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Demos atención a la palabra del Señor Primera de Pedro 3, los versículos 1 al 7. Así mismo vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra. por la conducta de sus mujeres, considerando vuestra conducta casta y con reverencia, el adorno de las cuales, no sea en el exterior, con cabellos ostentosos y atavío de oro, o en vestir ropa lujosa, sino el interior, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu manso y pacífico, que es de gran estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos, como Zara obedecía a Abraham, llamándolo Señor, de quien vosotras sois hechas hijas, haciendo bien y no teniendo ningún temor. Igualmente vosotros, maridos, habitad con ellas con entendimiento, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean impedidas. Amén. de la Palabra del Señor. Bueno, hermanos, la última vez que estuvimos en Primera de Pedro, estábamos considerando los primeros dos versículos de este capítulo, pero como eso fue en marzo del año presente, Quizás no está del todo mal dar un poquito de repaso, ¿verdad? ¿Qué es lo que está sucediendo aquí en Primera de Pedro? Bueno, Pedro nos ha dado el gran llamado de seguir en las pisadas de Cristo, de ser imitadores de Cristo en todo. Y bajo ese lema general, ha dado casos difíciles, momentos cuando verdaderamente cuesta seguir a Cristo. El primer caso es el caso de siervos, de esclavos que tienen un padrón que no es amigable, que no es justo, que es severo y áspero, que les golpea incluso cuando no se lo merecen. Bueno, eso es un caso difícil. Yo creo que sí, ¿verdad? ¿A quién de nosotros nos gustaría que en el trabajo de repente viene el patrón y nos pega en la cara? Y nosotros no hemos hecho nada. Aunque hubiéramos hecho algo, no nos gustaría, ¿verdad? Cuanto más, cuando no lo merecemos, cuando no lo hemos ganado por nuestra conducta. Bueno, gracias a Dios, ¿verdad? Es algo que muy pocas veces sucede en nuestros tiempos. Sí hay trato injusto en el trabajo, pero es rara la vez que es un golpe físico, ¿verdad? Por motivos obvios, ¿verdad? Si el patrón nos golpea, pues lo vamos a demandar y él va a terminar arrepintiéndose económicamente, ¿verdad? Si no de otro modo. Pero en este tiempo, en el mundo antiguo, el padrón, el amo, tenía muchísima autoridad. Los esclavos no tenían muchos derechos garantizados y entonces si le daba la gana de golpear a uno de sus esclavos o esclavas, pues lo hacía y ya. Nadie le reclamaba, nadie le decía nada. Bueno, Ese es un caso difícil, ¿verdad? No es sencillo imitar a Cristo bajo esa circunstancia. Pero Pedro nos da eso como ejemplo porque quiere que entendamos que la imitación de Cristo no es solamente en los domingos, no es solamente en los servicios, no es solamente cuando conviene, no es solamente cuando nos gusta, es también en los casos difíciles. En el capítulo 3 da otro caso difícil, da el caso difícil de una mujer cristiana con un esposo inconverso. De paso hermanos, el hecho que Pedro incluya eso como caso difícil nos debe de decir que nunca debemos de meternos en esos casos difíciles, ¿verdad? Voluntariamente exponernos a un caso difícil, que no es necesario, es como tentar a Dios. Entonces, Pablo, por ejemplo, le manda a los esclavos, mira, si tienen la oportunidad de conseguir su libertad, háganlo. ¿Por qué? Porque es difícil ser esclavo. Bueno, entonces si tener una pareja, un esposo, una esposa inconversa es un caso difícil, pues no creamos dificultades para nosotros mismos. Para los jóvenes, les digo de todo corazón, por más bonito, por más lindo, por más atractivo o atractiva que sea la muchacha, el muchacho, si no es creyente, si no es creyente comprometido, se están buscando un caso difícil. Si platican demasiado con esa persona, si comienzan a pensar en esa persona desde un punto de vista romántico, ya es muy difícil. Claro, a veces se da, ¿verdad?, que la esposa, el esposo llega a creer la palabra posteriormente. Pero primero hemos pasado por grandes dificultades y no hay garantía. Entonces, Pedro aquí está tratando este caso difícil. Hay una mujer cristiana, creyente, comprometida con el Señor. Su esposo es incrédulo. ¿Ella qué puede hacer para imitar a Cristo, para seguir siendo cristiana en un hogar no cristiano? ¿Cuál es su conducta? Bueno, menciona que no es una conducta de siempre estar hablando al esposo, de estarle diciendo, diciendo, diciendo, ¿no? sino que su manera correcta de ganar al esposo es por la conducta más que por la palabra. Y la conducta que posiblemente va a ganar al esposo es una conducta casta, no dando al esposo motivos de sospechar que ella va a la iglesia para encontrarse con otro hombre, ¿verdad?, sino una conducta casta, que él sepa que no tiene ningún motivo de celos o de preocupación en cuanto a eso que pueda haber. que el compromiso que la esposa tiene con el Señor no ha minimizado, sino que ha fortalecido el compromiso que ella tiene con Él. Y una conducta respetuosa, ¿verdad? Es un poquito difícil. O sea, pongamos el caso. Aquí está una mujer cristiana, tiene un esposo inconverso. Pues, ¿qué opinión tiene del esposo? Pues piensa que está muerto en sus delitos y pecados. Piensa que es un ciego espiritual. Piensa que va rumbo al infierno. Podría ser fácil no tratarlo con mucha reverencia, ¿verdad? Uno dice, bueno, pero el Señor me ha alumbrado a mí y no a ti. Entonces, obviamente, yo sé más que tú. Sería fácil, ¿verdad?, para una esposa, y viceversa, ¿verdad?, sería fácil también para un esposo, si el caso fuera al revés, caer en despreciar. Pero Pedro dice, no es la conducta que imita a Cristo, una conducta casta y respetuosa. Ese es el repaso. Ahora sí comenzamos con el texto que tenemos por hoy. Pero déjenme dar unas indicaciones de antemano. La primera indicación es que aunque este texto se dirige al caso especial, el caso difícil de mujeres con un esposo inconverso, no quiere decir que no tiene enseñanza para todos nosotros, ¿verdad? De los que están aquí creo que no hay nadie que tenga un esposo inconverso. ¿Eso quiere decir que no podemos aprender nada? Esto se dirige a mujeres casadas. ¿Esto quiere decir que los no casados, las no casadas, no pueden aprender nada? Claro que no. ¿Esto se dirige a las mujeres? ¿Quiere decir que los hombres no podemos aprender nada? Pues tampoco, ¿verdad? Este texto es para todos. Y es para todos porque contiene principios generales adaptados, acomodados a una situación especial. Pero los principios generales son válidos para todos. nosotros y la manera en que Pedro lo acomoda a este caso especial nos ayuda a nosotros también a entender cómo acomodamos el principio general a mi caso especial, a mi caso específico. La segunda indicación es que cuando hay algo que la Biblia dice a una persona que no está en mi caso, muchas veces se toman mal. Déjenme ser un poquito más concreto, ¿no? Obviamente no es la intención de Pedro dar un código doméstico completo. ¿Por qué? Porque habla de los esclavos, pero no habla de los deberes de los padrones. Habla de las mujeres y habla de los esposos, esposas y esposos, pero no habla de padres e hijos. Y entonces, esto no es un código doméstico que dice, así debe de ser una familia cristiana. Eso sí lo encontramos en Efesios, eso sí lo encontramos en Colosenses, pero no está aquí en Primera de Pedro. Ahora, Lo que sucede cuando estamos leyendo muchas veces es esto. Los padres leen que los hijos deben de estar sujetos y lo toman como su responsabilidad. Dicen, bueno, entonces yo tengo que obligar a mi hijo a obedecer a todo costo, aunque sea a duras penas. Pero explícitamente lo que está en la Biblia es, hijos, obedezcan. No dice, padres, llévenlos a obedecer. Igual entre esposos y esposas. Pablo le dice a las esposas que se sometan a sus esposos, pero no dice esposos, obligan a las esposas a someterse a todo costo. De la misma manera, dice a los esposos, amen a sus esposas. Pero no dice a las esposas, obliguen a sus esposos a amarlas, tuérceles el brazo hasta que las amen. No dice eso. Pero muchas veces así lo manejamos, ¿verdad? Nos hacemos responsables de lo que corresponde a otra persona. Pero somos responsables en esa relación, bajo ese carácter, de lo que Dios nos dijo. Entonces los niños no pueden decir, bueno, mi desobediencia y responsabilidad es culpa de mis papás. No se vale. Pero los papás tampoco no deben de decir, la desobediencia de mi hijo es mi responsabilidad. Ahora, claro, somos responsables de no poner obstáculos, de no crear dificultades para que los otros cumplan con sus deberes. O sea, si un esposo siempre llega borracho, golpea a la esposa, patea a los niños, pues es más difícil que lo respeten. Indiscutiblemente, y él tiene que dejar de portarse así. Pero es la responsabilidad de la esposa y de los hijos hallar la forma adecuada de honrarlo, aun cuando es así su conducta. Ahora, la forma puede variar, ¿verdad? A veces la forma correcta de honrarlo es hablar a la policía y quejarse de violencia doméstica, ¿no? Pero hay que hallar la forma. no es su responsabilidad encontrar la forma en que yo lo deba de honrar, es mi responsabilidad. Y así con todo. Y entonces al leer esto, los esposos no pueden decir, ah mira, mi esposa está fallando, a ver, ¿cómo la puedo obligar a cumplir con sus deberes? El esposo tiene que decir, yo qué puedo hacer, qué obstáculo puedo quitar, pero qué me corresponde a mí. Y viceversa, ¿verdad? Las esposas no pueden decir, bueno, honraría a mi esposo en otras circunstancias, me sometería si fuera más sabio. No, la Biblia dice lo que dice, y explícitamente lo dice a mujeres en una situación difícil. Entonces, con eso de esas indicaciones como prefacio, ¿verdad?, que esto se aplica a todos y que debemos de aceptar responsabilidad por nuestra conducta, no por la conducta de otra persona, ahora sí podemos comenzar a explicar estos versículos. En el contexto de haber hablado de una conducta casta y respetuosa, Pedro habla del adorno de las mujeres, su atavío. Ahora, ¿cuándo dice el adorno de las cuales no sea el exterior, con cabellos ostentosos, atavío de oro o en vestir ropa lujosa? Debemos entender que esta prohibición es comparativa, no es absoluta. Por ejemplo, si reflexionan en ese texto de Oseas que cita el Señor Jesucristo. Yo deseo misericordia y no sacrificio. ¿Dios estaba diciendo que de plano nadie debía sacrificar? No. Estaba diciendo que la misericordia era más importante que el sacrificio. Y entonces la prohibición aquí no es absoluta. No se peinen, no tengan un anillo o un collar o unos aretes. No está llegando a ese extremo en esta prohibición. Y se puede comprobar por el hecho, cuando ahí al final del versículo dice, vestir ropa lujosa, lujosa se ha agregado por los traductores. En el griego original dice simplemente vestir ropa. Bueno, no está prohibiendo a las mujeres vestirse. Patentemente, ¿verdad? Sería una locura. Sería lo contrario de lo que quiere decir Pedro. Y entonces es una prohibición comparativa. ¿Nos podemos vestir? Claro que sí. ¿Nos podemos adornar? Claro que sí. Pero el adorno tiene que caer bajo esas categorías de casta, un adorno casto, un adorno respetuoso, y no puede ser lo principal. Esto es lo que a final de cuentas determina y gobierna. ¿Qué adorno debemos de buscar? Debemos de buscar el adorno interior. Bueno, déjenme hacer pausa aquí, hermanos, simplemente para aclarar algo que podría ser un malentendido. La belleza es admirable. La belleza viene de Dios. La belleza encuentra su cumplimiento en Dios. Y entonces, como creyentes, como cristianos, no rechazamos todo lo que es hermoso, no buscamos tener edificios feos, casas feas, ropa fea, rostros feos. Eso tampoco no está bien. Pero entendemos que la mera apariencia física no es lo principal. Entendemos que la mera apariencia física puede servir como un engaño. Entendemos que la mera apariencia física no es eterna, ¿verdad? Todos envejecemos, perdemos. la piel elástica, ¿verdad?, que regresa a su posición, perdemos algo de la fuerza y el vigor, el color del cabello cambia un poquito con el lapso de los años, ¿verdad? Y todo lo que nos hacía guapos, hermosos, puede desaparecer, ¿verdad? Pero hay un adorno que sí se debe de buscar. Entonces, con referencia al exterior, ¿debemos de ser limpios? ¿Debemos de vernos bien en la medida que se puede? Claro que sí. ¿Pero debemos de dañar la economía familiar buscando ropa que sea de moda? ¿Debemos exagerar la importancia? ¿Debemos decir, ay, no puedo salir porque algo pasó con mi rostro, verdad, y no me veo bien? Debemos decir, no, no, no aguanto ser visto en este vestido del año pasado. Hermano, hay gente que sí lo toman hasta ese extremo, ¿verdad? Y no está bien. Nos adornamos castamente, respetuosamente, nos adornamos en la medida que es compatible con buscar principalmente una belleza mejor. Pero creo que esto es muy importante, hermanos. El Señor nos ha dado, tanto a hombres como a mujeres, aunque el estilo es un poquito diferente, ¿verdad? Pero a todo ser humano, Dios ha dado un anhelo hacia la belleza. Y Dios no dice, ese anhelo está mal, córtenlo, mortifíquenlo, no le hagan caso. Lo que Dios sí nos dice es canalicen ese impulso, ese deseo hacia la belleza, hacia una belleza eterna, hacia algo que dura, hacia algo que vale la pena. El mundo aprovecha de nuestro deseo natural y bueno hacia la belleza para engañarnos y desviarnos. Pero Dios dice que debemos de cultivar una belleza verdadera. Es la belleza interior, la belleza del corazón. Pedro no prohíbe a las mujeres que se adornen. Les incita a que se adornen con un adorno incorruptible. con el adorno de un espíritu manso y pacífico. Y lo dicho a las mujeres es un principio general que se aplica a todos nosotros. ¿Tiene su aplicación especial, específica en el contexto de un matrimonio? Claro que sí. ¿Tiene su aplicación más específica aún en el contexto de un matrimonio donde la esposa es creyente y el esposo no? Pero todos nosotros tenemos que buscar el adorno interior. Y para todos nosotros el adorno interior consiste en un espíritu manso y pacífico. Bueno, a lo mejor se acordarán que Moisés fue el más manso de todos los hombres de la tierra, hasta que vino el Señor Jesucristo, quien pudo decir de sí mismo que era manso y humilde, y Pablo puede rogar a los corintios a la luz de la mansedumbre. de Cristo. Entonces, esto de ser manso no es exclusivo a las mujeres o siquiera a las esposas, esto es parte de seguir a Cristo, que seamos mansos como Él fue manso. Bueno, entonces, cuando maltrataban a Cristo, cuando lo insultaban, lo tomaba como una ofensa personal, a su ego se molestaba y ya dejaba de hablar a esa gente, Bueno, cuando se endurecían en contra de la palabra de Dios sí se retiraba, ¿verdad? Pero no era con furor personal, no era, ahora sí me voy a desquitar de esta gente. Era de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios. Cómo extendía la mano a sus discípulos cuando una y otra vez le fallaba. Cómo recibió hasta Judas Iscariote con un beso, ¿verdad?, cuando vino para traicionarlo. Y ahí la mansedumbre. Cuando los soldados lo estaban insultando, cuando estaba en la cruz y ahí pasaban y meñaban la cabeza y decían, salvó a otros y no se puede librar a sí mismo. Respondía con insultos, respondía diciendo, todos ustedes van a ir al infierno. No, ¿verdad? No amenazaba, no respondía con esa clase de respuesta, no insultaba de nuevo. Con mansedumbre lo aceptaba. Bueno, un corazón, un espíritu pacífico, no busca la guerra, no arma conflictos innecesariamente, ¿verdad? Si hay algo que se tiene que hablar, si hay algo que se tiene que tramitar, pues lo habla, lo tramita, pero tranquilamente. no con enojo, no con insultos, ¿verdad? Y entonces tenemos que aprender a acallar nuestras almas, a encomendarnos al Señor, a reconocer que la venganza viene de Él. A decir, mira, si yo soy maltratado por causa de Cristo, la causa de Cristo es más importante que este maltrato que estoy recibiendo. Si somos maltratados por otros motivos, pues podemos buscar la forma de solucionar eso, pero al mismo tiempo entendiendo que funcionamos dentro de ciertos límites, que no hay pretexto para una conducta no casta y no respetuosa. No hay pretexto para la soberbia. No hay pretexto para portarnos con frustración y con rabia, ¿verdad? Sino con un espíritu tranquilo. Bueno, y entonces este versículo es de mucha ayuda, de mucho ánimo para nosotros, porque por un lado nos dice el deseo que tenemos de ser hermosos, de ser rodeados de belleza. Es un deseo que viene de Dios y que se debe de cultivar en la vida cristiana. pero se cultiva principalmente con referencia al carácter, con referencia a ser como Cristo. Entonces no se trata de qué tan exactamente puedo afeitarme la barba, no se trata del color de mi cabello, no se trata de mi ropa, Se trata de cómo soy en el hombre interior y se trata de cómo esa realidad interior se manifiesta en la conducta. Pero también nos anima porque esto es lo que dice, este espíritu manso y pacífico es de gran estima delante de Dios. Bueno, Pensemos en el contexto específico, ¿verdad? En lo que Pedro dijo desde un principio. Aquí hay una mujer. No concuerda con su esposo en lo más importante. Pertenecen a dos religiones distintas. ¿Ustedes creen que hay esposos que serían capaces de menospreciar a una esposa así? ¿Creen que hay personas que podrían ser más ásperos? ¿Acepta la religión del esposo? ¡Claro que sí! ¡Lo han visto! Y entonces, quizás, nunca dice algo bonito a la esposa. Nunca dice, ¡Ah, qué bien te ves! Nunca la anima, ¿verdad?, que es atractiva en sus ojos. ¿O qué tal esos esclavos golpeados, verdad, sin haberlo merecido? ¿Ustedes creen que en ese mundo fueron honrados? Que la gente decía, oye, ese esclavo mira cómo aguanta los golpes, yo lo admiro, yo lo respeto. Claro que no. Eran menospreciados. Y esto no solamente se dice a las mujeres, ¿verdad? También a veces a los hombres se les dice cosas como, tú no tienes sangre en tus venas, tienes leche. ¿Por qué? Porque no son peleoneros, porque no son agresivos, porque manifiestan un espíritu manso y pacífico. Y entonces la gente dice, a veces se deja. Lo voy a maltratar, se lo merece porque se deja. Bueno, en esas circunstancias, ¿es difícil mantener la calma? ¿Es difícil seguir imitar a Cristo cuando nos están maltratando? ¿Cuando parece que entre más somos como Cristo, más nos menosprecian, más nos maltratan? Claro que sí. Agrava las dificultades tener esa falta de respeto. ¿Cómo podemos seguir adelante? porque eso es de gran estima delante de Dios. Hermanos, ¿para quiénes queremos ser hermosos? ¿Quién queremos que nos vea y diga, lucimos con una gloria de belleza? La sociedad mala, maligna, que rechazaron a Cristo, la misma sociedad que crucificó a Cristo, Oh Dios, el autor de todo bien, la fuente de toda hermosura. El Dios que pudo crear las estrellas y la luna, el mar, los árboles gigantes, las montañas, los pastos que se mueven con el viento. ¿Quién conoce más de la verdadera belleza? ¿La sociedad humana? dice que el espíritu manso y pacífico es de gran estima. O sea, Él lo valora. Él daría un gran precio por eso. Y hermanos, de hecho, ha pagado un gran precio. Nosotros no somos mansos y pacíficos por naturaleza. Esto no se trata de ser cobardes. Esto no se trata de ser débiles. Esto se trata de ser tan fuertes que por causa de Cristo nos podemos controlar. Dios lo valora. Dios lo valora tanto que pagó el precio de la sangre de su Hijo para obtenerlo en nosotros. Dios lo valora tanto que manda a su Espíritu Santo a conformarnos a la imagen de Cristo. Hacer nacer en nosotros que, por naturaleza, somos agresivos, somos conflictivos, somos resentidos. fácilmente caemos en el odio, fácilmente caemos en la malicia, fácilmente caemos en el deseo de la venganza. Pero por la sangre y el Espíritu de Cristo, Dios obra esta belleza espiritual en nosotros, que nos asemejamos a Cristo. que somos más como Él, que así como Él fue manso y pacífico, que como se cayó ante sus acusadores, no les respondió ni una palabra, pues nosotros podemos tener el mismo dominio propio. Nosotros como Él podemos encomendarnos al Señor que juzga justamente y no tener que defendernos, no tener que justificarnos, no tener que vengarnos. Hermanos, Dios no quiere que seamos feos. Dios quiere que seamos eternamente hermosos. Pero la hermosura eterna no se trata de cejas y de piel. Claro, en su tiempo Dios nos resucitará con cejas perfectas. Pero se trata principalmente, se trata sobre todo del interior, del corazón, de un carácter manso y humilde adornado con el fruto del Espíritu, adornado con las virtudes de Cristo. Esa es una belleza que vale la pena seguir. Esa es una belleza verdaderamente atractiva. Y entonces todos nosotros, hombres y mujeres, vistámonos decentemente. Vistámonos con cordura, ¿verdad? No desperdiciando un chorro de dinero en cosas que desaparecen de un año a otro año. No enfatizando demasiado lo exterior. pero busquemos adornarnos sobre todo con la gracia, con el carácter, con la semejanza de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
El Adorno de la mansedumbre
Serie 1 Pedro
Dios llama a su pueblo a seguir a Cristo en desarrollar un corazón adornado con la hermosa semejanza de Cristo.
Predigt-ID | 7212420703091 |
Dauer | 31:18 |
Datum | |
Kategorie | Sonntag Morgen |
Bibeltext | 1. Petrus 3,3-4 |
Sprache | Spanisch |
Unterlagen
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