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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Muy buenos días a todos. Por segunda vez después de la Escuela Dominical funciona Tema de la predicación la encontráis en el libro leído, la parte del capítulo 8 de Romanos. y es una predicación en una serie de predicaciones que estoy haciendo en la iglesia de Mataró. Así que esta predicación de cierta manera supone unas predicaciones anteriores y también supone algunas predicaciones posteriores sobre más o menos la misma perspectiva. Pero vamos a concentrarnos en esta mañana en lo que encontramos en la en el primer versículo del mismo capítulo. Estas palabras, con estas palabras empezamos. No hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Podemos leer esta frase como una tesis independiente, casi como un axioma, una verdad que no necesita demostración o argumentación. algo que siempre es vigente. En la teología entonces hablamos de un dogma, una regla de fe indudable. No hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Esta regla, este dogma, es tan importante que todo el cristianismo depende de ella, de esta regla. Si esta tesis no es verdadera, el cristianismo no es verdadero. Pero a la vez, a causa de su importancia, tenemos que comprender bien lo que dice. ¿Qué entonces dice la frase que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús? No hay condenación. Efectivamente, para ciertas personas, ese es el significado, no hay condenación. Pero entonces tenemos que comprender lo que es no haber condenación o tal vez la palabra condenación. Sí, de verdad, la condenación es la sentencia en un tribunal a causa de una culpa, un crimen demostrado. ¿Pero de qué tribunal se trata aquí? Ya comprendéis, es el tribunal de Dios. Es el tribunal supremo del universo que luego decide incluso el destino eterno de todos los hombres en base a su vida, a cómo han vivido. pensamos siempre que seremos juzgados al final de nuestra vida, ¿no? Y es así. No obstante, también ya ahora, en cada momento de nuestra vida, somos observados por Dios y somos juzgados por Dios. En cada momento de nuestra vida estamos delante del trono del Juez Supremo. Y lo sabemos porque tenemos en nuestro interior un agente de este tribunal y de este juicio. Y este agente es, lo sabéis, es nuestra propia conciencia. Sí, esta palabra tan especial, conciencia, ciencia, saber las cosas, pero un saber con, un co-saber al mismo tiempo, un saber del juicio de Dios. Por nuestra conciencia sabemos la opinión de Dios sobre nosotros y la conciencia nos dice en cada momento culpable o inocente. ¿Y cuál es la sentencia? Creo que tenemos que reconocer que muchas veces, tal vez siempre, esta conciencia nos condena. Hay una conciencia continua y latente de la ira de Dios. Por eso que estamos siempre tan inquietos. Por eso nuestras angustias, la sensación de vergüenza, la sensación de culpa, y esto puede diferir en cultura y en personas. Hay algunos que sufren más culpa, no he cumplido, otros que sufren más vergüenza, y otros sufren más angustias, casi sin definir. Pero, Hay algo en nosotros que nos impide estar tranquilos. mientras que no cumplimos la voluntad de nuestro Dios, mientras que decepcionamos a nuestro Creador por nuestra conducta, la actitud, lo que estamos haciendo, o tal vez solamente por la impureza de nuestro pensar y hacer, por nuestras mentiras, la deshonestidad, por nuestra dureza e insensibilidad, por nuestra indiferencia. Y creo que podemos decir que hay una conciencia general y personal de la condenación de Dios. No estamos en paz con nuestro Creador. Y esta relación negativa con nuestro Creador provoca, ya lo he dicho, inquietud, angustia, vergüenza, culpa. Y luego también cuando percibamos en estas condiciones rechazo de Dios, enemistad contra Dios, sabemos que Dios Santo y Puro nos condena y contestamos con rechazo hasta odio. Pablo confirma esto en el versículo 7 del capítulo 8. el pensar de la carne, el considerar de la carne es enemistad contra Dios. Más tarde veremos algunos detalles más, pero volveremos al versículo 1 donde el apóstol nos dice que es posible que el tribunal de Dios dicte la sentencia de culpable no obstante, sin la condenación, perdón, me equivoco, sin la consecuencia de condenar. No hay condenación en el juicio de Dios para los que están en Cristo Jesús. Ninguna condenación, incluso dice el texto, hace énfasis, ninguna condenación pesa sobre aquellos que están en Cristo Jesús. Dios no inculpa de ninguna manera a los que están en Cristo Jesús. Significa esto, estar en Cristo Jesús. ¿Y quienes están en Cristo Jesús? ¿Qué expresión especial es? Y es una expresión que la Biblia repite para la idea de la representación. Los hombres y las mujeres que son representados por Jesucristo, ellos están incorporados en su vida, para decirlo así. de modo que ellos son libres de la condenación en el tribunal de Dios. ¿Cómo es posible? Porque Cristo representó a ellos cuando Él fue condenado. Fue condenado Cristo en lugar de los culpables que Él mismo representa. Yo os recuerdo cómo y por qué fue condenado. Fue condenado a causa de su representación. Jesús, desde la creación, es representante de la creación. él mismo fue inocente, pero en un momento él fue condenado como representante de la creación culpable. De modo que fue condenado él falsamente. sufrió los dolores insoportables, murió la muerte indigna y cruel de la cruz, pero precisamente en estas condiciones sufrió como rey representante de su pueblo. Y entonces la pregunta, ¿qué pueblo? ¿A quién representa Jesús? Ya dicho, en principio Jesús es el representante de todos los hombres. Pero resulta que no todos los hombres, sin distinción, reciben la declaración de inocencia a causa de Jesús. son al final los que creen en Él, los que esperan en Jesús, los que aman a Jesús, los que confían en su representación. No hay condenación para los que son representados por Jesús. Y Jesús representa a los que le aman, los que creen en él, los que esperan en él. Tengo aquí dos versículos más que dicen más o menos lo mismo, pero es una idea tan importante que tengo que mencionarlos. Juan 3, 18. El que cree en Jesús, el que es representado por él, No es condenado, dice este versículo. Y Juan 5, 24. De cierto, de cierto os digo, dice el Señor Jesús mismo. Amén, amén, dice el texto. Os digo que el que oye mi palabra y crea al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte como consecuencia de la condenación a vida. De verdad, lo que dice Romanos 8 es una promesa poderosa de nuestra fe. Un dogma, una verdad principal, una verdad definitiva. Pero en el contexto es la conclusión del capítulo 7 y al mismo tiempo la preparación del capítulo 8 de Romanos. Esta carta a los romanos, no sé si sabéis la importancia de esta carta. Esta carta a los romanos que con razón se llama la constitución de nuestra fe, la constitución del cristianismo. Aquí tenemos los momentos decisivos de lo que creemos. Y entonces vamos un momento a Romano 7 sin entrar en detalles. Pero Romano 7 trata un tema, una cuestión importante. Es la cuestión de la continuidad del pecado después de haber recibido el perdón del pecado. Y tenemos que decir que Romano 7 es uno de los capítulos más pesimistas de toda la Biblia. Pesimista con respecto al hombre en general. Y pesimista también con respecto a nosotros cristianos, discípulos del Señor Jesús. ¿Cuál es su perspectiva? ¿Cuál es la perspectiva del capítulo 7? El capítulo 7 de Romanos nos enseña que incluso después de haber recibido el perdón del pecado, después de la justificación, que es la declaración de inocencia a causa del sacrificio del Señor Jesús, A pesar de esto, no somos personas, hombres, mujeres mejores, ni en el sentido moral, entonces en este mundo, ni en el sentido espiritual. No hemos subido en calidad moral y espiritualidad. Siempre seguimos siendo hombres y mujeres con grandes deficiencias morales y espirituales, con cosas negativas. Y la palabra para estas deficiencias y cosas negativas es la palabra de siempre, la palabra de pecado. Repito algunas frases, algunas de las frases más pesimistas de Romanos 7. Por ejemplo, 14. Sabemos que la ley es espiritual, pero ¿en qué condiciones estoy yo? No sé cómo os consideráis vosotros, pero ¿qué dice el texto? Pero yo, yo, yo soy carnal. La ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido al pecado incluso. ¿Quién dice esto? Pablo, un ejemplo para nosotros, por su entrega, por su ministerio, por su fe. dice de sí mismo que es un hombre vendido al pecado, esclavo del pecado, podemos decir también. Mira lo que dice 15, porque luego lo que hago no lo entiendo, pues no practico lo que quiero, al contrario, lo que aborrezco es lo que hago. 18 hasta 20. Yo sé que en mí, a saber mi carne, no mora el bien, porque el querer el bien está en mí, pero el hacerlo, no. Porque no hago el bien que quiero, sino al contrario, el mal que no quiero, esto practico. Y si hago lo que no quiero, ya no lo llevo a cabo yo, sino el pecado que mora en mí. Y entonces 24, el pesimismo del capítulo tiene su cumbre en el 24. Miserable hombre de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de pecado, de muerte? Capítulo más pesimista, tal vez, de la Biblia. El hombre es inmejorable, incluso después de recibir el perdón somos como somos. Y entonces empezamos a leer capítulo 8. Así hay que leer estos dos capítulos. Entonces, después de estas palabras negativas y pesimistas, a pesar de este pesimismo con respecto al hombre, del creyente, del cristiano, del discípulo de Cristo. Romanos 7 y 8 son capítulos muy optimistas con respecto a Dios y el poder de la salvación. Fuimos librados de la ley, dice 7 y 6, por la representación de Cristo, de modo que ya no hay condenación. Somos malos. Esto no podemos negar. Pero la ley fue anulada. La ley contra nosotros fue anulada. De modo que en el juicio de Dios ya no hay condenación. Esta es la gran proclamación de capítulo 8. Pero con esta proclamación vuelve a ser actual la gran cuestión del capítulo 6. La gran cuestión del capítulo 6 es la de la libertad de pecar. Cuando somos libres de la ley, cuando la ley de Dios que nos condena ya no es vigente, sin embargo, cuando al mismo tiempo todavía somos pecadores, somos libres de hacer lo que queremos, Es que la libertad y la ley a la vez es un permiso de hacer lo que en nuestra maldad tal vez desearíamos. En ningún momento Pablo ha sugerido esto o querido sugerir esto. De ninguna manera, ya ha dicho en 6.1, mantiene en todo el discurso que el pecado es grave y feo, que el pecado hace daño, que nuestras mentiras, nuestra impureza, nuestra dureza ofenda a Dios, que hace daño a nosotros, que corrompa a nosotros mismos. El pecado nos separa de Dios y de su gracia. Es la muerte espiritual y al final la separación eterna de Dios. ¿Comprendéis el dilema? No hay condenación para los que están en Cristo Jesús, pero todavía somos pecadores y Dios no quiere el pecado, a pesar de que ya no lo condena. ¿Quién entonces nos librará del pecado? ¿Os acordáis la exclamación del apóstol al final del capítulo 7 que acabo de citar? ¿Quién me librará del pecado, del cuerpo de pecado? ¿Quién me librará? El capítulo 8 de Romanos nos da la respuesta y la respuesta es el Espíritu Santo. Nosotros no podemos librarnos del pecado, pero el Espíritu Santo sí puede librarnos del pecado. El Espíritu Santo nos enseña a vivir en santidad, que es vivir en verdad y rectitud, vivir en pureza moral y vivir en amor. Y enseñando esto, el capítulo 8 de Romanos se convierte en el capítulo grande del Espíritu Santo. Hemos leído la primera parte y tal vez habéis observado, cuando tenéis una Biblia diferente a la Reina Valera, que hay una diferencia en las versiones de la Biblia. las biblias que usamos más son la reina valera 60 y 95 y entonces tenemos en el primer versículo entonces tenemos un primer versículo que es un poco más largo que en otras versiones. En la Reina Valera tenemos ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús los que no andan conforme a la carne sino conforme al espíritu mientras que otras versiones solamente tienen ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Esta diferencia no es importante porque estas mismas palabras que algunas versiones de la Biblia sí tienen en Romanos 8.1 y otras no aparecen en todas las versiones de la Biblia en el 4. Y a causa de la importancia de estas palabras algunos manuscritos que forman la base de la Reina Valera Tienen estas mismas palabras, repiten estas mismas palabras ya en el versículo 1, aunque caben mejor en el 4. En realidad estas palabras son las más importantes de la primera parte del capítulo 8. La idea, la cuestión es, repito, ¿quién me libra del pecado ya perdonado? La respuesta es, yo no lo puedo. Pero el Espíritu Santo, sí. ¿Y cómo me libra el Espíritu Santo del pecado? Enseñándome a vivir una vida diferente, una vida nueva. Vamos a hacer un resumen de los cuatro primeros versículos de Romanos 8, que no son fáciles. Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Porque la promesa del Espíritu Santo me ha librado de la ley que me condena a la muerte. Porque Dios ha enviado a su Hijo para que viviera y sufriera de la misma manera que los hombres las consecuencias negativas del pecado. De esta manera ya estamos en 4. cumplió en nuestro lugar la ley, sufrió en nuestro lugar la condenación de la ley. Y entonces las palabras de cuatro, nosotros que no andamos conforme a la carne sino conforme al Espíritu. ¿Qué hace que estas palabras de Pablo son tan difíciles de comprender? En realidad, Pablo tiene una capacidad enorme, casi única, de decir varias cosas al mismo tiempo. Pablo sabe que es imposible saber separar las cosas importantes. Y este versículo 4 es un ejemplo. Porque ¿qué es este andar en el espíritu y ya no andar en la carne? ¿Es una realidad o es un deber? ¿Es un don, una gracia o es un deber? Creo que hemos de decir que es todo esto. Andar en el espíritu para el cristiano es un don, es una gracia que recibimos en el mismo momento con la fe y a la vez es un deber, es un hacer y es un deber hacer. Vamos por partes y empezamos con el significado de la frase. ¿Qué es andar en el espíritu y no andar según la carne? Andar aquí es nuestra forma, nuestra manera de vivir. En realidad es casi lo mismo que vivir. En Romanos 6,4 Pablo ha hablado de andar en novedad de vida, vivir de una manera nueva. Y esta nueva manera de vivir es ya no según la carne, sino según el espíritu. Ya no según los principios de la carne, sino según principios nuevos que el espíritu nos enseña. Podemos comprender lo que es andar según la carne por medio del versículo 7 que ya he citado en la introducción. El desear de la carne es enemistad contra Dios. Es decir, toda nuestra inmoralidad, todo nuestro egoísmo, toda nuestra impureza, toda nuestra desobediencia a Dios. todo lo que no quiere y no puede sujetarse a la voluntad de Dios. Todo esto es enemistad, rebelión contra Dios. ¿Veis que el pecado no es algo inocente, tampoco en la vida del cristiano? Nuestros vicios, nuestras costumbres malas y negativas no son inocentes, son en el fondo enemistad y hostilidad contra Dios. Podemos preguntar, ¿cuál es la causa de tanto ateísmo en nuestro mundo? ¿Por qué hay tantos que no creen contra todas las evidencias en Dios? ¿Es porque no pueden creer o es que no quieren? Creo que tenemos que decir, la incredulidad de muchas personas de nuestro mundo es que no quieren creer. Lo que quieren es continuar con lo que siempre ya estaban haciendo. Y esto es enemistad contra Dios. No creen, porque la consecuencia de la fe debe ser, es la sujeción a la voluntad de Dios. Quieren continuar con su propia manera de vivir. Y de esta manera de vivir no corresponde con la sujeción a Dios. Después de comprender lo que es andar según la carne, ¿qué es andar según el espíritu? ya lo he citado de 6-4, es andar en novedad de la vida, es vivir de una manera nueva, que no hemos aprendido de nosotros mismos, ni de nuestros padres, ni de la sociedad, ni incluso de las religiones. Es la renovación de nuestro pensar, de toda nuestra cosmovisión. es vivir una obediencia nueva a Dios. Andar según el Espíritu, el Espíritu nos enseña vivir según la voluntad de Dios. Nos enseña por... sí, tenemos que preguntar cómo enseña al Espíritu Santo. Nos enseña por la Palabra de Dios. Pero también enseña por el ejemplo y testimonio de otros discípulos del Señor Jesús. Nos enseña por muchos agentes. pero incluso el Espíritu Santo tiene acceso directo a nuestro corazón. Entonces hablo otra vez de la conciencia. El Espíritu interiormente nos estimula, nos empuja por ideas nuevas, motivos renovados, a comprender lo que es la voluntad de Dios y cumplirla. Ya he dicho, el espíritu renueva nuestro pensar, pero no solamente intelectualmente sino también moralmente, porque renueva nuestro querer. Recibimos otras preferencias, deseamos hacer cosas diferentes. El espíritu nos libra de cierta manera de nuestro egoísmo terrible nos hace crítico hacia nosotros mismos y nuestro egoísmo y nos enseña a amar a Dios y a nuestro prójimo. El Espíritu nos enseña por agentes externos la palabra, el testimonio pero también por impulsos directos e inmediatos. Amar a amar a Dios, amar su voluntad, su ley, su pueblo, su reino. Además, enseña por los mismos agentes externos e internos creer en Él, esperar en Él. El Espíritu Santo nos enseña algo completamente nuevo que es el temor del Señor. Pablo en varios versículos de Romanos 8 repite la misma idea y voy a repetir algunos de estos versículos. 5. Porque los que viven conforme a la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu en las cosas de Dios del Espíritu Santo. 6. Porque la intención de la carne es muerte, pero la intención del Espíritu es vida y paz. 9. Sin embargo, vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y 10 y 13. Si Cristo está en vosotros, de verdad el cuerpo está muerto a causa del pecado. No obstante, el Espíritu vive a causa de justicia. Porque si vivís conforme a la carne, habéis de morir. Pero si por el Espíritu hacéis morir las prácticas de la carne, viviréis, porque el Espíritu es el que da vida. Y al final del pasaje, la primera parte, Al final del pasaje 1 hasta 17 llegamos a estas palabras, ideas importantes. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no recibisteis el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción como hijos en el cual clamamos, decimos, Padre a Dios, Abba Padre. El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. ¿Cómo da testimonio el Espíritu Santo? Ya lo he dicho. por agentes externos, por la Palabra de Dios, por el testimonio de otros, también en nuestra propia conciencia hace nacer este amor a Dios de modo que sabemos en lo secreto y lo profundo de nuestro corazón. Sí, Señor, te amo. Y con estos versículos podemos concluir nuestra meditación de esta mañana, que empezó con la proclamación de que ya no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Y comprendimos, la ley ya no es vigente contra los que creen en el Señor Jesús, pero el pecado reconocimos que el pecado es grave, sigue siendo un pecado negativo en nuestra vida. De modo que preguntamos con el apóstol Pablo, ¿Quién nos libra del pecado que ya fue perdonado por el sacrificio de Cristo? La respuesta era, el que nos libra del poder del pecado, que nos enseña una vida nueva, una vida en el temor del Señor, es el Espíritu Santo. Y ahora en los últimos versículos aprendimos que el Espíritu Santo nos enseña a vivir como hijos de Dios. Una última cosa para concluir y terminar. vimos en un momento que el andar según el Espíritu es tanto un don como un deber. Es un don, porque sin este don, sin esta gracia, no conocemos al Señor Jesús, no conocemos, creemos en Él. Sin el Espíritu Santo no podemos aprender nada en el reino de Dios. Esto el apóstol lo dice en la palabra enigmática del versículo 9. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Significado es, cuando el Espíritu Santo no obra en nosotros esta vida nueva, cuando el Espíritu Santo no nos enseña nada, entonces no somos y no podemos ser hijos de Dios. La presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, que nos enseña fe, esperanza y amor, es una prueba, una confirmación de que somos hijos de Dios. Entonces la conclusión, estamos todos aquí en la iglesia, en medio del pueblo de Dios. y la iglesia es la casa del Espíritu Santo, el taller del Espíritu Santo. Aquí en la iglesia el Espíritu nos enseña por la palabra de Dios, por el ejemplo y el testimonio de los cristianos, a veces incluso por ejemplos negativos. Aquí estamos todos en la esfera de la gracia, de la gracia de Dios, donde Él reparte sus dones. Ahora, ¿cuál es nuestro deber? Nuestro deber es sujetarnos a esta obra y enseñanza del Espíritu Santo, recibir lo que Él nos enseña, recibir en la práctica y en la fe esperanza y amor todos los dones de la vida nueva y este recibir los dones y vivirlos es el andar en el espíritu y yo os aseguro que no hay vida mejor no hay riquezas en el mundo bendiciones en este mundo que tienen el mismo valor en realidad Es el reino de Dios lo que estamos recibiendo por el Espíritu Santo. Amén.
Si Dios Quiere
Identifiant du sermon | 929131417426 |
Durée | 37:39 |
Date | |
Catégorie | Service du dimanche |
Texte biblique | Romains 8:1 |
Langue | espagnol |
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