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Muy bien, hermanos, pues buenos días nuevamente. Por la gracia de Dios seguimos estudiando la doctrina propia, ¿verdad? También conocida como la doctrina de Dios. Y dentro de esta doctrina, la doctrina propia, encontramos los atributos o las perfecciones de Dios. Así que los atributos, hermanos, que se me han asignado en esta mañana es la justicia y la ira de Dios. la justicia y la ira de Dios. Así que vamos a orar, hermanos, buscando la ayuda divina. Señor Padre Santo, Dios Todopoderoso, en esta mañana, Señor, mientras nos reunimos como iglesia, tanto para estudiar los atributos, tanto como la escuela dominical, y también los niños, Señor, en su clase Te pedimos, Señor, que tú nos ayudes, nos des sabiduría, nos des el entendimiento, nos des de tu espíritu para entender estas cosas, Señor, espirituales. Nos des de tu amor poderoso, Señor, para amarnos, para amarte, para conocerte y para glorificarte, Señor. Es nuestra oración en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Muy bien hermanos, rápidamente recuerden que estamos dando simplemente una breve introducción a los atributos de Dios. Yo sé que por cuestión de tiempo no estamos abundando tanto como quisiéramos abundar en ellos, pero aprovecho hermanos para animarlos a que ustedes por medio del estudio de la Palabra de Dios, por medio de la lectura de sus devocionales, por medio de los libros que les mandé la semana pasada, ustedes continúen estudiando los atributos de Dios. Jamás vamos a terminar de conocer a Dios en su plenitud. Pero lo que Él quiere que sepamos de Él, está en Su Palabra. Así que vamos a empezar, hermanos. Tengo mucho material. No quiero ir muy rápido. Quiero que se entienda lo que estamos diciendo. Pero igual vamos a dejar espacio al final para las preguntas. Así que vamos a empezar a hablar de la justicia de Dios. La justicia de Dios. En Nemiás 8.18 vemos el relato de cuando Israel se juntaba para escuchar la ley de Dios. ¿Verdad? Así como nosotros nos estamos juntando en este día para escuchar la palabra. Bueno, Israel también lo hacía y dice en Nemiás 8.18. Y leyó Esdras en el libro de la ley de Dios cada día, desde el primer día hasta el último, e hicieron una fiesta solemne por siete días y el octavo día fue de solemne asamblea según el rito. Más adelante, en el capítulo 9, después de haber terminado la lectura de la ley de Dios, dice que se levantaron unos levitas a confesar sus pecados, pero miren las palabras de ellos, miren el discurso de estos levitas. Nemiás 9, 23. Pero tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros, porque rectamente has hecho más nosotros hemos hecho lo malo. El contexto, el pueblo había regresado de Babilonia, del cautiverio, como castigo por sus pecados. Neemías 9.29 dice, les amonestaste a que se volviesen a tu ley, mas ellos se llenaron de soberbia y no oyeron tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales, si el hombre hiciere, en ellos vivirá. Se rebelaron, endurecieron su servicio y no escucharon. Estos hombres afirmaron que Dios es justo, que Dios es recto y que su justicia es necesaria para el castigo del pecado. ¿Por qué, hermanos? ¿Por qué la justicia de Dios es necesaria para el castigo del pecado? Bueno, ¿por qué peca? Porque el pecado atenta contra su santidad. Ustedes lo vieron la semana pasada con el hermano Daniel de la santidad de Dios. Es decir, la justicia de Dios entra en acción cada vez que su santidad es agredida. La justicia y la santidad de Dios, hermanos, están íntimamente relacionadas. Que no se pueden separar una de la otra sin violar su inefable naturaleza. Pero este ejemplo que vemos en Emías 9, unos días adelante, nos abre una pequeña ventana, hermanos, para poder contemplar la justicia de Dios. Ahora, voy a empezar definiendo qué significa justo. Bueno, la palabra justo expresa rectitud y excelencia. Cuando ustedes piensen en que Dios es justo, hermanos, ustedes piensan que Dios es recto. y que es excelente. Dios es un ser absolutamente justo y siempre actúa de manera perfecta de acuerdo con quien Él es. No hay nada equivocado o incorrecto en la naturaleza de Dios, ni en sus obras, ni en sus decretos. Sus obras son perfectas, sus decretos, sus juicios son todos absolutamente perfectos. En el día que Dios juzgue a todos los hombres según sus obras, aún los condenados ellos van a declarar que Dios es justo. Miren lo que declaró Moisés en Deuteronomio 32.4. Este es un texto, hermanos, muy bonito. Lo vamos a citar dos veces en esta ocasión, pero los animo a que si pueden memorizárselo y pensar en él. Dice, Él es la roca cuya obra es perfecta, ¿verdad? Porque todos sus caminos son rectitud. Dios de verdad y sin ninguna iniquidad en Él es justo y recto. Dios no puede ser injusto porque no hay iniquidad en Él. Dios es recto en todo lo que Él hace y decreta. Si Él tuviera mentira en su ser, hermanos, alguna mentira, lo cual nunca podría ser, bueno, eso afectaría su ser, eso afectaría la voluntad de Dios y como resultado pues no va a obrar rectamente. Por eso lo que estamos diciendo es que el carácter de Dios es intachable, intachable. Es tan intachable hermanos, tan recto el carácter de Dios, que el Salmos 11,7 dice que Dios es justo y que ama la justicia. Dice, porque Jehová es justo y ama la justicia, el hombre recto mirará su rostro. Es tanta la rectitud de nuestro Dios que la ama. Miren también lo que dice segunda de crónicas 12.6. Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron justo es Jehová. Aún los reyes se tuvieron que humillar reconociendo que Jehová es justo. Ahora, esto es importante hermanos. es que la palabra justo también es un título mesiánico que apunta a Nuestro Señor Jesucristo. Esto es importante. Isaías 53, 11 dice, Esta profecía de Isaías 53 es la profecía más clara que tenemos de Nuestro Señor Jesucristo. Y está implicando que su obediencia, siervo, verdad, es lo que significa, la cual lo hace justo para con Dios, bueno, esa obediencia es acreditada a muchos pecadores para que ellos también puedan ser justos para con Dios. Romanos 9.19 dice, porque así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, estamos hablando de Adán, así también por la obediencia de uno, o la rectitud de uno, o la justicia de uno, los muchos serán constituidos justos. Así como nuestra culpa y iniquidades, como dice el texto, fue acreditada o imputada a Él, miren lo que dice 2 Corintios 5.21, al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Por eso Pedro, en ese discurso que tuvo en el Pórtico de Salomón, declaró lo siguiente, Hechos 3.14, perdón. Entonces, estamos hablando de la justicia de Dios. Ahora, miren lo que dice este texto doctrinal, hermanos, Santiago 5.6. Habéis condenado y dado muerte al justo. y Él no os hace resistencia. Entonces, estamos hablando que Cristo es justo, que Dios es justo, el Espíritu Santo es justo. Primera de Pedro 3.18, porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu. Así que en Cristo, hermanos, el Cristo justo, Él se entregó en lugar de los injustos y padeció por nuestros pecados. ¿Para qué? ¿Para qué el justo murió por los injustos? Dice el texto, para llevarnos a Dios, la reconciliación, hermanos. El objetivo de la obra salvadora de Cristo es para llevar a los pecadores a la unión y a la comunión con el Padre. Por eso Dios murió en la cruz, para que nosotros pudiéramos estar en paz, para con Dios. Ahora, otra importancia de la palabra justo, y lo cual es hermoso, Buenos días, adelante. Es decir, que el Espíritu Santo es el encargado de convencer de justicia en base al sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Así que aquí estamos viendo la justicia tanto en el Padre como en el Hijo, ahora en el Espíritu Santo. Miren lo que dice Juan 18, 6. Y cuando Él venga, ¿quién? El Espíritu Santo convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Y el versículo 10, de justicia por cuanto voy al Padre y no me veréis más. Aquí la justicia perfecta de Cristo es exaltada, voy al Padre, voy al Padre. Así que hermanos, este es un breve significado de la palabra justo, lo vimos tanto en Dios, como en Cristo, como en el Espíritu Santo. ¿Pero qué es entonces la justicia de Dios? Ahora, traté de buscar una definición que fuera sencilla, verdad, sobre la justicia de Dios. Recuerden, cualquier cosa que nosotros podamos decir, hermanos, no es suficiente. Dios es mucho más de lo que nosotros podamos decir o pensar. Pero, dice, la justicia de Dios quiere decir que Dios siempre actúa de acuerdo con lo que es recto, porque Él es recto, Y Él mismo es la norma final de lo que es recto. Quise traer esta sencilla definición porque nos va a llevar a una pregunta. Bueno, ok, ¿pero qué es recto? Si tú me estás diciendo que Dios obra conforme a lo que es recto, ¿pero qué es recto? Bueno, alguien dijo una vez que la justicia es dar a una persona su merecido. Esa es la justicia que nosotros conocemos, ¿verdad? Sin embargo, estamos conscientes que en el mundo en que vivimos no siempre se aplica la justicia. Todos hemos sido víctimas de la injusticia, todos hemos contribuido a la injusticia, hemos sido injustos. Es más, en nuestra sociedad donde cada quien pretende tener su propio concepto, Lo merecido de cada persona va a variar según el punto de vista. No todos pensamos igual de la justicia. Sin embargo, hermanos, con Dios no pasa lo mismo. Él mismo es la forma final de lo que es recto. Él es el estándar de lo que es recto. La justicia no es algo que Dios tiene, no es algo que Dios posee, sino lo que Dios es. Dios es justo, Él no tiene justicia sino que Él es justo, Él es justicia para Sí mismo. La justicia o la rectitud de Dios es su perfección continua según el estándar de lo que es puro y justo, lo cual Él es, Él es puro, Él es justo. Esta justicia consiste en la ejecución del juicio de Dios como recompensa al castigo, según lo merezcan sus criaturas y según lo determine el estándar de la ley de Dios, ya que todas sus obras son justas. Ahorita voy a explicar esto. Génesis 18.25 dice así, Lejos de ti el hacer tal. Que hagas morir al justo con el impío y que sea el justo tratado como el impío. Nunca tal hagas. El juez de toda la tierra no ha de hacer lo que es justo. Dicho de otro modo, hermanos, Estamos diciendo que la justicia de Dios es retributiva. Este es un aspecto de la justicia de Dios. No sé si han escuchado esta palabra de la justicia retributiva. ¿Sí? Muy bien. Ahorita vamos a abundar un poquito más de eso. pero es opuesta a otro aspecto de la justicia de Dios, que es la justicia imputada de Dios. No sé si han escuchado de la justicia imputada de Dios. Muy bien. Son dos aspectos de la justicia de Dios, ¿verdad? Es decir, no puede haber una relación entre las obras del hombre, la justicia del... perdón, y la... repito lo dicho, no puede haber una relación entre las obras del hombre y la imputación divina de Dios, ya que las obras del hombre son viles e inmundas. Romanos 3.10 dice, como está escrito, no hay justo ni aún uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios, todos se desviaron, aún asesieron inútiles, no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. No hay justos, hermanos. Sepulcro abierto en su garganta, con su lengua engañan, veneno de áspides hay debajo de sus labios, su boca está llena de maldición y de amargura, sus pies se apresuran para derramar sangre, quebranto y desventura hay en sus caminos, y no conocieron camino de paz, no hay temor de Dios delante de sus ojos. Dios no está obligado, hermanos, ni tampoco está en deuda con nadie. Él ejecuta su justicia de acuerdo a su perfecto estándar. Él es el estándar. Dios no actúa con respuesta al hombre, sino según su propia voluntad. Por lo tanto, Dios es justo tanto al condenar a algunos, como dice Romanos 2, del 5 al 6, pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, A tesoras para ti mismo, ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras. ¿Verdad? Así que Dios es justo tanto para condenarlos como para salvarlos. Romanos 3.21. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios testificada por la ley y los profetas. la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en Él porque no hay diferencia. Entonces estamos hablando de dos aspectos de la justicia de Dios. Entendiendo esto, hermanos, vamos a poder con más claridad gozarnos en esa alabanza de Moisés de Deuteronomio 32.4, el que les dije que memorizáramos. Él es la roca cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud, Dios de verdad y sin ninguna iniquidad en Él, Él es justo y recto. Ahora, sé que mencioné algunos aspectos, ¿verdad? Vamos a verlos. La justicia retributiva y la justicia imputada. Ahora, es interesante, hermanos, porque los que conocen la historia de Martín Lutero, él aquí fue donde tuvo un problema. Él hizo, ¿cómo es posible que la justicia retributiva de Dios Cristo la haya tomado, pero después hay una confusión con Lutero. Y pueden ustedes estudiarlo, es muy interesante. Pero permítanme brevemente explicar lo que significa para un mejor entendimiento. Si entendemos esto, hermanos, vamos a poder continuar claramente cuando veamos la ira de Dios. Ya dijimos que la justicia de Dios es aquella perfección por la cual se mantiene a sí mismo como el santo. Si él no fuera santo, él no puede ser justo. ¿Pero por qué santo él es justo? Frente a toda violación de su santidad. En virtud de ello, él mantiene un gobierno moral en el mundo e impone una ley justa sobre el hombre, recompensando la obediencia y castigando la desobediencia. Esto es lo que llamamos la justicia retributiva. Si tú haces bien, Dios es justo y te da lo que tú mereces. Así es como fue en el Antiguo Testamento, ¿verdad? Ustedes saben, todas las maldiciones, si haces esto, maldito seas tú, maldita sea tu casa, pero si tú haces esto, bendito seas tú, bendito sea tu casa. Esa es la justicia retributiva. Romanos 2.6 dice, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras. Dios va a ser justo y te va a pagar conforme a lo que tú hayas hecho. Y lo que es interesante, hermanos, es que la manifestación de su ira, lo que vamos a ver más adelante, es el resultado de su justicia retributiva. Miren lo que dice Romanos 2, 9. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo. El judío primeramente y también el griego. Si tú no obedeces a Dios, Él va a ser justo y Él te va a dar lo que mereces, que es la ira. de Dios. Pero si tú haces algo bueno, Él te va a dar lo que mereces, que es la gracia o el amor de Dios, ¿verdad? O sus bendiciones. Romanos 12, 19. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está, mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. O sea, Él va a pagar conforme a las obras del hombre, ¿verdad? En otras palabras, La justicia retributiva es la justicia de la ley. Es la ley, pongámoslo así. Si tú cumples la ley, Dios es justo y te va a recompensar. ¿Hasta aquí vamos bien? Muy bien. Pero si infringes la ley, Dios es justo y te va a dar el castigo. Pero ahora miren lo que dice este texto, hermanos, y aquí fue donde Martín Lutero tuvo ese problema. Romanos 1, 17. Dice, porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito, más el justo por la fe vivirá. Aquí Pablo está citando a Habacuc 2.4, dice, he aquí que aquel cuya alma no es recta se enorgullece más el justo por su fe vivirá. Ahora la pregunta es, ¿cómo es posible que el hombre injusto, nosotros, El que está muerto en sus delitos y pecados, que merece la ira porque no obró bien, sus obras fueron malas, como dice Efesios 2, 1, ¿puede presentarse justo ante Dios? ¿Cómo es posible, si acabamos de leer un texto que es abominación, que Dios trate a un injusto como justo? No puede ser posible. Miren lo que dice Proverbios 17, 15. El que justifica el impío y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová. Repito, ¿cómo es posible que el impío sea justificado? Bueno, hermanos, es aquí... Esto es posible a través de la fe. Es por medio de la fe que esto puede pasar. Más el justo por la fe vivirá. Es aquí donde vemos el otro aspecto de la justicia de Dios, la justicia imputada de Dios. O como dice el texto en Romanos 1.17, porque el Evangelio La justicia de Dios se revela por fe. Estamos hablando ahora de la justicia del Evangelio. Pongámoslo así, la otra es la justicia de la ley, Dios te paga conforme a tus obras, y aquí estamos viendo la justicia del Evangelio. Dios en su justicia, hermanos, necesitaba castigar el pecado. Él tenía que pagar con pecado, pero mostró amor. en que aún siendo pecadores, su hijo murió por nosotros. Romanos 5.8, más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5.1, ya no somos deudores, Dios satisfació su justicia en Cristo para que el hombre viviera por fe en Cristo. Y en este aspecto de su justicia imputada, hermanos, vemos cómo el amor y la gracia de Dios llegan. ¿Verdad? Por un lado, si tú tienes la justicia de la ley, si tú no cumples la ley, Dios castiga con ira. Pero por otro lado, si la justicia imputada de Dios se imputa en ti, ahora entonces lo que recibes es amor y gracia. Y de esto el hermano Fanor va a hablar un poquito más. Simplemente los estoy introduciendo. Así que a esta justicia le llamamos la justicia del Evangelio. Cristo no podía morir como justo. Eso era abominación. Dios no podía matar a un justo. Dios no podía hacerlo. Esto va contra su naturaleza. Por eso, hermanos, lo importante de conocer a Dios. Por eso nuestro pecado se imputó en Cristo para que, como dice II Corintios 5.21, al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Se tuvo que Se tuvo que imputar nuestro pecado en él. Ustedes se acuerdan de los machos cabríos. Había dos machos cabríos. Uno se sacrificaba y el otro se le ponía las manos para que después corriera al desierto. Estamos hablando de la imputación. Cristo toma nuestro pecado, se le imputa nuestro pecado. Cristo es ahora hecho pecado para que de esa forma la justicia retributiva cayera sobre Él. En ningún momento Dios dejó pasar su justicia retributiva. Él era pecado, tuvo que caer su ira sobre Él. Entonces aquí estamos viendo, hermanos, tanto la justicia retributiva como la justicia imputada, las dos fueron posibles en la cruz. Solamente ahí pudo haber sido esto posible. Y es en la justicia imputada que resplandece su amor y su gracia. Miren mis hermanos, esto quiere decir que Dios dentro de su justicia ejerce su maravilloso amor a través de Jesucristo. Ahí es donde la gente debería de pensar en el amor de Dios. No tanto en lo que Dios te pueda dar, sino el amor que Él tuvo por nosotros en haber permitido que su hijo muriera. El justo por los injustos. Podemos ver el amor de Dios del padre al enviar a su hijo también. viendo al Hijo cargando el pecado de su pueblo, y también podemos ver el amor del Espíritu Santo aplicando los beneficios de la salvación a sus escogidos. De modo que las tres personas de la Trinidad, hermanos, manifiestan las profundidades de su amor soberano, inmutable e infinito. Al contemplar esta maravillosa verdad, hermanos, si realmente el Espíritu Santo nos permite entenderla, ningún hombre puede evitar quedar cautivo y asombrado de tan majestuoso amor de Dios. Esto nos debe de alumbrar nuestra vida al entender que ahí en la cruz tanto su justicia retributiva como su justicia imputada fueron posibles para nosotros. Por eso el amor y la justicia de Dios se entiende mejor cuando lo observamos en el Evangelio, hermanos. Ahí Dios expuso públicamente su justicia. Miren lo que dice Romanos 3, 21 al 26. Pero ahora, aparte de la ley, se manifiesta la justicia de Dios testificada por la fe y los profetas. La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo. para todos los que creen en Él porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto en su paciencia los pecados pasados. con la mira de manifestar en este tiempo su justicia a fin de que el que sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús. Estamos viendo el Evangelio, hermanos. Y es que en la cruz del Calvario es donde la justicia y el amor se encontraron. Ese texto de Salmo 85.10, la misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron. Solamente ahí es donde podemos ver estas dos justicias, hermanos. Estos dos aspectos de la justicia de Dios. En Cristo la justicia de Dios no está contra su pueblo, sino a favor de su pueblo. Así que el pueblo de Dios está tan plenamente unido a Él que la justicia de Dios no dejará que reciban nada sino conceder dádivas, como dice Santiago 1.17. Así que nosotros, hermanos, debemos de deleitarnos en la justicia de Dios en vez de tener miedo a la justicia de Dios. En conclusión, mis hermanos, el ejercicio de su justicia y amor vienen junto con el Evangelio para la gloria de Dios y el bien de su pueblo. Ahora vamos a considerar la ira de Dios, pero no sé si antes tengan alguna pregunta sobre la justicia de Dios. Vimos los aspectos, vimos el significado de qué significa que Él sea justo, Él es recto. Vimos también que Él es la norma, Él es el estándar de lo que es recto. Su Palabra de Dios nos dice lo que es recto, no es según nuestra opinión. Dijimos que esos dos aspectos de la justicia, tanto la retributiva como la justicia imputada, fueron posibles en la cruz. Dios no dejó de ser justo por Su Hijo, más bien, le dio a Su Hijo lo que Él merecía, la ira justa de Dios. No sé si hay alguna pregunta o algún comentario. Si entendemos la justicia retributiva, vamos a entender la ira de Dios. ¿Muy bien? ¿Estamos bien? Ok. Ahora vamos a considerar, hermanos, brevemente la ira de Dios. Tengo que admitir, hermanos, que el tema de la ira de Dios es un tema difícil. Es un tema difícil. Sin embargo, ¿cómo es que nosotros podemos entender algo del amor de Dios si no entendemos el odio de Dios? ¿Cómo es que nosotros podemos entender algo de la gracia de Dios si no entendemos algo de su ley y del castigo de su ley cuando no se cumple? ¿O cómo podemos entender el perdón de Dios, verdad, ese sí nos conviene, el perdón de Dios, si no entendemos la paga del pecado, que es muerte? Hay personas que se molestan cuando se habla de la ira de Dios. Ellos piensan que eso es algo malo, que no se debería de hablar. Y es porque no conocen a Dios, hermanos. Es porque no lo entienden. Si Dios no tuviera ira, si Dios no tuviera enojo, entonces no sería Dios. Nos han escuchado decir esto muchas veces, que si Dios no fuera santo no fuera Dios, que si Dios no fuera omnipresente no fuera Dios. Estamos hablando de Dios hermanos, de las características de Dios. Dios es perfecto por un lado, ya lo dijimos. No es que él sea 100% perfecto. Él es perfecto en su plenitud. Pero Dios también es perfecto en odio, por otro lado. Así como Él ama de manera total, Él también odia de manera total. Así como su amor es puro, también su ira es pura. Hebreos 1.9 dice, Has amado la justicia y aborrecido la maldad. Dios aborrece la maldad porque Él es santo. Es necesaria Miren hermanos, si Dios no fuera santo, no existiría el infierno. Pero porque existe el infierno, es porque Él es santo. La ira de Dios es un atributo tan hermoso como lo son todos sus atributos, hermanos. No es un atributo malo de Dios, sino un atributo santo, poderoso, soberano, inmutable. Un atributo en el cual nosotros, los hijos de Dios, nos debemos de deleitar. No deberíamos de deleitarnos, nos tenemos que deleitar porque estamos deleitándonos de Dios. Pregunta, ¿qué es la ira? La definición de ira es la respuesta a la percepción del mal y la injusticia. Como estábamos diciendo de su justicia retributiva, es la respuesta de cuando alguien obedece a Dios. Traducida como el enojo, la indignación, el cólera, la irritación y el juicio. Esos son sinónimos de la ira de Dios. Algo que también es importante entender y aclarar, hermanos, es tanto nosotros los humanos como Dios expresamos la ira, ¿verdad? Pero hay una gran diferencia del tamaño de la eternidad entre la ira de Dios y la ira del hombre. La ira de Dios es santa, siempre justificada, ¿verdad?, porque Él es justo. Pero la del hombre nunca es santa y tampoco es justificada. Ahora, no es el tema, la ira del hombre, lo podemos ver en otra ocasión cuando veamos los atributos, perdón, cuando veamos los rasgos distintivos de un verdadero creyente, pero la ira de Dios, hermanos, la vemos claramente revelada tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, como para que no quede alguna duda de que estamos hablando de un Dios airado. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento la ira de Dios era la respuesta, como ya dijimos, al pecado, a la desobediencia. Salmo 2, ¿Por qué se amortinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantan los reyes de la tierra y príncipes consultarán unidos. Contra Jehová y contra su ungido diciendo, rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos. Y el versículo 5. Luego hablará a ellos en su furor y los turbará con su ira. Versículo 12, ahí mismo. Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira. En pocas palabras, cuando Dios se enoja, hermanos, la gente perece. La gente muere. Salmo 76, 7. Tú, temible eres tú. ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda su ira? Y ahora vean cómo la ira de Dios es derramada contra los enemigos de Israel. Eso es muy interesante. Salmo 78, del 49 al 50. Envió sobre ellos el ardor de su ira, enojo, indignación y angustia. Un ejército de ángeles destructores. Dispuso camino a su furor, no eximió la verdad de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad. Dios estuvo enojado, Dios tuvo furor, Dios tuvo ira, Dios tuvo indignación y Dios trajo severos problemas al pueblo de Israel. El Salmo 97, aquí está hablando del nombre santo de Dios. Porque con tu furor somos consumidos y con tu ira somos turbados. Los profetas, hermanos, hablaron de la ira y del juicio de Dios. Isaías 9, 19. Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra y será el pueblo como pasto de fuego. Jeremías también habló de la ira de Dios en el capítulo 7. Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor. He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar. Sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra se encenderán y no se apagarán. La idolatría de Israel, hermanos, fue causa de la ira de Dios. Salmos 78, 58. Se enojaron con sus lugares altos y le provocaron acelo con sus imágenes de talla. Los oyó Dios y se enojó. En gran manera aborreció a Israel. Vemos también que la ira de Dios en el Antiguo Testamento iba dirigida a los que no hacían su voluntad, Deuteronomio 1.38, Entonces oyó el Señor la voz de vuestras palabras, y se enojó y juró, diciendo, Ninguno de estos hombres, esta generación perversa, verá la buena tierra que juré dar a vuestros padres. En Sofonías también, apúntenos si lo pueden apuntar a Sofonías 1.14, él habló de un día en el futuro, el día de la ira. Ahora, estos son tan sólo algunos pasajes, hermanos, que hablan de la ira de Dios, afirmaciones sobre la ira de Dios, pero también lo vemos claramente cuando Él trajo el diluvio, fue a causa de su ira, la ira de Dios contra la gente de la Torre de Babel, contra Sodoma y Gomorra, ¿verdad? Quise traer, pero por el tiempo no, hay un aspecto muy interesante ahí, contra los egipcios, en muchas ocasiones contra los israelitas, en contra de los espías y de así muchas afirmaciones que podemos ver de la ira de Dios. Alguien podría decir, bueno, ese es el Antiguo Testamento, eso ya pasó, Dios ya cambió. No, hermanos, Dios no cambia. Él es inmutable, ya lo hemos visto. Él es el mismo Dios de antes como el de ahora. En el Nuevo Testamento las enseñanzas de Jesús apoyan el concepto de un Dios airado y que juzga el pecado. Por ejemplo, la historia del hombre rico y Lázaro. Habla del juicio de Dios y de las serias consecuencias del pecador no arrepentido. ¿Verdad? Lucas 16, 19. Jesús también dijo en Juan 3, 36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Dios no está bien con la gente que no conoce a Cristo, hermanos. Él está irado con ellos. Él no está bien con ellos. La ira de Dios permanece sobre ellos. Miren lo que dice Efesios 5, 6. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. Si ustedes lo ven, Dios no ha cambiado. Él sigue siendo el mismo. Él odia el pecado. La Biblia dice que Dios va a condenar a los incrédulos. Esa es una realidad, hermanos. Primera de Tesalonicenses 1, del 8 al 9. En llama de fuego para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Su justicia retributiva sigue estando, hermanos. Para los incrédulos, la ira de Dios está sobre ellos. Dios es un Dios de ira y de enojo. Pero los que creemos en el Hijo de Dios, no sufriremos la ira de Dios por nuestro pecado. ¿Por qué? Porque Jesucristo ya llevó la ira del Santo Dios sobre Él. La ira de Dios cuando cayó en la cruz por nuestro lugar. La justicia retributiva, hermanos, cayó sobre Cristo. Romanos 5, del 8 al 11, más, Dios muestra su amor para con nosotros, en que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos, ¿de qué? De la ira. Dice el texto, porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, la justicia imputada, mucho más estando reconciliados seremos salvos por su vida. Ya dijimos que el que Cristo haya muerto era para que nosotros nos reconciliemos con el Padre. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. Por otro lado, todos aquellos que no creen en el Hijo de Dios, quienes no lo reciben como su Señor y Salvador, van a ser juzgados en el día de la ira. Romanos 2, 5, Pero tú, por tu dureza y por tu corazón, no has arrepentido a tesoras para ti mismo, ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios. Ahora, miren lo que leemos en Lucas 12, 5. Temed. Dice, temed aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí os digo a este temed. Pregunta, ¿quiénes deben de temer a un Dios airado? los que no han sido cubiertos por la sangre del Cordero. Ellos sí deben de temer a la ira de Dios, pero más nosotros, sus hijos, hermanos, los que hemos sido cubiertos con la sangre del Cordero, esa sangre preciosa, la ira de Dios debe producir un gran temor, sí, pero por el pecado, porque si Dios odia el pecado y eso lo irrita y eso le da ira a nosotros también, Por eso nosotros debemos de temer al pecado, no a Dios. Dios ya nos dio a Cristo, su justicia de Cristo. Muchos de los creyentes hoy en día parecen considerar la ira de Dios como algo que necesita excusa o justificación, o algo que no les importa. Hasta algunos han llegado a pecar considerando esto como una mancha del carácter de Dios. No, no, no, Dios es bueno, Él es santo, ¿cómo va a tener ira? No, no, no, no. Ellos están muy lejos de ver a Dios con deleite. No nos agrada pensar en la ira de Dios. Amamos pensar en su amor, en su misericordia, en su gracia, pero nunca en su ira. ¿Cuándo fue la última vez, hermanos, que ustedes escucharon un himno o una canción que hablaba de la ira de Dios? ¿O cuándo han escuchado una predicación de la ira de Dios en todo su caminar? Nunca. Casi nadie quiere hablar de la ira de Dios. Incluso muchos cristianos, que son maduros en la fe, no meditan, no piensan en la ira de Dios. Otros admiten que la ira de Dios no es compatible con su bondad. Por eso tratan mejor ni pensar en la ira de Dios. Sí, Dios es airado, pero yo mejor me voy. No, hermanos. Ellos huyen de la visión de la ira de Dios como si se les obligara a mirar una mancha del divino carácter de Dios. ¿Pero qué dice la Palabra de Dios? Porque es lo único que nos importa. A nosotros nos importa lo que dice la Palabra de Dios. Si ustedes leen la Palabra de Dios, hermanos, ustedes se van a dar cuenta que Dios no ha tratado de ocultar la realidad de su ira. Él no se avergüenza de proclamar que la venganza y el furor le pertenecen a Él. Él quiere que sepamos. Si ustedes leen los Salmos, hermanos, ustedes van a ver tanto de la ira de Dios que va a ser asombroso. Les voy a leer la propia demanda de Dios escrita por Él mismo. Este es Dios hablando, hermanos. Deuteronomio 32, del 39 al 41. ve ahora que yo soy yo y no hay dioses conmigo yo hago morir y hago vivir yo hiero y yo curo y no hay quien pueda librar de mi mano Y diré, vivo yo para siempre, si afilare mi reluciente espada y mi mano arrebatare el juicio, yo volveré la venganza a mis enemigos y daré el pago a los que me aborrecen. Estamos hablando de un Dios airado. Hermanos, si estudiamos la Palabra de Dios, podemos ver en la concordancia que hay más referencias al enojo, al furor y a la ira de Dios que de su amor y de su benevolencia. Eso es interesante, es interesante. Y es porque Dios odia todo pecado. ¿Por qué? Porque Él es santo. Él es otro, hermanos. Él es diferente. Y porque lo odia, su furor se enciende contra el pecador. No contra el pecado, contra el pecador. El Salmo 7, 11, que es palabra de Dios. Dios es juez justo. Ya lo vimos. Y Dios está irado contra el impío todos los días. La ira de Dios constituye una perfección divina tan importante como lo es su inmutabilidad, su supremacía, fidelidad, poder, misericordia. Y tiene que ser así porque en el carácter de Dios no hay defecto. Sin embargo, si hubiera defecto en Dios, entonces Él carecería de ira. Pero no es así. No podemos ni siquiera pensarlo porque no es así. A. W. Pink dice en su libro de los Atributos de Dios que la indiferencia al pecado es una falta moral y el que no odia es un leproso moral. ¿Cómo podría él, que es la suma de todas las excelencias, mirar con igual satisfacción la virtud y el vicio? ¿Cómo Dios puede ver de igual manera la virtud y el vicio, la sabiduría y la locura, el bien y el mal. ¿Cómo podría el que se deleita solamente en lo que es puro y amable, dejar de despreciar lo que es impuro y vil? Esto solamente para que razonemos, hermanos. Es por eso que la naturaleza misma de Dios hace del infierno una necesidad tan real, un requisito tan absoluto como lo es el cielo. ¿Qué es entonces la ira de Dios? La ira de Dios es su eterno aborrecimiento de toda injusticia y solamente Él dicta lo que es injusto, recuerden. Él es el desagrado del mal. Es la santidad de Dios puesta en acción contra el pecado. Así es como un Dios santo responde con ira, hermanos. Es la causa impulsora de la sentencia justa que pronuncia contra los que actúan mal. Es la repulsión que surge del carácter mismo de Dios hacia todo lo que es una violación a su voluntad. Es la falta de gracia y misericordia de Dios. Si nosotros tenemos gracia y misericordia, es gracias a esa justicia imputada en nosotros. ya no tenemos la ira. Así que la falta de gracia y misericordia de Dios es la ira. Dios se enoja contra el pecado porque es una rebelión contra su santidad, contra su autoridad y una falta cometida contra su soberanía. Y un punto importante, hermanos, no es que la ira de Dios sea una venganza maligna de Dios o un medio para devolver la ofensa recibida. No, Dios nunca va a ser vengativo. Ni tampoco la ira es la pérdida de autocontrol o una descarga irracional de Dios o un capricho o un enojo de Dios, un estallido de enojo. No, hermanos. La ira divina no debe ser considerada como un mal temperamento celestial o como que Dios está atacando a los que hacen el mal. No, hermanos. Su ira es lo contrario a nosotros. Cuando estamos airados muchas veces es por venganza. Nosotros nos podemos enojar, pero ya cuando nos enojamos en otro nivel ya estamos airando, ¿verdad? Pero no pasa lo mismo con Dios. Su ira es santa. ¿Y cómo se manifiesta la ira de Dios? La ira de Dios es una de sus perfecciones evidentes, que podemos ver en su palabra. En Romanos 1, 18, porque manifiestas la ira de Dios desde el cielo. Dios se ha manifestado, hermanos, Él no se ha escondido. La ira de Dios se manifestó cuando fue pronunciada la primera sentencia de muerte, cuando Dios dijo, si comieres del fruto, Meramente morirás. Ahí ya se pronunció la ira de Dios. Cuando la tierra fue maldita y el hombre fue echado del paraíso. Ahí ya estamos viendo cómo se manifestó la ira de Dios. Se manifestó su ira también en la maldición de la ley para cada transgresión. Si tú hacías esto, ibas a ser castigado. Ahí estamos viendo la manifestación de su ira. Pero sobre todo, hermanos, sobre todas las cosas, la ira de Dios fue revelada desde el cielo cuando su Hijo vino para manifestar el carácter divino y cuando esa ira fue presentada en sus sufrimientos y en muerte. Esta ira que cayó sobre nuestro Salvador se manifestó de un modo tan terrible, hermanos, de que todas las señales anteriores que Dios había manifestado de su ira, bueno, esas ni siquiera podríamos decir que esas fueron más del enojo que se manifestó en Cristo. Cristo sufrió toda la ira de Dios por nuestros pecados, toda la ira. Esa ira venidera que se hablaba en el Antiguo Testamento, hermanos, toda la plenitud de esa ira fue descargada en nuestro Salvador. Por otra parte, la ira de Dios es una perfección divina, hermanos. En el Salmo 95, 11 dice, por tanto juré en mi furor. Solamente Dios ha jurado por dos cosas, por su santidad y por su ira. La primera vez, cuando hizo una promesa, Génesis 22, 16, y dijo, por mí mismo he jurado. No habiendo alguien más por quien jurar, Él juró por sí mismo. Y también Dios juró al anunciar un castigo de Deuteronomio 1.34. Cuando el Señor escuchó lo que ustedes dijeron, se enojó y prometió. Nadie de esta generación perversa verá la tierra buena que yo les prometí a sus antepasados. En el primer caso Dios juró a favor de sus hijos, en el segundo caso para atemorizar a los impíos. Hebreos 6, 16, una confirmación solemne, un juramento solemne de la ira de Dios dice, porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Muy bien, hermanos, así es como nuestro Dios apela a su ira, como una perfección, igual que su santidad. Él tanto jura por una como por la otra. Como en Cristo habita la plenitud de la divinidad, como dice Colosenses 2, 9, es por ello por lo que leemos la ira del Cordero en Apocalipsis 6, 16. Hermanos, tenemos que dar reverencia a nuestro Dios. Hebreos 12.28, retengamos la gracia por la cual sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es un fuego consumidor. A.W. Pink dice que no hay nada tan dulce como la paciencia y la bondad de Dios, ni nada tan terrible como su ira cuando se enciende. Así que huyamos de la ira, venidera hermanos, huyamos a Cristo. antes que sea demasiado tarde. Mateo 3, 7 dice, al ver que muchos de los fariseos y de los saduceos venían al bautismo y les decía, generación de víboras, ¿quién nos enseñó a huir de la ira venidera? No nos conformemos con pensar que ya estamos en Cristo, hermanos. Hay que estar seguros que realmente estamos salvos y fuera de la ira de Dios. Hay que asegurarnos de ello. Pidámosle al Señor que escudriñe en nuestros corazones. La ira de Dios, hermanos, es como si con una mano él estuviera reteniendo su justicia con este mundo y con la otra suplicando a los hombres que vengan a él en arrepentimiento. Pero un día ambas manos caerán. Será demasiado tarde. Muy bien, hermanos. ¿Hay que temer ahora la ira de Dios nosotros? No, no. Hay que tener enojo contra nuestro pecado. Dios tuvo enojo por el pecado. Él no tuvo ira. Él tuvo enojo. Así también debemos de hacerlo nosotros. ¿Y cómo podemos tener enojo por el pecado? Podrían preguntarse. Perseverando en el Espíritu, hermanos, por medio de los medios de gracia que Dios nos ha dado, como su palabra, la oración. O sea, 6.3 dice, y conoceremos y proseguiremos en conocer a Jehová, como el alba está dispuesta a su salida, y vendrá a vosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. Hay que odiar lo que Dios odia, hermanos, y hay que amar lo que Dios ama. Hasta aquí, hermanos. Como la justicia y la ira de Dios, perdonen por lo del aire. No sé si tengan alguna pregunta, algún comentario.
La Justicia y La Ira de Dios
Serie Teologia Propia (Discipulado)
Predigt-ID | 52625231266974 |
Dauer | 52:49 |
Datum | |
Kategorie | Bibelstudium |
Sprache | Spanisch |
Unterlagen
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