con tus propias obras. Pero si tú te miras y dices yo cómo voy a llegar con esto? Yo soy un pobre, un mendigo que sacó la mano, pero tengo el rostro desfigurado. Tengo la espalda toda chueca. Estoy feo en espiritualmente. Estoy una condición fea. Entonces el Evangelio es para ti, es para ti y es para ti libremente 2 Corintios 8, 9 déjense lo leo porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo que siendo el rico, sin embargo, por amor a nosotros se hizo pobre para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos. Ahora Eso sigue diciendo, me han enviado para proclamar libertad a los cautivos. Esa es la segunda ilustración de cómo está el hombre pecador, pero no es tanto cautivo. Las traducciones tratan de hacerlo lo más simple posible, pero esta palabra de cautivo es prisionero de guerra, prisionero de guerra conquistados bajo un dominio y ese dominio es el dominio de pecado. Como miramos en Romanos 6 en Romanos 7, es un dominio que te ha conquistado y tú estás como un prisionero de guerra, que has sido completamente conquistado, secuestrado y no puedes hacer nada por ti mismo. sin la habilidad de liberarte, estás en una esclavitud completa. Prisioneros espirituales que están espiritualmente esclavos han sido cautivos, encarcelados por sus delitos. Así es como Dios te mira a ti y a mí, de que tú por tus propias fuerzas no puedes librarte de un dominio Un dominio que no solamente lo tienes en tu exterior, sino un dominio que existe dentro de tu ser, donde el poder del dominio del pecado está sobre cualquier persona natural. Vienes a Cristo Jesús y ese dominio es quitado. Ese dominio de pecado en el cual te tiene como un prisionero es quitado en Cristo Jesús. Pero así como te mira Dios como un esclavo, como un pobre, como un mendigo. Ahora Dios aquí te está diciendo que él te mira a ti y a mí fuera de Cristo como un cautivo, como un esclavo, como un esclavo bajo un dominio, como un prisionero de guerra endeudado con Dios. endeudado con Dios. No creas que tú estás así. O sea que Dios no tiene nada que ver con que tú estés ahí. Tú le debes tu pecado a Dios y Dios debe de solucionar tu pecado o castigarte en tu pecado porque es tuyo, porque es mío. Y así es como Dios nos mira, que estamos bajo un dominio de pecado y bajo de ese dominio de pecado nosotros ofendemos la santidad de Dios. y también estamos bajo el dominio de satanás y sin poder de pagar nuestra deuda de nuestra liberación no podemos nosotros pero mire déjame leo hebreos 2 14 los tengo escrito en sus notas hebreo 2 14 del 14 al 15 así que por cuanto los hijos participan en carne y en sangre él igualmente participó también de lo mismo para anular mediante la muerte La muerte, el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por temor a la muerte estaban sujetos a la esclavitud durante toda la vida. Así estabas tú. Así estaba yo. Isaías 42, del 6 al 8, Yo soy el Señor, en justicia te he llamado, te sostendré por la mano y por ti, a ti me velaré, y te pondré como pacto para el pueblo, como luz para las naciones, Para que abra los ojos de los ciegos ahorita vamos a mirar ojos de ciegos pero mire para que saques de la cárcel a los presos de la prisión de los que moran en tinieblas ahí está otra vez de los ciegos porque yo soy Yahweh este es mi nombre y mi gloria no daré a otro para eso vino Jesús para abrir ojos de ciegos y para liberar de la cárcel a los presos de prisión que están en una prisión de tinieblas. No es una prisión física, es una prisión de morar bajo un dominio de pecado bajo tinieblas. Desde que Adán pecó y él perdió la batalla con la serpiente, cada uno de sus hijos nacen cautivos, prisioneros de guerra. de ese pecado, presos en tinieblas. Estuvimos en un jardín una vez representados en Adán, pero ahora nacemos bajo un dominio de tinieblas. Jesús viene a solucionar eso, Él viene a traer lo que una vez se perdió, Él viene a solucionar lo que una vez tuvimos pero se perdió en Adán, por eso Él viene como el último Adán, por eso Él viene como nuestro nuevo representante para poder traer liberación, para poder traer redención, para poder traer perdón y reversar las cosas. Sin el perdón no hay manera en cómo nosotros somos sacados de ese cautiverio. Por ese cautiverio no se lo debemos a Satanás. Ese cautiverio se lo debemos a la santidad de Dios. Y cuando Dios viene y nos libera a la misma vez, al mismo instante nos perdona. ¿Por qué? Porque ese cautiverio es en contra de la santidad de Dios, no algo de que Satanás supuestamente tiene algo sobre nuestra posición legal delante de Dios. Es delante de Dios solamente esto. Por eso Jesús tuvo que venir para poder solucionarlo. La única esperanza es este Mesías que aquí se está empezando a relevar en este Evangelio de Lucas. Por eso Colosenses 1 del 13 al 14 dice porque él nos libró del dominio de las sinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado hijo en quien tenemos redención. El perdón de los pecados nos liberó de un lado y nos estableció, nos trasladó a otro. Y recuperación de vista a los ciegos, entonces mire. Si esto fuera poco. Dios nos mira como mendigos. Dios nos mira como prisioneros de guerra. Y ahora también mire, ¿sabe cómo Dios te mira a ti? Y a mí, como un ciego. Así te mira Dios. Así somos. Naturalmente, estamos muertos espiritualmente y así andamos por este mundo. Aparte de, aparte de todas las demás, aparte de ser pobre moral, de no tener nada que ofrecer, sino solamente pedir y extender una mano de gracia y de misericordia. Y aparte de ser un cautivo, también eres un cautivo ciego. Una ceguera espiritual, no es de que no puedes ver lo físico, es de que no puedes ver lo espiritual, es de que no puedes ver tu condición, es de que no sabes, no puedes ver más allá. Miras, miras, tinieblas y tinieblas es lo único que sabes, porque es lo único que miras y realmente es como si cruzaran un pez. Por ejemplo, en un océano viene un pez y viene otro pez, otro pez y se cruzan y uno le dice al otro, ¿cómo se te hace el agua? Y el otro dice, y busques agua. Un pez no conoce el agua porque es lo único que conoce, no la sabe distinguir al aire, no la sabe distinguir a otra materia. ¿Por qué? Es lo único que sabe. Pues un ciego espiritualmente en tinieblas, tinieblas es lo único que sabe, es lo único que reconoce con esta ceguera espiritual. Así nacemos, así empezamos a pecar con una ceguera espiritual. ¿Y sabes qué? Tú te ciegas tú solo. También el enemigo viene y te ciega. ¿Y sabes qué también hace Dios? Cuando Dios ya se cansa de tu pecado, te da un juicio para que sigas más ciego. Pero Jesús viene a salvar a esa clase de personas. Mire, vaya conmigo a 2 Corintios 4. En 2 Corintios, ahí vamos a mirar cómo Pablo, él mira de cómo está el hombre natural en su estado natural. 2 Corintios 4, del 3 al 4, dice, Si todavía nuestro Evangelio está velado para los que se pierden, está velado en los cuales el Dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no vean el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios. Entonces tú te ciegas. El enemigo viene y también te ciega y te vives en tinieblas y estás ciego y tú te ciegas porque no quieres. En tu libre albedrío no quieres, nadie quiere. En su albedrío natural, por ponerlo así, te ciegas tú. El enemigo también ayuda a cegarte para que te quedes en ese estado. Vaya conmigo en Primera de Romanos. también para agregarle, o sea, estamos en una condición completamente incapacitados, incapacitados en todo aspecto, porque aparte de que tú te ciegas, aparte de que Satanás viene y te ayuda con esa venda, Dios también cuando se cansa de tu pecado y de que tú no quieres ver, Dios te da juicios para que te endurezcas, para que te nebrezcas el corazón aún más, Mire, 1 Romano 18, déjense lo leo. Porque la ira de Dios, a Romano 1 18, perdón, no hay 1 Romano, es Romano 1 18. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que con injusticia restringen la verdad. Porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos. Pues Dios lo hizo evidente, porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad se han visto en toda claridad. siendo entendidos por medio de lo creado de manera que no tienen excusa, pues aunque conocían a Dios, no le honraron a Dios como Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Ahí empieza. Tú te entenderás eso solo. Profesando ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria de Dios incorruptible por la de imagen de forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Y mire lo que dice el 24. Por consiguiente, porque no quisieron adorar a Dios y darle gracias a Él, por consiguiente, Dios los entregó a la impureza y a la lujuria en sus corazones. Y mira lo que dice el 26. Por esta razón, Dios los entregó a pasiones degradantes. Y mira lo que dice el 28. Y como no tuvieron bien de reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada. Nacemos ciegos. El enemigo nos ayuda a ser más ciegos y luego Dios, como juicio divino, también nos ciega en nuestro pecado. Pero Dios es el que también salva, Dios también es el que da vida, el que da vista para que te mires tu condición y pidas misericordia. Porque te miras y tú dices yo no puedo. Yo no puedo. Yo necesito a alguien más que me represente. Yo necesito a alguien más que me salve. Yo necesito que alguien más solucione esto por mí. Eso es lo que necesitan los ciegos espirituales. Necesitan de que como miramos en Lucas 1, 74, 78, el 79 para dar luz a los que habitan en tinieblas de la sombra de muerte para guiar nuestros pies al camino de paz. Pues Jesús vino y hizo esas cosas. Y si terminamos de leer lo que leímos, acabamos de leer en 2 Corintios 4 6 dice Dios, Dios es el que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, el que resplandeció nuestros corazones para iluminación. El conocimiento de la gloria de Dios en paz de Cristo, para eso vino Jesús. para salvar y solamente en Jesús encontramos una solución a estos tres problemas, pero todavía hay otro para poner en libertad. a los oprimidos, a gente que está bajo un yugo, a gente, más bien, esta viene siendo la proclamación de emancipación más grande de la historia del mundo, donde un esclavo está siendo liberado de todo aquello que lo restringe, que lo tienen en un lugar que lo tiene como esclavo. Afligido, oprimido, por las consecuencias de su propio pecado. Oprimidos porque miramos la ley de Dios, no la podemos hacer. Miramos nuestras obras y no son suficientes y entra sobre nosotros un estado de que aún si, por decirlo así, si nos dieran la libertad, Están dando libertad y seguimos siendo esclavos interiormente. ¿Por qué? Porque miramos lo que Dios nos demanda y no lo alcanzamos. Miramos nuestras buenas obras y no son suficientes. Y hay algo que nos oprime espiritualmente de que tú no puedes, aun si las otras tres se fueran quitadas. Tú no puedes. O sea, Dios nos mira en una situación completamente sin esperanza. Naturalmente no la tenemos, pero espiritualmente en Cristo Jesús la tenemos. ¿Qué dice Jesús en Mateo 11, 28? Venid a mí, venid a mí todos los que estéis cargados y cansados y yo os haré descansar. ¿Cómo? Porque vienes a Cristo y tú ya no dependes de tus obras para que te salven. Tú ya no dependes de cumplir la ley al pie de la letra para ser salvo y tener, estar en buena comunión con Dios el Padre. ¿Por qué? Porque si tú tratas llegar a Dios solo, tú no puedes y solamente vas a entrar en un ciclo de estar oprimido y de estar en una mente de esclavo al pecado y de esclavo al fracaso. Pero Jesús dice, venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Si ve que siempre es espiritual. Siempre es espiritual. El problema nuestro no es un problema físico. El problema físico lo produces tú con lo que comes y con lo que haces. Pues la neta, el problema espiritual fue producido por ti cuando Adán pecó. Por eso tiene que venir el último Adán. Por eso el último Adán tuvo que vencer sobre la serpiente. Por eso aquí Lucas lo primero que hace es que nos muestra esto. Ahora sigue diciendo Jesús para proclamar el año favorable del Señor. Este es el año que Dios trae favor. Este es el año donde los hubiera escuchado en la mente de estos judíos. Este es el año del gran jubileo. Un gran jubileo donde los esclavos son liberados, donde los cautivos son liberados, donde aquellos que son mendigos porque tienen deudas, las deudas son canceladas. Así se hubiera escuchado esto que dice para proclamar el año favorable del Señor, el gran jubileo. El que besías está aquí y está proclamando y proclámenlo con las trompetas, donde que todos los prisioneros son liberados, todas las deudas son canceladas, toda la tierra que tú perdiste es restaurada. Eso era lo que hacía cada 50 años, ese año de jubileo. Es favorable, porque la era mesiánica empieza. Ya, por eso Jesús dice, todo esto se ha cumplido delante de ustedes, ya. Se cumplió ya, ya viene esto, esperen ya esto. Miren lo que dice, y cerrando el libro, o sea, Jesús no sigue continuando a leer. Él llega a eso y dice, para proclamar el gran jubileo de Yahweh. Cierra el libro, en el 20, ahí Lucas 4, 20, y lo devolvió al asistente y se sentó. Jesús se detuvo en este punto, no continuó leyendo lo que sigue diciendo Isaías 61, 2, que dice, y el día de venganza de nuestro Dios. Jesús en ese instante no era a punto de hablar de ninguna venganza. Era a punto de hablar en esa sinagoga del año favorable, del año de que ya venía este jubileo, de que todos estas condiciones se iban a ser revertidas, iban a ser reversadas para todos aquellos que creyeran en Cristo Jesús. No había tiempo de hablar de venganza en ese instante. Ahora. Muchos eruditos doctores de las escrituras dicen de que hay un gran paréntesis, un gran, una gran brecha que ya va más de 2000 años. Para la venganza. El profeta Isaías, porque Jesús para a mitad de versículo, pero pues como usted sabe, yo no creo en tales brechas que se inventan, que va a durar más de miles de años, porque como le digo, yo pienso que todavía faltan varios miles de años para que regrese Cristo. Vaya conmigo a Lucas 21 porque si lee usted Isaías 61 dice y el día de venganza de nuestro Dios. Díjame otra vez Isaías 61 mientras que usted mira a Lucas 21. Ahí Isaías 61 dice para proclamar el año favorable del Señor y el día de venganza de nuestro Dios para consolar a todos los que lloran. Pues mire Lucas también toma esa idea de los días de venganza. Lucas no se le olvida. Lucas lo va a decir, pero en el 21 20, mire lo que dice. Esta venganza pienso yo que que Isaías tenía en mente y que Juan el Bautista también tenía en mente y que muchos de ellos pensaban de que si va a venir el Mesías y va a hacer esto, pero también va a traer una venganza. Pues sabe que esa venganza Jesús la detuvo por 40 años más. Después de 40 años más, en el año 70, fueron los días de la venganza para aquellos que rechazaron al Mesías. Lucas lo dice. Lucas 21, 20. Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejército, entonces, sabed entonces que su desolación está cerca. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes. Los que estén en medio de la ciudad, aléjense. O sea, va a ser un juicio que tú lo vas a poder escapar. ¿Cómo? Caminando. Jesús les dice, si ustedes están en Jerusalén, salgan. Si ustedes miran de que de que está siendo rodeada, huyan porque su desolación está. Aléjense, su desolación está cerca. Los que estén en los campos no entren en ella porque estos son los días de venganza. Cuáles días de venganza? Los días 61 que Jesús no leyó hasta ahí cuando estaba a punto de predicar el evangelio, pero ya después de que esa generación malvada y perversa Les echó todo, se voltearon al templo y empezaron a adorar en un grandioso templo, pensando que los sacrificios todavía les tenían y le mostraban algo delante de Dios. Dios dijo, les voy a dar un cierto templo, pero ustedes me están provocando a ir a con una sangre que ahora ya no sirve de nada. Rechazan la sangre de Jesús. Rechazan el sacrificio de Cristo. Esto va a terminar. Y no terminó bonito. Porque dice, porque estos son días de venganza para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¿Dónde las escribieron? En el Antiguo Testamento, los profetas, eso se cumplió, eso cumplió la profecía de Isaías, Jesús regresando a un juicio con todas las maldiciones del pacto para terminar el antiguo pacto, para que fuese reemplazado completamente al 100% por el nuevo pacto. Pues imagínense cómo se quedaron todos ahí en esa sinagoga Escuchando a Jesús leer estas palabras y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Ahora el servicio continuaría, más bien se leía y luego después se regresaba a la lectura y el que iba a predicar esa sinagoga, ese sábado por la mañana, lo que hacía era de que iba y se sentaba en un cajoncito así como este y ahí empezaba a predicar. Esto no es el fin del sermón, esto es el principio del sermón. Las sinagogas, ellos no predicaban parados. La sinagoga es el que predicaba, se sentaba en una silla. Conocida también como la silla de Moisés. Pues imagínense, yo me imagino a los familiares de Jesús, hubieran estado ahí los familiares, hubiera estado ahí, hubiera estado lleno el lugar. Yo imagino a los familiares de Jesús nomás volteando para arriba y Él lo leyó en una manera que nunca había sido leído, Isaías 61. Había sido leído por mucha gente antes, pero Jesús lo hubiera leído con una precisión, una manera en cómo se involucró Él con el texto, porque hablaba de Él. Y yo me imagino a su familia diciendo, híjole, a ver qué va a decir. Usted nunca le da cosa en vez que se quedan, híjole, a ver qué va a decir ahora. ¿No? ¿A usted no le pasa eso? Pues yo me imagino que en vez de su familia se quedaría ahí. Híjole, ¿ahora qué va a decir? A ver, pues ojalá sepa bien exponer el texto. Ojalá pueda mantener a la gente despierta, que no se le empiece a dormir. Híjole, que no vaya a decir algo donde nos avergüence a nosotros. Mira lo que dice el 21, el de Lucas 4. Y comenzó a decirles, hoy, se ha cumplido esta Escritura que habéis oído. O sea, hoy se ha llegado a su completo cumplimiento, a su llanura, y ha llegado a un que podemos decir, ya está hecho, ya no hay nada más que esperar. Hoy se cumple, se empezó a materializar y se está cumpliendo perfectamente esta profecía de Isaías. No es algo que tienes que mirar en el futuro, es algo de ya. Tú lo has escuchado muchas veces de que sí, algún día, Dios lo mande, que Dios lo mande, sí hermanos hay que seguir orando, sí hermanos hay que seguir pidiendo que Dios no lo mande, que Dios no lo mande, que algún día otra vez en Jerusalén, algún día otra vez Dios muestre piedad, que algún día Dios siga mostrándonos misericordia, que aún Dios todavía tenga a sus ojos puestos en nosotros, algún día así oran los judíos, algún día, pues lo que pasó es de que ese día llegó hoy para ellos Así como tú y como yo, hablamos de la muerte y la muerte decimos, algún día, me voy a morir algún día, algún día. Y hablamos de la muerte así tan fácil y entre más viejitos sí decimos, no pues sí, ya está más cerca, ya está más cerca. Para muchos de ustedes está muy cerca, pero ¿sabes qué? ¿Qué vas a decir el día en que hoy? Ahí es cuando te quedas, ¡ah caray! No, es algún día, pero nunca hoy. Y ellos tenían la expectativa, sí, algún día va a venir el Mesías. Ellos no tenían la idea de que el Mesías había crecido en Nazaret por 30 años. Ellos no tenían la idea de que iba a venir de su propia aldea y pero si tenían la expectativa. Algún día Dios lo va a mandar. Algún día el Mesías se va a levantar con poder. Algún día va a venir a redimir a Israel. Algún día va a venir. Algún día va a venir. Y así te empezaban y terminaban cada sinagoga, cada sábado. Pero este sábado fue distinto a todos los demás. Por qué? Porque ese algún día, ese algún día, ese algún día Jesús le está diciendo hoy. Yo no quedaría. Amén. Se cumplió hoy. Vámonos a quedar la bendición y vámonos todos a la casa porque hoy se cumplió. Pues no es tan fácil. No es tan simple. Siempre hay una respuesta del corazón. Siempre la hay. Cuando la palabra de Dios es predicada, siempre hay dos respuestas. o la rechazas o la aceptas. No te quedas neutral. La rechazas o la recibes, pero no te quedas neutral. Pues la próxima semana vamos a mirar de que, aún para la Santa Sinagoga de Nazaret, de tantos hermanos creyentes ahí adentro, santos purificados, que tenían todo en orden, buenos judíos, buenos hermanos, Ellos tampoco se quedaron sin ninguna respuesta. Su respuesta fue, no. ¿Cómo que se está cumpliendo hoy? Agarren a este falso profeta, hay que ir a matarlo. ¿Cómo que se está cumpliendo hoy? Siempre que se predica la palabra de Dios, hay una respuesta. O lo rechazas o lo abrazas. o lo sacas de tu vida o lo recibes. Y aquí Jesús les está diciendo, hoy se cumplió, ese es su sermón, hoy se cumplió esto. Pero vamos a mirar la próxima semana que ellos dijeron, no, no, nosotros no queremos sermón, nosotros queremos un milagrito, nosotros queremos que nos hagas algo, oye, tú, lo que andas haciendo allá por otras aldeas, ven y hazlo aquí. Y Jesús les dice, no va a haber nada aquí. Lo único que va a ver aquí es este sermón. Hoy se ha cumplido en frente de ustedes lo que tanto habían esperado. El tiempo es hoy. Créanlo. Recíbanme. Y yo les voy a abrir los ojos a los ciegos. Yo les voy a los voy a quitar de pobres espirituales. Yo los voy a quitar de esa cautiverio espiritual que tienen toda su vida. Les voy a quitar esa opresión que tienen en sus vidas dentro de su corazón. Yo lo voy a hacer por ustedes. Y ellos dijeron matenlo, agárrenlo. ¿A qué matarlo? Hay que obedecer el Antiguo Testamento, porque a falsos profetas, ¿sabes qué les hacías? Los deberías de matar, y ellos están celosos. Este es un falso profeta, hay que matarlo. ¿Cuál es tu respuesta? Jesús acaba de decir, esto se cumple hoy, Dios te mira de esa manera. Dios te mira como un pobre, como un mendigo. Dios te mira como, como uno o alguien que está oprimido. Dios te mira como si tú fueras un ciego. Dios te mira como si tú fueras un cautivo. ¿Qué dices tú? Dices, si lo soy, necesito de gracia. O puedes decir, no lo soy. Maten a ese que me dice que según Dios me mira de esa condición. Cállenlo. Callen a ese que viene y nos dice que nosotros supuestamente estamos en una condición así. Nosotros no somos así. Nosotros no estamos así. Somos buenos judíos. Aquí estamos en la sinagoga este sábado para escuchar la palabra de Dios. Y este viene y dice que el Espíritu Santo está en él, sobre encima de él y ha sido ungido para solucionar esa clase de gente. ¿Cuánta clase de gente que acaba de describir miras aquí dentro de esa sinagoga? Ninguna. Hay que mejor matarlo. No podemos recibir un mensaje así, hermanos. Así pensaron ellos. Esa fue la reacción de ellos, de su propia, de su propia ciudad, de su propia aldea. Gente que lo conoció por 30 años y eran a qué matarlo. Jesús acaba de afirmar algo de lo más importante que él jamás dijo. Esto se ha cumplido, todo esto se ha cumplido. No hay nada para el futuro. El día es hoy o lo recibes o lo rechazas. Entonces yo te pregunto en esta tarde, ¿cuál es tu respuesta? ¿Saltas de alegría sabiendo que Dios te mira como un mendigo? ¿De que Dios te mira como un ciego? ¿De que Dios te mira como un cautivo? ¿De que Dios te mira como un oprimido por tu pecado? ¿Saltas de alegría sabiendo de que hay un Salvador que te remedia a esa condición? ¿O te enojas y dices, No. O saltas de alegría y corres para abrazar a tu nuevo salvador, aquel que es ungido por el espíritu de Dios para llevar esta tarea. O te levantas para agarrarlo y aprenderlo para ir a matarlo. Hay solamente dos posiciones. Hay solamente dos reacciones. Y aunque la gente se mire muy bonita y que diga, ay, sí, sí. Si alguien no lo recibe, es porque lo rechaza y lo repuna. Si alguien no lo recibe, es por eso. Porque Dios aquí en Cristo está dando la mano de gracia, pero te está diciendo, hey, no va a haber mano de gracia si tú no reconoces la situación en la que tú estás. Para qué necesitas gracia? Si tú no te miras en una condición de mendigo, para qué necesitas misericordia? Si no te miras en una posición de cautivo. Para qué necesitas gracia? Si tú no te miras ciego, ¿para qué necesitas la vista que da el Evangelio? Si tú no te miras y te consideras oprimido bajo el pecado, bajo la ley, bajo cosas que quieres hacer y no puedes, y tratas de alcanzar un cierto nivel de estándar, de rectitud y no lo alcanzas nunca, ¿para qué necesitas llegar a Dios con obras? Hay solamente dos respuestas. o saltas de la iglesia y dices, sí, yo me miro como lo que acabas de describir, pero también te miro a ti como el suficiente salvador para solucionarme esa condición. Y te levantas y lo abrazas y lo atesoras como tu salvador. La otra reacción es, me levanto, pero lo agarro y lo arrastro fuera. No vengas a decirme tú a mí de que yo no puedo No vengas a decirme tú, Jesús, de que Dios me mira en esta situación. Yo no soy esa clase de persona. Yo soy esto, yo soy lo otro, yo soy lo otro. ¿Qué decía el que, lo vamos a mirar aquí en Lucas, de ese cobrador de impuestos que fue al templo, pero también fue un fariseo? Ese fariseo decía, mira Dios, yo soy esto, yo soy lo otro, yo soy lo otro, y hago esto, hago lo otro, hago lo otro. Mírame. Mírame. Qué bonito soy. Y Dios mirándolo como ciego, como mendigo, mirándolo como cautivo y como oprimido. Pero ¿sabes que había el dejador de impuestos? También en la misma postura de que no quiere alzar su cara al cielo, sino que se pega y dice, ten compasión. Sé propicio, muestra algo de misericordia a mí que soy así. ¿Y qué dice Jesús? Les aseguro de que aquel se fue a su casa del templo justificado antes de que este que miraba de que tenía todo exemplar, todo bien puesto bien. Ese es la condición en la que tú vienes delante de Dios. Reconociendo quién eres. No es malo reconocer que estamos así. Todos estamos así. Mendigos, todos aquí en este mundo son igual. Pobres, todos aquí en este mundo espiritualmente están igual. ¿Qué vergüenza nos va a dar? Cautivos, todos aquí los hijos de Adán nacen así. Ciegos, todos estamos ciegos. Leprosos, todos estamos leprosos. ¿Qué vergüenza hay en decir sí, Dios? Yo no puedo, pero confío en un Salvador que sí puede. Y en Él pongo mi confianza, porque yo no puedo. Oremos, Padre, te damos gracias. Tu palabra, Señor, te pido que tú nos la apliques a nuestras vidas, Señor, que nos des ojos para ver cómo nos miras tú naturalmente. Y para saber, Señor, de que fuera de Cristo esa condición nunca desaparece, pero estando dentro de Cristo, esa condición es una condición que nos embellece, nos limpia, nos purifica, nos hace aceptables ante tu santidad, ante tu rectitud, ante tu presencia. ante tu tabernáculo, ante tu habitación. Ya no tenemos que preocuparnos de nuestra carne, de nuestras impurezas, porque en Cristo Jesús somos hechos aceptables. Damos gracias, Padre, por tu palabra. Pedimos que tú la bendigas en el nombre de Jesús. Amén.
(34) La Gran Profecia Cumplida
Series El Evangelio según Lucas
Sermon ID | 1023231550201 |
Duration | 1:06:04 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Luke 4:14-22 |
Language | Spanish |
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