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Libro segundo de Samuel capítulo 22 vamos a leer los versículos del 29 al 36 nos dice David tú eres mi lámpara o Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas contigo desbarataré ejércitos y con mi Dios asaltaré muros en cuanto a Dios perfecto es su camino y acrisolada la palabra de Jehová escudo es a todos los que en él esperan Porque ¿Quién es Dios si no sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza y quien despeja mi camino. Quien hace mis pies como de ciervas y me hace estar firme sobre mis alturas. Quien adiestra mis manos para la batalla de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. me diste a sí mismo el escudo de tu salvación y tu benignidad me ha engrandecido". Hay pasajes tanto en los libros históricos como en los salmos donde le oímos a David confesar sus pecados y lamentar profundamente sus transgresiones. Pero aquí él nos va a relatar sus victorias. Él nos relata sus victorias. Nos relata la derrota de sus enemigos. Y es consciente de un aspecto determinante. Y es que reconoce que no es por su propia destreza que puede vencer en la batalla. Reconoce que no es su capacidad la que le lleva a la victoria, sino que es la acción directa de Dios contra sus enemigos del cual él es un instrumento en las manos de Dios para cumplir con ese propósito. Así que en David no hay ningún tipo de jactancia cuando está hablando en este sentido. Hay una lección muy importante que cada creyente debería tomar en serio. Si hay momentos en los que debemos apropiarnos del lenguaje que hay en el Salmo 38, lo podéis leer, Salmo de Lamentos. Si hay momentos cuando tenemos que apropiarnos de las confesiones que David hace en el Salmo 51, que también debemos leerlo. Es igualmente cierto que hay momentos en los que ¿Deberíamos emplear el trono triunfante del Salmo 18 o de este texto que encontramos en el segundo libro de Samuel capítulo 22? Esto es un himno de triunfo. En otras palabras, si hay ocasiones en las que a la exposición de la palabra solo nos queda llorar y suplicar, Hay también ocasiones en las que debemos cantar y celebrar las victorias a las que Dios nos ha llevado, porque es exactamente el ejemplo que David nos deja en este texto. Fijaos que este Salmo fue compuesto por David en sus últimos años. Ya estaba a punto de acabar su carrera. Y mientras que llegaba a su final, empezó a revisar su carrera. a pesar de sus propios fracasos, a pesar de sus propias caídas, sin embargo, David percibió cómo después de todo, cómo después de todo, era más que vencedor por medio de aquel que le amó. A pesar de todo. Por eso este salmo es para creyentes. Aquellos que se han apropiado por la fe de la obra que Cristo hizo en la cruz del Calvario. En el ejercicio de una verdadera humildad, deberemos hacer un recuento privado de nuestros éxitos. Privado. Yo es que soy el más inteligente. Bueno, si dices eso en público, eres el más necio. Es un recuento privado de nuestros éxitos, de nuestras conquistas. Siempre y cuando seamos cuidadosos de atribuir todas las victorias a quien es realmente el causante de nuestras victorias. ¿Quién es? Pues no es otro sino nuestro gran Dios y Salvador. Atribuyéndole a Él, como hace David, todo el honor y la gloria. Porque es Dios quien prepara nuestras manos para la batalla, quien nos adiestra para la batalla. Es Dios quien lo hace. Nuestra inteligencia y nuestras capacidades son dones de Dios. Si alguien aquí es más listo que otro, listillos hay muchos. Eso lo trae por defecto la naturaleza corrupta humana. Y listillos... Pero si alguien es más inteligente que otro, no es algo que uno se deba atribuir a sí mismo. Porque eso es un don que Dios le ha dado. Y al otro se lo ha mermado por alguna causa que entra dentro de la sabiduría divina. Nuestra inteligencia y nuestras capacidades son dones de Dios exclusivo suyos. No es algo nuestro. Lo que sí es nuestro es el deber que tenemos de poner a trabajar con valor, esfuerzo y sacrificio esas capacidades que Dios nos ha dado. Y entonces seremos útiles a su reino en el ejercicio de las capacidades. Pero las capacidades te las da Dios. Ahora, ¿con esas capacidades qué vas a hacer? Ese es el tema. Ese es el tema. Por otra parte, también tenemos que decir que aquellos que están comprometidos en pelear la buena batalla de la fe, deben recordar que esto no es una obra de un día. Algunos hermanos se desfallecen y se desmoralizan porque no han conseguido conquistar el reino en las próximas 12 horas. Querido hermano, esta no es una batalla de un día. Es la obra de toda la vida. Toda. Hasta que te vayas. Ahora bien, en una guerra prolongada como es la nuestra en la que estamos, el éxito tampoco nos asiste de manera uniforme, a pesar de los esfuerzos que realizamos para afrontar la batalla. No siempre ganamos. Más bien, casi nunca ganamos. Pero es casi. Hay algunas victorias. Por lo general estamos preparados para las grandes batallas. Esto sí, estamos bien armados para las grandes batallas. ¿Ponernos de rodillas delante de un ídolo? ¡No! ¡No! Claro que no. La iglesia católica con su idolatría. Pero caemos en una pequeña escaramuza. Alguien a nuestro lado hace algo que no nos ha gustado, nos llenamos de ira y le decimos de todo menos hermoso. Batalla perdida. Con lo más tonto. En medio del combate hay grandes pérdidas. Hay grandes sacrificios. La lucha nos produce muchas heridas. Pero también debemos recordar que tarde o temprano lograremos el éxito final y no por nosotros, sino por medio de aquel que nos amó. Y esto debe también entrar en nuestra mente porque es una realidad. Tenemos grandes enseñanzas en las escrituras sobre este asunto. Por ejemplo, bajo el liderazgo de Josué, Israel no conquistó Canaán en un día. A pesar de que el Señor les prometió que esa era su tierra, era la tierra prometida. Pero no la conquistó en un día. ¿No? Ni siquiera en un año. Tampoco. Además, Tampoco consiguieron su objetivo de poseer la tierra prometida sin sufrir alguna derrota. Tampoco. Sufrieron derrotas también. Debemos ser conscientes de que uno de los principales obstáculos en nuestra vida es la frustración que sentimos cuando caemos derrotados. Pero si el Señor me ha prometido esto, que yo voy a estar gozoso y fíjate cómo estoy. Bueno, pues tienes que preguntarte más cosas. Una cosa es que haya un alto porcentaje de derrotas... ...y otra es que siempre seas derrotado. Si siempre eres derrotado tienes un problema, pero grave. Que vamos a ser derrotados... ...que a nadie... ...que a nadie pase esto por alto. Porque evidente vamos a ser derrotados muchas veces. Esta es una realidad de la que no debemos abstraernos. Pero no debemos tener la sensación derrotista. Y es que como yo no puedo hacer nada... Es que, ya sabéis el esque... Que ya hemos dicho siete millones de veces que se murió el esque... Pero muchos creyentes están con el esque siempre. Es que... Tienen una sensación derrotista. Y no recuerdan... Que la victoria permanente solo ocurrirá cuando entremos en el cielo. Allí todas son victorias. Pero estamos en la Tierra. y aquí hay muchas derrotas aquí en la tierra tendremos batalla tras batalla contra el mundo y sus modas de pensamiento contra el diablo y lo peor contra nuestro propio corazón pero también tenemos victorias son estas las que aquí está recordando david y son estas las que también nosotros debemos recordar por eso el espíritu de dios ha dejado este salmo de david para que recordemos que a pesar de los muchos fracasos en los que en muchas ocasiones nos vemos inmersos, también podemos enumerar algunas victorias también. Si vemos nuestra vida con perspectiva y haciendo memoria del trato de Dios con nosotros, podremos contemplar que Él nos ha dado muchas más victorias de las que imaginamos. Alguien puede pensar que no ha obtenido ninguna victoria. Pero no corras tanto. Reflexiona. ¿Ha logrado Satanás que apostates de la fe? Esto es una victoria espectacular. Es una gran victoria. Satanás no ha logrado que apostates de la fe a pesar de las circunstancias que te han envuelto. ¿Ha logrado Satanás que desprecies la palabra de Dios? No lo ha logrado. En absoluto. Repito que este es un mensaje para creyentes. Los no creyentes, claro que lo habrán logrado. Vamos, la palabra de Dios les importa un comino. Bienvenidos al infierno. ¿Ha logrado Satanás que niegues a tu Salvador? Esa es otra victoria. ¿Ha logrado el mundo que ignores aquel en quien has creído? Lo ha logrado. ¿Las dificultades te han arrastrado hasta el punto de que niegues el hecho de que a los que a Dios aman todas las cosas les ayudan a bien? ¿Descansas en esa promesa? ¿El deseo de tu corazón te ha impedido reunirte habitualmente con tus hermanos en Cristo en el día del Señor para adorarle en espíritu y en verdad y traer tus sacrificios espirituales y ponerlos delante de Dios? Estas son unas pocas victorias. Pero son victorias. Aunque hay muchas más, si hacemos recuento. Son victorias que Dios ha producido en ti y para ti. Y eso mismo también ocurrió con David. Por eso él está relatando sus victorias. Aunque hubo muchos fracasos, también hubo grandes éxitos. Y fueron estos los que celebró en este salmo. Está dándole gracias a Dios por las victorias. Y eso es algo que también nos invita a hacer. Después de afirmar que Dios había actuado con rectitud al favorecerlo como lo había hecho, que es lo que estudiamos en nuestro sermón anterior, la segunda sección del Salmo, ahora estamos en la tercera, el tono personal de alabanza a Dios por las victorias vuelve a reanudarlo de nuevo y ensalza a Dios en esta tercera sección del Salmo. Tú eres mi lámpara, oh Jehová, mi Dios, alumbra mis tinieblas". Viendo como podemos ver por toda la serie que llevamos sobre la vida de David, su camino había sido bastante difícil. Su vida había estado en situaciones muy peligrosas. Más de una vez las sombras habían sido tan oscuras que había estado completamente perdido y no discernía por dónde tenía que salir. Una y otra vez podía haber estado En una situación donde su alma se sobrecogía. Tenemos muchos de sus salmos de lamentos. Pero el Señor había aliviado su corazón. Y al final de su vida, David empieza a darle a Dios las gracias por las victorias. Le da el Señor alegría en sus horas más oscuras. Y la evidencia de que esto está ocurriendo en su vida es que David nunca dejó los medios de gracia. Se apartó en ocasiones, pero cuando fue reprendido, rápidamente se puso en el lugar que le correspondía. Por eso puede decir, porque tú eres mi lámpara, ojeba, tú eres mi lámpara. Este es el gran recurso del creyente en el tiempo de la prueba. El creyente puede dirigirse a uno para quien la gente de este mundo es un total desconocido. ¿Qué conoce la gente del mundo de Dios, salvo el cuento que le cuentan? cuando Dios se revela en las Escrituras, a las que debemos acercarnos para encontrar allí al Dios Eterno. Sólo en medio del dolor y a las puertas de la angustia, es cuando David reconoce la luz de Dios. Pero fijaos el matiz. Sólo en medio del dolor y a las puertas de la angustia. Cuando todo va bien, estamos nadando en la abundancia, y todo va según nuestros deseos, ¿quién se acuerda de Dios? Pero cuando vienen los momentos de dolor y de angustia, sí que somos mucho más inclinados a acercarnos a Dios. Y nos muestra de esta manera, David, cómo nosotros debemos dirigir nuestra mirada también a Dios en momentos de angustia. Es para el creyente que está siendo oprimido, es para el creyente que está a punto de entrar en una gran depresión, cuando puede reconocer que Dios es el Padre de misericordia y el Dios de toda consolación. Es que los creyentes nunca entran en depresión. Bueno, es que más necios en el mundo no puede haber. Pues claro que el creyente entra en depresión. Esto es como decir, es que el creyente es perfecto y no comete ningún pecado y está como si viviera en el cielo. Pero esto es de ser un insensato colosal. El creyente siente opresión, se deprime, cae en depresiones y en muchas más cosas como el resto de los mortales. Ahora, el problema no es el problema. El problema es ¿Qué solución le vamos a dar al problema? ¿Cuál es la solución que le vamos a dar? Pues aquí David la tiene. Aquí David nos la expone. Si Dios es el padre de misericordia y el Dios de toda consolación, ya tenemos recursos para que empecemos a trabajar. Porque es que Dios se presenta como el Dios de toda consolación para su pueblo. Y no se presenta como el Dios de consolación cuando estamos nadando en la abundancia. No. Es cuando hemos caído en la depresión. Es cuando estamos en nuestras horas más bajas. Es el Señor quien en tiempos de dolor consuela el corazón afligido. Esto es lo que dice la escritura. En todas las ocasiones en las que David estuvo con gran aflicción, él pudo recordar que el Señor había sido su consuelo y su apoyo. Jehová es mi pastor, nada me faltará. Este salmo lo escribe David. Y ahora que se acercaba la vejez, David nos deja aquí un gran testimonio. Tú eres mi lámpara, oh Señor. Quizá lo dijo porque la visión de sus ojos empezaba a oscurecerse. Ella no veía como antes, a causa de la edad. Pero sus ojos espirituales seguían siendo iluminados por la misma luz de Dios que le alumbró cuando era joven. Tú eres mi lámpara, oh Señor. Y además añade, mi Dios alumbrará mis tinieblas. Así que vemos aquí cómo David usa el lenguaje de la fe. Cómo usa el lenguaje de la fe y de la esperanza. Aquel que en el pasado había traído sobre David su consuelo, no le fallaría en el futuro. Esto era algo que David lo tenía absolutamente claro. Esta era su seguridad. Y por eso escribe usando el tiempo futuro. Mi Dios alumbrará mis tinieblas. A menudo las circunstancias no solo nos afectan a nivel físico, sino especialmente las circunstancias nos afectan a nivel espiritual. Por ejemplo, perdemos la salud. Esto es algo físico. Pero a que nos hace daño espiritualmente. Porque allí en un rinconcito de la conciencia empezamos a pensar ¿Por qué Dios me ha hecho esto? ¿Que he perdido la salud? ¿Por qué me ha tratado de esta manera? Allí está Satanás poniendo la duda. O perdemos a un familiar en su edad joven y decimos, ¿por qué Dios se habrá llevado a mi familiar con la edad que tenía? O tenemos un quebranto económico y entonces decimos, ¿y por qué Dios me habrá tratado de esta manera que me ha dejado casi sin pan? Pobre de mí. Pero no debemos olvidar que esto es parte de la vida. Estas son cosas que ocurren con bastantes probabilidades. En cualquier momento, a cualquiera de nosotros le puede ocurrir algo así. A cualquiera. Por lo tanto, siendo conscientes de que esto es así, no podemos olvidar que el Señor está con los que le temen. Y no podemos olvidar cuáles son los tratos de Dios con su pueblo. Dios no ha prometido en ningún lugar que ganarás el doble que los impíos, que vivirás en una casa tres veces mayor que la de los impíos, que tu marido será un ejemplo para todo el mundo y parte de los ángeles, y que tu mujer será la más bella que existe en el universo. Si alguien piensa eso es que está mal de la cabeza. Es en medio de las escenas de dolor, es en medio de las tormentas, cuando el Señor se presenta como quien realmente es el Dios de toda consolación para su pueblo. Para nadie más. Para nadie más. Para su pueblo. Al verdadero creyente, las tormentas en su vida le llevan a estar más cerca de Dios. Uno puede decir, Señor, que no tenga enfermedades, que no sufra pérdidas familiares, que no tenga un quebranto económico, que no me pase esto, que no me pase lo otro, que no me pase nada. Pero es que el Señor utiliza todas estas pruebas para que nos acerquemos más a Él. Al verdadero creyente, estas pruebas nos llevan a estar más cerca de Él, a buscarle con más tesón, a orar con más frecuencia, Son muchos los recursos que Dios pone a nuestra disposición en los tiempos de aflicción. Y es ahí, en los tiempos de aflicción, cuando Dios despliega su gracia. Si lo vemos con los ojos de la fe. Si somos impíos, todo lo veremos negativo. Pero si lo vemos con los ojos de la fe, veremos cómo Dios ahí abre su manto de gracia para todos nosotros. La providencia divina es a menudo un misterio profundo. ¿Cómo se mueve la providencia? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que Dios siendo sabio en grado superlativo no hay nada que se le escape ni salga fuera de su gobierno absoluto sobre todo el universo y sobre todas sus criaturas. Pero fijaos que Dios permite con bastante frecuencia que el creyente sea atacado frecuentemente por sus enemigos. Lo permite. ¿A quién de los profetas no mataron vuestros padres? eran profetas enviados por Dios especialmente para atender el pueblo de Israel y su absoluta ceguedad para entender y aplicar los principios de las escrituras. Y los mataron casi a todos. ¿Qué podemos decir del Señor? ¿Cómo murió? ¿Qué podemos decir de los apóstoles? Dios permite que el creyente sea atacado frecuentemente por sus enemigos, por los enemigos del alma y en ocasiones por los enemigos del cuerpo. ¿Y por qué permite Dios esto? ¿Por qué Dios permite que la paz del creyente sea a menudo perturbada? ¿Por qué Dios permite que la alegría del creyente sea erradicada? ¿Por qué Dios permite que la esperanza del creyente quede destrozada? ¿Por qué permite Dios todo esto? ¡Si somos creyentes! Pero estos que dicen que como somos creyentes no debemos tener ningún miedo y que nada nos pasará están tentando a Dios bastante, bastante más que lo tentó Satanás. En todos los casos la palabra del Señor nos debe servir de guía y el Señor mismo nos recuerda es necesario que a través de muchas tribulaciones entréis en el reino de los cielos. Así que cuando vengan las tribulaciones, las pruebas, las aflicciones, los quebrantos económicos, la pérdida de un familiar, la pérdida de la salud, tengamos en cuenta que es necesario que a través de muchas tribulaciones entréis en el reino de los cielos. ¿Qué ocurriría para nosotros si todo fuera paz y prosperidad y que todo lo que nosotros deseamos se nos concediera? ¿Qué ocurriría? Bueno, no tenéis más que ver a los jóvenes. Pues ya tenéis una foto de lo que seríamos nosotros. No os quiero ni contar. Niños caprichosos y engreídos. Pensaríamos, como piensan los hijos respecto a sus padres, que tenemos todos los derechos a que nos dé, que nos dé, que nos dé. Ese es nuestro derecho. ¿Responsabilidades? Cero. Para eso somos los hijos. Claro. Por eso el Señor tiene que disciplinarnos. Por eso el Señor trae en muchos casos situaciones de conflicto, de tensión y de prueba para hacer que nuestro corazón no ame el mundo ni las cosas que hay en el mundo, sino que ponga su confianza y esperanza en Dios. Por eso vienen las pruebas y las tribulaciones, las pérdidas de salud, de familiares, los quebrantos económicos y muchas más cosas que nos ocurren. porque el Señor quiere dirigirnos a mirada para que nuestra esperanza y confianza estén bien asentadas en él. Y añade David con esto en mente. Contigo desbarataré ejércitos y con mi Dios asaltaré muros. El problema que tenemos los creyentes es que mientras David sabía a quién tenía que atacar Nosotros perdemos una batalla tras otra porque no identificamos al enemigo. ¿Quién es el enemigo? Eso viene porque no estudiamos las Escrituras ni atendemos los sermones que cada domingo en el Día del Señor desde el púlpito se nos imparten. Como no atendemos, estamos pensando en otras cosas, le hemos dado la vuelta a todos los problemas que hay en el mundo, nos hemos acordado de todos los políticos y de lo que voy a hacer mañana en el trabajo, cuando me doy cuenta, anda, el predicador ya ha terminado. Ah, pues se me ha pasado el tiempo volando. Claro, claro, claro. ¿De qué te has enterado? Ah, que hoy había una predicación. Vaya, vaya. Por eso, a algunos de vosotros, a veces les digo, ¿pero tú asistes a la misma iglesia que yo? Porque si asistieras a la misma iglesia que yo, no podrías hacer lo que estás haciendo. Así que, algo falla aquí en lo que está ocurriendo. Por esa razón, porque no identificamos al enemigo, somos vencidos más veces de las que imaginamos. David dice, contigo desbarataré ejércitos. Y nosotros podemos decir, o yo os puedo preguntar, ¿qué ejércitos vas a desbaratar? Si no sabes, ¿contra quién tienes que luchar? Ese es uno de los motivos por los que hoy hemos sido convocados a la casa del Señor. Para que Él nos hable por medio de su palabra a fin de mostrarnos el camino por el que tenemos que andar e identifiquemos a los enemigos que nos acechan. Hoy, Dios nos habla al corazón y a la conciencia. Aquí David demuestra cómo atacó a sus enemigos con éxito. Con éxito. El pensamiento principal que David nos quiere mostrar es que el soldado cristiano debe tener una idea clara de qué tipo de enemigo se presenta en cada batalla a la que tiene que asistir. Porque sabéis que hay dos tipos de batallas. Unas que son ofensivas y otras que son defensivas. Pero tú debes saber en qué batalla estás, en una ofensiva o en defensiva. Un ejército de dificultades puede impedir que progreses. Un muro puede levantarse en oposición a la palabra de Dios, impidiendo tu victoria. Pero si usas bien los recursos divinos, debes dominar cada tipo de ataque en la batalla. Pero debes ser diestro en la batalla, porque llevas 500 años viniendo a la iglesia. Debería saber bastantes más cosas para conocer, identificar al enemigo. En todo caso, recuerda que sea cual sea la batalla, está ordenada por la providencia divina. No lo olvides. No digas, ¿y a mí cómo me pasa esto? Porque entonces estás tentando a Dios y estás rechazando su soberanía absoluta sobre todas las cosas. Dios te está probando en muchas facetas de tu vida. y está haciendo que puedas utilizar los recursos para la batalla. No te preguntes a mí por qué me pasa esto. Porque David dice, en el versículo 31, en cuanto a Dios, perfecto es su camino. No empieces a preguntarte por qué yo, no, no, no, no. Mira a Dios. En cuanto a Dios, perfecto es su camino. Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. Un enorme testimonio nos está dejando aquí David. David está hablando de su propia experiencia. No nos está contando algo que le pasó a alguien que le contaron y luego viene a contárnoslo. No, no, no. Su experiencia. Era alguien que había sido severísimamente probado. Desde su más tierna infancia fue probado en medio del campo cuidando a sus ovejas y enfrentándose a los animales que había en aquel tiempo. Y lo hizo con éxito. Posiblemente al principio perdiera algunas ovejas, pero adquirió destreza para defender a sus ovejas de los animales feroces que había en aquel tiempo. Luego fue probado delante de Goliat. Luego fue perseguido sin causa por Saúl. Luego tuvo multitud de enemigos en las naciones vecinas. Luego tuvo la rebelión de Absalón. Luego vio morir a varios de sus hijos. Tuvo bastantes pruebas que nosotros ni por asomo las tendremos. A pesar de sus dolorosas experiencias, no había ni una palabra de crítica hacia la obra que Dios había hecho con él. No había ni una palabra por la forma en la que había sido tratado. Sino que como vemos en este Salmo, exalta a Dios, honra a Dios, glorifica a Dios, alaba a Dios por todo lo que en él ha hecho a lo largo de su vida. Y había perdido varios hijos. Así que seguimos sin ver en David a uno que se hace la víctima. Pobre de mí. como yo, con todo lo que he trabajado para el reino, no pone excusas, como oíamos antes en el sermón, que es la característica de los impíos, no pone excusas, no se justifica, sino que vemos a un hombre firme en la fe y con valor, con valor, con valor. Debemos ser más que conscientes de que todas las acciones divinas están dirigidas por una sabiduría infalible. Así vemos su bondad y su paciencia, cómo se mueve a lo largo de toda su creación y de todas sus criaturas y de todos sus hijos. Vemos su justicia inflexible. Vemos también su tierna misericordia. Todo esto es usado en su trato con nosotros para fortalecernos en la fe. Pero esto viene provocado por las pruebas a las que tenemos que someternos. Y tenemos que someternos. Decenas de millones de creyentes a lo largo de todas las épocas en la historia de la humanidad han probado la suficiencia de la palabra de Dios para sí mismos. Han encontrado que su doctrina y su enseñanza es medicina para el alma. Sus preceptos son puros. Sus promesas son de absoluta confianza. Por eso dice David, escudo es a todos los que en él esperan. Es su escudo. Pero tenemos que saber cómo usar el escudo. Porque si dejamos el escudo olvidado y nos disparan flechas, pues evidentemente nos van a atravesar. Esta es una promesa permanente a lo largo del tiempo. Escudo es a todos los que en él esperan. Aquellos que temen a Dios, el matiz es importante, aquellos que temen a Dios, siempre serán guardados de su mayor enemigo. ¿Cuál es tu mayor enemigo? Mi mujer, mi marido, mi jefe... En tiempo de los judíos era el imperio romano. Tu mayor enemigo, el primero eres tú. El segundo el pecado y el tercero Satanás. Esos son tus tres enemigos. A esos tres enemigos vino a combatir Cristo. A los enemigos del hombre. Aquellos que tiemen a Dios siempre serán guardados de su mayor enemigo. Aquellos que temen a Dios siempre estarán protegidos para no negar su nombre. Siempre serán consolados en medio de la adversidad. De hecho, estas son las palabras a las que el Señor aludió en la sinagoga de Capernaum cuando citó al profeta Isaías. El espíritu de Jehová el Señor está sobre mí porque me ungió Jehová, me ha enviado a predicar. Buenas nuevas a los abatidos, a vengar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los presos apertura de la cárcel, a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de venganza del Dios nuestro, a consolar a todos los enlutados, a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová para gloria suya. Para esto vino Cristo. ¿Cuál es la actitud, cuál es el testimonio que sobresale en el creyente cuando en medio de la aflicción empieza a decir pobre de mí? Está negando toda la Escritura. Y sin que él lo sepa, está negando a Cristo. Porque para eso vino Cristo. para darnos el consuelo en la aflicción, el valor en la batalla, la destreza para llevar a cabo nuestro propósito. Es una obra increíble de la gracia de Dios sobre su pueblo. Así es como lo percibe David, y por eso exclama en el versículo 32, porque ¿Quién es Dios si no sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? ¿Quién es Dios si no sólo Jehová? ¿Dónde puedes encontrar consuelo fuera de Dios? ¿Dónde? En YouTube. Sí, sí. YouTube te iba a dar yo. En la música del mundo. Pero todo eso es pasajero, todo eso es vanidad. Estás contento 3 segundos y después te quedas peor que estabas antes. ¿Dónde puedes encontrar el verdadero consuelo en medio de una verdadera tormenta? Que te pase una desgracia terrible y vete a ver vídeos de YouTube que verás tú. lo que anima en tu espíritu. ¿Dónde puedes ser instruido en justicia si no es en la palabra de Dios? ¿Te vas a dejar llevar por el canto de sirenas de los políticos en nuestra época o de la moda de pensamiento? ¿Dónde puedes ser instruido en justicia si no es en la palabra de Dios? ¿Dónde puedes moldear tu conciencia si no es en las elevadas escrituras? Si nos están engañando por todo sitio, si lo que la gente cree que es verdad es todo mentira. ¿No tenemos que irnos a una base sólida? que emane principios de justicia como es la escritura? No hay ninguno que sea comparado con Dios porque no hay nadie como Dios. Esto es lo que reconoce Moisés en Éxodo 15-11. ¿Quién como tú, ójeo, va entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? ¿Quién como tú? Y hablando de los enemigos del hombre, el hombre piensa que no tiene enemigos. Bueno, los impíos están en el mejor de los mundos. Mañana veremos. Pero ¿quién más salva aparte de Dios? ¿Salva de la condenación eterna a la que todos los seres humanos están expuestos? Nadie se va a librar de morir. ¿Quién más salva? ¿Quién más rescata de la muerte? ¿Quién? Los impíos dicen, comamos y bebamos que mañana moriremos. Pues te vas a morir mañana y te vas a enterar de lo que hay después. ¿Quién más rescata de la muerte? ¿Quién ha derrotado a los verdaderos enemigos del hombre? ¿Quién ha podido enfrentarse a los enemigos del hombre? A pesar de todo lo que hay en contra para despreciar la palabra de Dios, para anular su consejo, para rechazar a Dios vivo y verdadero, Él sigue siendo el que crea, sostiene y gobierna el universo. Todo se vendría abajo si el poder de Dios no estuviera actuando ahora mismo eficazmente para que el universo funcione. Nosotros respiramos y nos movemos por la obra misericordiosa de Dios que lo permite. Si no, no podríamos ni respirar. Las naciones, dice la escritura, que son como motas de polvo en una balanza. Las naciones, los imperios, son una mota de polvo. Él actúa según su sabiduría en cada una de las acciones que lleva a cabo por medio de su providencia. ¿Quién es Dios?, dice David. ¿Quién es Dios si no sólo Jehová? ¿A quién podemos acudir si no a Dios? ¿A quién? Así que si esto es una realidad, ¿dónde podemos poner nuestra esperanza? Aunque me suban el sueldo, A ver si me voy de casa a mis padres porque me lo voy a pasar mejor. A ver si tengo una casa mejor. ¿Dónde podemos poner nuestra verdadera esperanza? ¿Dónde podemos obtener el refugio en medio de la tormenta? Tormentas de verdad. Que te crujen el alma. ¿Dónde podemos poner nuestro refugio? Dios es la roca de los siglos. Porque él es inamovible e inmutable. Lo que dijo el principio de la historia de la humanidad se sigue manteniendo en vigor. Miles de años después. 15.000, 12.000, los que sea. Él es la roca de los siglos. Necesitamos que la justicia sea firme. Y Él es la justicia. En Él está asentada la justicia. Es uno de sus atributos perfectos. El versículo 33. Dios es el que me ciñe de fuerza y quien despeja mi camino. Esto es lo que hace Dios. Es Dios quien había fortalecido a David, quien lo había preservado y lo había hecho tanto como peregrino en este mundo como siendo un formidable guerrero en el ejercicio de sus responsabilidades. No olvidó su relación con Dios y no olvidó sus responsabilidades en este mundo y actuó con valor y energía. ¿Con qué frecuencia el soldado cristiano se cansa y se sienta? con cuánta frecuencia la tarea que tenemos ante nosotros parece imposible. Creemos que tenemos dificultades insuperables y que nadie más en toda la historia de la humanidad ha tenido un problema como el nuestro. Hay que ser orgullosos para esto, pero vamos, es que nuestro orgullo es superlativo. Creíamos que no podríamos con aquella carga o situación. Si no, haz memoria. sobre situaciones que te han sobrevenido, que pensabas que aquello era ya insufrible, insoportable y que no podías salir. Y luego responde, ¿no te ha sacado el Señor de esa situación? No te ha sacado el Señor. Es Dios quien nos sustenta por medio de su palabra y de su espíritu. Es Dios quien despeja el camino. No siempre como nosotros queremos, o mejor dicho, casi nunca como nosotros queremos. Pero según sus propósitos y sabiduría, Dios despeja el camino. También debemos recordar que esto no es algo instantáneo. Requiere del uso de los medios de gracia a través de la prueba. Por eso dice Pablo en Romanos 5.3 También nos gloriamos en las tribulaciones. Esto tenemos que recordarlo porque generalmente el creyente piensa que por ser creyente no tendrá ningún problema ni tribulación. No tendrá ninguna batalla que luchar y todo irá, vamos, como si tuviera Aladino con su lámpara maravillosa que en vez de tres deseos tiene tres millones. Pide por esa boquita que yo te daré. Pero no es lo que enseña la escritura. También os gloriamos en las tribulaciones sabiendo, conociendo, estando persuadidos de que la tribulación produce Paciencia. ¿No tienes paciencia? Te vendrán tribulaciones. Y la paciencia prueba. Así que estarás en medio de una prueba para que ejercites la paciencia. Pero la prueba ¿a qué nos lleva? Dice Pablo. A la esperanza. Así que ahí está correlacionada una cosa detrás de la otra como algo necesario. Como algo necesario. Tenemos que luchar contra un enemigo que se llama impaciencia. Más en nuestra época que le das un botón y todo lo tienes. Quiero calentar algo. Botón. Quiero hacerme el café. Café. Quiero... Cualquier cosa es instantánea. Y pensamos también que las cosas del espíritu son instantáneas. Piensa en si te rompes una pierna, si es instantáneo que a los dos minutos vuelvas a andar. Es imposible. Pero esto pasa con las cosas del espíritu. Necesitan su tiempo. Tenemos que luchar contra ese enemigo que se llama impaciencia, que va de la mano de otro que se llama lo quiero ya. Y así nos ponemos delante de Dios. Lo quiero ya. Esta actitud ante la vida produce seres caprichosos y consentidos que como no obtienen al momento lo que quieren, se vuelven insoportables. el Señor generalmente no nos dará, si somos verdaderos creyentes, generalmente no nos dará el deseo de nuestro corazón. No nos lo dará. Porque está formándonos en la escuela de la vida y sometiendo nuestra fe, sometiendo nuestra fe, que es más preciosa que el oro, dice el apóstol Pedro, la está sometiendo a diversas pruebas. Y cuando aceptamos esta realidad, que nuestra fe está siendo sometida a diversas pruebas, pruebas tremendas, Entonces podemos decir como David, versículo 34, quien hace mis pies como de ciervas y me hace estar firme sobre mis alturas. Dice Thomas Scott, las rocas escarpadas no son un impedimento para los animales que viven en las cumbres. ¿Habéis visto los documentales? ¿Cómo están las cabras monteses en las cumbres en unos riscos espantosos y se mueven como si estuvieran en el valle? Increíble. Las rocas escarpadas, dice Scott, no son un impedimento para los animales que viven en las cumbres. David había sido sostenido en los caminos más resbaladizos y avanzó a su posición elevada como rey de Israel por la providencia y la gracia de Dios. No por sus facultades, sino por cómo Dios fue usándolo para cumplir sus propósitos. Como los pies de estos animales. que están especialmente diseñados y adaptados para mantenerse en medio de un suelo traicionero, David usa esta figura para exponernos una triple línea de pensamiento que sobresale de este versículo. Primero, que el Espíritu de Dios pone a cada creyente en el lugar que él considera oportuno, tanto en la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, como en el mundo, dándonos las capacidades para que nos desarrollemos. Unas veces pone a unos en el valle, todo lleno de césped, de ríos, de vegetación, Pero otras veces pone a su pueblo en un risco resbaladizo donde hay un abismo al que te puedes caer y despeñarte. Pero las dos cosas lo hace la voluntad de Dios. No puedes actuar igual en un lugar que en el otro. Así que el discernimiento te tiene que ayudar para saber ante qué batalla estás y sobre quién estás asentado para no resbalar. En segundo lugar, este texto también nos dice cómo Dios le proporciona al creyente la capacidad que precisa cuando los asuntos del reino requieren agilidad. Dios nos da capacidades. Unos van muy lentos y otros van muy rápidos. Pero Dios da las capacidades para que todo funcione coordinadamente y cumpla su objetivo. Es Dios quien capacita a su pueblo para que cumpla su cometido. Así que si él te ha dado recursos, más te vale que los pongas a trabajar y no hagas el vago. Más te vale que los pongas a trabajar. Tercero, Dios asegura los pies de su pueblo en los lugares más peligrosos. No lo olvides. Dios asegura, afirma. los pies de su pueblo en los lugares más peligrosos. Por tanto, actúa con inteligencia y con discernimiento. No pierdas de vista que tienes que ser un estratega en la batalla. Tienes que actuar con estrategia. No pases por alto el poder del enemigo, que es notable. Busca en la palabra de Dios los recursos y actúa con sabiduría y con inteligencia. Esto quiere decir que no sigas el deseo de tu corazón, ni los intereses o beneficios que tal cosa te aporta. Desde luego que no seas un vago, ni un comodón. Si vas en contra de los principios de justicia, que no te quepa ninguna duda de que caerás. Por otra parte, David reconoce de dónde vienen sus capacidades. Versículo 35. Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Cualquier habilidad que poseyera David en el uso de las armas lo atribuyó a las capacidades que Dios le otorgó. No se lo atribuyó a sí mismo. Dios, que soy un fenómeno con la onda, no fue presumiendo de ser un fenómeno con la onda. No presumió absolutamente de nada a lo largo de toda su vida. Y era un guerrero aventajado. Saúl mató a sus miles, David a sus diez miles. Era capitán de su ejército e iba el primero, como los políticos de hoy. El primero a la batalla. Y vencía. Y cualquier habilidad que él poseía, lo atribuyó a Dios, que es quien le otorgaba todas esas capacidades. Jamás se jactó de su habilidad. Jamás se jactó de su inteligencia. Jamás se jactó de su estrategia. atribuyó a Dios toda la gloria. El principio general que se deriva de esto lo podemos ver diariamente. Los que son artesanos, los músicos, el ama de casa, los matemáticos, el ingeniero, el predicador deben reconocer que es Dios quien les ha impartido destreza para realizar su labor porque nada es nuestro. Dios nos da las capacidades y los recursos para que cumplamos con nuestro deber. Pero en su significado más alto este versículo hace referencia también a la sabiduría divina que se imparte al soldado cristiano en el uso de la armadura que la gracia de Dios nos proporciona. Por eso dice Pablo, toma para ti toda la armadura de Dios para que puedas resistir en el día malo. Yo siempre le añado, el día malo para ti es el día bueno, te lo vas a pasar pipa, pero ese es el día malo. Toma toda la armadura para resistir en el día malo. Esto no sólo significa que debes tener una armadura apropiada para ti, sino también que busques en Dios los recursos para que puedas usar legítimamente la armadura. No nos hace falta sólo una armadura, es que debemos saber cómo funciona. Debemos saber para qué sirve la espada, cuál es su utilidad, para qué sirve el escudo, cuál es su utilidad, cuándo lo tenemos que usar, cuándo tenemos que actuar con estrategia, cuándo podemos hacerlo cuerpo a cuerpo y cuándo tenemos que ir completamente armados para la batalla. Versículo 36 Aquí vemos cómo Dios le guía a David en el uso de esta armadura. Me diste a sí mismo el escudo de tu salvación y tu benignidad me ha engrandecido". Aquí encontramos a David mirando más allá de las bendiciones materiales y temporales que Dios le hubiera podido dar y cómo dirige su mirada hacia todos los favores espirituales que Dios le había dado a lo largo de su vida. A todas las gracias, a todas las bendiciones que Dios había repartido en su vida a lo largo de todos esos años. Está haciendo memoria. Hay dones comunes de la providencia que se otorgan sobre los impíos y los justos por igual. Por eso podemos ver entre los impíos que hay buenos matemáticos, hay buenos ingenieros, hay buenos químicos, hay buenos inventores, hay buenos escritores... Dios ha repartido la capacidad a toda la humanidad para que lleven a cabo grandes logros científicos y técnicos. Dios ha repartido sus dones a toda la humanidad. Sin embargo, las riquezas de su gracia sólo son para los elegidos. Para nadie más. Para nadie más. Aquellos que el Padre le dio al Hijo. Sólo para ellos. Una de las preguntas que todo ser humano se debería hacer es ¿cuánto valen los bienes terrenales si se deja que el alma perezca? Porque vemos a todo el mundo que está luchando por sus bienes terrenales. Les predicas el evangelio y lo desprecian como algo de niños. Bueno, hasta a los niños ya no les preocupa el tema. Solo quieren los bienes terrenales. ¿Cuánto valen los bienes terrenales si se deja que el alma perezca? ¿Cuál es el valor de los bienes terrenales? ¿Cuál es el valor de las posesiones? ¿Cuál es el valor de la inteligencia? ¿Cuál es el valor de las capacidades? Si el alma se pierde. La gran mayoría se preocupa de su bienestar. de su comodidad, de su salario, de su coche, de su casa, de su, su, su, de obtener influencia, poder, dinero, pero si se olvidan de su alma, Dios les dirá, necio, porque no hay otra palabra que se pueda usar, necio, esta noche vienen a pedirte tu alma y lo que has provisto, ¿de quién será? Todo lo que has hecho, lo que tienes, las diversiones que te has pegado, las borracheras que también llevas encima. Todo lo que has hecho, todo lo que tú te lo pasabas fenomenal, ¿todo eso para qué sirve? ¿Cuántos hacen provisión para lo más importante que tienen, que es su alma? ¿Cuántos hacen provisión para el alma? ¿Cuántos reconocen a Dios como el dador de todo lo que son y de todo lo que poseen? Yo tengo mi iPhone. No es tuyo. Ni siquiera tu iPhone es tuyo. Bueno, si has terminado de pagar la hipoteca, que sepas que tu casa tampoco es tuya. Bienvenido. ¿Cuántos reconocen a Dios como el dador de todo lo que son y poseen? ¿David ha pasado de ser un simple pastor, un simple pastor perdido en una aldea en Belén, a ocupar la más alta magistratura del país como rey? Pero David sabe quién le ha hecho todo esto. Por eso dice en la segunda parte de este versículo 36, y tu benignidad me ha engrandecido. No he sido yo. No he sido mi fuerza, no he sido mi valor, no he sido mi poder, no he sido mi capacidad, no he sido mi inteligencia. Tu benignidad me ha engrandecido. Este reconocimiento de David es un ejemplo para todos nosotros. Él no se había quejado ante los tratos de Dios a través de su providencia para disciplinarle. Nunca se quejó. No ha acusado a Dios de haberle tratado con dureza. Nunca salió una palabra en contra de Dios. Sino que más bien se centra en exaltar las perfecciones divinas. En vez de ¿Por qué a mí? ¿Por qué Dios? La grandeza de Dios, la majestad de Dios. Así que, saliendo de su situación personal y centrándose en Dios, nos deja un ejemplo. David es consciente de que Dios había actuado hacia él como un padre tierno. Le había ido aplicando la vara de la corrección con paciencia infinita. Esto es lo único que David está considerando. y la evidencia en su vida es palpable. Su arrepentimiento fue genuino cada vez que fue exhortado. Ninguna excusa. Ninguna excusa. A pesar de que había sido elevado de ser un simple pastor hasta el trono de Israel, a pesar de que se había hecho grande y próspero, a pesar de que ahora tenía un gran poder sobre su país y sobre las naciones vecinas a quienes había sometido, A pesar de la sabiduría que ejercía en su gobierno, David le da a Dios toda la gloria. Toda la gloria. Nada es suyo. Nada se atribuye a sí mismo. Por eso en el Salmo 108 escribe, exaltado sea sobre los cielos, oh Dios, y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria. Solamente tú eres digno de ser alabado y adorado. Ha habido persecución sin causa contra él, ha habido sufrimientos uno tras otro, hijos suyos muertos en edad joven, conspiración dentro del reino, amenazas de los enemigos externos, caídas humillantes por su pecado, ha hecho frente a la rebelión contra el trono por parte de Absalón y David se mantiene firme. Por eso el apóstol Pablo nos habla con claridad sobre este tipo de conducta. Roma en los 831. ¿Qué, pues, diremos en respuesta a estas cosas? Si Dios está con nosotros, ¿quién está contra nosotros? ¿Por qué razón podemos ser más que vencedores como fue David? ¿Por qué razón? ¿Cuáles son las razones? ¿Cuáles son los argumentos? Lo que Pablo quiere decir es, ¿a qué conclusión llegamos cuando estudiamos la vida de David y vemos todo lo que él está exaltando acerca de Dios, de sus obras, de cómo le ha tratado, de la prosperidad, de sus bendiciones? ¿A qué conclusión llegamos? Porque fijaos, tenemos a todas las fuerzas del infierno luchando contra el creyente. Esto es literal. Tenemos todas las fuerzas del infierno luchando contra el creyente. Lo más impactante es que ningún esfuerzo o mérito humano nos puede librar de la derrota. No podemos enfrentarnos solos a Satanás. Él es un ángel poderoso. Nosotros somos unos simples mortales. Con un soplo nos pulveriza. Sin embargo, a través de la fe que Dios ha dado a sus elegidos, tenemos el medio para obtener los recursos necesarios y presentar batalla. La fe. La batalla de la fe. Y no solo tenemos los recursos para nuestras batallas particulares, sino que hay una bendición especial, una protección especial, un cuidado especial, que se nos imparte de acuerdo a la gracia de Dios que actúa en aquellos que Él ha llamado por la fe, para que pongamos nuestra confianza en Cristo, que es el que vence en las batallas. No podemos olvidar que fue Cristo quien ganó la guerra para su pueblo al derramar su sangre en la cruz. Posiblemente cuando empezó aquella escena, Satanás se frotó las manos diciendo, he vencido a mi enemigo. Pero las horas siguieron pasando y Cristo triunfó venciendo a la muerte, resucitando de los muertos y sentándose a la fiesta de Dios. Así que Cristo venció en la cruz a nuestros más mortales enemigos El pecado, la muerte y Satanás. Cristo los venció. Porque esos son nuestros enemigos. No son los que nos rodean por aquí. Me llevo mal con este, aquel no me quiere mirar. Los políticos... No, no, no. No pensemos como los judíos que creían que su mayor enemigo era el Imperio Romano. Y que el Mesías venía para derrotar al Imperio Romano. Cuando derrotasen al Imperio Romano, ya todo estaba bien. Error. Nuestro enemigo es el mundo. Satanás y el pecado. Así que si Dios está con nosotros, si ha ganado para nosotros en Cristo la guerra, como se demuestra claramente por lo que Cristo hizo en la cruz y lo que hace cada día en nosotros, librándonos de una caída mortal, es decir, nadie nos podrá arrebatar de Cristo, porque estamos seguros y protegidos en él, no iremos al infierno porque estamos en Cristo, entonces ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién nos puede acusar? Y no es que ya no tengamos enemigos, que los tenemos, pero ¿qué puede lograr cualquier enemigo contra nosotros si Dios está por nosotros y si Cristo ha vencido en la cruz hacia nosotros? Ha vencido al enemigo en nuestro nombre. Nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Así que, enumera tus victorias. Enumera tus victorias. Porque así podrás darle gracias a Dios por ellas y elevar un himno de alabanza como hace David. En segundo lugar, enumera las capacidades que Dios te ha dado. Y verás que tienes recursos para la batalla. Úsalos. Úsalos. En tercer lugar, enumera las bendiciones que Dios te da cada día. Haz una lista y te vas a sorprender. Te vas a sorprender. Y en cuarto lugar, enumera cuán grandes cosas ha hecho el Señor contigo, ya que en su providencia te ha puesto en un contexto concreto donde puedes servirle. Enumera todo lo que puedes hacer para su reino. Y entonces, únete a David, eleva un himno de alabanza a tu Dios y Salvador, reconociendo su misericordia, su gracia para contigo. Porque ninguno de los enemigos mortales de nuestra alma te podrá hacer daño. Ninguno. Cristo ganó para ti la última y definitiva batalla. Por eso podemos decir como Pablo, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Terminamos en Horacio.
163- Celebrando las victorias
Serie La vida de David
Si miras tu propia historia podrás ver cómo Dios te ha capacitado para hacer frente a las batallas.
Predigt-ID | 12019958451 |
Dauer | 59:09 |
Datum | |
Kategorie | Sonntagsgottesdienst |
Bibeltext | 2. Samuel 22,29-51 |
Sprache | Spanisch |
Unterlagen
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