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ប្រតិចារិក
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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Nuestro hermano Samuel leía antes Romanos 3 donde el apóstol Pablo cita el Salmo 14 y muchos otros salmos extendiéndose en el mismo tema que es el tema central en el Salmo 14 que es nuestra profunda necesidad de un salvador del Señor Jesucristo. Dice así el Salmo 14, vamos a leerlo juntos. Dice el necio en su corazón no hay Dios Se han corrompido. Hacen obras abominables. No hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Todos se desviaron. A una se han corrompido. No hay quien haga lo bueno. No hay ni siquiera uno. ¿No tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comiesen pan y a Jehová no invocan? Ellos temblaron de espanto porque Dios está con la generación de los justos. Del consejo del pobre se han burlado, pero Jehová es su esperanza. ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob y se alegrará Israel. Amén. Vamos a orar. Te pedimos, Señor, que en esta mañana, en la predicación de tu palabra, tú estés hablando a los corazones, en primer lugar al mío, Señor, y estés dándome palabras para llegar al corazón de mis hermanos. que tú nos hagas ver con nitidez a través de este salmo la tremenda necesidad que tenemos de un salvador. ¿Cuál es nuestra verdadera condición, nuestra verdadera naturaleza? Y Señor, tú produzcas en nosotros un corazón agradecido al ver lo que Cristo Jesús hizo en la cruz, en nuestro favor. Te lo pedimos en el nombre del Señor Jesús. Amén. Quisiera en lo que queda de verano compartir algunos salmos con vosotros en los cuales vamos a ir viendo el evangelio en el libro de los salmos. Es curioso cuando hablas con muchas personas que se confiesan cristianas o que creen que son cristianas y que leen algo de la Biblia, leen los salmos. A lo mejor dicen que leen algo del evangelio de Juan, pero Pablo sobre todo no. Pablo es demasiado complicado. Y el resto del Antiguo Testamento... ¡Uy, no! Ese dios de tantas guerras... Pero el Libro de los Salmos parece que uno se siente inspirado. en él lo curioso hermanos es que cristo y el evangelio del señor jesucristo está en todas las escrituras también en el libro de los salmos como vamos a estar viendo vamos a estar viendo en algunas semanas recordar al señor jesús cuando se encuentra con aquellos dos camino de maús y dice la palabra que comenzando desde moisés y siguiendo por los profetas les declaraba en todas las escrituras lo que de él decían De modo que Cristo Jesús, su mensaje, su misión, está también en el Libro de los Salmos, de una forma clara delante de nosotros. Y lo que el Salmo 14 nos presenta viene a ser el primer paso del Evangelio. Y es nuestra necesidad de médico. Porque nadie acuda al médico si no tiene necesidad de médico. El Señor Jesús ya lo dijo, ¿verdad? Son los enfermos los que tienen necesidad de médico. Nuestra necesidad del Señor Jesucristo está aquí patente en este Salmo 14. Esa profunda necesidad que cada uno de nosotros debe sentir. Y si no la has sentido aún, espero que este sermón en esta mañana te ayude un poquito más a sentirla. Que estás enfermo. Que el veneno de la serpiente del Edén corre por tus venas. que esta vida no debiera ser así debiera ser otra cosa y es por causa del pecado el pecado de Adán que a todos nos infecta tu propio pecado que trae consecuencias en tu vida y el pecado de otros que tienes que sufrir pero al fin y al cabo el pecado el pecado que se cierne sobre nosotros y empieza este salmo describiendo nuestra condición con una frase lapidaria dice el necio en su corazón versículo 1 no hay dios Creo que esta es la confesión de fe más cortita de la historia. Pero al fin y al cabo es una confesión de fe. Todos tenemos una confesión de fe. Si yo os preguntara qué crees respecto a Dios, a la palabra, a la salvación, ¿me darías tu confesión de fe? Como iglesia tenemos una confesión de fe. Pero es que los ateos también tienen una confesión de fe. ¿Tú qué crees de Cristo? ¿Qué crees de Dios? ¿Qué crees de la vida eterna? Probablemente te respondan esto. No hay Dios. Soy ateo. No hay Dios. No creo. Dios no existe. Pero al fin y al cabo es una confesión de fe. No hay Dios. Tres palabras. En el original hebreo solamente dos. No Dios. Más corta todavía. No Dios. dice el necio en su corazón. Está negando la mismísima esencia de la existencia de Dios. No como algunas traducciones de la Biblia, lastimosamente, algunas traducciones de la Biblia traducen como Dios no es poderoso o Dios no es autosuficiente o Dios no es soberano. No está diciendo eso el versículo en el que estamos. Está negando la mismísima existencia y poder de Dios. Dios no existe. No hay Dios. Pero aquellos que no creen necesitan entender que el hecho de no creer en algo no hace que aquel algo desaparezca. Yo puedo ir a 200 por hora por la autopista y me detiene la policía y me hace bajar el policía a la ventanilla del coche y yo puedo mirar al policía y decirle, no creo en la policía. Pero eso no va a hacer que la policía desaparezca. Y mucho menos la multa, ¿verdad? El estudiante que tiene un examen importante al cabo de unos días puede estar toda la semana pensando, no tengo examen, no tengo examen, no hay examen, no me van a poner un examen. Pero llega aquel día a clase y le ponen el examen delante. Por muy convencido que esté, por mucha fe que tenga en que algo no existe, eso no hace que desaparezca. Esa es la fe del ateo. Esa profunda, increíble fe, a veces sorprendente, del ateo. No hay Dios. Bueno, por muy convencido que estés en que no hay Dios, lo hay. Y te está esperando. y el día del examen, el día del juicio, está a la vuelta de la esquina. Sí hay Dios. Y todos, en lo más profundo de nuestro corazón, sabemos que hay Dios. Dice el Salmo 19, los cielos cuentan la gloria de Dios. Basta observar la naturaleza, basta observar la creación para darnos cuenta de que sí hay Dios. Por eso el salmista llama a este incauto necio. No lo llama tonto. No lo llama ingenuo. No lo llama ignorante. Lo llama necio. Porque necio es el que sabe cuál es la verdad pero decide ir en dirección contraria. Ese es un necio. Aquel que tiene evidencia escrita en el firmamento de que Dios existe y en lo profundo de su corazón sabe que hay un creador delante del cual va a tener que rendir cuentas y sin embargo dice, no hay Dios, la palabra le llama necio. Porque está negando la realidad. No es un problema de información. El problema de la incredulidad y del ateísmo no es un problema de información, es un problema teológico, es un problema moral, es un problema del corazón. El que dice que no cree, aunque sabe que cree, dice que no cree porque no quiere creer, porque no le conviene creer. No me conviene que haya un Dios grande, creador, todopoderoso, delante del cual yo haya de rendir cuentas, porque entonces tendría que vivir para agradarle a Él, no para agradarme a mí. Por tanto, no hay Dios. No hay Dios. Por eso la evolución tiene tanto éxito en nuestro entorno, porque niega la mismísima existencia de un Dios creador ante el cual hemos de rendir cuentas. Y si te paras a pensar, no hay nada más ridículo que la teoría de la evolución. O sea, que Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, no hay nada más precioso ni nada más honroso. Y el valor de la vida humana está ahí, si queréis leer el Génesis, en que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Y el hombre prefiere decir que él ha sido formado a imagen y semejanza de los simios. Nos damos cuenta hasta dónde está nuestro entendimiento entenebrecido. Cuando no hay nada más evidente que la creación al mirar al nuestro alrededor, al mirar las cosas hechas, al mirarte en el espejo. ¿Has mirado tus ojos en el espejo? Sí, seguro que sí. No hay nada más increíble que el ojo humano. Es imposible explicarlo de una forma evolutiva. Tiene que funcionar todo junto, la córnea con el iris, con el globo, con la presión interna, con el nervio óptico, con el... Todo tiene que funcionar junto. Sin una de esas piezas, el ojo no es ojo. ¿Cómo puede evolucionar el ojo en un ojo? ¿De qué sirve un casi ojo? ¿Sirve para ver un casi ojo? No. Dios formó toda esa complejidad enterita para que las partes funcionen entre sí, la una con la otra, de forma armoniosa. No se llega ahí por evolución, no se llega ahí por casualidad. Cuando hay una mutación genética no es para bien, siempre es para mal. Dios nos ha diseñado a nosotros y todo lo que nos rodea de una forma perfecta. Cuando algo muta, cuando algo cambia, es para mal. Es para traer problemas sobre nosotros. Nada más ridículo que la evolución. Parece que el hombre, en todo su intelecto, en toda su capacidad científica, ha tirado el cerebro a la basura. ¿Por qué? Porque hay una razón teológica detrás de ello. No quiere reconocer que hay un creador y prefiere abrazarse a cualquier filosofía por ridícula que parezca. Dice el necio en su corazón, no hay Dios. Y lo paradójico del ateísmo es que en su esfuerzo por negar que Dios existe, está reconociendo que Dios existe. Nadie se esfuerza en negar que exista un personaje de ficción. ¿Harías tú una gran campaña, una página web, cualquier cosa para intentar demostrar al mundo que Mickey Mouse no existe? ¿Verdad que no? ¿En cambio los ateos lo hacen para intentar demostrar que Dios no existe? con su mismo esfuerzo por intentar negar que Dios existe, están diciendo que sí, que le hay. Cuando se llenan de ira cuando les hablas de Dios, están reconociendo que sí, le hay. Cuando le culpan diciendo que no creen en Él, le culpan de algo, están diciendo que sí, le hay. O se te estropea el coche y tú dices, ¡ah, sí, culpa de Peter Pan! ¿Verdad que no? En cambio los ateos blasfeman de Dios. Con su ira, con su desprecio, están reconociendo que sí que le hay, solo que no quieren tener una relación de dependencia y sujeción a él. No existen los ateos. Existen algunos que quieren creer que Dios no existe. Pero todos en lo más profundo de nuestro corazón sabemos que hay un Creador que ha hecho los cielos y la tierra y que le debemos obediencia. Sin embargo, el hombre debiendo sujetarse a Dios se levanta en rebeldía, en necedad, en su pecado, en su caída. No hay Dios. Pero continúa nuestro pasaje. No hay quien haga el bien. Todos se han corrompido, hacen obras amobinables. Y hermanos, lo tremendo, si somos sinceros al leer el Salmo 14, lo tremendo de este pasaje es que enseguida nos hemos de sentir incluidos. Hasta ahora qué cómodos nos hemos sentido los creyentes, ¿verdad? El Salmo 14 está hablando de ellos. Pero cuando dice, todos se han corrompido, no hay quien haga el bien, eso te incluye a ti y me incluye a mí en este pasaje. Los necios, por tanto, no son solamente los enemigos de Israel, no son los incrédulos. Somos todos nosotros que hemos levantado el puño al cielo. Somos todos nosotros que nos hemos revelado en nuestra ignorancia y en nuestra soberbia y nos hemos corrompido por completo. nos hemos hecho enemigos de Dios. Cuando tú has decidido vivir tu vida según tus propios pensamientos, en vez de seguir la Palabra de Dios, te conviertes en uno de estos necios. Por tanto, ¿cuánto necesitamos mirarnos en la Palabra, en las Escrituras? ¿Cuánto necesitamos mirar nuestro fiel reflejo de quiénes somos nosotros en las Escrituras para conocer nuestra identidad, para pedir perdón a Dios, para reconocer la gravedad de nuestro pecado? El que no se mira en las escrituras cree que es perfecto. ¿Con cuánta gente has hablado que dice, yo no soy pecador? Yo no he hecho nada malo. Es como preguntarle a un feo si es guapo. ¿Qué te va a decir el feo si es guapo? Si no tiene espejos en su casa, va a decir, yo soy el más guapo del mundo. Cómprale unos cuantos espejos para que vea su realidad. Cada uno de nosotros necesitamos mirarnos en el espejo que es la palabra para darnos cuenta de cuál es nuestra real necesidad y acudir al Señor para que nos lave y nos perdone. Versículo 1 de nuevo dice, se han corrompido, hacen obras abominables, no hay quien haga el bien. Dice la palabra que nos hemos corrompido. ¿Todos habéis encontrado alguna vez en la cocina de casa una fruta que se está corrompiendo? ¿Verdad? ¿Ves esa manzana que tiene un golpe y se está pudriendo? La agarras, la tiras a la basura, o bueno, si quieres economizar un poco, entonces empiezas a cortar. A veces nos quedamos con un cachito de manzana así, ¿verdad? Hay que aprovecharla, hay que aprovecharla. Y a lo mejor se salva un mordisco nada más. pero la manzana se está pudriendo y si la dejas en el cesto se van pudriendo las demás. Ahora, es evidente porque la manzana o cualquier fruta se estropea desde fuera hacia adentro y lo vemos. En el ser humano puede que no sea tan evidente porque nos pudrimos de dentro hacia afuera. Es en el corazón de donde vienen todas las malas cosas, todos los malos pensamientos Todas esas obras abominables. Y este Salmo lo describe así. Dice el necio en su corazón. No hay Dios. ¿Y la consecuencia cuál es? Hacen obras abominables. ¿Por qué nuestra sociedad está como está? Que está loca, perdida. Que si matrimonio homosexual, que si aborto, que si divorcio, que si... ¿Por qué está como está nuestra sociedad? ¿Cuál es el problema real? ¿Arreglaríamos algo arreglando una de esas cosas? No, porque el problema está aquí. El problema está en el corazón. Dice el necio en su corazón, no hay Dios. Y en el momento en que el hombre dice no hay Dios, entonces ¿quién es aquí el juez supremo de todas las cosas? Uno mismo. Y el hombre decide vivir la vida según su pensamiento, su criterio, su beneplácito. Puro humanismo. Se han corrompido, hacen obras abominables. Sí, decía ese pensador, filósofo ruso, que el niño es bueno. Es la sociedad que lo corrompe. Bueno, si alguien piensa que el niño es bueno, lo podemos poner seis meses en la guardería de la iglesia. Y luego le entrevistamos a ver si piensa que el niño es bueno. O trabajar en una guardería o en un colegio. O ser padre y verlos desde pequeños. No, el niño no es bueno. El niño ya nace malo. No, son angelitos. Bien, angelitos caídos. A ver, cuando los que somos papás o los que tenemos relación directa con un niño, ¿tienes que enseñarle el mal o tienes que enseñarle el bien? El bien. El mal ya viene por defecto. O sea, como el coche que sale de fábrica con los frenos ABS y con el CD y todo. Ya de fábrica el niño sale sabiendo todo lo que es malo. Yo no he visto ningún padre en el colegio diciéndole a sus hijos, mira, se pega así. Se quita el juguete así. Mira, yo te enseño a insultar. Pero he visto muchos niños en el parque diciéndole a sus hijos, se comparte el juguete, no se dicen esas palabras. Es el bien que tenemos que enseñar constantemente. ¿Y el mal de dónde viene? Ya lo llevamos en la sangre. Ya lo llevamos en la sangre. No, querido Rousseau, el niño no es bueno y lo corrompe la sociedad, porque la sociedad está formada por niños grandes. Al fin y al cabo. La sociedad son las mismas personas al fin y al cabo. El problema es del corazón. Del corazón. El necio dice en su corazón no hay Dios y hace obras abominables y las dos realidades están conectadas. Si no hay Dios, no hay juicio. Si no hay juicio, no hay condenación. Si no hay condenación, yo puedo hacer lo que yo quiera. Yo soy mi propio juez. Yo soy mi propio Dios. Y aquí es curioso observar que el salmista, en el Salmo 14, cuando usa el nombre de Dios, no usa Yahvé, usa Elohim, que es el nombre que usa el Génesis en el relato de la creación. O sea que está diciendo aquí el salmista, dice el necio en su corazón, no hay Elohim, no hay creador. No hay creador. Vivamos como queramos. No hay juicio final. No hay que rendir cuentas a nadie. La doctrina que nos presenta aquí el salmista es la doctrina que en teología llamamos la corrupción total del hombre, la depravación total del hombre. Eso quiere decir que el hombre está corrompido completamente y que todos los hombres están corrompidos completamente. Se han corrompido, no hay quien haga el bien. Y luego dice el versículo 3, todos se desviaron. Todos, hermanos y amigos, todos se han corrompido, todos hacen obras abominables, todos se han echado a perder. En alguna ocasión, en el curso de membresía, he puesto este ejemplo respecto a esta doctrina. Es como si subiéramos a un quinto piso con un ordenador portátil y lo lanzáramos al vacío. Y al caer el ordenador, se da un soberano batacazo, por supuesto, y luego intentamos encenderlo e intentamos trabajar con él. Para nuestra sorpresa, se enciende, pero cuando empezamos a escribir, cuando ponemos una P, sale una Q, cuando ponemos una A, sale una E, cuando ponemos una N, sale una S, Cuando en el Excel intentamos dividir, resulta que multiplica. Cuando ponemos un PowerPoint con fotos grandes, se nos hacen pequeñas y las pequeñas se nos hacen grandes. Y entonces te preguntan, ¿qué funciona? Y dice, hombre, se enciende. Funcionar no sé si funciona, pero se enciende. ¿Funciona el teclado? Sí. Hace un poco lo que le da la gana, pero... ¿Divide y multiplica? Sí, pero no cuando se lo digo. Ese ordenador. por ese golpe que se ha dado. Está dañado completamente. Así es el ser humano. El ser humano piensa, sí, piensa, pero mal. Decide, decide, pero mal. Ama, ama, pero mal. Escoge, escoge, pero mal. Adora, adora, pero mal. todas las funciones del ser humano están todas dañadas por el impacto de la caída en el Edén. No somos lo que debiéramos ser. Se han corrompido, no hay quien haga el bien, todos se desviaron. Y después de Ponernos en esta difícil situación. Tenemos el versículo de Dios a Jehová. Jehová miró desde los cielos. Casi que decirle Señor no mires. No mires porque lo que vas a encontrar. Miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si había algún entendido que buscara a Dios. Para ver si había algún sabio que buscara a Dios. Este pasaje nos recuerda claramente a Génesis capítulo 6, de hecho el rey David en este salmo está usando el mismo lenguaje, las mismas palabras que Moisés usó en Génesis capítulo 6, cuando Dios también mira desde los cielos para ver si hay alguno que busque a Dios y Noé halló gracia a los ojos de Dios. ¿Recordáis la historia? Dice Génesis 6 5 y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Pero entonces cuando Dios mira desde los cielos y encuentra un justo, un hombre fiel, un hombre obediente, un hombre digno de confianza y encomienda a Noé ese plan de salvación, construir un arca en el cual su familia se va a refugiar y muchos animales. En el Salmo 14 el rey David está comparando su situación actual con aquella que se vivió en Génesis 6 antes de que cayera el fuego, antes de que cayera el diluvio, perdón, y la ira de Dios. Está utilizando prácticamente el mismo lenguaje. Pero llega una conclusión triste, porque si en Génesis 6 Noé halló gracia a los ojos de Dios y Dios confió ese plan de salvación en Noé, ahora en el Salmo 14 el rey David dice, no hay ni a un uno. Y hacemos nuestro el lamento del rey David, podemos decir, Señor, tampoco en nuestros días no hay ni a un uno. No hay ni uno que te busque, no hay ni uno que haga el bien, no hay ni uno que haga lo bueno. Necesitamos un salvador. Necesitamos un Noé espiritual. Necesitamos a alguien que lleve a cabo ese plan redentor. Señor, ¿tienes ahí otro carpintero? ¿Cómo Noé? Sí, fue otro carpintero, gracias a Dios. El que hizo la obra, no del arca, sino de la cruz. Pero ese no estaba entre nosotros. Dios no lo vio entre nosotros. Lo tuvo que propiciar Él. el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dice el versículo 3, todos se desviaron a una, se han corrompido, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Qué fuerte es el lenguaje de la palabra, ¿verdad? Nos dan ganas de poner ahí una nota a pie de página. Bueno, hay gente buena. Incluso nosotros hacemos cosas buenas. Pero podemos realmente exclamar lo mismo hoy día. Señor, nuestros tiempos son peores que los de Noé. No hay ni siquiera uno que te busque. Estamos profundamente necesitados. El lenguaje que utiliza aquí el rey David no reta. Dice no hay quien haga lo bueno. ¿Realmente piensas eso? ¿Puedes decir que la Biblia tiene razón? No hay quien haga lo bueno. ¿Cuántas veces pensamos y cuántas veces gente con la que hablamos dice, bueno, pero hay gente buena. Dios no enviará a todos al infierno porque hay gente buena. ¿Realmente hay gente buena? Dice el Salmón 14 que no. No hay quien haga lo bueno. Entonces, ¿a quién voy a creer? ¿Voy a sujetar mi pensamiento a la palabra de Dios que dice no hay quien haga lo bueno o a mi sentido común que me dice que hay gente buena que hace cosas buenas? Cuando observamos a nuestro alrededor hay gente que parece buena. Hay gente que hace obras de caridad. Hay gente que es amable. Hay gente que es generosa. Hay padres de familia que, aunque no son creyentes, son buenos esposos, fieles a sus esposas, provenan para sus hijos. Podríamos decir, eso es gente buena, ¡se merecen el cielo! Pero no es lo que dice el Salmo 14. Dice que no hay quien haga lo bueno. No hay ni siquiera uno. Entonces, ¿no será que Dios cuenta como bueno algo diferente a lo que nosotros contamos como bueno? ¿No será que para nosotros algo puede tener apariencia de bueno en un sentido horizontal, pero en un sentido vertical para con Dios? ¿Dios no ve aquello como bueno? ¿Qué es lo que Dios ve como bueno? ¿Es lo mismo que nosotros vemos como bueno? En cierta ocasión he usado también este ejemplo para ilustrar lo que son las buenas obras. Me vais a perdonar porque es otro ejemplo del fútbol. Al final tendrá razón la gente que dice que solo pongo ejemplos del fútbol. Bueno, yo creo que no. Pongo de fútbol, de animales... Un poco variado, ¿no? A veces recuerdo el gol más bonito que he marcado en mi vida. A veces me despierto soñando con él. Recuerdo que sacaban un córner, yo fui corriendo hacia la portería, me puse de espaldas a la portería, hice una chilena... Sí, tenía 15 años, no es de anteayer, ¿sí? Ahora me rompería todos los huesos. Hice una chilena, golpeé el balón, el balón se fue por la escuadra y a la red. ¡Qué maravilla! Ya digo que a veces yo sueño con ese gol. Cuando estoy deprimido así, me imagino que marco ese gol otra vez. Se me levanta el ánimo. Pues ¿os podréis creer que ese gol no subió al marcador? ¡Qué injusticia! ¿Os unís a mí en hacer aquí un mítin protestando para que ese gol suba al marcador? ¡Qué injusticia tan grande! ¡Un gol tan precioso! No subió al marcador. Bueno, no subió al marcador básicamente por tres razones. Primera, yo estaba en el banquillo y salté al campo. Segunda, ninguno de los dos equipos que estaban jugando era mi equipo. Y tercera, el partido aún no había empezado. Estaban calentando. Y ahora me dirás, hombre, David, claro, ¿cómo quieres que suba al marcador? Por favor. Así son las buenas obras del incrédulo. No suben al marcador. No cuentan. Nos parecen muy bonitas. Si viéramos solamente ese momento como el que graba un vídeo de YouTube, ¿verdad? Y diría, ¡ah, este hombre es bueno! No. No cuentan para Dios. Porque el incrédulo ni está en el equipo de Dios, ni el partido ha empezado para él. Ya puede hacer todas las buenas obras que quiera, no llegan al cielo. Para Dios sigue siendo un rebelde que le ha dado la espalda, destituido de la gloria de Dios. Da igual las buenas obras que haga. Las únicas buenas obras que para Dios son buenas obras son las buenas obras de sus hijos movidos por un corazón transformado por la sangre de Cristo en gratitud y buscando la gloria de Dios. Esas son buenas obras y en esas buenas obras de su pueblo Dios se deleita. se goza. Pero los incrédulos que hacen buenas obras solo tienen apariencia de buenas obras, no son contadas como tales. No hay quien haga lo bueno. Pero lo cierto es que no vivimos en el infierno, gracias a Dios, sino que en esta vida hay suficiente orden y cultura y ciencia y medicina y arte y música. ¿Cómo puede ser que Dios diga que no hay quien haga lo bueno, pero vivimos en cierta armonía todavía? Porque Dios, en su bondad y en su gracia común, no nos deja hacer todo el mal del que seríamos capaces. Dios muestra su gracia en que nos impide hacer todo el mal del que seríamos capaces. Es el cristiano el que es capaz de comprender el problema del mal. El incrédulo no es capaz. Ponle un reportaje a un incrédulo sobre el holocausto nazi y luego pregúntale, explícame si el hombre es bueno. ¿Por qué pasa esto si el hombre es bueno? te va a dar mil razones ridículas, a la política, al populismo... Pero no va a llegar a ninguna explicación. La palabra tiene la explicación. Dice el necio en su corazón, no hay Dios, hacen obras abominables. El cristiano sí tiene respuestas para el problema del mal. El incrédulo no tiene ni una respuesta para el problema del mal. Y si no vivimos en el infierno, Y esta tierra no es un infierno porque podría, es porque Dios en su bondad refrena el mal y favorece el bien a nuestro alrededor. Otra cosa curiosa que dice este pasaje, hermanos, en el versículo 3 es que a una se han corrompido, a una se han corrompido, a una a la vez. A la vez nos hemos todo corrompido en esa fruta del Edén que mordieron nuestros primeros padres. Ahí nos hemos corrompido todos, en un instante, como un río que se contamina en la mismísima fuente. Allá Dan y Eva pecaron y todos nosotros somos pecadores. Todos de golpe, todos a la vez. Dice Romanos 5.12. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron. Sí, Adán pecó, pero eso no te hace a ti, no te da licencia para culpar a Adán de tu pecado. Adán pecó, tú eres pecador, pero eres pecador porque tú pecas. Dicho de otro modo, si tú hubieses sido Adán, tú hubieses pecado. De hecho, Adán era nuestro mejor representante. Si la humanidad se hubiera podido reunir en asamblea y hubiera sido decidido quién queremos que esté en el Edén, todos hubiésemos votado por Adán. Alguien que haya hablado con Dios cara a cara. Alguien que no haya sido corrompido por la cultura. Alguien que no haya escuchado de otras religiones falsas. Alguien que haya estado siempre puro y sin pecado. Adán. Todos hubiésemos escogido a Adán para estar allí en el huerto del Edén y sin embargo Adán mordió la fruta. Adán pecó. Todos nosotros pecamos también. Somos pecadores. Dice Romanos 5 de nuevo, el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte. Así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron. todos se desviaron, a una se han corrompido. Y continúa el salmista en el versículo 4 diciendo no tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad que devoran a mi pueblo como si comiesen pan y a Jehová no invocan. Hay muchas cosas asombrosas en este versículo pero la que más me llama la atención es la siguiente que en el versículo 3 David acaba de decir no hay quien haga lo bueno no hay ni siquiera 1 y en el versículo 4 está hablando de su pueblo. Y tú y yo decimos, Señor, ¿de dónde sale este pueblo? Si todos se han corrompido, todos están haciendo el mal, todos son pecadores, a una se han echado a perder. Ahora en el versículo 4 Dios habla de su pueblo. ¿De dónde forma Dios ese pueblo? sino de entre aquellos que se han echado a perder, de aquellos que se han corrompido y Dios quiere hacer con ellos algo nuevo, algo único, algo maravilloso, una nueva creación. Si Cristo se entregó por su iglesia para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha, dice Efesios 5. Nosotros, su iglesia, hemos sido rescatados de entre todos aquellos que se han perdido. y Dios de entre ellos ha decidido para su gloria formar un pueblo para que esté a su servicio por toda la eternidad. El mundo dice no hay Dios. ¿Qué trato va a recibir entonces ese pueblo escogido por Dios en medio de un mundo que dice no hay Dios? El mismo que recibió el Señor Jesucristo. Por eso aquí el salmista se lamenta del desprecio del mundo hacia su pueblo. El Señor Jesucristo fue despreciado, nosotros somos despreciados. El Señor Jesucristo fue perseguido, nosotros somos perseguidos. Nos lo dice claramente. Él fue aborrecido y nos dice a vosotros os aborrecerán, os aborrecerán. Pero los versículos 5 y 6 vemos que la salvación del Señor vendrá. Ellos temblaron de espanto porque Dios está con la degeneración de los justos. Del consejo del pobre se han burlado pero Jehová es su esperanza. Vemos la gracia de Dios al querer purificar un pueblo y vemos esa provisión de Dios al proteger y vindicar ese pueblo. Dios está con la generación de los justos. Dios hará justicia. Dios está con los suyos. Dios está con nosotros. Literalmente en el hebreo podemos leer Dios está con la generación de los justos, pero también podríamos traducir Dios está con la generación justa. Y creo que aquí está apuntando al Señor Jesucristo. La generación del justo. Dios va a vindicar al justo. Dios va a entronizar al justo a pesar del desprecio del mundo. Ese que en el versículo 6 también llama el pobre. Ese justo y pobre que va a recibir la burla del mundo. Jehová es su esperanza. El Señor Jesús, Jesucristo, el justo. La muerte de Cristo en la cruz es la evidencia más grande del amor de Dios por nosotros. Pero hermanos, la muerte del Señor Jesucristo en la cruz es la evidencia más grande de la tremenda deuda de cada uno de nosotros, de cuán grande era nuestro pecado y nuestra transgresión. esta situación, viendo que el mundo no cree en Dios, viendo que Dios tiene un pueblo, viendo que ese pueblo es perseguido por el mundo, aquí viene esa exclamación del salmista, versículo siete, oh que de Sion saliera la salvación de Israel. ¡Qué canto de alegría! Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob y se alegrará Israel. Este es un canto de esperanza. Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel. Señor, ¿dónde está ese Salvador? ¿Dónde está? ese libertador. ¿Dónde está ese Josué espiritual que nos ha de llevar a la tierra prometida? ¿Dónde está ese Noé que edifica ese arca espiritual en la cual refugiarnos? Literalmente cuando dice aquí el salmista, oh que de Sion saliera la salvación de Israel. Salvación sabemos que es Yeshua, que es el nombre en hebreo de Jesús. Oh que de Sion saliera el Yeshua de Israel. ¡Oh, que de Sion saliera el Jesús de Israel! Está diciendo el salmista en el Salmo 14. Que venga ya ese Jesús, nuestro Salvador, nuestro Libertador. Jesucristo, nuestro Noé. Jesucristo, nuestro Josué. Jesucristo, nuestro Sansón. Jesucristo, nuestro Moisés. Jesucristo, nuestro Daniel. Jesucristo. Ya el salmista está mirando hacia el futuro, bajo la sombra de la cruz, antes de la cruz, y está confiando en esa provisión perfecta de Dios para salvar a su pueblo. Que venga ya, Señor. Que venga ya ese Jesús de Nazaret. Este Salmo está lleno de profunda doctrina, pero me gustaría concluir con algunas aplicaciones de por qué debemos de meditar, es necesario meditar en esta doctrina, de la depravación total del hombre. ¿Por qué es necesario? En primer lugar, nos da una visión bíblica del ser humano, de la humanidad. Oímos demasiado que el hombre es bueno. Que has de sacar lo que hay en tu interior. No, por favor, no saques lo que hay en tu interior. Que has de seguir a tu corazón. No, por favor, no sigas a tu corazón. Sigue la palabra. Y entonces tenemos ahí loquitos a los historiadores, a los sociólogos, a los antropólogos, a los psicólogos, intentando entender al ser humano. Y son incapaces de entender al ser humano porque no leen las Escrituras y no confían en Dios. El hombre intentando entender al hombre, ¿te imaginas? Es como si las hormigas intentaran entender a las hormigas. ¿Te imaginas una hormiga escribiendo un libro sobre las vidas de las hormigas? ¿Sí? ¿Hormitología? Sin embargo, cuando el hombre observa las hormigas y escribe respecto a las hormigas y le dice a las hormigas, mirad, estas sois vosotras, así es como vivís, así es como os comportáis, así es por qué hacéis lo que hacéis, ese es Dios dándonos la palabra a nosotros. Por más que nos observemos entre nosotros, nos vamos a volver locos, porque cuando yo observo a otro ser humano, al fin y al cabo me estoy observando a mí y engañosos el corazón más que todas las cosas. Tiene que ser Dios soberano el que nos diga la verdad, y eso es la palabra. Y ahí va el hombre, incapaz de entender al hombre hasta que acuda a la palabra de Dios. Sí hermanos, el ser humano no es bueno. El ser humano no es alguien bueno que a veces hace cosas malas, es alguien malo que a veces hace cosas buenas. Si somos capaces de comprender eso, vamos a entender muchas cosas en esta vida. Señor Jesús nos lo dice en Mateo 7 en el sermón del monte cuando dice pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos cuanto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan o sea vosotros sois malos que a veces hacéis cosas buenas cuanto más vuestro padre que es bueno no va a hacer cosas buenas si vosotros también hacéis cosas buenas siendo malos Necesitamos entender, tener una visión bíblica de la humanidad. En segundo lugar, necesitamos tener una visión bíblica de nosotros mismos. La palabra nos ayuda a entendernos. Esta doctrina nos da una visión objetiva de la humanidad. Que tú y yo somos pecadores, estamos corrompidos, perdidos, sin esperanza. ¿Cuál es la verdadera naturaleza de lo que llevamos dentro? pensamos que somos mejores de lo que realmente somos. Situación típica, ¿verdad? Nos enfadamos, levantamos la voz, ¿verdad? Y luego venimos a pedir disculpas y decimos, perdona, perdona, no era yo. ¿Cómo que no eras tú? Yo te vi. Vaya si eras tú. Al contrario, ese eras tú. No el que veo las 24 horas del día. Ese de verdad eres tú, cuando has sacado la fiera que llevas dentro. Creemos que somos mejores de lo que realmente somos. Dijo una vez Spurgeon, si hablan mal de ti, no te preocupes. Eres mucho peor de lo que ellos creen. Y esa es la realidad. nos da una visión fiel de nosotros mismos. Entonces podremos orar como el rey David. Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, y pruébame, y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Y en el Salmo 51, purifícame con hisopo y seré limpio. Lávame y seré más blanco que la nieve. Hazme oír, gozo y alegría y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente. Así que nos da una visión de la humanidad, nos da una visión bíblica de nosotros mismos. Y disminuye, en tercer lugar, disminuye nuestra confianza en el hombre. ¿No estás cansado ya de confiar en el hombre? ¿Cuántas personas están defraudadas en la vida? ¿Amigos? ¿Esposo? ¿Esposa? ¿Padres? ¿Hijos? ¿Políticos? ¿No estás cansado de confiar en el hombre? Esta doctrina nos ayuda a dejar de mirar en el hombre como si fuera un pequeño mesías y mirar a Dios el creador. Él es nuestro sustento. Él es nuestra roca. Él es nuestro ayudador. En cuarto lugar, quita mérito al hombre. Esta doctrina quita mérito al hombre y le da el mérito a Dios. Si hay algo bueno en ti, no viene de ti. Qué sencillo, pero qué profundo. Y qué humildad la que debe caracterizar al cristiano. Si ves algo bueno en mí, viene del Señor, que es el dador de toda gracia, que es el padre de luz. Hermanos míos, no erráis, toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto. Dice el apóstol Santiago. Necesitamos meditar en esta verdad, en esta doctrina, porque constituye el primer paso del Evangelio. Hemos oído demasiadas veces un evangelio fácil. ¿Quién quiere ir al cielo? En un campamento, 300 niños levantan la mano. Bien, 300 conversos. No, 300 egoístas que quieren ir al cielo. Sin más, ¿quién quiere ir al cielo? Dios tiene un maravilloso plan para tu vida. ¿Quién quiere estar con Jesús? Eso no es el evangelio. El evangelio es arrepiéntete de tus pecados y cree en el Señor Jesucristo. El primer ingrediente para el Evangelio es que te veas como este miserable pecador que está describiendo el Salmo 14. Constituye el primer ingrediente del Evangelio. Y en sexto lugar, meditar en esta doctrina nos ayuda a aumentar nuestra admiración por Cristo y nuestra gratitud por Cristo. Déjame poner un sencillo ejemplo. Imagina que me voy de viaje, me voy de vacaciones y le dejo mi coche a Sergio. Lo siento, Sergio, te he pillado porque estás demasiado cerca. Le dejo mi coche a Sergio, ¿verdad? Y le digo, Sergio, cuídame el coche, voy a estar diez días fuera. Y si puedes, cuando llegue, pues si está limpito y tiene gasolina, pues mejor que mejor. Y claro que sí, David, no te preocupes. Llego después de viaje y me encuentro el coche limpito y con gasolina. Gracias, Sergio. Te invito a un café otro día. Voy para casa, hablo con mi esposa Elizabeth. Elizabeth me dice, ¿has visto cómo está el coche? Digo, sí, limpio y con gasolina. Como quedé con Sergio. Le digo, ¿ya le has dado las gracias a Sergio? Digo, hombre, ya le he dicho que le invitaría un café. Bueno, si insistes, va un café y croissant. Algo más. Dice, no, pero mi esposa me sigue explicando, ¿tú sabes lo que le ha pasado a tu coche en esos días? ¿Qué le ha pasado? Dejaste el coche aparcado en una cuesta y no pusiste el freno de mano. El coche cayó, se estrelló contra el camión de la basura y quedó siniestro total. Y en estos días que has estado fuera, Sergio ha cambiado el radiador, la transmisión, los faros, los frenos, la chapa, lo ha pintado y luego lo ha limpiado y le ha puesto gasolina. ¿Crees que ahora que sé lo que sé, va a cambiar mi actitud hacia él? Espero que sí, si no soy un desagradecido. Por supuesto va a cambiar mi actitud hacia él, porque ahora soy consciente de cómo estaba el coche y de lo que ha hecho con el coche. meditamos en esta doctrina del pecado y de la corrupción y de la caída, no porque seamos morbosos y nos gusta hablar de estos temas, sino porque necesitamos saber cuán profundo hemos caído para poder entender de cuán profundo el Señor nos ha rescatado y la gran diferencia que hay entre lo que merecemos y cuál es nuestro estado eterno y esa gloria de la que Él nos ha hecho herederos. Y cuando meditamos en esto, debe crecer nuestra admiración por Cristo, nuestra devoción por Cristo, nuestra gratitud a Cristo, nuestra obediencia a Cristo, nuestro amor por Cristo. Porque Él es el que ha transformado nuestros corazones. Un acreedor tenía dos deudores, el uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di pues, ¿cuál de ellos le amará más? El que más le debía. Tú le debías mucho, pero necesitas ser recordado que le debías mucho, para amarle mucho. Amén. Vamos a orar. Señor, gracias por tu bondad. Gracias porque estábamos perdidos, muertos en nuestros delitos y pecados, destituidos de tu gloria, pero tú, por tu inmensa bondad, de tu puro afecto, porque quisiste formar un pueblo, Señor, tú nos alcanzaste con tu gracia, nos cargaste sobre los hombros, nos llevaste al redil, nos lavaste de nuestras culpas. Señor, gracias porque ahora somos llamados hijos tuyos, herederos de la ciudad celestial, porque nos has vestido con tu justicia, con tu misericordia, con tu bondad, porque renuevas en nosotros un corazón recto, porque nada de lo bueno que hay en nosotros es mérito nuestro, sino porque Tú has querido obrar esta maravillosa salvación en Tus hijos. Te pedimos, Señor, que nuestro corazón crezca en amor y en devoción por Ti. Cuanto más crecemos en nuestro entendimiento de lo que es el Evangelio. Y gracias, Señor, gracias por el Señor Jesús, por Su cruz, por Su sangre derramada. En el nombre del Señor Jesús. Amén.
Nuestra necesidad de Cristo
ស៊េរី Cristo en los Salmos
លេខសម្គាល់សេចក្ដីអធិប្បាយ | 102307344340 |
រយៈពេល | 51:47 |
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ប្រភេទ | ការថ្វាយបង្គំថ្ងៃអាទិត្យ |
អត្ថបទព្រះគម្ពីរ | ទំនុកដំកើង 14 |
ភាសា | អេស្ប៉ាញ |
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