00:00
00:00
00:01
ប្រតិចារិក
1/0
el libro de 1 de Juan en el capítulo 2 casi al final de nuestras Biblias la primera epístola de Juan. Yo voy a leer este, bueno, no todo el capítulo, sino solamente los primeros dos recículos. Bueno, mejor vamos a empezar en el recículo ocho del capítulo uno, para ver el contexto otra vez. Primero de Juan 1, 8, y voy a leer hasta el capítulo 2 y el reciclo 2. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no peguéis. Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el Justo, y Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Vamos a hablar. Nuestro Padre Celestial, sabemos que Tu Palabra tiene poder en Sí misma. Que yo no tengo autoridad para decir mis propias palabras, ni poder para cambiar la vida de cualquier persona. pero tú tienes ese poder a través de tu Palabra. Por eso te pido que me uses en la predicación para decir tus palabras, para ser usado por tu Espíritu Santo y que Él también obre en cada corazón aquí, en el nombre de Cristo. Amén. Si el texto de hoy Es el capítulo 2 y el reciclo 1. Yo voy a leer este reciclo otra vez. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. En nuestras Biblias este es el principio de un nuevo capítulo. Pero la verdad es que la idea que estudiamos al final del capítulo uno, continúa aquí en el capítulo dos, en estos primeros dos versículos. Las divisiones de los capítulos y los versículos en la Biblia no son inspiradas. Es importante para entender. Juan no escribió su carta aquí con versículos y capítulos, sino solamente como una carta completa. Todas estas cosas de los reciclos y los capítulos sucedieron después de que la Biblia fue completada. Algunas personas pusieron capítulos y reciclos en el texto para que podamos entender más fácilmente, para que podamos bueno, entender dónde están las cosas en la vida, pero no son inspiradas. Entonces, a veces el contexto o la enseñanza de un capítulo continúa en el siguiente capítulo. Entonces, aquí yo creo que estos dos reciclos del capítulo 2, bueno, probablemente deben ser en el capítulo 1, pero por lo menos tienen conexión con lo que hemos estudiado. Eso es lo que es importante entender. Entonces, Juan está tratando con el mismo tema aquí en estos dos primeros reciclos del capítulo 2. Pero antes de que continuemos con esta enseñanza aquí, quiero que veamos algo muy importante que sería muy fácil para pasar por alto. Al principio de este versículo uno, tenemos, por primera vez, pero no es que sea la última, una expresión del amor que Juan usa en cuanto a estas personas a quienes está escribiendo. Otra vez, al principio de este versículo uno, Juan dice, hijitos míos, hijitos míos, la cual es una expresión que una expresión usada en el Nuevo Testamento como un término de discurso amable de un maestro a sus discípulos. Y Juan usa esta expresión siete veces en este libro. También Pablo la usó una vez en Gálatas, y Cristo mismo la usó en Juan 13. Aunque es solamente una forma de discurso, y no el punto mayor de este versículo, creo que hay algo muy importante que podemos aprender de ella, de esta expresión, en general y también en cuanto al contexto. En primer lugar, esta expresión nos ayuda a recordar que el punto de este libro no es el de corregir a los cristianos severamente. No es para golpearlos con su maldad, sino para ayudarlos en amor. Ese es el punto de este libro. Juan fue un pastor, tal vez con el cargo de algunas iglesias, y él tenía un deseo profundo para que los cristianos en sus congregaciones crecieran en su entendimiento de las verdades de Dios y en más comunión íntima con Él. Este amor de Juan es parte de la razón por este libro, porque en nuestra lectura entendemos que estos cristianos estaban sufriendo un ataque de su fe. Eso es lo que estudiamos en la introducción. Ellos estaban sufriendo un ataque de algunos falsos maestros en cuanto a su fe y en cuanto a sus creencias. Y Juan quería ayudarlos, a esas personas, en saber la verdad. Pero también todo lo que dice en este libro es expresado en formas de amor, siempre. Incluso cuando Juan enseña algo difícil o un poco fuerte, el contexto siempre es en amor y con un deseo real para sus almas y para sus vidas. Y para poder entender eso, no quiero que ningún cristiano que escuche estos mensajes que yo estoy predicando de este libro, se sienta golpeada ni abrumada por sus pecados o fallas. Eso no es el punto. No fue el punto de Juan y no es mi punto tampoco. La meta de Juan en este libro fue para enseñar todas estas doctrinas muy importantes, pero en amor, siempre en amor, siempre pensando en esos cristianos como sus hijos. con un deseo en verlos crecer en santidad y en comunión íntima con Dios. Y quiero decir que la verdad es que yo tengo el mismo deseo para ustedes como su pastor, aunque yo sé que fallo en el intento muchas veces. Pero tengo el deseo de verles a ustedes creciendo en su entendimiento de la Palabra, en su crecimiento para ser más como Cristo. Pero siempre quiero explicar esas cosas y predicar esas cosas en amor. Sí, a veces yo voy a decir cosas muy fuertes. no porque es algo que yo voy a decir, sino porque la Biblia, la Biblia muchas veces nos manda algunas cosas que son muy importantes, y a veces habla en términos muy fuertes, pero siempre en amor. Sabemos que la razón porque tenemos esos mandamientos de Dios, la razón por la cual tenemos la Biblia, es porque Dios nos ama. Por eso, incluso en estas enseñanzas muy fuertes, siempre es en un contexto de amor. Ese es mi intento, ese es mi deseo para con ustedes también, como fue el deseo de Juan aquí en este libro. Que siempre hay esperanza debido a la obra de Cristo. He tratado de enfatizar este punto en los mensajes anteriores. Que si, vamos a pecar, no debemos pecar, pero cuando pecamos, cuando caemos en este pecado, tenemos esperanza, tenemos esperanza en Cristo por su muerte, por su obra, por su sangre. Siempre hay esperanza para un cristiano. Siempre tenemos la gracia de Dios y el amor de Dios demostrado a través de su palabra. Entonces podemos entender este punto solamente de estas dos palabras, hijitos míos. Es una expresión de amor. Es una expresión de tierna, muy fuerte, de un pastor para con su congregación. Ese fue el deseo de Juan y es mi deseo también. Pero después de esta declaración del amor que Juan demuestra, para estos cristianos dice, continuando en el versículo, estas cosas os escribo para que no peguéis, y podemos ver la conexión que tiene el contexto con las enseñanzas del capítulo 1. Una creencia correcta de Cristo resulta en la comunión verdadera con Dios y otros cristianos, una comunión que es solamente posible cuando andamos en luz y no en tinieblas, lo cual es solamente posible debido al perdón de Dios y la sangre de Cristo. Este es un resumen corto del capítulo uno de lo que hemos estudiado. Pero lo que Juan quiere que entendamos al principio de este reciclo aquí, es que esta garantía del perdón de Dios, y si es una garantía, como estudiamos la semana pasada, como dice en el reciclo nueve, el perdón de Dios, cuando confesamos nuestros pecados a él verdaderamente, es una garantía. Pero esta garantía del perdón de Dios no es una licencia para pecar. Es el punto de Juan aquí en esta parte. Solamente porque sabemos que cuando confesamos nuestros pecados, que Dios va a perdonarnos, no significa que podemos continuar nuestro pecado. Eso es lo que Juan está diciendo aquí. Estas cosas os escribo para que no peguéis. Claro que entendemos de lo que Juan ha enseñado muy claramente en el capítulo anterior, los reciclos 8 y 10, que no está refiriéndose aquí al perfeccionismo. Porque estudiamos, el perfeccionismo no es posible. Pero lo que Juan está haciendo aquí, al principio de este reciclo, antes de que él continúe con su punto, es aclarando su punto anterior. El perfeccionismo no es posible. Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, vamos a recibir el perdón de Dios. Pero eso no significa que tenemos el derecho de continuar en pecado. Ese es exactamente el punto que Pablo también enfatizó en Romanos 6, 1 y 2, después de una declaración de la gracia de Dios. Pablo dijo, ¿qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Es decir, la meta de cada cristiano, su deseo verdadero, debe ser de evitar el pecado, no caer en el pecado. Otra vez quiero ser muy claro y reenfatizar, como estudiamos, no es posible vivir perfectamente, no podemos vivir perfectamente. Y por eso tenemos la promesa del perdón de Dios. Pero nunca debemos tratar el pecado ligeramente y pecar como queramos, solamente porque tenemos el perdón de Dios. Este principio del discípulo es como un paréntesis, algo que Juan está diciendo antes de que continúe con su punto, con su enseñanza. Hijitos míos, dice, y aquí podemos ver el amor que Juan tenía para con estas personas, estos cristianos, espero que yo vaya a tener este mismo amor para con ustedes. Hijitos míos, esas cosas las escribo para que no te aquejes. Este es el paréntesis. El punto del argumento en el capítulo 1 El punto de las verdades que hemos aprendido no es para continuar nuestro pecado, solamente porque tenemos el perdón de Dios. Esta aclaración aquí de Juan es muy importante para nosotros de entender en lo que estamos aprendiendo en este libro, lo que significa ser un cristiano. Ese es el tema de este libro que estamos estudiando. ¿Qué significa ser un cristiano? Un cristiano no es caracterizado por pecado, y eso vamos a ver más claramente luego en este libro. Pero después de este paréntesis, Juan regresa para enfatizar su punto en el capítulo anterior, otra vez más, para que no sea de confusión alguna. El resto de este reciclo dice, Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el justo. Vamos a pecar, aunque no es nuestro deseo. Cuando confesamos nuestros pecados a Dios, Él es justo y fiel para perdonarnos, sin duda. Pero aquí Juan usa la palabra sí, si alguno hubiere pecado en vez de cuando. Yo creo que usa la palabra sí en conformidad con lo que ya ha dicho. no es una cuestión de que si un cristiano va a pecar o no. Entonces, en ese sentido, Juan pudiera haber dicho, ¿cuándo alguien peca? Pero su punto, otra vez, es que aunque vamos a continuar pecando, todavía el pecado es algo serio, algo que no debemos tomar ligeramente. Por eso usó esta palabra, sí. Si alguno hubiera pecado, abogado tiene. Nuestro deseo en nuestras vidas cristianas es no pecar, es nuestro deseo muy fuerte. En ese sentido, el pecado o el pecar no es nuestra expectación. Iguán puede usar la palabra sí, aunque sabemos que el perfeccionismo no es posible. Entonces, en este versículo, otra vez, Juan continúa con el mismo tema que en el capítulo anterior. El perfeccionismo no es posible incluso para tener la comunión verdadera con Dios, solamente es posible a través del perdón de Dios por la sangre de Cristo. Pero este mensaje de hoy no va a enfocarse en los puntos que hemos estudiado, porque Juan lleva otra prueba. aquí en este versículo. Otra verdad al argumento. La verdad que Cristo, el justo, es nuestro abogado para con el Padre. ¿Ustedes recuerdan la pregunta que hicimos la semana pasada? ¿Cómo debemos tratar con nuestro pecado? Aprendimos que necesitamos confesar nuestros pecados con arrepentimiento verdadero y confiar en el perdón de Dios. Esta verdad de que Cristo es nuestro abogado para con Dios, es otra fuente de ánimo para nosotros como cristianos, una ayuda para nosotros de entender más de la confianza que tenemos en el perdón de Dios. Como siempre, no es algo de nosotros mismos. No tenemos confianza en nosotros mismos. No, cuando pecamos, la confianza que tenemos es que tenemos un abogado, para con el Padre a Jesucristo el justo. Este es el tema de este mensaje, Cristo nuestro abogado. Hemos visto algunas cosas en una introducción muy larga, pero el punto de este mensaje ahora es que Cristo es nuestro abogado. Y vamos a estudiar esta verdad de suma importancia, de esta posesión de Cristo como nuestro abogado, en este reciclo, en dos puntos muy sencillos. La obra de nuestro abogado, y después la persona de nuestro abogado. En primer lugar, en primer punto, la obra de nuestro abogado. En primer lugar, necesitamos definir lo que significa esta palabra abogado, aquí en este reciclo, en su contexto y en el contexto de la Biblia. Porque muchas veces, yo creo, cuando pensamos en un abogado, no siempre estamos pensando en buenas cosas. en buenas características, ¿no? No sé cómo es la actitud aquí en México, pero en los Estados Unidos hay muchos chistes de cuán codiliosos son los abogados, que no son buenas personas, que engañan y hacen trampas. No todos, por supuesto, pero esa es la idea. Yo creo que la percepción es la misma aquí, ¿o no? ¿Sí? Más, bueno. Pero, aunque son buenos abogados, ¿no? Esa es la voluntad de Dios para ayudar incluso a algunas personas increíbles. Hay buenos abogados. Pero la percepción que tenemos, en general, muchas veces, es, ah, un abogado es esa persona que hace trampas y estas cosas. El punto es que no debemos pensar en esta manera cuando pensamos en la obra de este abogado, de nuestro abogado Jesucristo. Por eso necesitamos entender el significado de esta palabra en este contexto, en este reciclo. Y en conexión con este punto, necesitamos darnos cuenta que, cuando leemos la Biblia, cuando leemos una palabra en la Biblia, que no siempre debemos aplicar la definición sobre la cual pensamos en nuestro propio idioma. Eso no quiere decir que no podemos entender la Biblia sin entender el griego o el hebreo, sino que a veces las palabras que la Biblia usa en el contexto bíblico no significan las mismas cosas como en nuestra cultura y en nuestro contexto ahora. Por eso, vamos a ver lo que significa esta palabra aquí bíblicamente. Lo que esta palabra significa es alguien quien defiende a una persona. quien aboga por su causa ante un juez. Esa es una parte de la obra de un abogado aquí, también en el mundo. Pero es la manera en la cual Cristo hace este cargo que es importante. La obra de Cristo como abogado es diferente a la de cualquier abogado mundano, porque un abogado mundano defiende a una persona, pero sin su participación personal. Es decir, defiende a la persona por un precio, o tal vez por amistad, pero no va a experimentar el castigo de su cliente si pierde la causa. Pero lo que Cristo hizo fue diferente, y estamos hablando aquí en términos de la salvación, porque Juan usa este término legal del abogado, lo que es consistente con algunos otros términos usados de la salvación en otras partes del Nuevo Testamento. Debemos pensar ahora en una situación legal. Pensemos en esta ilustración que yo voy a dar de lo que Cristo ha hecho por nosotros. Imagínate una sala de juicios, donde Dios es el juez, y nosotros, cada ser humano, somos los acusados. Hemos sido acusados de ser pecadores, de romper la ley perfecta de Dios, de vivir en contra de su voluntad y en contra de su gloria, contra el Creador del Universo, contra el Dios Santo. Hemos tratado de defendernos a nosotros mismos, pero en vano, sin éxito. La ley es clara. Las pruebas son irrefutables. Somos pecadores. Hemos roto la ley de Dios. Merecemos la sentencia, el castigo de este juez. Y sabemos que esta sentencia, este castigo, es la muerte eterna. La paga por nuestros pecados, el justo resultado de vivir como hemos vivido, en pecado, completamente depravado. Merecemos esa sentencia de la muerte eterna. Cada persona aquí debe pensar en sí mismo en cuanto a esta situación. Debe pensar en sí mismo en cuanto a esta ilustración. Tú estás y yo estoy en esta sala de juicios, condenados naturalmente, meritorios del juicio por nuestras vidas llenas de pecado. Estamos de pie ante este Dios, esperando la sentencia de la muerte eterna. Pero inmediatamente, antes de que el juez vaya a decretar la sentencia, alguien entra en esta sala de juicios y declara, yo soy el abogado del acusado. Estoy aquí para defenderle. Este cambio de eventos envía una onda expansiva a través de la multitud en la sala, por dos razones. En primer lugar, porque parece que este abogado está tomando una causa imposible de ganar. La evidencia ha sido presentada claramente. Parece que no hay espacio para duda y que incluso con la ayuda de este abogado, el acusado todavía va a sufrir la sentencia y el castigo de este juez. Pero también es diferente para la multitud porque todos se dan cuenta de que este abogado es el hijo del juez. Por eso todos están asombrados por este giro de acontecimientos. Pero lo que dice el abogado cuando empieza a hablar para defender a su cliente es algo que nadie espera. El abogado dice, yo sé claramente sin lugar para duda que mi cliente es culpable de todas las acusaciones que han sido presentadas hoy. Un murmullo recoe por la multitud. Esto es inesperado. ¿Cómo puede este abogado defender a su cliente y querer ganar su libertad si de repente admite su culpabilidad? Pero este abogado, como si no oyera a la multitud, continúa. El acusado aquí, mi cliente, es culpado. No hay nada que puedo decir para contradecir este hecho. en sí mismo merece este juicio decretado por el juez. Pero yo soy diferente. Yo soy perfecto. Nunca he desobedecido ni a un mandamiento de este juez. Nunca he roto su santa ley. Yo merezco mi posición no sólo de hijo de este juez, sino de alguien que nunca necesita sufrir su castigo. Y siendo así, yo decido tomar el lugar de mi cliente y sufrir el castigo, el juicio en su lugar. Yo entiendo que la ley, el juicio, tiene que ser satisfecho, cumplido. Entiendo que alguien tiene que sufrir por esos crímenes de mi cliente. esos pecados que Él ha cometido, pero soy yo el que va a sufrir ese juicio y no el acusado. Yo tomo su lugar y voy a sufrir su castigo que Él merece. Entonces, casi no puedo describir la reacción de aquellos en la sala de juicio. Es un silencio estupefacto. Nadie puede creer lo que ha oído. Una cosa así nunca ha sucedido en toda la historia. Esta persona perfecta y su reclama de ser perfecto no fue algo de orgullo, sino un hecho a lo cual todos podrían dar testimonio. Una persona perfecta iba a tomar el lugar y sufrir castigo de un hombre depravado, terrible, conocido por todos como un hombre sin esperanza, un hombre completamente inmerecedor de la muerte. ¿Cómo puede ser? ¿Qué está sucediendo? Más importante, ¿qué va a hacer decidir este juez? Porque legalmente lo que este abogado ha propuesto es legal, pero su propio hijo no puede estar de acuerdo con esta oferta, ¿no? Pero sí, el juez declara, así sea, el acusado es libre, legalmente inocente ante los ojos del tribunal, y el abogado, el hijo, Por el presente acto es condenado a la muerte. Él pega con su martillo y la decisión es final. La sala estalla en confusión, peloteos y discusión. ¿Qué acaba de suceder? El justo va a morir por el injusto, el inocente por el culpable, para salvarle su vida. Entonces, claro que esta ilustración no es perfecta, no habla de cada parte de la salvación. No tome en cuenta que lo que pasó en nuestra historia fue el plan de Dios, el plan de ese juez desde la eternidad pasada. Pero creo que podemos entender un poco más claramente lo que Cristo hizo por nosotros en este cargo como abogado para proveer la salvación para nosotros. Eso es lo que sucede en la salvación, en este aspecto de Cristo como nuestro abogado. En contraste con los abogados mundanos, este abogado no defiende a su cliente, no dice que no merece el castigo, sino toma el lugar del acusado. Toma nuestro lugar para salvarnos. Como dice el primer de Pedro 3.18, porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificando el espíritu. Entonces, piensa en tu posición ante Dios en este momento. Cada persona aquí, adulto, niño, joven, no importa. piensa en tu posición ante Dios en este momento. Estás en esta posición que yo he descrito ya, estando de pie ante Dios el juez, el juez santo y perfecto, con solamente tus propios méritos para ofrecer como defensa. Si haces tu posición como el hombre en esa ilustración, la verdad es que no tienes esperanza de ser liberado. porque la evidencia contra ti es tan abrumadora que no hay defensa. La sentencia es segura. Vas a experimentar el justo juicio de este Juez, Dios el Santo, para la eternidad. Si estás dependiendo en ti mismo, en tus obras, en tu familia, en tu iglesia, esas cosas son tu abogado ante Dios. Pero ninguna de esas cosas tienen la capacidad de defenderte del castigo que mereces. No por buenas obras, dice la Biblia. No hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, dice Hechos 4.12 en referencia a Cristo. Por eso no importa que sea. Si tienes otra persona u otra cosa a tu lado para defenderte de la acusación de tu pecado, y como me dices, el infierno, si no es Cristo, si no es Cristo como tu abogado, sino otra cosa, otra persona, vas a perder la causa. Vas a experimentar este juicio de Dios que es una eternidad en el infierno. pero no hay una razón para usar otra persona u otra cosa como abogado. Si clamas a Cristo por ayuda, entendiendo que tú no puedes estar de pie ante Dios el justo vez, entendiendo que con tus pecados mereces la muerte eterna, pero si clamas a Él por ayuda, por salvación, serás salvo. Cristo va a tomar su lugar. Él va a sufrir tu castigo en tu lugar. Si alguien es un pecador, como dice nuestro texto, y todos son, sin duda, Dice no hay una persona perfecta. Si alguien es un pecador, si alguien ha pecado, Cristo es la solución. Cristo es el abogado en ese sentido legal para tomar nuestro lugar, llevar el castigo de nuestros pecados y morir por nosotros. Y cuando esto sucede, cuando Cristo sufre el juicio por nuestros pecados, nosotros recibimos la sentencia de inocencia legalmente. Recibimos la perfección de Cristo, su justicia perfecta, para que podamos presentarla ante Dios, ante este juez justo, y salir libres, inocentes, con la promesa de la vida eterna. No confía en cualquier otra persona o cosa. Crea en Cristo, el único abogado perfecto y justo. Pero esta obra de Cristo como nuestro abogado, no termina con la obra de la salvación. Es decir, cada encuaderno necesita a Cristo como abogado o va a sufrir el castigo, la muerte eterna. Y como cristianos debemos mirar atrás a veces, o muchas veces, a lo que Cristo ha hecho por nosotros y darle a Él toda la gloria y todos nuestros alabanzas por esta obra de abogado que has hecho por nosotros en nuestra salvación. Pero como cristianos, en nuestras vidas diarias, Cristo también continúa intercediendo por nosotros. Continúa siendo nuestro abogado ante Dios en nuestras vidas cristianas cuando pecamos. O para decirlo más correctamente, la obra de Cristo como abogado, la eficacia de Su obra continúa para siempre. Estamos cubiertos por Su sangre. por su obra, incluso cuando pecamos aún como cristianos. Todavía somos salvos porque la obra de nuestro abogado continúa. No termina y después necesitamos algo más. Su obra como abogado continúa a través de todas nuestras vidas. Hay una estrofa de un himno que a mí me gusta mucho, sobre lo cual estoy tratando de obtener una licencia para que podamos cantarlo aquí en la iglesia. Pero dice, Cuando he caído en tentación de sentir condenación, al ver al cielo encontraré al inocente quien murió. Y por su muerte el Salvador ya mi pecado perdonó, pues Dios el justo aceptó su sacrificio hecho por mí. Es decir, Cristo continúa en su cargo como abogado, no porque si no podríamos perder nuestra salvación, sino porque su sangre es la base para nuestra salvación y por eso es nuestra confianza en el perdón de Dios. Por eso podemos decir, como estudiamos la semana pasada, cuando confesamos nuestros pecados a Dios en arrepentimiento verdadero, tenemos la confianza que su perdón es garantizado. En parte, tenemos esa confianza basada en esta obra de Cristo como nuestro abogado. Entonces, hemos visto cuál es la obra de nuestro abogado. Es el primer punto. Pero también necesitamos entender un poco de su persona. ¿Cómo es esta persona? ¿Quién puede tomar nuestro lugar y morir por nosotros y salvarnos? ¿Quién puede ser nuestro abogado perfecto? En este segundo punto vamos a ver la persona de nuestro abogado. Por supuesto, no vamos a hablar de cada verdad en cuanto a la persona de Cristo, en primer lugar porque tomaría mucho tiempo, y en segundo lugar porque queremos estudiar solamente lo que dice nuestro texto aquí, específicamente. La Biblia habla mucho de la persona de Cristo, lo que dice nuestro texto. No debemos olvidar lo que aprendimos hace algunas semanas en el capítulo 1 sobre la persona de Cristo, que Él era y es completamente Dios y completamente ser humano. Y Juan está continuando con este mismo argumento, y por eso necesitamos recordar lo que nos ha enseñado antes, en el capítulo 1, para entender este punto aquí completamente. Solamente Cristo, siendo 100% Dios y 100% hombre, podría haber cumplido el plan de salvación y murió por nosotros. En cuanto a nuestro contexto aquí, solamente Cristo, siendo completamente Dios y completamente ser humano, podría haber sido nuestro abogado perfecto, siendo completamente Dios, completamente ser humano. Este entendimiento de Cristo, de su persona, es vital recordar siempre. Y la verdad es que Juan nos recuerda de esta verdad en este contexto también, de la importancia de su humanidad y de su deidad, cuando, en este versículo uno, usa la palabra Jesucristo. Este nombre es, por supuesto, una combinación de dos nombres, Jesús y Cristo. Y en esta descripción podemos ver un poco más, o podemos ser recordados, de la importancia de la Deidad de Cristo y su humanidad. ¿Por qué? El nombre Jesús es, bueno, es su nombre, su nombre personal, su nombre mundano en este mundo. En Mateo 1, el ángel dijo a José que su nombre es Jesús. Cuando pensamos en el nombre Jesús, debemos pensar más en su humanidad. Pero también tenemos el nombre Cristo. Cristo no es un nombre. Cristo es un título que significa el Mesías, el ungido de Dios. Ungido de Dios para venir a este mundo, para vivir perfectamente y morir en la cruz por nosotros. Entonces, cuando pensamos en este nombre, este título Cristo, debemos pensar más en su Deidad. Entonces, en este nombre, Jesucristo, tenemos un ¿Estamos recordando? ¿Sí? Podemos recordar la doctrina o la creencia que Cristo no es solamente ser humano, o no solamente Dios, sino completamente ser humano y completamente Dios en una persona. Por este nombre de Jesucristo podemos recordar esta verdad. Por eso, parte de lo que podemos aprender de la persona de nuestro abogado es que era y es completamente Dios, pero al mismo tiempo era y es completamente ser humano, y por eso tenía la capacidad de poder cumplir su cargo como abogado en una manera perfecta, y sabarnos. Pero también aquí en nuestro texto, Juan enfatiza otra característica de Cristo. no solamente Jesucristo, no solamente su humanidad y su deidad, sino también dice a Jesucristo el justo. Esta es su característica mayor en cuanto a su obra de abogado. Él es justo. Lo que quiere decir que durante su vida, por toda la eternidad, pero específicamente, durante toda su vida aquí en esta tierra, siempre guardó las leyes y los mandamientos de Dios, siempre obedeció a Dios. Solamente Cristo es completamente justo. Solamente Él vivió perfectamente. Esa es la razón por la cual Juan se refirió a Cristo aquí como Él justo. no solamente una persona justa, sino la única persona completamente justa que merece el nombre de justo, Él justo. Y esta característica es algo que hemos visto muchas veces, algo que he mencionado muchas veces. Debido a la verdad de que Cristo es justo, Él murió en la cruz no por sí mismo, no por sus pecados, sino por nosotros y por nuestros pecados. en cuanto al contexto de este mensaje y este versículo. En la salvación, Cristo aplica su justicia perfecta a nosotros para que podamos ser perfectos legalmente ante la vista de Dios. Si Cristo no fuera justo, completamente perfecto, el justo, nunca podría haber sido nuestro salvador, nunca podría haber sido nuestro abogado, tomando nuestro lugar y satisfaciendo la ira de Dios. Sí, él es justo, y por eso con esta característica tenemos la confianza que en su cargo de abogado cumplió la obra perfectamente. La persona de nuestro abogado es importante para que pudiera haber hecho su obra. Solamente Jesucristo, el Dios-Hombre, el Justo, esas dos características, podría haber hecho esta obra tan importante para nosotros, de reconciliarnos con Dios, y salvarnos, y tomar nuestro lugar, y sufrir por nuestros pecados. Su obra como abogado, que estudiamos en el principio del mensaje, es posible solamente debido a Su Persona. Los dos aspectos son vitales, ambos su obra y su persona. Entonces, para aplicar ese mensaje muy personalmente, ¿qué o quién es tu abogado? ¿Cristo o cualquier otra cosa? Porque tienes solamente dos opciones. o Cristo es tu abogado y Él va a salvarte del castigo que mereces, u otra cosa es, u otra persona es, y vas a perder tu causa, sin duda, y experimentar la muerte eterna, que es el castigo justo de este Juez justo. No hay otras opciones, Cristo o la muerte eterna. Para nosotros que sabemos que Cristo es nuestro abogado y que nos ha salvado de la muerte eterna, tenemos dos cosas para animarnos y ayudarnos en nuestras vidas diarias. En primer lugar, no tenemos que temer el futuro, lo que va a suceder después de nuestra muerte, porque Cristo ha tomado nuestro lugar, pagado por nuestros pecados, y nos ha garantizado la eternidad en el cielo con Dios para siempre. Esa es nuestra confianza, porque Cristo es nuestro abogado. No estamos confiando en nosotros mismos para la eternidad, para la vida eterna, pero estamos confiando en Cristo como nuestro abogado. Y dos, tenemos otra razón para creer en la promesa de que Dios va a perdonarnos siempre cuando confesamos nuestros pecados a Él. Otra vez, el perfeccionismo no es posible. Pero cuando confesamos nuestros pecados, tenemos esta confianza en el perdón garantizado, basada en la sangre de Cristo y Su obra y Su persona como nuestro abogado. ¿Qué más necesitamos? Nada. Nadie. Por eso, ten ánimo en tu vida, ten ánimo en esta semana, que incluso cuando pegas, abogado tienes, pero con el Padre, a Jesucristo, es justo. Y por eso, no vas a experimentar la condenación de Dios, sino su perdón completo. Vamos a orar. Nuestro Padre Celestial, Esta otra verdad que hemos aprendido de nuestro Salvador Jesucristo es algo que nos llena con confianza, con fe, con gozo. No estamos dependiendo de nosotros mismos. Gracias a ti que esa es la verdad. Porque no merecemos la vida eterna, sino la muerte eterna. pues no estás dependiendo en lo que nosotros merecemos para la vida eterna, estamos dependiendo en lo que Cristo merece y Él merece la vida eterna. Por eso nosotros también podemos tener esta confianza en esta promesa de nuestra salvación de la vida eterna. Gracias por esta promesa, por esta otra fuente de ánimo que tenemos como tus hijos para servirte con gozo en nuestras vidas cristianas. Pero también te pedimos por las personas aquí que tal vez no entienden esta verdad o no han aplicado esta verdad a sus vidas. Otra vez, nosotros como cristianos no podemos hacer nada, no tenemos el poder. Podemos compartir el Evangelio, podemos hablar de esas verdades, podemos dar testimonio de nuestro Cristo, pero solamente tú puedes obrar en un corazón para abrirlo y salvarlo. Esta es nuestra petición, siempre, constante, que tú obras en los corazones de nuestros familiares, de nuestros amigos, de las personas en esta ciudad que necesitan conocerte como el Dios que salva, que necesitan conocer a Cristo como el Salvador y como abogado. Debidimos que ninguna persona aquí confíe en una iglesia, o en la salvación de sus padres, o en cualquier otra cosa, pero solamente en ti, solamente en Cristo, solamente en su obra, en su sangre, en la cruz. Esa es nuestra petición, porque nosotros sabemos que tú eres un Dios que salva. Cristo es un salvador. Por eso te pedimos por la misericordia y la gracia demostrada en las vidas de las personas aquí que no son cristianos. Ayúdanos Señor en esta semana que viene para servirte, para glorificarte, para pensar en estas verdades, para sacar nuestro ánimo en estas verdades, en tu palabra para no ser desesperados por el mundo y por las cosas mundanas que vamos a experimentar en esta semana, pero nuestra confianza es en ti, nuestra fe es en ti. Tenemos tu palabra para animarnos. Gracias por todas estas bendiciones. Nuestro Dios, gracias por Cristo, nuestro Salvador. Oramos en su nombre. Amén.
Cristo, nuestro abogado
ស៊េរី Estudio sobre I Juan
Cristo es nuestro abogado- nos defiende perfectamente como el perfecto Dios-hombre.
លេខសម្គាល់សេចក្ដីអធិប្បាយ | 78151611508 |
រយៈពេល | 46:14 |
កាលបរិច្ឆេទ | |
ប្រភេទ | ការថ្វាយបង្គំថ្ងៃអាទិត្យ |
អត្ថបទព្រះគម្ពីរ | យ៉ូហាន ទី ១ 2:1 |
ភាសា | អេស្ប៉ាញ |
បន្ថែមមតិយោបល់
មតិយោបល់
គ្មានយោបល់
© រក្សាសិទ្ធិ
2025 SermonAudio.