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Santiago capítulo 3, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo 13 hasta el versículo 18. Santiago 3 desde el 13 al 18. ¿Refleja tu vida la sabiduría celestial? ¿Refleja tu vida la sabiduría celestial? Aquí en el capítulo 3 de Santiago, Vemos como Santiago empieza el capítulo, bueno, los primeros doce versículos hablando sobre el peligro de la lengua, de nuestras palabras, de la importancia de cuidar nuestra lengua y de usarla correctamente y de someterla a Dios. Ahora aquí Santiago, hay que recordar, él es el medio hermano de Jesús, Y él, inspirado por el Espíritu Santo, nos da estas palabras. Lo que sabemos es que él padeció martirio en el año 62, después de Cristo. Seguramente escribe aquí esta epístola, la epístola de Santiago, en los años 40, más o menos en los años 40 después de Cristo, y los que reciben la carta son judíos. En mayormente judíos, nos dice el versículo 1, del capítulo 1, dice a las 12 tribus que están en la dispersión. A través de Santiago vemos que se reúnen en una sinagoga, en capítulo 2, versículo 2, para ellos la ley es muy importante, o sea, la ley de Dios es muy importante, en capítulo 2 también lo vemos, y aún que creen en un Dios. Y entonces, por ello la carta, los destinatarios originarios son judíos, y la dispersión indica que no están en el territorio de Israel, no están en Palestina, Entonces han sido dispersados. Indicando persecución. No son personas oprimidas. Son personas pobres. Son personas que su economía, pues, es muy débil. Están recibiendo persecución incluso de algunos ricos, que nos menciona aquí la Carta de Santiago. Pero uno de los propósitos de esta Carta de Santiago es animar a los creyentes que sufren. es exhortarles a que sigan caminando en piedad, y les explica cómo hacerlo, cómo vivir para Dios. Y otro propósito es advertir que se mantengan puros, que no dejen que el mundo entre en la congregación. Y el mensaje general es que el cristianismo genuino es lo que da plenitud espiritual, Pero hay que poner en práctica lo que profesamos. Hay que poner en práctica la sabiduría de Dios. Hay que poner en práctica el temor de Dios. La tentación es dejarse llevar por el mundo. Es extremadamente fácil. Y por ello, el punto principal es que estamos completos espiritualmente en Jesucristo tenemos plenitud espiritual, y debemos de ser leales a Dios, obedeciendo su palabra. Debemos de vivir conforme a la sabiduría celestial. Debemos de vivir en pureza, vivir con fidelidad, ¿no? Vivir una vida fiel, sin comprometer nuestras creencias, sin ser inconstantes, sin amar el mundo, sin dejar que el mundo nos influya, sin engañarnos, a nosotros mismos. Y lo que hace Santiago aquí, al final del capítulo 3, es hacer un contraste entre dos clases de sabiduría. Sabiduría del mundo, que incluso la describe como, en versículo 15, terrenal animal diabólica. En contraste con la sabiduría celestial. que la describe en versículo 17 como pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Aquí Santiago presenta el contraste entre dos clases de sabiduría. Y es que la sabiduría celestial se refleja en la manera en que vivimos, en la manera en que hablamos. La sabiduría incorrecta se caracteriza por la envidia, por el egoísmo, por el desorden. La sabiduría correcta, sobre todo, es pura y ama la paz. Y es que la ausencia de paz es la cuestión que nos menciona luego en el capítulo 4, del versículo 1 al 3, cuando dice, ¿de dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones las cuales combaten en vuestros miembros? Eso es Santiago 4, versículo 2, ahora. Codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites. Versículo 4, o almas adulteras. ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera pues que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios. O sea, aquí Santiago está contrastando estas dos clases de sabiduría. Sabiduría del mundo, sabiduría celestial. Sabiduría que tiene origen en Dios. Dios da la sabiduría genuina. Y aquí en Santiago ha estado enfatizando que el que ha puesto su fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador vive de esa manera. Vive adecuadamente, vive conforme a su fe y eso se refleja en toda área de su vida. ponen práctica buenas obras como resultado de su fe genuina. Entonces, cuando hay malas obras, salen malas palabras de la boca, hay malas actitudes. ¿Qué es lo que refleja? No refleja fe genuina. Refleja falsa fe. Una fe que no es genuina. Una fe que no salva. Solamente es una profesión de fe. Y al final es... es... la fe que tienen los demonios. Como dice Santiago 2, 19. ¿Tú crees que Dios es uno? Bien haces. También los demonios creen y tiemblan. Y esa clase de fe es falsa. Esa clase de fe no vale. Es... es diagólica. No es una fe genuina. No es una fe que salva. Y es que... cuando en una comunidad de personas que profesan ser creyentes hay disensiones, hay pleitos, las personas que reflejan esa clase de actitud lo que demuestran es que no tienen sabiduría celestial. Su sabiduría no tiene origen en Dios, sino que el origen de esa sabiduría que dicen tener viene de Satanás mismo. Es una sabiduría incorrecta, caracterizada por envidia, por egoísmo, por desorden. Y por ello está haciendo esa diferencia. O sea, puede haber dentro de una congregación de personas que profesan ser seguidores a Jesús, puede haber diferentes personas que dicen tener fe genuina y realmente no tenerla. Dicen tener sabiduría celestial y realmente no tenerla. Y se puede percibir en la manera en que actúan, en la manera que hablan, en si donde van crean paz o crean pleitos. Y por ello, una comunidad que evidencia desacuerdos, discusiones y en algunos casos violencia, o sea, ahí muestra que hay personas que realmente no conocen al Señor. Hay personas que reflejan esta sabiduría mundana. Y es que esta enseñanza no se limita a los maestros. Está hablando de toda la congregación. Esta enseñanza está dirigida a toda la comunidad de creyentes. No sé si alguna vez habéis escuchado de algunas iglesias que tienen problemas. ¿No? O sea, yo he escuchado de iglesias que tienen una reunión de iglesia y salen a puños. He escuchado de reuniones de iglesia donde uno de los líderes, en teoría era uno de los líderes de la iglesia, se levanta Toma su silla y empieza a pegar a otro con la silla. O sea, problemas serios que lo que representa es que el Espíritu de Dios no está dentro de esa persona. No puede ser un creyente genuino actuando de esa manera. No puede tener sabiduría celestial actuando de esa manera. Puede afirmar lo que quiera, pero no se ve el fruto. Y entonces, eso es lo que Santiago está diciendo. Porque hay personas introducidas, que se están introduciendo en las iglesias, que están causando problemas. Hay falsos maestros, hay personas que profesan ser creyentes, pero no lo son. Hay otros que se están introduciendo y enseñando doctrina falsa. Estaba ocurriendo en los tiempos de Santiago y ocurre hoy en día. Por eso hay que tener cuidado. Santiago ya nos ha dicho, en el capítulo 1, que cada creyente debe buscar sabiduría. Necesitas sabiduría. O sea, te das cuenta que necesitas sabiduría. Y entonces, ¿qué haces? ¡Buscar a Dios! Porque Él es quien da sabiduría. Santiago 1, 5. Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídale a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Eso es Santiago 1, versículo 5. O sea, los líderes pueden enorgullecerse de tener un grado superior de sabiduría y pueden crear desunión al mismo tiempo. Pueden afirmar tener sabiduría y realmente no tenerla. Al mismo tiempo, los miembros pueden crear dificultades al oponerse a los líderes o participar en discusiones sobre opiniones. Tenemos que tener cuidado de reflejar sabiduría celestial. Por eso la pregunta, ¿refleja tu vida sabiduría celestial? Aquí en Santiago 3, Como mencioné, si Dios lo permite, consideremos del versículo 13 al versículo 18. Quiero leer el texto, dice, ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto, es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Esto es Santiago 3 desde el versículo 13 hasta el versículo 18. ¿Refleja tu vida la sabiduría celestial? Aquí si notáis en versículo 13 dice ¿Quién es sabio y entendido? O sea, se podría considerar esos dos términos como sinónimos. Ese término sabio es la idea de tener habilidad de usar la inteligencia correctamente. Es donde la teoría y la práctica se entrecruzan. Esa idea de entendido habla de un experto, alguien que es hábil. Alguien que está bien entrenado, tiene conocimiento y está más enfocado en la práctica. Entonces, Aquí lo que Santiago, eh, eh, eh, está, está diciendo, a, a, a, a cualquiera que dice que tiene sabiduría, cualquiera que quiere elevarse y decir, mira, yo soy muy sabio, dice, bueno, pues vamos a, vamos a ver, ¿quién es sabio y entendido entre vosotros? Bueno, es como que, levanta la mano, vamos a evaluar, vamos a ver diferentes clases de sabiduría y a ver cuál reflejas tú. ¿Y quién es sabio y entendido entre vosotros? Y Santiago, empieza su crítica de la envidia con una invitación. Vamos a ver qué clase de sabiduría reflejáis. Aquellos que piensan que tienen sabiduría especial, bueno, pues pónganse aquí delante, vamos a ver. Vamos a evaluar la afirmación. Y hay que recordar, esto es para toda la congregación, no solamente para los maestros. Todo creyente debe de buscar la sabiduría y el entendimiento. Y Santiago quiere que cada creyente evalúe y distierna si realmente es sabio, si realmente refleja el temor de Dios. Y Santiago lo que hace es presentar la manera de analizar la afirmación de tener sabiduría verdadera. Porque cualquiera que piensa que es sabio debe de considerar estas palabras con seriedad. La prueba de la sabiduría no se obtiene con argumento. No es cómo te puedes defender o cómo puedes presentar lógicamente tu argumento. No, no es en argumento, sino es en una vida santa. Es una vida llena de buena conducta. Por eso Jesús mismo dice así que por sus frutos los conoceréis. Eso es Mateo 7, 20. ¿Ya piensas que eres sabio? Bueno, pues presenta tus obras. Vamos a analizarlas. y Santiago no evalúa la sabiduría en la cantidad de doctrina que saben, ni en cuanto de las escrituras han memorizado. Santiago evalúa en términos prácticos. Vamos a ver tu vida, vamos a ver qué clase de sabiduría refleja tu vida. El reto realmente nos recuerda al reto anterior de mostrar la fe. Si recordáis en Santiago 2, versículo 18, dice, pero alguno dirá, tú tienes fe, yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras. Eso es Santiago 2, 18. Donde Santiago está diciendo, mira, las obras demuestran si tienes fe o no. No me puedes mostrar fe sin obras. Entonces, yo te voy a mostrar mi fe por mis obras, ¿no? Es un reto a mostrar su fe. Eso es Santiago 2, 18. Y es que la sabiduría celestial se demuestra con buenas obras. La sabiduría genuina se refleja con buenas obras, ¿no? En Primera de Pedro 2, del 11 al 12, dice, amados, esto es Primera de Pedro 2, versículo 11, amados, yo os ruego, como extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras". Eso es 1 Pedro 2, del 11 al 12. O sea, la sabiduría genuina se refleja en las obras, que reflejamos, ¿no? Son buenas obras. Eso es lo que deben reflejar. Y Santiago aquí hace un llamado a los creyentes a demostrar su sabiduría con humildad y buenas obras. Porque las buenas obras demuestran la fe. Por eso en Santiago 2.17 dice así también, la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Eso es Santiago 2.17. Y es que las buenas obras indican un estilo de vida que agrada a Dios. Está enfatizando las acciones de obediencia a Dios que se realizan diariamente. Por eso aquí Santiago nos dice, en Santiago 3.13, muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. O sea, la sabiduría celestial refleja el carácter de Dios, refleja buenas obras, refleja humildad. Ese término mansedumbre es la idea de humildad. Realmente representa fuerza bajo control. Es el tener gentileza, consideración. Es... aunque tienes el poder para actuar, decides no actuar. Decides... decides... reflejar humildad. ¿No? Es como... pensamos en un caballo. Un caballo tiene una fuerza increíble. Pero se humilla para someterse a su dueño. ¿No? Tiene fuerza bajo control. Está controlado. Es un animal muy humilde, que aunque tiene el poder para no someterse a su amo, sí lo hace. Refleja humildad. Y es que la sabiduría celestial refleja el carácter de Dios. Refleja buenas obras y humildad. Y entonces, por eso aquí dice, muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. O sea, la que aparenta es que las obras se deben de llevar a cabo con un espíritu de humildad. ¿Sabes? Nuestro carácter debe reflejar nuestro conocimiento de Cristo. Y es que Santiago está resaltando que la sabiduría verdadera produce buenas obras, produce humildad. Lo cual contrasta con la sabiduría falsa. Porque en el siglo XIV es lo opuesto la humildad. Porque hay celos amargos y contención en vuestro corazón. Es exactamente lo opuesto. Entonces, no puedes decir que tienes sabiduría celestial si no reflejas el carácter de Dios. Las obras muestran la fe y la sabiduría. Y es que vivir la fe genuina requiere obras. Y vivir de acuerdo a la sabiduría celestial va a reflejar mansedumbre. Porque la sabiduría espiritual no es egoísta, no es contenciosa, no es dañina, no es desobediente, no es malvada. Esas características reflejan la sabiduría del mundo. No, porque el mundo no valora la humildad. Porque piensan que es impropio de una persona poderosa y confiada. ¿Cómo quieren que sean sus líderes? Pues poderosos, fuertes, que no les empujen de lado a lado. No, que se mantengan firmes y fieles y que estén dispuestos a pelear. Pero cuando consideras el carácter de Cristo, ¿Cómo es el carácter de Cristo? Humilde. Manso. Incluso nos dice Mateo 11, 29. Jesús mismo dice, Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Y hallaréis descanso para vuestras almas. Es que la sabiduría celestial refleja a Cristo, refleja su mansedumbre, su humildad. Incluso en el sermón del monte, ahí en Mateo 5, 5, dice, Bienaventurados los mansos. porque ellos recibirán la tierra por heredad. Es que el que tiene sabiduría celestial no se exalta a sí mismo porque reconoce su posición delante de Dios. El humilde reconoce que no puede encontrar plenitud espiritual por sí mismo. Necesita la ayuda de Dios y se somete a Dios y se humilla delante de Dios. Esa humildad delante de Dios se traslada a la humanidad. Delante de los hombres también. En el sentido de que eres humilde delante de Dios y al mismo tiempo eres humilde delante de los hombres también. Porque reflejas el carácter de Dios. Por eso en Colosenses 3... del 12 al 13, dice, vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviera queja contra otro, de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Eso es Colosenses 3, del 12 al 13. Se van mostrando humildad y mansedumbre. ¿Alguien os ofende sin querer? Pues no, no explotáis. Respondéis con humildad. Con mansedumbre. Reflejando el carácter de Cristo. Porque cuando Él padecía, cuando a Él le hacían sufrir, cuando a Él le escupían en el rostro, o le daban de bofetadas, o le clavaban las espinas en la cabeza, o le estaban clavando sobre la cruz, ¿cómo respondió Jesús? Nos dice 1 Pedro 2, versículo 23, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente. O sea, ahí vemos el carácter de Cristo. Así es como vamos a responder, con humildad, con mansedumbre. Para ser sabio, es necesaria la humildad. Y es que la sabiduría celestial se demuestra en la conducta de la vida. Y la sabiduría empieza con el temor de Dios. No puedes tener sabiduría celestial si no temes a Dios. Y no puedes temer a Dios si no tienes sabiduría celestial. O sea, realmente van juntos. En Proverbios, capítulo 1, versículo 7, dice el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Eso es Proverbios 1, 7. Y es que la sabiduría capacita para discernir. Para discernir entre lo bueno y lo recto. Por eso, ahí en Proverbios 2, hablando de la sabiduría, dice, entonces entenderás justicia, juicio y equidad, y todo buen camino. O sea, la sabiduría te capacita para vivir en rectitud. Te habilita para caminar en rectitud. Porque ahí en Proverbios 2.20 dice, así andarás por el camino de los buenos. Y seguirás las veredas de los justos. Eso es Proverbios 2, versículo 20. O sea, vemos cómo Santiago hace esa conexión entre la humildad de la mansedumbre y la sabiduría celestial, ¿no? Las buenas obras, las buenas obras y la humildad muestran qué clase y sabiduría tienes. Y por ello, aquí presenta la evaluación. O sea, piensas que eres sabio. Bueno, pues vamos a evaluar. Vamos a evaluarlo. Muestra Por eso dice, muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero, de repente, ahora Santiago presenta una advertencia sobre las características que reflejan otra sabiduría que no es genuina. Porque la sabiduría genuina siempre refleja humildad. Entonces, si no refleja su humildad, pues no es sabiduría celestial. Por eso aquí dice versículo 14, Santiago 3, 14, pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. O sea, la sabiduría genuina siempre refleja humildad. O sea, los celos amargos y la contención son lo opuesto a la humildad. Y aquí resalta que el problema es interior. está en el corazón. O sea, dice, si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón. O sea, algunos de la congregación están teniendo estas malas actitudes y causando pleitos, como vemos ahí en capítulo 4 de Santiago, ¿no? Esas guerras, esos pleitos que hay entre ellos, como nos dice el versículo 1 del capítulo 4. Y es que en su envidia ¿Qué es lo que hacen? Buscan lo mejor para sí mismos. Eso es lo que es la envidia, ¿no? Buscan lo mejor para uno mismo. La envidia desea que otros tengan menos de lo que sea. Menos posesiones, menos oportunidades, menos habilidades, capacidades, etcétera. Y es que la actitud egoísta destaca una competencia furiosa. Si estás alrededor de personas que son envidiosas completamente, hay competencia. Porque ellos mismos quieren ser mejor. Los mejores. Es que hay una actitud egoísta. Y hay una competencia furiosa. Y es que esa actitud perjudica a otros. ¡Pelea por sus propios derechos! Y entonces, aquí menciona esa... esos celos, esa envidia. Y son celos amargos. Que es lo opuesto a lo dulce, ¿no? Es cruel. Son duros. Y ese término ahí traducido con tensión es la idea de una actitud egoísta. Se refiere a ambición propia, interés propio. Esta falsa sabiduría, eso es lo que refleja. Una actitud egoísta, ambición propia. Y entonces vemos esta exaltación propia. Afirman ser sabios, pero tienen una conducta envidiosa, una conducta egoísta. Y eso, esa clase de conducta, esas acciones, niegan su afirmación. Y es que envidia, amarga y egoísmo contradicen la fe genuina. El que dice que es sabio, pero no refleja a Dios en su vida, está mintiendo. Por eso dice aquí versículo 14, Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad. O sea, no penséis que tenéis sabiduría celestial. No os deis palmadas en la espalda diciendo, wow, qué grande soy, qué sabio soy. No, porque estáis reflejando otra clase de sabiduría. Si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, no os alabéis por ello, no tenéis sabiduría celestial. Y no mintáis contra la verdad. No creáis vuestras mentiras y no mintáis contra la verdad del Evangelio y la verdad de la Escritura, que lo que Dios valora es la humildad, la mansedumbre. Y es que aún el celo bien intencionado que crea disensión en la congregación no refleja sabiduría celestial. El que no tiene sabiduría celestial no teme a Dios. El que se exalta a sí mismo no está buscando la gloria de Dios. La jactancia egoísta demuestra la falsa fe y la falsa sabiduría. Y por ello Santiago advierte aquellos que reflejan estas características negativas, de que no se deben de exaltar, no se deben de enorgullecer, porque están reflejando una sabiduría completamente diferente. Y hay muchas clases de cosas por las cuales te puedes enorgullecer y exaltar. Incluso Jeremías 9, del 23 al 24 dice, así dijo Jehová, no se alaba el sabio en su sabiduría. ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas, más alabes en esto, el que se hubiera de alabar, en entenderme y conocerme que yo soy Jehová, que hago misericordia y juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas quiero, dice Jehová". Esos Jeremías 9, del 23 al 24. O sea, el que se exalta a sí mismo, por cualquier habilidad, por cualquier... cualquier profesión que da, si se exalta a sí mismo, no está buscando la gloria de Dios. Es que la jactancia es de personas que con orgullo afirman tener sabiduría, cuando la realidad es otra. Es una mentira, es un engaño. Aquellos que tienen un espíritu de envidia y egoísmo deben de dejar de afirmar que tienen sabiduría celestial, porque no la tienen. Y entonces versículo 15. Dice, ¿por qué? Esta sabiduría no es la que desciende de lo alto. O sea, ¿de qué sabiduría está hablando? Está hablando de la sabiduría del mundo, la sabiduría falsa que refleja de los amargos y contención en el corazón. O sea, empieza desde dentro y se refleja de manera exterior. Dice, esta sabiduría no es la que desciende de lo alto. O sea, no viene de Dios, no es celestial, no es sabiduría genuina. sino terrenal, animal, diabólica. O sea, Santiago ahora apunta que las personas que ha mencionado anteriormente, ahí en versículo 14, que reflejan estos celos amargos y con tensión en su corazón, no tienen sabiduría. No tienen sabiduría genuina. Bueno, sí podrías decir, tienen alguna clase de sabiduría. ¿Qué clase de sabiduría tienen? Terrenal, animal, diabólica. Es sabiduría, sabiduría que no viene de Dios. Es sabiduría que su origen es Satanás mismo. Esta falsa sabiduría es una falsa representación de la sabiduría real. La sabiduría real no viene del esfuerzo intelectual. No viene del estudio. La sabiduría celestial viene de Dios. Como leí antes ahí en Santiago 1.5. Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídela a Dios. El cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. O sea, la sabiduría real es un regalo de Dios. Tú se la pides a Él, o sea, te das cuenta de tu necesidad de sabiduría, Buscas a Dios porque le temes, y entonces Dios te da sabiduría. Y es que la sabiduría espiritual requiere el temor de Dios. Por eso, como leía antes en Proverbios 1-7, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. O en Proverbios 9, versículo 10, el temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Por eso esa conexión, ¿no?, entre el temor de Dios y la sabiduría. Mientras más conocemos a Dios, más crecemos en sabiduría. Más crecemos en el temor de Dios. Y la sabiduría genuina viene de Dios. La sabiduría genuina es de naturaleza celestial. Y es espiritual en esencia. Tiene origen divino. Pero la sabiduría falsa, nos dice aquí Santiago 3.15, dice, esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Entonces, la sabiduría terrenal, esta sabiduría falsa, es terrenal, en el sentido de que no considera a Dios, no viene de Dios, no viene del cielo, viene de esta tierra. Animal, que se refiere a natural, no es... es... lo que no es espiritual. Es característico del cuerpo físico, es animal, entonces es natural en... en razonamiento. Los sentidos humanos son los que gobiernan. Es una sabiduría exenta del Espíritu de Dios. Refleja el carácter del hombre, no el carácter de Dios. Y dice diabólica. O sea, la sabiduría diabólica es de origen demoníaco. O sea, perteneciente a los demonios. ¡Viene de los demonios! Entonces, aquí está describiendo esta sabiduría falsa. Y está diciendo, mira, pertenece a este mundo. Es terrestre, pertenece a la humanidad. No es espiritual. Y pertenece a los demonios. Esa es la clase de sabiduría que es opuesta a la sabiduría verdadera, a la sabiduría celestial. Esta sabiduría que refleja celos amargos y contención en el corazón es terrenal, animal, diabólica. No es sabiduría divina. Y es que la sabiduría que no refleja el carácter de Dios tiene otro origen. La sabiduría del mundo refleja los deseos y las prácticas del mundo. La sabiduría que promete exaltación del mundo es inestable y llena de maldad. La sabiduría que el mundo produce no es agradable delante de Dios. La sabiduría falsa sirve al mundo, sirve a la carne, sirve al diablo. La sabiduría falsa es directamente opuesta a la verdadera. Y por eso, continuando en el siglo XVI, dice, ¿por qué? Donde hay celos y contención, o sea, eso es lo que ha mencionado anteriormente en el siglo XIV, ¿no?, esos celos amargos y contención en vuestro corazón, aquí en el siglo XVI, porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Entonces, donde hay esa envidia y esa actitud egoísta, Eso refleja la falsa sabiduría. Aquí Santiago ahora justifica su veredicto. No contra la falsa sabiduría. La falsa sabiduría ocasiona toda clase de maldad. Se percibe en los elementos negativos que tiene. Y en los efectos negativos que tiene. Y Santiago deja claro que no hay lugar para personas que buscan su propia gloria en la iglesia. Aquellos que viven de esta manera, que buscan esta clase de sabiduría, que quieren y buscan su propio interés, su ambición propia, su envidia, pues no deben de estar en la congregación. No pertenecen a la iglesia. Es que cuando los creyentes luchan por conseguir poder, el mal se establece. Cuando los creyentes operan con valores mundanos, dan lugar a Satanás. Cuando los creyentes no son humildes, no reflejan su fe. Y es que la sabiduría falsa daña la vida de la Iglesia. Y por ello aquí Santiago reitera los rasgos del carácter que se exhiben en aquellos, en las vidas de aquellos que equivocadamente afirman ser sabios. Los resultados de la envidia y el egoísmo son el desorden, son la maldad. Y lo que el apóstol Pablo hace es recordarnos que nuestro Dios es un Dios de paz. En primera Corintios 14, 33, pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Entonces, si no reflejamos la paz, si no damos la paz, ¿qué es lo que ocasionamos? Pleitos, guerras, y contiendas, y no reflejamos a nuestro Dios de paz. Y es que el desorden, el desorden ocurre en la iglesia, donde las personas buscan sus intereses egoístas, en vez del bien de la congregación. Celos y contención muestran sabiduría mundana. Celos y contención son perversidad. La sabiduría falsa lleva a toda clase de maldad. Aquel que continúa en su pecado no puede tener la sabiduría de Dios. Tienes que tener el temor de Dios para poder tener sabiduría espiritual. Y el que teme a Dios odia el pecado. Como nos dice Proverbios 8.13, el temor de Jehová es aborrecer el mal. Eso es Proverbios 8.13. Y entonces, viendo aquí, la perturbación y toda obra perversa, toda maldad que ocasiona esta sabiduría, ¡FALSA! Pero entonces, en versículo 17, Ahora Santiago, inspirado por Dios, menciona lo que la sabiduría celestial sí es. Por eso en el siglo XVII dice, pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y es que ahora Santiago especifica lo que la sabiduría de Dios hace. O sea, la sabiduría celestial dada por Dios tiene efectos prácticos sobre la vida de una persona. O sea, la sabiduría celestial se puede identificar por la calidad de vida que produce. Es que lo que produce la sabiduría genuina es similar a lo que produce el Espíritu, el fruto del Espíritu Santo. Nos dice en Galatas 5, del 22 al 23, más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley. Eso es Galatas 5, del 22 al 23, donde describe el fruto del Espíritu. O sea, aquel que tiene el Espíritu Santo, que mora dentro de él, porque ha puesto su fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador, pues va a reflejar el fruto del Espíritu. Y la sabiduría genuina refleja el fruto del Espíritu. Refleja lo que produce el Espíritu Santo. El amor, el gozo, la paz, paciencia, venilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Entonces, actitudes contrarias al fruto del Espíritu no son actitudes que reflejan sabiduría celestial. reflejan una sabiduría opuesta. Una sabiduría, como nos ha dicho antes en el versículo 15, terrenal, animal, diabólica. Y es que aparenta que las características de la sabiduría celestial siguen y son posteriores a la pureza, porque si notáis, aquí dice versículo 17, Santiago 3, 17. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura. O sea, la sabiduría es pura. O sea, refleja pureza de carácter, pureza de vida. El enfoque es pureza. Es vivir en santidad. Esa idea de pura es que es santa, es inocente, sin mancha. ¡Irreprensible! ¡Sin defecto! ¡Libre de pecado! Entonces, la sabiduría celestial refleja pureza. Eso es lo primero que hace. Entonces, si una persona dice ser sabia, Dice tener sabiduría celestial, pero no. Es pura. Entonces está mintiendo contra la verdad. Lo que refleja es una sabiduría exactamente opuesta. Porque la sabiduría celestial, primeramente, pura. O sea, es irreprehensible. Y se va a reflejar en la vida del creyente. El ser irreprehensible, sin mancha, sin tacha, viviendo en pureza, ¡en santidad! Y entonces, aquí vemos cómo la sabiduría celestial se puede identificar por la calidad de la vida que produce. Aquí menciona la pureza. Y luego menciona una lista de cualidades que siguen. Y son aspectos de la pureza. Porque dice, primeramente, pura. O sea, la sabiduría celestial es pura. Después, pacífica. amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía". Y las cualidades que describen a una persona pura, estas cualidades que describen, pues describen la actitud de la persona, describen las acciones de la persona, describen la FIDELIDAD de la persona. Y es que la pureza sigue las órdenes de Dios con completa dedicación. Aquel que es puro tiene una motivación que no está dividida. Su motivación no está dividida. Esta persona sigue exclusivamente a Dios. La pureza se mantiene enfocado en Dios sin el tira y afloja de otras lealtades. Y es que si no hay pureza, no hay sabiduría celestial. La pureza refleja una fe verdadera, una fe genuina. Entonces, una persona que dice que tiene sabiduría, pero su vida no es pura, no es santa, entonces, no está reflejando sabiduría celestial. Y es que si no refleja el carácter de Dios, es porque no es de Dios. No es de Dios. Si no es de Dios, es diabólico. Y por eso empieza con la pureza y menciona pacífica, o sea, debe de estar llena de paz. Refleja la paz en toda área. Amable, que es la idea de considerado. O sea, afable, es bueno con las personas. Benigna, que es la idea de tolerante. condescendiente, abierto a razonamiento, llena de misericordia, es la idea de tener una actitud de compasión, de simpatía, de fidelidad, de amor leal. Aquí dice de buenos frutos, o sea, reflejando lo recto, lo excelente. Dice sin incertidumbre, es la idea de que es immovible, es estable, va a ser fiel a Dios y dedicado a Dios, pase lo que pase, se mantiene estable, inmovible, sin hipocresía, es que es genuino, es sincero. Entonces, aquí está describiendo la sabiduría celestial, lo que la sabiduría que viene de Dios sí es, y primeramente es pura, es santa, es pacífica, amable, benigna, llena de misericordia, de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. O sea, esa sabiduría celestial se refleja en toda área de la vida. Y por ello se puede notar si alguien tiene sabiduría celestial o no. Por sus obras, por su carácter, por cómo vive, por cómo habla, qué es lo que hace. Crea la paz o crea pleitos y problemas. Y en versículo 18 dice, y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Aquí Santiago retorna el énfasis a la paz. Que la sabiduría genuina produce. ¿La sabiduría genuina qué es lo que produce? Produce paz. Por ello es un contraste con los pleitos que están ocurriendo. Como se puede notar ahí en Santiago 4 del 1 al 2. ¿No? Donde hay guerras, pleitos, eh... codicias, etcétera. Toda clase de combates y problemas y es porque no reflejan sabiduría celestial. Y es que este versículo resalta lo que los pacificadores producen. Aquí dice el versículo 18, Santiago 3, 18. El fruto de justicia, o sea, ese fruto de rectitud, de hacer lo que es recto, de integridad, se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. La paz, pues, es un contraste con la división o la disensión y el pleito. Aquí vemos personas que hacen la paz. Producen paz, pero también se benefician de la paz. Plantan la paz, pero también disfrutan. Disfrutan de los resultados de su trabajo. Y es que el fruto de justicia es una conducta que agrada a Dios. El fruto de justicia incluye virtudes ya mencionadas, ¿no? En versículo 17, donde menciona la pureza. eh... que esta sabiduría es pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. O sea, en el fruto de justicia incluye esas cualidades, esas virtudes. Pero en versículo 16 vemos lo opuesto de la justicia, lo opuesto al fruto de justicia, que es toda obra perversa. nos menciona el versículo 16. Y es que la justicia no se puede producir en el contexto de la ira del hombre. Santiago 1, 20 dice, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Eso es Santiago 1, versículo 20. Una persona que refleja ira no está haciéndolo recto delante de Dios. No está cumpliendo la justicia de Dios, ¿no? Aquí se refiere a la ira del hombre, esta ira egoísta, esta ira buscando sus propios intereses. No está mencionando la ira santa, que vemos que Dios refleja, no, contra el pecado, que Jesús refleja al limpiar el templo, ¿no? Eso es ira santa porque está defendiendo el carácter de Dios, ¿no? Pero aquí menciona esta ira del hombre que enobra la justicia de Dios. Eso es Santiago 1, versículo 20. Y es que el fruto de justicia puede crecer y prosperar en una atmósfera de paz. Pero el fruto de justicia es incompatible con la ira, con el egoísmo. Y es que el fruto de caminar rectamente delante de Dios refleja la paz. La sabiduría celestial refleja frutos de justicia. La rectitud florece en una atmósfera de paz. Y aquellos que crean la paz, también reciben la paz como su galardón. Nos dice, Mateo 5, 9. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Eso es Mateo 5, versículo 9. Entonces, la gran pregunta es, ¿refleja tu vida la sabiduría celestial? Aquí vemos cómo Dios desea que busquemos su sabiduría, que la reflejemos en nuestra vida. Por ello tenemos este texto. Porque identifica aquellos que sí temen a Dios y aquellos que no. Aquellos que sí viven para Dios y aquellos que no. Aquellos que sí reflejan la sabiduría divina y aquellos que no. Y resalta que realmente Dios quiere exclusividad. Él quiere dedicación total. Él odia el doble ánimo, la inestabilidad. El amar al mundo, reflejar las características del mundo, es opuesto a lo que Dios desea. Amar al mundo es el enemigo de Dios. La sabiduría de Dios es diferente a la sabiduría del mundo. La sabiduría de Dios es piadosa y refleja el carácter de Dios. El que crea pleitos, no tiene la sabiduría de Dios. Los pleitos reflejan perversidad. Y por ello, no debe de haber pleitos entre hermanos en Cristo. El que no busca la paz, no tiene la sabiduría de Dios. Dios quiere una iglesia santa. Dios no acepta el pecado. El arrepentimiento es necesario antes de acercarse a Dios. Dios resiste a los que se exaltan y da gracia a los que se humillan delante de Él. Les da de su sabiduría. Dios desea nuestra pureza, nuestra santidad. Entonces, Evalúa tu corazón. Evalúa tu vida. ¿Qué clase de sabiduría reflejas? ¿Reflejas la sabiduría divina, la sabiduría genuina, como nos menciona el versículo 17, que es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía? ¿O reflejas la sabiduría del mundo, que está llena de celos, amargos y contención? ¿Qué clase de sabiduría reflejas? ¿Refleja tu vida la sabiduría celestial? Vamos a terminar en oración.
¿Refleja tu vida la sabiduría celestial?
Series Santiago
Sermon ID | 1022231723333871 |
Duration | 53:23 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | James 3:13-18 |
Language | Spanish |
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