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Transcript
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Leo, Salmo 32, versículo 5. Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije, confesaré mis transgresiones al Señor, y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado. ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él tú eres mi escondedero de la angustia me preservarás con cánticos de liberación me rodearás amén en este estos versículos que estamos leyendo Habla del arrepentimiento, como David sacó a la luz su pecado, manifestó a Dios su pecado. Habíamos leído la semana pasada cómo David había caído en pecado y cómo él había callado su pecado, cómo había mantenido una apariencia cuando estaba mal y cómo eso lo enfermó. en su cuerpo y en su alma habían angustias, muchas angustias. Y aquí vemos el versículo 5, un testimonio del arrepentimiento que él tuvo. ¿Qué hizo David? ¿Qué hizo David para poder tratar con su pecado? Él lo manifestó. Dejen eso por favor, dejen eso. Él lo manifestó, lo sacó a la luz. Hasta el momento en que uno no saca a la luz el pecado, hasta el momento en que tú con humildad descubres tu maldad y te arrepientes, hasta ese momento estarás como dice el salmista, de día y de noche tu mano pesaba sobre mí, mi vitalidad se desvanecía, estaba tan débil en su alma, en su cuerpo, que moría. ¿Cómo él trató con esto? Manifestando su pecado, confesando su pecado. Él tomó una decisión, no seguir escondiendo su maldad. Ya no volverla a esconder nunca más. Dije, confesaré mis transgresiones. Aquí vemos que hasta que no hay un arrepentimiento y una confesión del pecado, no hay libertad, no hay sanidad, no hay perdón, la culpa permanece allí. Y tú tienes una cuenta pendiente. Es como el que va a la pulpería y le prestan, le regalan, le prestan un par de pesos para completar una comida. Ya a partir de allí, cada vez que Tiene que volver a la pulpería y él dice, ay, pero yo le debo tanto a esa persona. Ay, yo no quiero ir para allá ahora porque no tengo el dinero todavía para pagarle. Entonces uno se queda como deseando ir, pero déjame aquella otra pulpería que me queda más lejos. Es por la vergüenza del pecado. Eso sucede con el pecador. Mientras uno no confiesa el pecado, mientras uno no lo arrepiente, Uno no recibe perdón y tiene una deuda pendiente. Una deuda pendiente. David dijo, yo no quiero más deuda. Confesaré mis transgresiones. Tú no quieres tener deuda con Dios. La única manera de no tener deuda con Dios es arrepintiéndote de tus pecados. Pero si usted quiere guardar su pecado, Avisar que tiene una mochilita ahí, un bulto, ¿verdad? Imagínense que ella guardara todos sus pecados ahí, todos sus pecados ahí. No le voy a decir adiós, me da vergüenza, me da una pena. Pero lo esconde y esconde su pecado, esconde su pecado. Llegará un momento que el bulto, la mochila, es tan grande que es imposible de cargarlo. Entonces, anda ella. puedo cargar con este pecado eso le pasaba a David no podía cargar con su pecado lo estaba matando lo destruía por eso que dijo decidió David confesar su pecado arrepentirse de su pecado y qué pasó cuando él le dijo a Dios todo lo que había hecho qué pasó cuando él le pidió a Dios perdón pasó algo grande pero también algo sencillo grande para David porque él pensaba que Dios nunca lo perdonaría pero algo sencillo porque ya Dios había dicho lo que iba a hacer y dice el versículo 5 y tú perdonaste la culpa de mi pecado ya la mochila de Abisac estaba vacía, porque ella hizo así y sacudió los ratones, la cucaracha, sacó todos esos cien pies que habían ahí del pecado. ¿De qué le servía eso ahí a ella? De nada. Ella de vez en cuando sentía que la picaba algo y se enfermaba, la picaba algo y se enfermaba. ¿Qué le estaba picando? El sempié de la mentira. ¿Qué le estaba matando? ¿Qué le salía de vez en cuando? ¿No le ha pasado que usted abre un bulto o abre una mochila y sale corriendo una cucaracha? Eso es un susto. Uno brinca porque uno no esperaba que hubiera una cucaracha o un ratón. Eso da un miedo. o un alacrán. Tú metes la mano y algo me picó y sale el alacrán así tirándote. Eso es lo que hace el pecado. Si tú escondes el pecado y llenas un bulto, un saco de pecado, no te va a servir de nada para hacerte daño y para matarte y condenarte. Él dijo, cuando lo confesé, tú perdonaste mi culpa, la culpa de mi pecado, tú me perdonaste. Por eso, dice David, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado. Por eso, en primer lugar, por el peligro del pecado, por lo duro que es el pecado, por los alacranes por los ratones, por la cucaracha que ese pecado es, produce y mata nuestra vida. Por eso arrepiéntase de su pecado. Pero también por el perdón de Dios. Dios perdona el pecado. Dios perdona la maldad. Dios limpia de todo pecado. Dios pisa y mata el pecado. Dios no lo deja vivo el pecado. Por eso todo santo ore a ti en el tiempo en que pueda ser hallado. Por eso. Hay razones. Hay razones por las que usted debe de arrepentirse y confesar su pecado. Porque si dura mucho, mire, eso es, el pecado tiene una propiedad muy rara. El pecado tiene la capacidad de no solamente matar y destruir, también tiene la capacidad de secar el alma. te va secando. Lea el Salmo 32, ¿cómo sabía David? Se estaba secando vivo. Miren cómo David dice, me estaba matando el pecado, pero también el pecado tiene la capacidad de endurecer. El pecado endurece el corazón más fuerte que esa piedra. Lo pone duro. Esa piedra no puede sentir, esa pared no puede, no vive, no respira, nada. Está muerta. Pintada muy bonita, pero muerta. Eso le pasa a la gente con el pecado. Está pintado muy bonito. Ay, él se ve tan bien. Parece una buena persona, pero no. No es una buena persona. El pecado lo mató. Es un sepulcro blanqueado. Por eso, el salmista dice, tú eres mi escondedero de la angustia, me preservarás. Tú eres mi escondedero. Tenemos que escondernos, huir. ¿Qué estaba matando David? El pecado. ¿De qué tenía que esconderse David? Huir, David, de su pecado. Huye a Dios. David corrió hacia Dios. Tú eres mi escondedero, de la angustia me preservarás. Él me va a liberar de la angustia. Cada vez que usted peca, no lo guarde en la mochila de la bisaca. No. Confiéselo y mátelo. Arrepientas. Cada vez que usted miente, arrepiéntase allí mismo y pida perdón. Porque cuando usted no lo hace, está guardando la mochila ahí, en el bulto, está guardando. Todo eso, ¿cómo se le llama eso? No son monstruos, son artimañas. Alimañas son. Son alimañas. Y Dios es nuestra fortaleza y liberación. No tenemos por qué andar angustiado. ¿Por qué anda el hombre angustiado? ¿Por qué tiene angustia en su alma? Comúnmente es por su pecado. ¿Por qué ya no puede cantar? ¿Qué le pasó a su alabanza en el corazón? ¿El pecado? ¿Por qué no está libre, sino que es un esclavo? El pecado endurece como la pared, esclaviza, mata, destruye. Todo eso lo hace el pecado, roba el gozo. hermano si hay algo que nosotros necesitamos hacer con el pecado es confesarlo arrepentirnos dejarlo que se muera mira de las pocas cosas que la biblia manda a que lo dejen morir es al pecado déjenlo morir que se muera hay pero es una creación de dios ese es el punto dios no lo hizo el pecado no fue hecho por dios Entonces, esto es importante. El pecado no lo dejes vivir, no lo metas en el bulto, en la mochila. No lo metas ahí, se va a llenar de cucarachas, se va a llenar de ratones, se va a llenar de cien pies, de alacranes. Y cuando estés así y metas su manita en esa mochila, ¿qué usted va a encontrar? Un ratón. la va a morder, un alacrán, la va a picar, una serpiente, y no, peleando con ese, con todos esos insectos y animales, pero tú no la vas a poder ganar, no la vas a poder ganar. Yo espero que los niños puedan entender el pecado, la mentira, el orgullo, el odio, el rencor, la codicia, el pecado destruye, mata, endurece, seca, empobrece, entristece, el pecado nos esclaviza. la manera de tratar con el pecado no es escondiéndolo es confesándolo y clamando al señor porque él es nuestro escondedero y él nos va a liberar de la angustia de la culpa de la angustia del pecado y que va a producir cánticos en nuestro corazón alabanza al señor ahora yo estoy contento y porque tú estás contenta porque ese bulto esa mochila lleno de tanta Alemania, suciedad, cosas que me picaban y me mordían. Ya está limpia. ¿Quién la limpió? Jesucristo con su sangre. Jesucristo. Pero tú tienes que confesar tu pecado porque si no lo confiesa no hay perdón y no hay limpieza. Esa es una condición importante. Tú eres mi escondedero. Escóndete del pecado. De la angustia me preservarás. Ahora hay fortaleza y gozo. Con cánticos de liberación me rodearás. Ahora hay alabanza. Yo nunca he podido cantar con alegría cuando he pecado. Orar, difícil. Y dejarlo así, yo leo Marisabel, y después está todo bien. No, no está todo bien. Entonces, tengo un problema con Marisabel, y hasta que no resuelva ese problema, no hay paz. Tengo un problema con Lizy, tengo un problema con Evaneser, pelear con Aniel. Hasta que no resuelva cada problema, cada problema, no habrá paz. Dios sabe, Dios me va a perdonar. No, no es así. Dios sabe y Dios te manda a arrepentirte. Tú eres el responsable de tu pecado. Y si tú lo confiesas, Dios promete sanarte y consolarte. Que Dios nos permite, hermano, buscar esa consolación, ese escondedero, ese cántico de liberación, un cántico del pecado. un cántico de la angustia que produce este malvado enemigo, al que hay que dejarlo morir, al pecado mátelo, llévalo a la cruz, no lo dejes vivir porque él te va a matar. Quedé unos cosas de hermanos poder pensar en esto, este Salmo 32 nos lleva a meditar en estas cosas y que Dios nos permita poder enmendar nuestros caminos delante de él.
Confesaré mis transgresiones #3
Series Meditaciones del salmo 32
Confesaré mis transgresiones
Sermon ID | 1013222247381809 |
Duration | 16:04 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Psalm 32:5-7 |
Language | Spanish |
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