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ប្រតិចារិក
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Buenos días, hermanos, a los que no pude saludar. Que venga su reino, es el deseo de todo hijo de Dios. Pero a la vez también entendemos que hay una tarea antes por hacer, ¿verdad? Así que cantamos deseándolo, pero a la vez también esperamos que haya tiempo para aquellos que no han escuchado aún el Evangelio. Muy bien, hermanos, en esta mañana seguimos con nuestra serie, Enviados hasta lo Último de la Tierra, estudiando el libro de los hechos, y yo he titulado en esta mañana el sermón, le he puesto este título, El Evangelio de Cristo, la única necesidad verdadera. El Evangelio de Cristo, la única necesidad verdadera, y esto responde a algo que es parte de la esencia del ser humano. Todos tenemos necesidades, todos nos movemos por necesidades, todos queremos y deseamos en nuestros corazones cosas. Nosotros trabajamos porque tenemos que cubrir necesidades de comer, de vestirnos, medicamentos, etc. Nosotros tenemos amigos porque tenemos necesidades de afecto. Por eso también los jóvenes se ponen de novios, por eso después se casan, porque tienen necesidades de afectos. Nosotros vamos al médico porque tenemos una de dos, o estamos sanos y queremos que el médico nos confirme que estamos sanos, o estamos enfermos y necesitamos que el médico nos dé el medicamento apropiado para recuperar la salud. De igual manera, servimos en la iglesia porque tenemos la necesidad de agradar a nuestro Dios, o por lo menos esa debería ser una de las motivaciones que muevan nuestros corazones. Ahora volvemos que, como decía recién, las necesidades nos llevan a la acción. Ahora, ¿de dónde surgen las necesidades? Es el problema del corazón. Y ahí es donde, bueno, Jeremías, está claro en cuanto a lo que es el corazón en sí, que es perverso, engañoso. Entonces tenemos ahí un problema. Nosotros vamos a ver en esta mañana en dos pasajes que nos toca, dos escenarios en donde necesidades movieron corazones de hombres. Y vamos a ver de qué manera esto sucede y se repiten los dos escenarios, porque es normalmente lo que se repite en la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Las necesidades nos mueven y nos llevan a la acción. Entonces vamos a ver estos dos escenarios, estos dos episodios de violencia contra Pablo. Vamos a leer en dos partes, como dije. Vamos a ir al libro de los hechos, capítulo 22, versículo 22 también. Hasta el 29 vamos a leer este primer suceso que se da de violencia contra Pablo. Dice así. Y le oyeron hasta esta palabra. Entonces alzaron la voz, diciendo, quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza y ordenó que fuese examinado con azotes para saber por qué causa clamaban así contra él. Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente, ¿os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo, ¿qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. Vino el tribuno y le dijo, dime, ¿eres tú ciudadano romano? Él le dijo, sí. Respondió el tribuno, yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo, pero yo lo soy de nacimiento. Así que luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento. Y aún el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado. Acá tenemos la primera escena, el primer escenario de violencia contra Pablo. Ahora, para poder entender con mayor magnitud el cuadro en el que está Pablo y por el cual es agredido, nosotros tenemos que ir unos pasajes para atrás, unos versículos para atrás. Con que vayamos uno ya nos alcanza. Pero recordando en general lo que había pasado, Pablo había testificado ante el pueblo judío, ¿se acuerdan? había sido agredido, fue rescatado por el tribuno. Después Pablo sigue hablando y él cuenta su testimonio y a la vez cuenta su llamado, de cómo el Señor lo llama, cómo es su conversión y a qué el Señor llama a Pablo. Y es en medio de esto, al finalizar este tramo de su testimonio, es que Pablo dice estas palabras, sabiendo que Cristo se le había presentado en el templo, y Pablo habiendo recibido una orden de parte del Señor, después Pablo, queriendo quedarse en Jerusalén, empieza a argumentar diciendo, Señor, ellos saben, ellos saben que yo fui testigo de la muerte de Esteban. Ellos saben de que yo estaba de acuerdo con esa muerte, pero el Señor le había dicho de que no, de que se fuera porque no iban a escuchar su testimonio en Jerusalén. Pero Pablo insiste, entonces el Señor otra vez le vuelve a decir, ve, ese es el versículo 21, pero me dijo el Señor, ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles. Y acá, esto es lo que dispara la bronca, el alboroto que los judíos hicieron. Esto es lo que enciende la furia de estos hombres. ¿Y por qué? Uno puede entender que para los judíos no era un problema... No me salió en el primero y no me va a salir en el segundo. Judiciar, no, es judicializar tampoco, es judiaizar. Ahí está. Me pasó exactamente igual. Judaizar a los gentiles. Para ellos no era un problema eso. El mismo Señor Jesús los confronta a los judíos en una oportunidad diciéndoles hipócritas. Los trata de hipócritas. Oh, fariseo, y escribas hipócritas, le dice. Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito. Y cuando lo logran hacer, lo hacen dos veces hijos del infierno como ustedes. Entonces, el Señor está, en cierta forma, aceptando de que ellos hacían prosélitos de los gentiles, los hacían judíos. O sea, que para ellos no era un problema eso. El problema era que Pablo predicaba un camino de salvación pasando por alto el judaizar a los gentiles. Ese sí era un problema para ellos. Eso sí era un escándalo para ellos. Era una blasfemia para ellos. Como también lo era el hecho de que Pablo estuviera contando y poniendo a Dios, considerándolo a Dios como haciendo que Dios considerara al pueblo gentil semejante al pueblo judío. Eso para ellos era un insulto. Eso era una blasfemia y por eso este pueblo se enoja de esta manera y empieza a expresar, empieza a mostrar su enojo. ¿Por qué? Porque ellos eran el pueblo escogido. Porque ellos eran los que tenían la ley. Ellos eran el pueblo del pacto. Entonces ahí vemos podemos entender mejor por qué estos hombres judíos empiezan a hacer ver, a reaccionar y a hacer ver cuál era su necesidad. Si nosotros podemos ver lo que hacen ellos en el versículo 22 y 23, los judíos Y le oyeron hasta esta palabra, hasta acá soportaron. Y la otra vez decíamos, es llamativo cómo ellos guardaron silencio y escucharon a este Pablo contar un testimonio tan fuerte, dos testimonios fuertes, de dos apariciones del Señor en distintos lugares. Pero, sin embargo, lo que sí les molesta es cuando Pablo hace referencia de los gentiles. ¿Y qué hicieron ellos? Gritaron, quita de la tierra a tal hombre. porque no conviene que viva. Lo que ellos querían era silenciar, acallar la voz de Pablo, porque les atormentaba, porque les era contraria a lo que ellos realmente creían y querían. Entonces, vemos ahí la necesidad de estos judíos de silenciar a Pablo. ¿Y cómo lo hicieron? Con gritos, tirando la ropa hacia arriba, alzando tierra y tirándola. Todo un escándalo hicieron los judíos, que era una demostración de estar en contra de esta blasfemia que Pablo estaba supuestamente diciendo. Esa es la acción que tomaron en función de su necesidad. Necesitaban acallar a Pablo, silenciarlo. Ahora, no sólo los judíos tenían una necesidad, el tribuno, este comandante también tenía la necesidad. Si ustedes se acuerdan, él en el versículo 33 del capítulo anterior había dicho, cuando llega, él dice, ¿quién era y qué ha hecho? Quería saber él. Ahora volvemos a verlo en este pasaje. Y como ellos gritaban y arrojaban su ropa, perdón, en el 24, mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza y ordenó que fuese examinado con azote. ¿Para qué? Para saber por qué causa clavaban así contra él. Él necesitaba saber cuál era la razón por la cual este hombre estaba siendo tratado de esta manera. Tanto grito, tanto deseo de que se muera. La necesidad de este tribuno era saber, era conocer la razón. Ahora, también en la escena lo tenemos a Pablo. Y para ver la razón, la necesidad de Pablo, vamos a invertir, vamos a ver primero la acción. ¿Qué hizo Pablo? Cuando es llevado por el tribuno y guardado para ser castigado, para ser azotado, miren lo que hace Pablo. Versículos 25. Pero cuando le ataron, perdón, 24 también, mandó al tribuno que le metiese en una fortaleza y ordenó que fuese examinado con azotes. Mandó a ser azotado para poder investigar, llegar a que él confesara por qué era maltratado así, a través de azotes. Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente, ¿os es lícito azotar a un ciudadano romano? Aparentemente hasta acá no sabían que era un ciudadano romano. Lo sorprende esto al centurión. Parece que Pablo necesita zafar del castigo, zafar de la tortura. Esa es la impresión que nos da. Ahora, si nosotros vemos un poco el contexto, nos damos cuenta de que en realidad era mucho más que eso. Nosotros podemos ir unas hojas para atrás en nuestra Biblia, en el capítulo 19, y ver, encontrar cuál era la necesidad de Pablo, por la cual intentaba o presenta, mejor dicho, su defensa reconociendo o reclamando su ciudadanía romana. Versículo 19, perdón, capítulo 19, versículo 21, fíjense lo que dice. Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén. después de recorrer Macedonia y Acacia, diciendo, después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. Pablo se había propuesto viajar, en realidad, a España y pasar por Roma para llevar el Evangelio. En su corazón y en su mente estaba la necesidad de compartir el Evangelio con los romanos. Entonces, tenemos que preguntarnos cuál era la necesidad de Pablo puntualmente. Los mismos versículos del capítulo, el mismo capítulo nos muestra cuál era esa necesidad. ¿Qué estaba haciendo Pablo y qué quería seguir haciendo? En el versículo 8 de este capítulo 19, fíjense lo que dice. Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con de nuevo por espacio de tres meses. discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Eso es lo que Pablo estaba haciendo. Versículo 10, así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor. Eso es lo que Pablo estaba haciendo. Versículo 20, así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. Pablo estaba de lleno abocado a llevar la palabra y lo que quería hacer era su necesidad de viajar a Roma. Se lo había propuesto en el espíritu, viajar a Roma. Entonces podemos ver acá. que la acción que Pablo hace también responde a su necesidad. Pablo recurre a la ciudadanía romana entendiendo que su vida corría riesgo, pero que si su vida corría riesgo, su fin que él quería alcanzar, que era viajar a Roma, no se iba a poder dar. Cuando en Roma eran estos hombres interrogados, eran atados con un cuero, sus brazos, sus manos, a veces alrededor de un palo, de un poste, para poder ser azotados. Y esto era un mango de madera con un cuero, y en la punta del cuero podría haber dos cosas, o un hueso o un metal, lo que obviamente lastimaría a sangrar el cuerpo de cualquier hombre. Y ese sangrado podría llevarlo incluso a la misma muerte. Entonces, Pablo, entendiendo de que su vida corría peligro, ¿qué hizo? Recurrió a la ciudadanía romana. Entonces, ahí vemos que Pablo en realidad no está queriendo zafar del castigo. Él está queriendo moverse en función de la necesidad que él tenía de llevar el Evangelio, de obedecer a su Señor que lo había llamado para eso. Es interesante que él en Filipos, Pablo también fue arrestado y fue con una vara castigado. Eran 40 azotes menos uno. Y obviamente que esto lo iba a lastimar, y lo lastimó. Ahora, es interesante que Pablo no recurrió a la ciudadanía romana, siendo Filipo una colonia romana, sujeta a la ley romana. Porque no vio su vida en peligro. dejó que lo castigaran. Sin embargo, acá no, porque tenía una necesidad, seguir llegando el Evangelio. Podemos ver, hermanos, en esto cómo las necesidades, diferentes necesidades que se presentan en este pasaje mueven los corazones de las personas. Los judíos querían matarlo para callarlo, El tribuno quería investigar quién era, qué había hecho, pero Pablo tenía en mente, en su mente y en su corazón, la necesidad de predicar el Evangelio. En nuestro segundo episodio, lo podemos leer en el versículo 30 en adelante, hasta el capítulo 23, versículo 10, y lo vamos a leer. Dice así, al día siguiente, después de estos hechos, Queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos. Entonces, Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo, varones, hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. El sumo sacerdote de Anías ordenó entonces a los que estaban junto a él que le golpeasan en la boca. Entonces Pablo dijo, Dios te golpeará a ti, pared blanqueada. ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley y quebrantando la ley me mandas golpear? Los que estaban presentes dijeron, ¿al sumo sacerdote de Dios injurias? Pablo dijo, no sabía, hermanos. que era el sumo sacerdote, pues escrito está, no maldecirás a un príncipe de tu pueblo. Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio, varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos y la asamblea se dividió. porque los saduceos decían que no hay resurrección ni ángel ni espíritu pero los fariseos afirman estas cosas y hubo un gran vocerío y levantándose los escribas de la parte de los fariseos contendían diciendo ningún mal hallamos en este hombre que si un espíritu le ha hablado o un ángel No resistamos a Dios. Y habiendo grande disensión en el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos y les llevasen a la fortaleza. Otra escena violenta contra Pablo, otro episodio violento contra la vida de Pablo. De nuevo, revisemos las acciones y las necesidades. cómo esas acciones responden a las necesidades de estos hombres, de diferentes personajes que están en esta acción. El tribuno. ¿Qué necesitaba el tribuno? Otra vez, yo creo que el tribuno a esta altura estaba algo loco, queriendo saber realmente qué tienen contra este hombre. ¿Por qué lo agreden así? ¿Por qué gritan contra él? ¿Por qué quieren que se muera? El versículo 30 nos dice, al día siguiente queriendo saber de cierto la causa. Ahí está. El tribuno queriendo saber. Entonces, ¿qué hace en función de esa necesidad de saber? Arma un concilio, arma una especie de juicio abreviado en donde junta al concilio, a los sacerdotes, a los judíos, Va él también y traen al acusado. Y se arma este juicio contra Pablo. Hizo una reunión extraordinaria, digamos, fuera de agenda, ¿sí?, porque tenía esta necesidad de saber qué es lo que pasa a esta gente, a estos judíos con Pablo. Vemos entonces ahora al sacerdote. Vamos a ver en los versículos del 1 al 5. Entonces Pablo mirando fijamente al concilio dijo, varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él que le golpeasen en la boca. Que le golpeasen en la boca. Fíjense el nivel de odio, de bronca de este hombre. Y creo que, en cierta forma, representaba la bronca y el odio de todos los judíos presentes. Manda a golpear a Pablo en la boca. Pablo es interrumpido. Pablo lo que quería era retomar la conversación que había dejado el día anterior, cuando fue interrumpido violentamente. Le dan la oportunidad nuevamente y Pablo arranca su sesión, arranca su testimonio, su prédica, diciendo algo tan sencillo como, he caminado ante Dios con mi conciencia limpia. Y eso fue suficiente para que ellos lo golpeasen en la boca. Pablo obviamente reacciona. es un ser humano. Y lo lindo de Lucas, el escritor, el autor de esta carta, es que él muestra a Pablo no un ser superhéroe, sino realmente un ser humano. Él reaccionó y dijo... Hasta lo leí con un tono a propósito. Entonces Pablo le dijo, Dios te golpearé a ti, pare blanqueada. Hipócrita, era un poco lo que él estaba diciendo, ¿no? Es el mismo caso en donde Jesús a escribas y fariseos también confronta diciéndoles, Hipócrita, Mateo 23, versículos 27 y 28, hablando de cómo ellos se manejaban. Entonces vemos ahí la necesidad de este hombre de silenciar a Pablo y lo hace de forma violenta, de forma abusiva. Pablo da dos explicaciones, o podremos decir Pablo da una especie de pedida de disculpa, diciendo, no sabía, Y varios autores o, mejor dicho, varios teólogos interpretan esto de distintas maneras, que Pablo tenía un problema todavía de la vista y que no alcanzaba a ver quién era. Y es muy probable, otros dicen que había pasado tanto tiempo que no estaba en Jerusalén que ya no sabía quién era el sumo sacerdote y quién no. Pero son todas especulaciones. Nosotros lo que podemos decir, según lo que la palabra nos dice, es que Pablo reconoce no saber que era el sumo sacerdote. Y lo confirma diciendo, si yo hubiese sabido que era el sumo sacerdote, la palabra de Dios nos dice que no debemos injuriar a nuestros príncipes. En este caso, a este sumo sacerdote. Entonces, Pablo, en cierta forma, debemos reconocer también que si bien reaccionó, también dio una especie de disculpa por lo que había hecho. El punto es que de manera violenta quisieron callar a Pablo, una vez más, de manera violenta lo quisieron callar. Era la necesidad de esta gente, callar a Pablo, silenciar esa voz. Ahora, en realidad, ante semejante acto, Pablo lo que entendió es que acá no iba a haber un juicio justo. La evidencia de esta actitud, de golpearlo de esta manera, era que acá no va a haber un juicio justo, acá voy a salir mal parado. Y Pablo, el golpe fue fuerte, pero no lo dejó fuera de combate. No fue un knock-out, fue un golpe duro. Pero no lo dejó sin reacción. Fíjense cómo Pablo, no solamente al principio, apenas entra y dice que fijó su mirada en el concilio. Dice, mirando fijamente al concilio. Los observó antes de hablar. Vio quiénes estaban ahí. Pero después vemos en el versículo 7 que dice, entonces, Pablo, notando que una parte, era saduceo y la otra de los fariseos. Él se había dado cuenta de las dos facciones y él sabía de las diferencias que había entre uno y otro. Pablo sabía que, doctrinalmente, los fariseos tenían una postura con diferencia de los saduceos. Pablo se defiende con dos argumentos, o mejor dicho, con dos verdades. Él dice, fíjense en el versículo 6, yo soy fariseo, hijo de fariseo. Su linaje y su doctrina. Yo soy hijo de fariseo, pero también doctrinalmente tengo cercanía con los fariseos. Y va a explicar en qué punto. Él dice en la doctrina de la resurrección. Tocó un punto neurálgico que realmente generó un problema ahí entre el mismo concilio. Y esto no es un invento de Pablo urgente para Zafar. Era lo que Pablo venía haciendo. Nosotros podemos ver en Primera de Corintios, que siempre fue el argumento de Pablo, predicar a un Cristo resucitado y lo que significaba eso. Entonces, podemos ver en Primera de Corintios, ahí sí les voy a pedir que me acompañen, Primera de Corintios, capítulo 15, versículos del 1 al 4. Todo el capítulo habla de la resurrección de los muertos. Y es Pablo argumentando acerca de la resurrección. Además, os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis. Por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos si no creísteis en vano. Porque, primeramente, os he enseñado lo que asimismo recibí. que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las escrituras y que fue sepultado y resucitó al tercer día conforme a las escrituras. Vamos al versículo 12 más adelante, dice, pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre ustedes, entre vosotros, que no hay resurrección de los muertos? Porque si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, Vana es entonces nuestra predicación. Vana también es nuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios porque hemos testificado de Dios que Él resucitó a Cristo, el cual no resucitó si en verdad los muertos no resucitan. Parece un trabalengua, ¿verdad? Pero lo que está haciendo es tratando de hacerles pensar en el valor de la resurrección y en la realidad de la resurrección. Y el versículo 20 dice, más ahora Cristo ha resucitado de los muertos. Ya va terminando su argumento y va afirmando esta verdad. Cristo ha resucitado de los muertos porque, por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Entonces vemos que en realidad Pablo era un argumento real, algo que él predicaba, no es una excusa para azafar del momento, sino que es algo que realmente él estaba haciendo. Pero a la vez lo usa sabiendo la postura doctrinal de cada uno de estos dos, de los fariseos y de los saduceos. Pablo sabía lo que estaba en juego, su vida. Porque una vez más, si este juicio le salía contrario, si se lo hallaba culpable de estorbar la paz romana, podría haber sido sentenciado a muerte. Entonces, otra vez se veía en el mismo escenario limitado a seguir llevando o ejecutando su necesidad de llevar el Evangelio hasta Roma. Entonces, esta suerte de juicio abreviado podría haberlo, en cierta forma, limitado. Ellos necesitaban unanimidad en el Consejo. Ellos necesitaban estar todos a favor de que era Pablo el causante de los problemas y de los alborotos y que era necesario sentenciarlo, terminar con su vida, que era lo que ellos querían. Pero pasa algo sorpresivo cuando Pablo presenta sus argumentos. Se arma una división de las dos bandas. Era tan grande la división, la diferencia que había doctrinal entre los fariseos y saduceos, que superó el odio que tenían para con Pablo. Se olvidaron de eso y empezaron a decir, de parte de los fariseos, empezaron a argumentar a favor de Pablo. Fíjense lo que dice en el versículo 9. Ningún mal hallamos en este hombre. De pronto, Pablo fue bueno. Llama la atención, ¿verdad? Ya sus intereses eran otros. Había que ganarle a los saduceos. Estas diferencias doctrinales eran la oportunidad de ganarlos, de ganarles. Y es interesante que el resultado es que Pablo obtiene un voto a favor de los fariseos. Y esto le da la posibilidad de seguir con vida. Y obviamente, de seguir con su deseo de predicar el Evangelio. se armó una gran violencia otra vez, en la diferencia que tuvieron entre ellos, que lo mismo seguían con cierto odio hacia Pablo, y dice que el tribuno tuvo temor de que Pablo fuera despedazado. Entonces, ¿qué hizo? Lo rescató nuevamente y lo puso preso en un lugar seguro, porque también la necesidad del tribuno era proteger a este ciudadano que ahora sabía que era ciudadano romano. Entonces, mayor responsabilidad tenía. Pablo ganó entonces el voto y con eso, obviamente, se vio en otra condición. Es llevado preso nuevamente, es guardado. Y esto nos deja ver de nuevo, hermanos, las necesidades, cómo fueron moviendo la acción. Ahora entra en escena alguien con una necesidad también. El versículo 11, para cerrar nuestra parte que nos toca leer hoy, lo que estamos estudiando hoy, el versículo 11 es un versículo solamente, corto. Y Lucas es tan conciso que a veces quisiéramos decir, Lucas, ¿por qué no te desplayaste un poco más en este encuentro? El Señor va al encuentro de Cristo. Y nos hubiese gustado tener más de esa conversación, ¿verdad? Pero Lucas deja sentado lo importante. Nosotros vamos a ver tres cosas que el Señor le dice a Pablo estando allí preso. Pero antes de eso, antes de leer el pasaje, yo quiero que me acompañen en su imaginación de ponernos en los zapatos de Pablo por cinco minutos. Un hombre golpeado, maltratado, humillado, siendo agredido verbalmente, físicamente, con un desgaste hasta espiritual por la lucha que estaba sosteniendo. Y seguramente él se empezó a preguntar, ¿realmente habré hecho bien las cosas? ¿Será que debí callarme un poco más? ¿Será que debía hablar un poco más? ¿Será que no debía haber exhibido la ciudadanía romana? ¿Será que hasta acá llegó mis días, mi posibilidad de testificar, esta fue la última? ¿Será que mi deseo de ir a Roma era algo meramente mío? ¿Y cuántas dudas se le habrán presentado en su cansancio, en su agotamiento, en su estrés? Él estuvo más de 24 horas preso después de estos dos días de estrés. Miren si tuvo tiempo para pensar. Creo que fueron las horas más largas de Pablo, pensando y pensando qué pasó, por qué estoy acá y si hice bien las cosas. Y es en esa instancia en donde el Señor se presenta. Y es en esa instancia en donde el Señor le habla al corazón. El Señor se le aparece, dicen, versículo 11. A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo, ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma. Algunos... traducciones dicen que se puso a su lado, otros dicen que estuvo enfrente. Yo no sé si al lado o al frente. Lo que sí sé es que Pablo sabía que el Señor Jesús estaba ahí con él, que se había presentado ahí con él. Y las palabras que El Señor le dice, van a retumbar en su oído, en su corazón, en su mente. Entonces, vamos a ver qué le dice el Señor. Lo primero que le dice, ten ánimo. Lo que Jesús hace con Pablo en medio de su angustia es animarlo, es consolarlo, es fortalecerlo. Esta misma palabra que usa acá Lucas es la misma palabra que se utilizó cuando los discípulos son enviados a Bethsaida cruzando el mar y tienen el viento contrario, están remando toda la noche y llega un momento que es tanto el cansancio que estaban fatigados. Y es allí donde el Señor aparece y les dice la misma palabra, tengan ánimo. tengan ánimo, les da fuerza, les renueva las fuerzas. Seguramente Pablo, así, asilado, solo, en esa cárcel, pudo experimentar lo que el Señor había prometido. cuando dio la gran comisión. Que vayan y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días. Pablo experimentó la presencia de Dios con él. Y en esta oportunidad lo pudo ver, pero confirmó de que a cada momento que él estuvo pasando en su vida, en este tiempo, el Señor estuvo con él. Pero el Señor no solo lo consuela, Pablo. Fíjense que también le da su aprobación. Dice, ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así. Y la traducción en el original es de la misma manera. Entonces, todas esas preguntas que Pablo tenía en su mente y en su corazón de cómo habrá hecho, qué falló, qué hizo bien, qué hizo mal, en realidad, en ese momento se desvanecieron. Porque el Señor Jesús estaba aprobando lo que él había hecho. Miren, podemos decir por qué se enojó, por qué sacó la ciudadanía romana, le rostrió en la cara a la ciudadanía romana. Nosotros podemos criticar todo eso, pero si el Señor te aprueba, hermano, qué mayor consuelo, qué mayor tranquilidad. Lo que estás haciendo está bien. Y no solo que está bien, sino que quiero que lo hagas igual en Roma. El Señor le da su consuelo y su aprobación. Pablo no había terminado aún su carrera, pero seguramente retumbó en sus oídos aquellas palabras de buen siervo y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor. La aprobación de Dios en cuanto a lo que estaba haciendo. Ahora el Señor no solo lo consuela, no solo lo aprueba en lo que estaba haciendo y cómo lo estaba haciendo, sino que también le deja ver los planes del Señor. le dice, así es necesario que testifiques también en Roma. Y esto significaba varias cosas, entre ellas, que él iba a salir de esa cárcel y que iba a viajar a Roma. Ahora no le promete buenas condiciones de viaje, no le promete primera clase, no le promete facilidades, pero le promete un puerto seguro. Vos vas a llegar a Roma y vas a poder testificar. Para Pablo eso no era poca cosa. Yo me imagino el corazón de Pablo en medio de todo esto. Poder, hermanos, ver la escena e imaginarnos el consuelo que habrá sido para este hermano que el Señor le dijera todo esto y que lo animara a seguir haciéndolo como estaba haciéndolo. Nosotros no podemos perder ni pasar por alto que acá está la necesidad de Cristo presente. El Señor mismo le está diciendo, es necesario que vayas a Roma. Como testificaste en Jerusalén, es necesario que vayas a Roma. Nosotros en Marcos capítulo 13, si me acompañan, Marcos capítulo 13, también podemos ver que una vez más que esa era la necesidad del Señor. Marcos capítulo 13, versículo 10, del 9 podemos leer mejor. Dice, pero mirad por vosotros mismos, porque os entregarán a los concilios y a las sinagogas, y os azotarán. Y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Y es necesario, que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. El Señor diciendo, es necesario. Van a pasar tribulaciones, azotes, encarcelamiento, pero es necesario. Es necesario que el evangelio sea predicado. Lucas, capítulo 4, versículos 42 al 44, miren cómo otra vez vemos la necesidad del Señor Jesús. Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto. Y la gente le buscaba y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuese de ellos. Pero él les dijo, es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado. Y predicaba en las sinagogas de Galilea. Vemos una y otra vez que, era la necesidad que el Señor comparte con nosotros de predicar el Evangelio. Y Pablo coincide con esta necesidad y por eso abraza su vida y la cuida porque entiende que la necesidad es llevar el Evangelio hasta Roma y hasta España si era posible. Ahora, hermanos, nosotros todo esto nos debe impactar en nuestras vidas. Para nosotros esto debe ser simplemente una lectura y un estudio racional, simplemente. En esto debe haber un impacto en nuestra alma. La palabra en Romanos 15.4 nos dice que las cosas que se escribieron para nuestra enseñanza se escribieron, para que aprendiéramos. Es algo que tiene que quedar en nuestra mente y trabajar en nosotros de tal manera que se termine convirtiendo en algo que ha aprendido. Yo no quiero trabajar la culpa, hermanos, pero yo quiero preguntarles, ¿es realmente nuestra necesidad predicar el Evangelio? ¿Es en nosotros en verdad una necesidad llevar este mensaje de salvación al mundo? Yo quisiera animarlos, más que, como decía, apelar a la culpa, porque eso no sirve, no dura. Yo quisiera animarlos a ver el ejemplo de Pablo, a mirar a este hombre que incluso su vida, su tiempo, su dinero, todo lo puso en favor de esta necesidad, que era la necesidad del Señor, pero que la hizo suya. Y eso es lo que quisiera animarlos, hermanos. Que esa necesidad de Cristo, de llevar el Evangelio, sea también nuestra necesidad. Nos animo, hermanos, a cultivar un corazón compasivo por las almas, que anhelemos en verdad compartir esta verdad, sabiendo que es la única necesidad verdadera que el ser humano tiene. Me llama muchas veces la atención que somos a veces demasiado críticos de iglesias que no tienen, a lo mejor, la doctrina reformada o que su doctrina tiene cosas con las que no estamos de acuerdo y hacemos juicios a veces de esas cosas. Pero a mí lo que me llama la atención es la pasión de mucha gente de esas iglesias, con esas limitaciones, cómo comparten de Cristo. ¿Con qué pasión, hermanos? Yo he escuchado a veces con muchas limitaciones, pero ¿con qué pasión comparten de Cristo? creo que nos debe llamar a nosotros la atención. Estoy compartiendo con la misma pasión, entendiendo que he abrazado la sana doctrina, la verdad de Dios. Esa verdad me mueve apasionadamente a compartir de Cristo. Charlaba hace poco con un hermano acá en la iglesia y espero que cada uno de nosotros podamos tener el mismo sentir. Me decía, Carlos, cuando pienso en poder compartir el evangelio a tales personas, se me acelera el corazón. Eso es pasión, hermanos. Pasión por compartir esta verdad. Y ojalá cada uno de nosotros nos animemos unos a otros a que esa pasión la abracemos todos. Quisiera terminar. simplemente animándolos a reflexionar. A que esto sea una cosa entre vos y Dios. ¿Qué tanto he abrazado esta pasión, esta necesidad urgente de predicar el Evangelio, de perseverar en ello, de permanecer predicando el Evangelio? El Señor quiere, hermanos, que en nosotros se despierte, si es que no está, una pasión por compartir hasta lo último de la tierra, el Evangelio de Jesucristo, que es la única verdadera esperanza que este mundo tiene. Oramos. Señor, Tú nos has dado Tu Santo Espíritu. Y es un privilegio, es una bendición cómo nos sostiene, nos anima. Pero, Señor, Es poder para llevar el Evangelio hasta lo último de la tierra, Señor. Y queremos rogarte que sea Tu mismo Espíritu animándonos, exhortándonos, Señor, a cultivar en nosotros una pasión por las almas, un amor por los perdidos, Señor, Padre, que esta tu iglesia sea realmente columna y valuarte de la verdad, pero para llevarla fuera, Señor. Para crecer nosotros, sí, pero también para compartirla con aquellos que no la tienen, Señor. Padre, ruego por cada uno de nosotros. Todos necesitamos ser motivados por ti, movidos por ti, Señor. Que nuestra necesidad en el fondo de nuestro corazón sea compartir el Evangelio. Gracias, Dios. Gracias por tu palabra. Gracias por tu espíritu. Y gracias por tu obra en nosotros, Señor. En Cristo Jesús. Amén.
El evangelio de Cristo, la única necesidad verdadera
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