
00:00
00:00
00:01
Transcrição
1/0
hermanos bienvenidos sean todos a la casa del señor en este día especialmente si nos visita vamos a ponerlos de pie una vez más y leer todos juntos o mejor dicho leer alternadamente el pasaje que estamos memorizando de primera de juan tres puesos de pie vamos a leer de manera alternada primera de juan tres el versículo uno al versículo doce primera de juan tres versículo uno al versículo doce 1 Juan 3 1 12 de manera alternada mirad cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios por esto el mundo no nos conoce porque no le conoció a él Y todo aquel que tiene esperanza en Él se purifica a sí mismo, así como Él es puro. Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. Hijitos, nadie os engañe. El que hace justicia es justo, como Él es justo. Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él y no puede pecar porque es nacido de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio, que nos amemos unos a otros. Aquí la lectura, vamos ahora para que Dios nos ayude a entenderla. Padre Celestial, te damos gracias por la vida que nos das en Cristo. Te damos gracias por ese domingo que podemos alabarte, podemos cantar estos himnos, podemos tener comunión unos con otros, podemos escuchar tu palabra. qué privilegio y qué bendición. Ahora, Señor, te pedimos que nos des de tu Santo Espíritu para entenderla y aplicarla. Tú nos prometiste, Señor, que nos darías el Espíritu Santo si te lo pidiéramos. Si nosotros, siendo padres malos, damos buenas cargas a nuestros hijos, ¿cuánto más, tú, Señor, nos darás al Espíritu Santo? Lo pedimos, Señor, porque necesitamos tu ayuda, necesitamos tu iluminación, que Él abra nuestro entendimiento. que Él nos consuele, que Él nos enseñe, que Él nos dirija. Le pedimos, Señor, que nos des de tu espíritu, entonces. Le pedimos que nos des luz. Como dice el salmista, es en tu luz que veremos la luz. Necesitamos luz, Señor. Necesitamos entender tu palabra. Te pedimos, Señor, de manera especial, como iglesia aquí en Hermosillo, que envíes lluvias. Envíes lluvias. Necesitamos agua, necesitamos la lluvia. Envíalas, Señor, en tu buena voluntad. Te pedimos, sobre todo, que envíes lluvias de bendición, lluvias de avivamiento, lluvias de gracia, que tanto necesitamos. Señor, ten misericordia de nosotros. Como dice el salmista, muestra tus maravillosas misericordias. Pedimos, Señor, misericordia para esta colonia, para esta ciudad, para este país, para nuestro país, que el Evangelio, Señor, se extienda en este día. A través de nosotros, nuestros ministerios, los ministerios de las iglesias hermanas, la predicación de nuestros hermanos en el sur, especialmente recordamos a nuestro hermano Peña, nuestro hermano Boyo, nuestro hermano Jair, pedimos por nuestro hermano Luna, pedimos por Wenceslao. Oh, Señor, te pedimos que los unjas de lo alto con esa unción especial del Espíritu Santo para predicar con de nuevo. Es lo que te pedimos para nosotros también en esta mañana y para nuestros hijos, que ellos escuchen el Evangelio, escuchen tu palabra y respondan, Señor, a tu llamada. Si hablo, que hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo exaltado. En su bendito y santo nombre te lo pedimos. Amén. Sentémonos, hermanos. Estamos memorizando o tratando de memorizar este pasaje de 1 Juan 3, 1 a 12, un versículo por mes. Y este mes nos toca el sexto versículo, el versículo 6, donde se nos dice, todo aquel que permanece en él no peca. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Es importantísimo. Quiero subrayar esto. Es importantísimo que entendamos este versículo. Súper importante. Hay unos que, especialmente algunos metodistas, no todos los metodistas, pero hay algunos metodistas que por versículos como este enseñan que el cristiano puede ser perfecto en este mundo, que el cristiano puede dejar de pecar. Entonces, malentender este versículo nos puede llevar a conclusiones peligrosas como esta. Y puede ser que el diablo nos provoque una depresión espiritual crónica, convenciéndonos que no somos hijos de Dios. Pecamos. No soy hijo de Dios. No permanezco en Cristo. No soy hija de Dios. Y nos puede causar dudas de nuestra salvación. Le encanta al diablo causar dudas de nuestra salvación. Nos asusta que al final estaremos en el infierno eterno porque hemos escuchado que los que pecan van al infierno. Entonces es súper importante que entendamos este versículo y vamos a estudiar según sus frases, dos frases. Todo aquel que permanece en él no peca. Y la segunda frase, todo aquel que peca, no le ha visto ni le ha conocido. Ahora, por los versículos anteriores, sabemos que el apóstol se refiere, por supuesto, a nuestro Señor Jesucristo. Entonces, aquí dice, todo aquel que permanece en Cristo no peca. Pero también nos ha escrito que el cristiano peca. Pues leemos el capítulo 1 y el versículo 10 esto. 1 Juan 1 10. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a el mentiroso y su palabra no es de nosotros. Lean el versículo 1 del capítulo 2. Entonces, ¿qué quiere decir aquí el apóstol? Todo aquel que permanece en él no peca. Al estudiar esta frase, hay que tomar en cuenta que en ese tiempo había unos maestros falsos, unos pastores falsos, que estaban enseñando, ya que Cristo pagó por todo y Dios nos perdona todo, entonces no importa si pecamos. No importa si desobedecemos la ley de Dios. No importa si desobedecemos sus mandamientos. Y es por eso que escriben en el capítulo 2 y versículo 4 estas palabras. Capítulo 2 y versículo 4. El que dice, yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, tal es mentiroso, y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios será perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. Entonces, es por esos falsos maestros que el apóstol se atreve a escribir esta frase tan difícil. Todo aquel que permanece en él no peca. Está enseñando, ¿verdad? Como cristianos no debemos de pecar. ¿Cómo si es cierto que Dios nos perdona todo en Cristo? ¿Es cierto que Dios es nuestro salvador de todo pecado? ¿Pero esto no quiere decir que vamos a pecar? Por supuesto que no. Y es por eso que se atreve a decir esto. Ahora, Es cierto que, en cierto sentido, el cristiano no se la lleva pecando. Esto es lo cierto. Aquí está la enseñanza. El cristiano no se la lleva pecando. El que permanece en Cristo no peca. Y es de notarse aquí que el apóstol usa un verbo que se puede traducir así. Todo aquel que permanece en él no peca continuamente. Esa es la diferencia aquí. No pica continuamente, es decir, pecar no es su modus vivendi. Habitualmente, generalmente, su conducta es justa, su conducta es buena. Es por eso que dice en el versículo ocho, tres ocho, el que practica el pecado es del diablo. El cristiano no practica el pecado. El apóstol Pablo también escribe palabras semejantes. No lo tienen que buscar. Es un pasaje muy feo. Los últimos versículos de Romanos 1. Y a lo último, él dice que hay unas personas que son detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Y escuchen. Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con las que las practican. ¿Ese no es el cristiano? El cristiano no peca, ¿sí? Por supuesto que no. El que permanece en Cristo no peca en ese sentido. Los que estamos aquí sabemos y conocemos todos como cristianos, los mejores cristianos, todos pecamos, fallamos contra los mandamientos de Dios. Pero como dice el apóstol Pablo en Romanos 7, según el hombre interior nos deleitamos en los mandamientos de Dios. Nosotros queremos obedecer a Dios. Según nuestro hombre interior, el verdadero yo ¿Por qué no queremos pecar? Por supuesto, hay varias razones y vamos a ver lo que menciona aquí el apóstol Juan en primera de Juan 3. ¿Por qué no queremos pecar? Primera razón, no queremos pecar porque el pecado es infracción de la ley de Dios. Lo que dice, es como define el pecado, el apóstol en el versículo 5, versículo 4, perdón. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Y como estudiamos ahí, el apóstol se refiere a los mandamientos de Dios, se refiere a la ley de Dios. Entonces, si pecamos, desobedecemos a nuestro Dios. No se trata de que pecamos contra el diablo. El pecado es contra Dios, contra su santidad, contra su majestad, contra su autoridad. Entonces, pecar es una gran ingratitud. Él nos creó, nos sustenta, nos salva. Entonces, el pecado es una gran traición, es desobediencia directa a la voluntad expresa de Dios en su ley. Por eso no queremos pecar. Es nuestro Dios. ¿Cómo vamos a pecar contra Él? Segunda razón, no queremos pecar porque el pecado es infracción de la ley de Dios. Segunda razón, porque sabemos que Cristo apareció para quitar nuestros pecados y no hay pecado en Él. Lo que nos dice el versículo 5, sabemos que Cristo apareció para quitar nuestros pecados y no hay pecado en Él. ¿Cómo vamos a pecar Si es contra la obra y naturaleza de Cristo, y nosotros estamos en Él. Pecar contra el Señor es pecar contra la cruz misma, pecar contra el carácter de Cristo. En el versículo 29 del capítulo 2, 2-29, 1 Juan 2-29. Si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él. Ese es su carácter justo, no es pecador. Versículos 7, 3, 7. Hijitos, nadie os engañe. El que hace justicia es justo como él es justo. Hace muchos años, probablemente en los que sería 75, 76, Leí un libro, me lo regalaron, fue un libro muy famoso en su tiempo. De hecho, creo que hicieron dos películas después de esto. A lo mejor la pueden encontrar en YouTube. El libro, y creo que ahí lo leí, el libro se titula La Cruz y el Puñal. la cruz y el puñal. No le recomiendo mucho al autor, pero el caso es que leí en ese libro, se trata de pandillas, peleas en Nueva York. Y por supuesto, hay algo del evangelio, hay algo de Cristo en el libro, lo que se menciona de la cristiandad. Y no me acuerdo del libro más que una cosa, es todo lo que me acuerdo del libro. Según yo lo leí en este libro, resulta que un pandillero, va a atacar, va a violar a una señorita. Pero la señorita trae una cruz colgada y el pandillero está por ahorcarla y ve la cruz y se acuerda de una predicación, se acuerda del evangelio, se acuerda de Cristo y para. Y el punto es, la obra de la cruz detiene al cristiano de pecar. Si entendemos qué pasó en la cruz, por qué apareció Cristo en este mundo para quitar nuestros pecados, en la cruz, derramando toda su sangre por nosotros, sacrificado como el Cordero de Dios. Nos detenemos. El cristiano no quiere pecar contra Cristo, contra su cruz, contra su carácter. Él es justo. Tercera razón. No queremos pecar porque hemos nacido de Dios. No queremos pecar porque hemos nacido de Dios. Una vez más, versículo 29, 1 Juan 2. Si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él. En 1 Juan 3, 9. Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado. ¿Por qué no practica el pecado? Porque ha nacido de Dios. Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado porque la simiente de Dios, la semilla de Dios permanece en él y no puede pecar porque es nacido de Dios. De eso se trata. Aquí no practicamos el pecado. ¿Por qué? Porque hemos nacido de Dios. Con reverencia lo digo. Aquí agrego esos versículos. Quiero que ustedes me digan en qué termina el dicho. ¿Hijo de tigre? ¿De tal palo? Si nacemos de Dios, claro que tendremos la naturaleza de esa semilla, esa semilla anti-pecado. de Dios. Y el Espíritu Santo nos transforma para que odiemos el pecado, para que nos afecte el pecado. Y si pecamos, lloramos, no nos gusta. Por supuesto que no. El Espíritu Santo nos hace nuevas criaturas, nos da un corazón nuevo para tener deseos nuevos, para no pecar contra Dios. Pero además de esto, y esto es glorioso, Dios nos ayuda, nos protege. Vean 1 Juan 5, 18. 1 Juan 5, 18. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, pues aquel que fue engendrado por Dios le guarda y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios. El mundo entero está bajo el maligno, pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero. Estamos en el verdadero en su Hijo, Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Por eso no practicamos el pecado. Hemos nacido de Dios. Cuarta razón, última razón. No queremos pecar porque permanecemos en Cristo. No queremos pecar porque permanecemos en Cristo. Es lo que nos dice nuestro texto, ¿verdad? Versículo 6, capítulo 3. To aquel que permanece en él, no No queremos pecar porque estamos en Cristo. Estamos unidos a Él. Permanecer es una de las palabras favoritas del apóstol Juan. En este breve libro de cinco capítulos la menciona 18 veces. Y es fácil entender por qué le gusta esta palabra para que esté en el vocabulario cristiano. Esta palabra se puede traducir morar en Cristo. Se puede traducir también perseverar en Cristo, estar unido a Cristo, quedarse en Cristo. Ese es el peso, el sabor de esta palabra. Y por eso la usa mucho. Entonces, permanecer en Cristo es, por así decirlo, estar fusionado a Cristo, estar bien unido a Cristo, pero en una relación de vida. Estamos junto a él, moramos en él, pero él nos da vida al estar en él. Y es por eso que es el verbo que se usa precisamente en Juan 15, lo leímos, pero volvamos a Juan 15. Juan, el evangelio escrito por Juan, no primera de Juan, pero Juan, el evangelio, el capítulo 15. Si tienen tiempo, esa tarde, subrayan cada vez que el Señor menciona la palabra permanecer en este en este capítulo y me dicen a la tarde cuántas veces se menciona este verbo aquí. Juan 15, versículo 5, nuestro Señor Jesucristo nos dice, yo soy la vid. Si saben qué es la vid, es la de las uvas, ¿verdad? Creo que están ya las uvas sin semilla verde, treinta pesos, las vi por ahí. Se me hizo muy cara. Bueno, Yo soy la vid. Vosotros los pámpanos. Esa palabra desde niño siempre quise saber qué era. Nosotros no usamos la palabra pámpanos. A veces en España, verdad, la usan más. Nosotros puramente diríamos las ramitas. No está la mano Alfonso a estar de viaje. Me imagino que el hermano Nacho González nos puede decir, son las ramitas, verdad, que salen de... de la vida y donde está el fruto, por supuesto. Bueno, nuestro Señor Jesucristo no dice yo soy la vida. Ustedes son las ramas. El que permanece en mí y yo en él. Este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. Entonces, permanecer en Cristo, se trata aquí de estar unidos a Cristo. Se trata de estar injertados a Cristo. Por supuesto, el que está unido así a Cristo no peca. ¿Por qué? Porque, por así decirlo, la savia de Cristo, savia con vez chiquita, si saben ese líquido blanco de los árboles, de las plantas, la savia, y por así decirlo, la sangre blanca de la vid, llega a nosotros, la sangre blanca de Cristo llega a las ramas y nos nutre, nos da energía, nos hace crecer, producir fruto para Dios, pero nunca pecado. Por supuesto que no la savia de Cristo, unidos a Cristo, no pecamos. No es lo que produce Él, nunca. Y es por eso que nosotros no queremos pecar al permanecer en Él. Ahora, la segunda frase del versículo, la segunda en 1 Juan 3, en la segunda frase del versículo, el apóstol habla de la persona opuesta, la persona contraria. En la primera habla del que no practica el pecado, pero en la segunda habla del que practica el pecado. Todo aquel que permanece en él no peca, pero todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. todo aquel que peca, que se la lleva pecando, que es indiferente a Dios, que no quiere obedecer sus mandamientos al mandamiento, sí, y como dice Pablo en Romanos al final ahí, sabe, sabe que hay un juicio final, pero de todas maneras peca, no le importa. Qué inclatitud, ¿Verdad? Que que traición es burlarse de la voluntad de Dios. Ahora aquí, todo aquel que para incluir a todos, cualquier pecado, todo tipo de pecados, ¿no crees la Biblia? No adorar a Dios. No amar a Dios, pero amar el dinero. No amar a Dios, pero amar la gloria de la gente. Que la gente nos diga qué guapo, qué bien vestida. Que la gente nos diga qué religioso, qué deportivo este hombre. Amar más los deseos del estómago, los deseos de los ojos, en vez de amar a Dios. Ese es el pecado. En todas maneras, de todo pecado. Y como lo enfatizó precisamente Juan 15, nuestro Señor, a lo último se trata de no amar a Dios y no amar a los demás, al prójimo. El mandamiento de Dios se puede resumir en amar a Dios y amar al prójimo como a nosotros mismos. Si no lo hacemos, de cualquier manera, el pecado está ahí. Ahora, es de notarse aquí en 1 Juan 3,6, lo último, Que si esas personas pecan, si esas personas pecan, no han visto realmente a Cristo, no conocen a Cristo. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Y lo que pasa aquí es que esos falsos maestros contra los cuales el apóstol Juan escribe, si ustedes buscan en los comentarios van a descubrir que son los gnósticos. El apóstol escribe contra ellos porque ellos estaban predicando. Nosotros sí hemos visto a Cristo. Nosotros sí conocemos a Cristo y podemos hacer lo que se nos dé la gana y pecar contra Dios. Según ellos, estaban bien, podían pecar, pues conocían a Cristo de verdad. Y es por eso que les dice, ¿verdad? Una vez más, 1 Juan 2, 3, 1 Juan 2, 3, en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. Ellos decían, nosotros les conocemos, conocemos a Cristo, podemos pecar. Don Pablo le dice, no, no, no, no, no. Nosotros sabemos que le conocemos y guardamos sus mandamientos. El que dice yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es un mentiroso y la verdad no está en él, pero el que guarda su palabra. En este, verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. Por eso sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo. Y vean Tercero de Juan. Casi nunca, verdad, leemos Tercero de Juan desde el púlpito, cuando menos. Que yo me acuerdo, nunca he predicado de Tercero de Juan. A lo mejor me lo dejan de tarea. Hermano predica de Tercero de Juan. Vean Tercero de Juan, el versículo 11. Versículo 11, Tercero de Juan. Nada más tiene un capítulo. Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios, no ha visto al Señor, no ha visto a Cristo. Lo mismo que nuestro texto, por supuesto. Muy bien, esa es la interpretación de 1 Juan 3,6. Y vamos a terminar con la aplicación. ¿Cómo aplicamos este texto? Todo aquel que permanece en él no peca. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Primera aplicación. Debemos concientizarnos bien que el pecado es una gran aberración contra Dios. Debemos concientizarnos que nos caiga el ben de que entre a nuestro cerebro y a nuestro corazón, que el pecado es una gran aberración contra Dios. Este versículo, este pasaje, la Biblia habla mucho del pecado, porque es una gran aberración contra nuestro Dios, porque es nuestro gran problema. Y por eso, como leímos ya, Cristo vino a este mundo para quitar nuestros pecados, porque es una gran aberración contra nuestro Dios. si me permiten hablar en inglés. El pecado, el pecado es a big deal. It is a big deal. El mundo, y los que saben inglés pueden traducir la verdad, no sé cómo traducir eso. El pecado es una gran cosa, de verdad. El mundo lo minimiza, verdad. Lo minimiza. Es increíble, aún en las caricaturas de los niños, en las películas y las novelas más, por supuesto. Se minimiza lo que el mundo está haciendo de drogas, desobediencia a los padres, rebeldía, rebeldía contra la autoridad, libertinaje sexual. Lo minimiza, lo minimiza el mundo. Pero el pecado es contra la majestad de Dios. El pecado es contra la autoridad de Dios. Y resolver el problema de nuestros pecados no se trata nada más. Ah, es que así yo voy a conseguir más coronas. Me voy a conseguir un palacio más grande en el cielo si yo no cometo estos pecados. No, no, no, no, no. Se trata más que eso, hermanos. Se trata de que sólo así podremos estar delante de Dios. Un pecado y no entras en el cielo. Una mentirita blanca y no entras en el cielo. Dios es tan santo así. El pecado de verdad es una gran cosa. Entonces, amigo, amiga, debes reconocer la gravedad de tu pecado. Debes de ver tu pecado como el gran problema de tu vida y creer la solución que Dios nos da en Cristo. Que Cristo vino a este mundo a salvar a pecadores. Cristo vino al mundo a resolver el problema del pecado. Segunda aplicación, debemos concientizarnos que el pecado es una gran aberración contra Dios. Segunda aplicación, debemos hacer todo lo posible por no pecar. Debemos hacer todo lo posible por no pecar. Todo aquel que permanece en él, no peca. Debemos esforzarnos diligentemente por no pecar. Como cristianos, me temo Y tal vez los predicadores tengamos la culpa, pero no. Ahí está en la Biblia. Tenemos en Romanos 7 que el pecado mora en nosotros y que como cristianos aún pecamos. Vamos a fallar. Somos débiles. Claro, fallamos. Aún como los mejores cristianos, al apóstol Pablo dice, lo que quiero hacer, no lo hago. Yo quiero no pecar, pero fallo. ¿Se acuerdan? Léanlo al Romano 7. Pero el problema es que como cristianos, pecamos. Ah, es el pecado que more en mí. Ahí está Romano 7. Y nos excusamos con Romano 7. En vez de brincarnos a Romano 8, donde el apóstol nos dice, maten el pecado. Y como decía un puritano, maten el pecado antes que el pecado los mate a ustedes. Como cristianos, no debemos de tomar Romanos 7 como una excusa para seguir pecando. Y como cristianos, si pecamos, como dice el versículo 3, hay que purificarnos luego, luego. Y lo bueno, las buenas noticias es que si confesamos nuestros pecados, vean, subrayen, si no lo han subrayado, 1 Juan 1, 9. Si no lo han memorizado, memorízenlo esta tarde. Primero en Juan 1, 9, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo. Él, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Capítulo 2, versículo 1, hijitos míos, estas cosas os escribo para que no peguéis. Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el justo. y él es la propiciación por nuestros pecados. El sacrificio que quita la ira y el enojo de Dios a causa de nuestros pecados. Él es la propiciación de nuestros pecados. No tan solamente los judíos, dice el apóstol Juan, pero lo de de todo el mundo. Ahí nos incluimos nosotros. Inclúyete esta mañana aquí. Que él es la propiciación de tus pecados. Para que salgas de aquí purificado gozándote que tienes el perdón de Dios. Entonces, amigo, amiga, al salir de estas puertas, bueno, antes de salir de estas puertas, decide ya, resuelve ya, yo no voy a pecar contra mi Dios. Me está afectando a mí, me está afectando a mi esposa, está afectando a mi esposo, está afectando a mis hijos, está afectando a mis padres, está afectando a mis hermanos, está afectando a mis compañeros en el Yo no voy a pecar porque es contra mi Dios. Es contra mi Dios. Tercera aplicación. Si el versículo es verdad, entonces podemos dividir al mundo en los que practican el pecado y los que no lo practican. Podemos dividir a todo el mundo, a todas las personas del mundo en los que practican el pecado y los que no lo practican. No hay una zona neutral. Creo que en la Segunda Guerra Mundial, si no me equivoco, eh Suiza se declaró un país neutro. Es decir, no estaba ni ni con los buenos, ni estaba con los malos, ¿Verdad? Eh no estaba ni con los aliados, ni con los otros. Pero aquí no no hay ah yo estoy en medio yo yo ni si ni nada no no O practicas el pecado delante de Dios o no lo practicas o permaneces en Cristo o no permaneces en Cristo. No hay algo, no hay, no hay un limbo. No, no, no, no, no, no, no. Entonces. En qué lista te apuntas aquí? En las que están en Cristo, en las personas que están en Cristo unidos a él, que te la llevas purificando, confesando, luchando contra el pecado. En qué listas te apuntas? Amigo, amiga, si yo le pregunto a tus compañeros en el trabajo o en la escuela, o mejor, si yo le pregunto a tu conciencia, ¿en qué lista le apunto a la hermana? ¿En qué lista le apunto a la hermana, los que practican el pecado o los que no lo practican? ¿Qué me van a responder? Ah, él es un flojo. Es un mal hablado. ¿Le gustan los chistes rojos? Ella es una chismosa de primera y usa ropa demasiado sexy. ¿O me van a contestar? Él siempre llega a tiempo. Siempre tiene una buena actitud, muy respetuoso, es paciente, ayuda a los demás, aunque no sea su trabajo, ayuda a los demás. ¿A ella? ¿Le preguntas de ella? No le vayas a decir, bueno, pero aquí entre nos le decimos la monja. ¿Cómo que le decís la monja? Sí, le decimos la monja. No se viste como monja. Pero se nota que es piadosa, está con Dios, nos comparte versículos. Buena mujer. ¿Qué me contestarían en tu trabajo, en tu escuela, tus compañeros, tus vecinos? ¿Practicas el pecado? ¿Lo notan? ¿O no practicas el pecado? ¿Lo notan? Cuarta aplicación. Podemos blindarnos. Podemos blindarnos contra el pecado permaneciendo en Cristo. Podemos blindarnos contra el pecado permaneciendo en Cristo, puesto que nuestro texto nos dice, todo aquel que permanece en él no peca. La pregunta aquí es, ¿cómo permanecemos en Cristo? Esto, por supuesto, es una unión forjada por el Espíritu, por nuestra fe en Cristo. Y los teólogos hablan aquí de que es una unión mística. Tratan de explicarlo, pero no pueden, ¿verdad? ¿Cómo vamos a explicar que el Espíritu Santo nos une a Cristo? No es algo físico, por supuesto. Y dicen, es algo incomprensible, pero real, realmente estamos en Cristo unidos a él. De tal manera que Saulo de Tarso va a Damasco a perseguir a la iglesia, y Cristo se le aparece y le dice a Saulo de Tarso, Saulo de Tarso, ¿por qué me persigues? ¿A quién persiguió a Cristo? ¿A quién persiguió a Saulo de Tarso? ¿A Cristo o a la iglesia? a Cristo, a la iglesia, a los dos, son uno en delante de Dios. O también en Mateo 25, nuestro Señor Jesucristo explica en el juicio final que va a haber unas personas a su mano derecha, otras personas a su mano izquierda, ¿se acuerdan? Y les va a decir, pasen ustedes al reino preparado por mi padre, pasen ustedes, porque cuando yo estaba en la cárcel, cuando estuve enfermo, ustedes me visitaron. Y van a quedar sorprendidos los de la derecha y les van a preguntar, pero ¿cuándo fue que te visitamos? ¿Cuándo fue que te ayudamos? ¿Cuándo fue que te dimos? Él les responde, por cuando lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, lo hiciste a mí. El hermano más pequeño, el niño más pequeño cristiano en esta iglesia está unido a Cristo de tal manera que si al salir tú le das agua helada, el evangelio dice es, le das un vaso de agua helada. Él hace un paso de abuela a ese niño realmente a lo último espiritualmente delante de Dios, se lo está dando a Cristo. Hay tal unión. Aunque no la entendamos, nos podemos gloriar de esa bendición y la creemos por fe porque está en la Biblia. Pero en la práctica, en la práctica, Paco, ¿cómo puedo permanecer yo en Cristo? Oye, número uno, en primer lugar, permaneces en Cristo cuando crees que Él es el Hijo de Dios. Él es el Hijo de Dios. Confiesas, yo soy cristiano, yo creo que Él es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Aquí pueden anotar 1 Juan 4, 15. 1 Juan 4, 15. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios. Jesús significa Salvador, por supuesto. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios. Dios permanece en él y él en Dios. Eso es lo primero. Segundo lugar, permanecer en Cristo es continuar en su palabra, continuar en su palabra, obedeciendo sus mandamientos. Lo leímos en Juan 15, 7, esto. Les leo, por mientras, vayan buscando Juan 15, 7, por mientras les leo primero de Juan el capítulo 1 y el versículo 5. El que guarda su palabra en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. Por eso sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en Él debe andar como Él anduvo. ¿Cómo sabemos cómo andar? ¿Cómo sabemos que Él quiere de nosotros? En Su Palabra, en Sus mandamientos. Y Juan 15, el versículo 7, nos dice, Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que todo lo que queréis y os será hecho. Versículo 10. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi padre y permanezco en su amor. En último lugar, algo muy práctico aquí. Permanecer en Cristo también es permanecer en su iglesia. Permanecer en Cristo también es permanecer con su pueblo, con su iglesia, no apartarse de la comunión. Aquí pueden apuntar. Primer de Juan, el capítulo 2, nos dice esto. Primer de Juan, el capítulo 2, el versículo 18. Primer de Juan 2, 18. Hijitos, ya es el último tiempo, y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos. Por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros, pero salieron para que se manifieste que no todos son de nosotros. Entonces, amigo, amiga, a lo último aquí sumando este punto es arrepiéntete de tus pecados, cree en Cristo, permanece en él y así se resuelve el problema de tu pecado, todo tu pecado. Y hermano, hermana, permanece en Cristo. Sigue, continúa, persevera, cae, sí, caemos, sí, pero nos levantamos, una y otra vez, por eso Salomón dice, el justo cae siete veces, pero se levanta. Sumando Juan 15, permanece en él, porque con él podemos hacer todo, pero sin él no podemos hacer nada. Continúa, tal vez estás pasando por un tiempo muy difícil de dudas, tribulaciones, El diablo te está diciendo, no vale la pena, no sigas, mejor diviértete. La vida es breve. Tú continúa. Persevera. Con la poca fe que tienes, si permaneces en Cristo, si es en Cristo, Él te va a recibir al final y delante de Dios. No pecas porque estás en Él. Quinto lugar, quinto lugar. Quinta aplicación. Podemos dejar de practicar el pecado si verdaderamente hemos visto y conocido a Cristo. Podemos dejar de practicar el pecado si verdaderamente hemos visto y conocido a Cristo. Esto lo saca, por supuesto, de la segunda frase. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Esto quiere decir que si lo conocemos y lo vemos, a lo último no vamos a practicar el pecado. Ahora, aquí ver a Cristo no se trata de verlo con nuestras pupilas, no. Pero con los ojos de nuestra alma, por así decirlo. O como dice Pablo en Efesios 1, con los ojos de nuestro entendimiento. Hay un gorito hace muchos años que no lo cantamos, una mirada de fe es la que puede salvar al pecador. Y de eso se trata aquí. Es de mirar, ver a Cristo con la fe. Y eso nos salva. pero también sigamos viéndolo para protegernos de las tentaciones, sigando, enfocando nuestros ojos, siempre en, puestos los ojos en Cristo, como dicen hebreos, ¿verdad? Doce, puestos los ojos en Cristo, enfocándonos precisamente en él. Y esto, como dice en Juan capítulo uno, ver a Cristo en su gloria, como el unigénito Hijo de Dios, lleno de gracia y de verdad. Es cuando vemos qué tan divino es Cristo, que qué tan precioso es, como dice el apóstol Pedro, qué tan precioso es Cristo. Entonces vamos a negar nuestros deseos carnales que batallan contra el alma. Entonces vamos a rechazar las tentaciones del mundo y conocer a Cristo. ¿De qué es esto aquí? de el que no ha visto ni ha conocido a Cristo y el que no quiere pecar, entonces debe de conocer a Cristo. ¿Cómo? ¿Cómo? Pero no se trata aquí de un conocimiento intelectual o de datos históricos o o quién fue el libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de Abraham, hijo de David, que sigue después en Mateo uno, dos, quienes son todas esas personas No es que tengamos que conocer las genealogías, no es que tengamos que conocer millones de versículos de memoria, no se trata de eso. Se trata de un conocimiento espiritual, basado en la Biblia, por supuesto, pero un conocimiento con afecto, con amor a su persona. Sí, como quieres conocer a tu novia más. ¿Será esta sí o no? Y tienes ese afecto, ese interés, ese gusto. De eso se trata aquí. Y conocer quién es Cristo, por supuesto, como dice un himno, conocer que Cristo es suficiente, Cristo suficiente es. Que nos ha dado su manto y nos ha cambiado. Nuestro manto de injusticia es asqueroso y nos ha dado su manto de justicia. Y es entonces cuando captamos estas verdades que que cantamos, ¿Para qué picar? ¿Para qué picar? Si ya tengo tanta luz. ¿Para qué picar si yo tengo tal Salvador? Entonces, amigo, amiga, ve a Cristo así. Mira con fe en el Cristo de la Biblia. Conoce al Cristo de la Biblia. Y y ruégale, como dice el apóstol Pablo en Alatasuno, que él te enseñe. Esa es la salvación. Penúltima aplicación, se me está acabando el tiempo. Penúltima aplicación. Agradezcamos a Dios de todo corazón por la gran bendición de poder no pecar. La gran bendición de poder no pecar. Los hijos de Adán no pueden más que pecar. El hombre natural no puede más que pecar porque nació pecador. Proverbios 15 nos dice aún la oración, los sacrificios de los pecadores son abominación al Señor. Todas las cosas buenas que hacen a lo último son pecado, asquerosos trapos de inmundicia, como dice el profeta. Pero ahora en Cristo, como hijos de Dios, podemos no pecar. En Cristo podemos mortificar el pecado, luchar contra el pecado y vencer el pecado. De hecho, por nuestra unión con Cristo, Dios nos ve sin pecado. Esto es lo glorioso de esto. ¡Qué milagro! Que nosotros no pequemos, pero en Cristo de verdad podemos. No peca. Y hermano, hermano, capta esta verdad y de seguro que te vuelves pentecostal. Pentecostal de los bíblicos, por supuesto. Capta esta verdad y no te va a dar vergüenza cantar, alabar con todo tu corazón, bien fuerte que Él te salvó, Él te amó tan malo como eres hoy. Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros y no te va a dar vergüenza vivir por Cristo. Todo lo contrario, por gratitud le vas a obedecer y honrar el resto de tu vida. Capta esta verdad. Dios puede hacer una obra en tu vida de tal manera que ya no peques entre él. Y es la última aplicación. Esperemos la mañana gloriosa cuando todos los cristianos llegaremos a la perfección. Esperemos la mañana gloriosa, cuando todos los cristianos lleguemos a ese punto que mundialmente, internacionalmente, eternamente, nada de pecado, nada de pecado. Cuando venga Cristo, todos los cristianos seremos transformados. Entonces, no más dudas, no más tentaciones, nada de pecado, y se hará patente la realidad cristiana, que el cristiano realmente no peca ante Dios. Y será glorioso por supuesto no tener dudas. Será glorioso no tener tentaciones. Será glorioso no tener fallas ni ningún pecado. Pero lo más glorioso de esto no es eso. Lo más glorioso es que así podremos presentarnos ante Dios. No es que nos va a dar coronas. ¡Qué bueno! No es que nos va a dar un palacio más grande. Y qué bueno si nos da un palacio más grande. Pero no se trata de eso. Se trata de que no queremos pecar. porque así veremos a Dios y seremos recibidos por Él. Oremos a Él. Todo aquel que permanece en él no peca. Todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. Santísimo, por los méritos de Cristo, tu Hijo, por su cruz, te pedimos que inyectes estas verdades, estas lecciones, estas promesas a nuestros corazones. Si hay alguna persona aquí sin Cristo que no conoce el Evangelio, tu Espíritu Santo le abra el corazón, como abrió el corazón de Lidia, y comience a aprender de estas buenas noticias, que hay solución a nuestro problema, nuestro gran problema del pecado. que en Cristo, por su sacrificio, tú nos recibes. Por su vida perfecta, tú nos das un manto de justicia. Le pedimos que pasemos este día, por ser tu día, en reposo en alma y cuerpo, para tu gloria. En Cristo Jesús. Amén. Vamos a despedirnos
Cómo no pecar
Série 1 Juan 3
El cristiano es uno que no practica el pecado. No es su hábito seguir pecando. Pide perdón por los méritos de Cristo y sigue adelante.
ID do sermão | 618241945223110 |
Duração | 48:43 |
Data | |
Categoria | Culto de Domingo |
Texto da Bíblia | 1 João 3:6 |
Linguagem | espanhol |
Documentos
Adicionar um comentário
Comentários
Sem comentários
© Direitos autorais
2025 SermonAudio.