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Trascrizione
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Muy bien, Génesis capítulo 15, hermanos, es el texto de nuestro sermón en esta tarde, noche ya, ¿verdad? Entonces vamos a encontrar Génesis capítulo 15. Y vamos a leer del 1 al 6 solamente. Vamos a dividir este capítulo en dos partes. Y vamos a leer del 1 al 6. Ahí se va a basar nuestro sermón. Muy bien. Voy a leer la palabra del Señor, hermanos, en Génesis 15, del 1 al 6. Y ustedes siguen la lectura con atención y reverencia. Dice... Después de estas cosas, vino la palabra de Jehová a Abraham en visión, diciendo, No temas, Abraham, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abraham, Señor Jehová, ¿qué me darás siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damaseno Eliezer? Dijo también Abraham, mira que no me has dado prole, y aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová diciendo, no te heredará este sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera y le dijo, mira ahora los cielos y cuenta las estrellas si las puedes contar. Y le dijo, así será tu descendencia. Y creyó a Jehová. y le fue contado por justicia. Amén. Hasta ahí la lectura de la palabra. Vamos a pedir la dirección del Señor. Padre, gracias por la oportunidad de abrir tu palabra una vez más y poder meditar en ella. Quiero pedirte, Señor, que nos des sabiduría del Espíritu Santo para que tu palabra pueda ser expuesta con fidelidad para edificación de tu pueblo y para la gloria de tu nombre solamente. Oramos esto en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén. Muy bien, hermanos. Génesis capítulo 15 es el pasaje para nuestra predicación. Hace dos semanas, hermanos, aprendimos de Génesis 14 cómo el patriarca Abraham derrotó a la poderosa coalición de Reyes del Oriente y rescató a su sobrino, Lot. Dios, en efecto, había bendecido mucho a Abraham y había bendecido su nombre, lo había hecho grande entre los cananeos, porque así le dijo en Génesis 12, haré que tu nombre sea grande. Entonces, la promesa de Dios, hermanos, se empezaba a cumplir poco a poco en la vida de Abraham. Bueno, ahora su sobrino Lot estaba a salvo, pero tristemente Lot regresó a vivir a la ciudad de Sodoma. Abraham, por otro lado, como recuerdan, hermanos, de Génesis 14, regresó a su casa en el monte Brom, en una montaña donde él vivía en la tierra de Canaán en ese tiempo. Dios lo había bendecido de una manera muy especial, si ustedes recuerdan en el encuentro que Él tuvo con Melquisedec, ¿lo recuerdan? Este misterioso rey y sacerdote. Y hoy entramos a Génesis 15, hermanos. Y, como dijimos al principio, lo vamos a dividir en dos partes, Génesis 15, del 1 al 6, y luego Génesis 15, del 7 al 21. Nosotros vamos a meditar en esta primera sección. Es una porción, hermanos, que, como vamos a ir mirando, revela emociones encontradas en la vida de Abraham y la manifestación de Dios. al Patriarca justo cuando más lo necesitaba, para animarlo y confirmarle sus promesas. Entonces, es lo que vamos a ver hoy, bajo este pensamiento central, en Génesis 15, del 1 al 6, cómo el Señor, en una visión, anima a Abraham, le confirma su promesa, y entonces Abraham cree cree en Dios y le es contado por justicia. Entonces vamos a ver tres puntos. Vamos a ver primero, escudo y galardón. Ese va a ser nuestro primer punto. El segundo va a ser, hijo y descendencia innumerable. Y el tercero es, creyó a Jehová. Entonces vamos a empezar con nuestro primer punto. Génesis 15, 1 hermanos, empieza diciendo, después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abraham en visión. Y le dijo, no temas Abraham, yo soy tu escudo y tu galardón será sobremanera grande. Bueno, estas palabras nos recuerdan que Génesis 15 está en continuidad con Génesis 14, donde Abraham fue a la guerra, derrotó a los reyes que venían del oriente, rescató a su sobrino Lot, y por eso dice el versículo 1, después de estas cosas, después de que eso sucedió. Y hermanos, dice que la palabra de Jehová vino a Abraham en visión. Esto quiere decir que Abraham recibe una manifestación especial de Dios. Dios le comunica un mensaje importante a Abraham. Y qué hermoso es saber, ¿verdad?, que la Palabra de Dios llegó a Abraham. ¿Saben, hermanos? En la antigüedad, cuando había guerra, Habían reyes muy poderosos que destruían completamente a sus enemigos. Pero luego sucedía que la batalla se ganaba por muy poquito, por así decirlo, y entonces los reyes que perdían dejaban pasar un tiempo, se recuperaban y después decían, vamos a vengarnos otra vez, ¡vámonos! para volver a atacar a este rey o a este ejército. Y Abraham sabía que podía pasar eso. porque el señor viene y le dice, no temas Abraham. Abraham estaba preocupado porque esos reyes podían regresar y atacarlo de sorpresa. O también, como él estaba ahora viviendo entre los cananeos, pues se daban cuenta que ahora Abraham tenía una posición especial, él era el nuevo héroe, por así decirlo, de esa región. Y eso no le gustaba a los cananeos, y podían atacarlo en cualquier momento. Pero saben, cuando Abraham tenía miedo, cuando Abraham estaba preocupado, el Señor llegó a él. Y le habló y le dijo, Abraham, no tengas miedo. Qué hermoso, hermanos, es saber que el Señor no ignora nuestros problemas, no ignora nuestros temores, sino que el Señor viene a nuestras vidas cuando nosotros tenemos miedo, cuando estamos preocupados. Él viene y nos dice, no tengas miedo. ¿Cierto o no que es hermoso saber eso? No temas. Deja de tener miedo. Hermanos. Isaías 43, 1 dice, no temas, porque yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú. Y eso es lo que quiero recalcar ahora, porque el Señor le dice a Abraham, no temas, Abraham. ¿Cuál es la importancia de eso? Pues que el Señor no solamente conoce a sus hijos de manera general, sino que nos conoce de una manera personal, ¿cierto o no? Él conoce nuestros nombres. Él sabe cómo te llamas. Él sabe qué sientes. Él sabe tus problemas. Y entonces llega a Abraham y le dice, no temas, Abraham. Este es el Dios grande y poderoso, que no solamente se preocupa por cuidar de la creación grande como el mar, como los astros celestes, sino que especialmente cuida de sus hijos y nos conoce por nombre, hermanos. ¡Qué hermoso es saber eso! No temas, deja de tener miedo. Bueno, esas palabras, ¿saben?, también las encontramos en los labios del Señor Jesús. Una vez cuando sus discípulos estaban en el mar de Galilea, Él de repente vino sobre el mar y cuando lo vieron se espantaron. Más sin embargo, Jesús les dijo, yo soy, no teman, no tengan miedo. Y después el Señor Jesús también dice en San Juan 14, 27, ¿lo recuerdan? La paz os dejo, mi paz les doy, no se las doy como el mundo la da. Y luego dice, no se turbe, no se espante, su corazón ni tenga miedo. Ese mismo Dios que le habló a Abraham y le dijo, no tengas miedo Abraham, por medio de Cristo es también nuestro Señor y nos dice, no tengas miedo. Pero hermanos, Si eso no fuera poco, el Señor, para animar a Abraham todavía más, le dice lo siguiente, noten ahí cómo dice, no temas Abraham, yo soy tu escudo y tu galardón será sobremanera grande. Abraham, por Melquisedec, ¿verdad?, sabía que la victoria que había ganado contra los reyes del oriente, había sido la victoria que Dios le había dado. Habrán estaba contento y lleno de gozo, pero por otro lado, como dijimos, estaba temeroso. Pero ahora el Señor lo anima y le dice, ya no tengas miedo, y ahora le dice también, yo soy tu escudo. Bueno, esa es una expresión del ámbito de la guerra, ¿verdad? Habrán acababa de llegar de la guerra. Y se usaban, ¿qué? Escudos, ¿verdad? Han visto películas, ¿verdad?, donde pelean los ejércitos y vemos que usaban escudos, protección. Y entonces, el Señor le dice a Abraham, Yo mismo, el Dios Altísimo que creó los cielos y la tierra, no sólo te doy la victoria, sino que yo soy tu protector, yo soy tu escudo, yo te voy a cuidar y nada ni nadie te podrá hacer daño porque no hay nadie más que sea poderoso que Dios mismo. Hermanos, ¡Qué palabras tan impresionantes! ¡Saber que Dios mismo cuida de nosotros! ¿Recuerdan ustedes el Salmo 46, hermanos? Un Salmo hermoso en la Escritura, que nos habla acerca de la protección de Dios. Dice, Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Entonces, el Dios de Abraham, que es nuestro Dios también por medio de Cristo, Nos dice, no tengas miedo. Le dice a Abraham, yo soy tu protector, soy tu escudo. Pero todavía le dice algo muy maravilloso también, porque le dice, yo soy tu escudo y tu galardón será sobremanera grande. En efecto, Dios ya había bendecido mucho a Abraham. Cuando él derrotó a todos esos reyes del oriente, él rescató un botín muy grande esos ejércitos huyeron y entonces Abrán pudo rescatar a todas las personas que eran prisioneras, pudo rescatar lo que esos reyes le habían robado, ¿verdad?, a las otras naciones y ciudades, de modo que Abrán tenía ovejas, vacas, animales, plata, oro, el Señor lo había bendecido mucho y dice, tu galardón, tu recompensa será sobremanera grande. Pero solamente quiero decir lo siguiente. En el hebreo original, hermanos, cuando dice, y tu galardón será sobremanera grande, una mejor traducción es que Dios le está diciendo, yo soy tu escudo y yo mismo soy tu galardón más grande que puedes tener. ¡Impresionante! Dios le dice a Abraham, por encima de todas las cosas que tienes, Yo mismo soy tu galardón. Yo mismo soy tu recompensa. Y bueno, si el Dios creador de los cielos y de la tierra es nuestro galardón, Dios mismo es nuestra recompensa, pues es infinitamente que grande. Tener a Dios como nuestro galardón es tenerlo todo, porque no hay nada más grande que Dios. Por eso el salmista, hermanos, en el Salmo 73, 25, bellamente dice, ¿a quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, ¿cómo dice? Nada deseo en la tierra. Y luego, en el Salmo 16.5, el salmista dice, Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa. Sí hermanos, deben saber, debemos recordar, que al igual que Abraham, por medio de Cristo, Dios mismo es nuestro mayor regalo. Dios mismo es nuestra porción, nuestro galardón. Y hermanos, si tenemos a Dios con nosotros, si tenemos a Cristo que también es Dios, pues lo tenemos, todo, todo lo tenemos absolutamente. Amados hermanos, entonces nosotros debemos anhelar y pedirle a Dios que Él sea nuestro propio galardón. Nuestro propio regalo, nuestra propia recompensa. Tenemos que amar a Dios, no porque Él me da esto o lo otro. Gracias a Dios por sus bendiciones. Pero como cristianos tenemos que entender que amamos a Dios porque Él es Dios, ¿verdad? Por ese hecho, porque Él es nuestro Dios. De modo que si ¿Pierdo mi carro, por ejemplo? Pues no dejo de creer en Dios, ¿verdad? Si me enfermo por esto o por lo otro, no dejo de creer en Dios, porque sé que Dios me va a ayudar. El Señor habla con Abraham, lo conforta, y con base en esas palabras tan hermosas llegamos a nuestro segundo punto, que empieza en el versículo 2. Amados hermanos, Ahora Abraham procede a presentar las peticiones de su corazón ante Dios. Le dice a Dios, Señor, le dice en el versículo 2, ¿qué me darás siendo así que ando sin hijo? ¿Y el mayordomo de mi casa es ese damaseno Eliezer? Así le dijo Abraham al Señor. Dice el versículo 3, dijo también Abraham, mira que no me has dado prole, es decir, descendencia, y aquí que será mi heredero, un esclavo nacido en mi casa. Hermanos, Algo que realmente contrasta aquí, pero de una manera positiva, es que por un lado, Dios es el Dios grande y sublime. Él promete a Abraham, yo voy a ser tu protección, yo soy tu galardón. Y Abraham ahora tiene la confianza de decirle al Señor, Señor, ¿es esto lo que me preocupa? ¿Es esto lo que Me da miedo. Es esto lo que siento preocupación en mi vida. Dios no rechazó a Abraham y se enojó porque Abraham le dijera eso. No. Recuerden que ya el Señor, cuando llamó a Abraham de Ur de los Caldeos, Abraham ya tenía 75 años. Y Sara, pues era 10 años menor que Abraham. Entonces, El tiempo iba pasando, y se hacían más viejitos, y entonces Abraham tal vez pensaba, ¿cuándo se va a cumplir la promesa de Dios de darme un hijo? Hermanos, para Abraham era bien difícil, porque pongámonos en el contexto de Abraham. Él deja su tierra, deja su familia, deja sus posesiones, deja a su padre, a su madre, a sus hermanos, todo, y se va en obediencia al llamado de Dios. Y Lot, que era su sobrino, y que tal vez él pensaba que él iba a ser su heredero, ahora Lot ya no vive con él. Lot se fue a vivir a la ciudad de Sodoma, una ciudad perversa. Además, Abraham sigue siendo más viejo y Sarai también. Y además, recuerden que Abraham tenía muchos siervos. Dice que preparó a 318 de sus siervos para ir a pelear. Imagínense, tenía 318 siervos, más sus esposas y sus hijos. ¿Cuánta gente vivía con Abraham? Y seguramente Abraham veía. que sus siervos, sus siervas, las familias se embarazaban, tenían hijos, y ellos no tenían. Y le dice al Señor, Señor, ¿qué me darás? siendo así que ando sin hijo. Parece como que Abraham estaba vacío aún cuando tenía todas las cosas que Dios le había dado. Y cuando dice, ¿qué me darás siendo así que ando sin hijo? La idea es que Abraham estaba diciéndole al Señor, ya se me va pasando la vida y no tengo hijo. Recuerden, hermanos, que Dios cumplió su promesa, pero pasaron 25 años. desde que Dios lo llamó. Cuando Abraham tenía, ¿cuántos años? 100 años, y Sarai tenía 90. Humanamente hablando ya no había posibilidades, pero Dios cumplió su promesa. Pero en este tiempo, hermanos, en este tiempo vemos que Abraham está luchando realmente, pero él confía en Dios y se acerca a Él con humildad, con gratitud. Él no le dijo al Señor, oye, ¿cómo es posible que me digas esto si todavía...? ¡No! Hay la confianza de acercarse al Señor. ¿Se enojó el Señor con Abraham? No se enojó. Entonces, cuando nos acercamos a Él con humildad y le exponemos, hermanos, nuestras peticiones, le decimos lo que hay en nuestro corazón, el Señor se deleita en que lo hagamos. ¿Se acuerdan ustedes del padre de un muchacho que estaba endemoniado y entonces el Señor Jesucristo le preguntó, bueno, ¿tú crees que yo lo puedo hacer? Y ese padre le dijo a Jesús, ¡Sí, Señor, creo! ¡Ayuda mi incredulidad! ¡Ayúdame a creer más! Abraham también vacilaba. Y en él tenemos un bello ejemplo, porque vemos que Abraham, como dice Santiago de Elías, que era un hombre sujeto a pasiones como nosotros. Es decir, sufría, dudaba, se preocupaba, tenía miedo. Los personajes de la Biblia a veces los idealizamos como si nunca tuvieron ninguna prueba en su vida. Y no es así. Ellos luchaban, hermanos. Le pedían a Dios y le decían, Señor, ¿hasta cuándo? Como dice el salmista. Le dice, Eliezer, uno de Damasco, es lo que significa damaseno, ¿verdad? Ese esclavo que nació en mi casa va a ser mi heredero. Pero ¿saben, hermanos? El Señor no rechazó a Abraham, ni se enojó con Abraham, sino que, así llegamos a nuestro último punto, dice allá en el versículo 4. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo, No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará, le dice. Hermanos, el Señor viene a Abraham. Y le dice, no Abraham, yo conozco tu situación, conozco tus problemas, conozco tus temores, y conozco incluso tus planes que tú tienes para que tengas heredero. Porque cuando Abraham le dice al Señor, Este esclavo nacido en mi casa me va a heredar. Abraham y Sarai ya habían planeado que lo iban a adoptar para que legalmente Eliezer llegara a ser su heredero legal. de todo lo que él tenía. Pero el Señor le dice a Abraham, no Abraham, no te va a heredar Eliezer, sino un hijo tuyo será el que te heredará. El Señor cuando le dice un hijo tuyo, la idea original es un hijo que va a salir de tus entrañas, de tus lomos. Yo te voy a dar un hijo tuyo y de tu esposa Saray, que era estéril y que ya estaban viejos, el Señor le dice, no hay nada imposible para mí. Yo te voy a dar un hijo de tu sangre, de tu matrimonio con Saray. Gloria a Dios, hermanos. Lo que es imposible para nosotros, no es imposible para Dios. Él sabe cuándo responder a nuestras oraciones. ¿Nos pone a prueba? ¡Claro que sí! ¡Nos pone a prueba! Como hemos dicho, la fe de Abraham vacilaba. Estaba triste, dudaba, tenía miedo. Por eso el apóstol Pablo dice en Romanos 4 del 18 al 20 que el patriarca creyó en esperanza contra esperanza. O sea, Abraham luchaba, era esta lucha de la fe. No era una fe constante, uniforme, que siempre crecía y crecía. No, había altas y bajas, altas y bajas. Pero Abraham, a pesar de las dudas, se fortalecía en las promesas de Dios. Y el Señor vino a él cuando más lo necesitaba. Vean cómo el Señor ahora le dice en el versículo 5 para animarlo más y le dice, y lo llevó fuera y le dijo, recuerden que es una visión que él tiene, muchos piensan que Abraham en realidad no estaba dormido, pero fue una visión, algo que Dios le reveló, Dios se comunicó con él y le dice, sal. Recuerden que él vivía En carpas, en tiendas, ¿verdad? En tents vivía él. Y entonces vivían en medio de la montaña. Y si ustedes han ido de camping alguna vez y ven el cielo estrellado, pues es impresionante, ¿cierto o no? Y el Señor le dice a Abraham, ven, sal de tu tienda. Y le dice, mira ahora los cielos y cuenta las estrellas si las puedes contar. Amados hermanos, cuando uno está en una noche con un cielo estrellado, es imposible para el ojo humano ponerse a contar cada una de las estrellas. Ahora con todos los equipos modernos de medición para contar, etc., se puede hacer. Pero para el ojo natural, pues uno no puede hacerlo. Uno ve que hay infinidad de qué? De estrellas, muchas estrellas. Pues el Señor le dice, míralas, contémplalas. Es una manera de decirle, Tu descendencia será tan numerosa que nadie la va a poder contar. Será como las estrellas del cielo. Y antes le había dicho Dios, sabrán también, que su descendencia será como el polvo de la tierra, innumerable. Le dice el Señor, así será tu descendencia. Este es el Dios que le asegura a Abraham, le confirma su pacto, sus promesas y le dice, así será tu descendencia. Amados hermanos, Este es el Dios que interviene en nuestras vidas y es con base en esta visión de Dios, con base en la confirmación de su pacto y de su promesa que llegamos al final en el versículo 6 y dice, y creyó a Jehová y le fue contado por justicia. Noten, y creyó a Jehová. En primer lugar, no dice creyó en Jehová, sino dice creyó a Jehová, al Señor. Aunque creer en Dios y creer a Dios se parecen mucho, pero hay una pequeña diferencia muy importante. Que Abraham, como dijimos hace rato, está creyendo a Dios porque Dios es Dios. porque Dios habló y le dijo, aunque humanamente no hay esperanza, aunque parece todo imposible, pero yo lo voy a hacer. Abraham entonces le creyó a Dios. Eso es lo que Dios quiere que hagamos nosotros. No que creamos en Él por las bendiciones que nos da. Le damos gracias a Dios por eso. Pero Él quiere que nosotros pongamos toda nuestra fe, nuestros ojos, nuestra confianza en Él de tal manera que si perdemos todo lo terrenal, nunca perdemos a Dios. Porque Él es Dios. Él es la porción del cristiano. Pero noten, hermanos, que cuando dice, y creyó a Jehová, Que la verdadera fe, este acto de creer que Dios le dio a Abraham, significa que Abraham necesitaba la ayuda de Dios para que sus dudas se disiparan. No era una fe perfecta. Además la fe, la Biblia nos enseña que es un regalo ¿de quién? De Dios para nosotros. Pero nosotros creemos, con su ayuda creemos. Y entonces, ese creer significa que el objeto de la fe, a lo que se dirige la fe, es Dios mismo. Entonces, no te salva tu fe porque tú dices yo creo, sino te salva en quién crees, el objeto de la fe. Por eso, el apóstol Pablo dice que pongamos nuestra mirada en Cristo, ¿verdad? ¡Pon tu mirada en Dios! ¡Pon tu mirada en Cristo! Y eso fue lo que hizo Abraham. Él puso su fe en Dios. Y en segundo lugar, cuando dice que creyó en Dios, la idea de creer en el original es que Abraham confió en Dios, descansó en Dios, se percató de que no hay nada ni nadie más que pudiera satisfacer su vida, que pudiera calmarlo y tranquilizarlo, y entonces él descansó en Dios. Y vean cómo termina diciendo, y le fue contado por justicia. Esto quiere decir que por medio de esta fe que Dios le dio a Abraham, Por medio de esta fe, Dios lo consideró ya justo, inocente, libre de culpa delante de él. Impresionante. Se dan cuenta entonces, la fe de Abraham no era perfecta, hermanos. Hay mucha gente que dice, yo creo, yo creo mucho y por eso creo que Dios ya me salvó. Bueno, no es así. Sí creemos, pero la fe es un regalo de Dios, pero lo que te salva es el objeto de la fe. Y le dice, le fue contado por justicia. ¿Qué quiere decir que le fue contado por justicia? Bueno, como ya lo dijimos, significa que Abraham fue justificado, es decir, Abraham en ese momento fue declarado inocente. delante de Dios. Él era libre de culpa, libre de condenación. Por eso es que la justificación es solamente por la fe. ¡Solamente! Pero bueno, ¿qué significa que Él fue justificado? ¿En qué consistía esa justicia de Abraham? ¿De dónde venía esa justicia? Bueno, el Nuevo Testamento nos ayuda a entenderlo un poco más. El libro de Romanos, hermanos, en el capítulo 4, nos dice que Abraham fue justificado porque creyó en Dios. Y el apóstol Pablo, allá en Romanos, empieza a hablar, en Romanos capítulo 4, acerca de que el hombre no es justificado por las obras. No es justificado por su obediencia. ¿Por qué? Porque nuestras obras son imperfectas, sino somos justificados por la fe que cree en Cristo. Y entonces, la justicia de Cristo, su perfecta obediencia, su santidad, su justicia se nos atribuye a nosotros, y entonces es que somos justificados delante de Dios. Significa, pues, que Abraham, desde ese tiempo hermanos, Abraham, Abraham, fue salvo por medio de quién? Por medio de la justicia de Cristo. No fue salvo por sus obras, la fe era el instrumento para que entonces Dios lo considerara justo delante de él. Amados hermanos, ¡qué gran bendición! que nosotros ahora somos hijos de Abraham. Y la Biblia nos exhorta que sigamos los pasos de Abraham, que creamos como Abraham, que confiemos en Dios y que sepamos que Dios es grande y poderoso para ayudarnos en nuestras pruebas, en nuestras necesidades. No podemos ser salvos por medio de nuestra fe como si la fe fuera una obra de nosotros. Solamente somos salvos cuando esta verdadera fe se aferra a Dios mismo, a la justicia y a la santidad de Cristo. En ese sentido, Abraham, como dice el Señor Jesús, vio mi día. Así lo dice el Señor Jesús, hermanos, en San Juan 8.56, dice, Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día y lo vio y se gozó. En ese sentido, de que él comprendió de alguna manera, tal vez no de la manera que nosotros ahora lo entendemos, pero pudo comprender que esa justicia no era su justicia, era la justicia del Hijo de Dios, nuestro Señor. Y por eso el apóstol Pablo en Gálatas 3.6 y adelante nos dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia y luego dice que Dios dio de antemano la buena nueva a Abraham diciendo, en ti serán benditas todas las naciones. Es decir, Dios le comunicó el Evangelio a Abraham. Eso es lo que significa Buena Nueva. Amados hermanos, hemos aprendido cómo el Señor llega justo en el momento de las luchas y pruebas de Abraham para consolarlo y le dice, no temas. Dios hace lo mismo con nosotros a través de su Hijo Jesucristo. Él viene a nosotros en medio de nuestros problemas y preocupaciones y nos dice, no temas. Dios nos dice, yo voy a cuidar de ti. Y Dios nos dice, lo más precioso que puedes tener es yo mismo, porque soy Dios y nada ni nadie más se puede comparar con Él. Amados hermanos, Pidámosle al Señor que Él sea lo más importante de nuestra vida y que recordemos que la verdadera fe es la que tiene como su objeto a Dios mismo, a Cristo nuestro Señor, a su obra perfecta, a su santidad y a su justicia que nos es atribuida, que nos es dada a nosotros. Si hacemos esto, hermanos, estaremos caminando por el camino correcto y podremos experimentar el amor y la gracia de Dios como Abraham la experimentó. Amén.
Y le fue contado por justicia
Serie Genesis
ID del sermone | 21422359447757 |
Durata | 35:50 |
Data | |
Categoria | Servizio domenicale |
Lingua | spagnolo |
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